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elecciones con fantasmas


[Rami G. Khouri] ¿Darán los invisibles candidatos y votantes de Iraq un paso crucial hacia un estado democrático?
Beirut, Líbano. Hay miles de razones para estar esperanzados y preocupados por las elecciones del domingo para el Parlamento interino de Iraq.
Las malas noticias, primero. Todos los resultados posibles están llenos de problemas. Las elecciones tuvieron trabas desde el principio, debido a su linaje ilegítimo. Han sido impuestas por la invasión militar norteamericana, fueron incubadas por la administración de la ocupación militar, diseñadas por una apenas creíble combinación de funcionarios iraquíes y de Naciones Unidas que trabajaron, literal y figurativamente, bajo las armas de Estados Unidos, y son manejadas por un gobierno iraquí interino con el sello de ‘hecho en Washington' estampado por todas partes.
No habrá, por cierto, soluciones fáciles ni rápidas para el dilema post-electoral que se ha creado Estados Unidos en Iraq. Si los militares norteamericanos se quedan demasiado tiempo, generarán todavía más resentimiento político y resistencia armada -en Iraq, en Oriente Medio y en el mundo. Si parten demasiado pronto, se corre el riesgo de que se desencadene una guerra civil y posiblemente la desintegración de Iraq, lo que no significará más que problemas en toda la región.
Si Washington logra unas elecciones ordenadas y limpias, puede crear un sistema político dominado por los chiíes y aliado de Irán que será visto como una amenaza por muchos de sus países vecinos que son dominados por los sunníes o son seculares (como ha dicho el aliado jordano de Washington, el Rey Abdullah II). Algunos en esta región están también preocupados de posibles tensiones post-electorales entre iraquíes e iraníes, dados los conflictos históricos entre los persas y los árabes chiíes.
También es una mala noticia que estas elecciones sean dirigidas por fantasmas y partidarios invisibles -es la primera elección virtual del mundo, hecha por candidatos que no pueden ser ni vistos ni tocados. La mayoría de los candidatos y votantes potenciales no se hacen conocer públicamente, por temor a ser asesinados. Del mismo modo, el gran ayatollah Ali Sistani, el clérigo chií que probablemente dominará la vida política, religiosa y moral del país, es rara vez visto en público.
Como lo reconoció Condoleeza Rice, nadie dijo que fuera a ser fácil. Pero nadie dijo tampoco que el símbolo de la democracia iraquí sería Gasparín, el Fantasma Amigable.
También hay buenas noticias. Estas elecciones son potencialmente el paso más importante a la fecha en el camino hacia la liberación, la soberanía y la normalidad de los iraquíes. Incluso si las cosas salen mal el domingo, este puede ser el momento en que los iraquíes empiecen a avanzar hacia un estado viable.
Para sopesar con más precisión el resultado de la votación, tenemos que reconocer primero que son solamente un paso en el largo camino de la transformación de Iraq, Estados Unidos y Oriente Medio. No constituyen un acontecimiento definitorio, de todo o nada. En otras palabras, hay que tranquilizarse. El lunes la vida seguirá como todos los días, con los mismos retos a los que hacen frente los iraquíes y Estados Unidos.
En segundo lugar, debemos juzgar la efectividad de las elecciones estudiando cómo afecta principios políticos básicos. No debemos despistarnos ni extraviarnos en la tendencia norteamericana a contar cosas, tales como el número de ataques, de votantes, de detenciones, de allanamientos, de escuelas pintadas y tropas adiestradas (aunque Estados Unidos curiosamente no cuenta las decenas de miles de iraquíes que han muerto o sido heridos desde que comenzara la invasión).
Hay tres pruebas que se pueden usar para determinar si las elecciones son solamente una farsa norteamericana románticamente ingenua y amenazante, o un intento importante de construir un estado democrático.

-¿Resultará en un gobierno iraquí legítimo, elegido por los iraquíes, en oposición a las no creíbles autoridades interinas nombradas por el extranjero en abril de 2003? Si la mayoría de los iraquíes ven al Parlamento elegido y al nuevo gabinete como legítimos, eso finalmente fomentará el desarrollo económico y las fuerzas de seguridad más efectivas que podrán restaurar poco a poco la normalidad.

-¿Promulgará el nuevo Parlamento elegido una fórmula viable para compartir el poder con la que puedan estar de acuerdo los principales segmentos de la ciudadanía? Hasta el momento, las fórmulas de compromiso arremañadas han provocado consistentemente que a uno o más de los principales grupos demográficos de Iraq refunfuñen, exijan poder de veto, amenacen con abstenerse o separarse, rechacen directamente, incluso violentamente, cualquier autoridad norteamericana.

-¿Proporcionarán las elecciones a los iraquíes con suficiente legitimidad política y seguridad para fijar una fecha de la retirada de las tropas norteamericanas? Mientras las tropas permanezcan en Iraq, las autoridades que gobiernen en Bagdad serán vistas como títeres manipulados por Washington.

Pasadas las elecciones quedará claro si la mayoría de los iraquíes consideran legítimos al nuevo Parlamento y gobierno en estos términos -y si son un paso cuantitativo, pero crucial, hacia adelante en la lenta transición hacia un Iraq que sea pacífico, democrático y, todavía más importante, libre y soberano.

29 de enero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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