mujeres de darfur
[Linda Mason] Las mujeres y niños son los que más sufren la violencia del conflicto.
El pueblo de Asha fue atacado antes del amanecer. Primero llegaron los aviones con las bombas. Luego hombres armados a caballo y en camello, disparando contra todos. Mientras la gente gritaba y reunía a sus hijos, los agresores revisaron rápidamente choza por choza.
Cinco hombres armados irrumpieron en la choza de Asha y la agarraron. Su hijo de 15 años trató de protegerla y fue asesinado. Su bebé de dos semanas cayó al suelo cuando los hombres empujaron a Asha contra la tierra. Sus otros hijos escaparon. Asha gritó y se resistió. Dos hombres armados la azotaron violentamente en la espalda, piernas y brazos, y en la cara. Un hombre le colocó una pistola contra la cabeza y le dijo que dispararía si seguía resistiéndose. Mientras dos hombres la sujetaban, los otros tres la violaron. Los restantes la violaron por turno. La bebita estaba junto a ella. Le preguntaron si era niño o niña. Si hubiera sido un niño, lo habrían matado.
Oímos variaciones de la historia de Asha una y otra vez.
Tres mujeres de Boston -Liz Walker, Gloria White-Hammond y yo misma- acabamos de volver de un viaje de dos semanas a Sudán. Estuvimos en las chozas en medio de tórridos campamentos en Darfur hablando durante horas con 60 mujeres en total. Jugamos con sus niños. Vimos cómo vivían. Nos abrieron su corazón. Confiaron en nosotras y querían que conociéramos su dolor y sufrimientos.
Después de que grupos rebeldes atacaran y derrotaran a tropas del gobierno en Sudán hace dos años, el gobierno, apoyado por la milicia local de los janjawee (jinetes malvados), ha buscado venganza atacando a más de 400 aldeas en Darfur. Matan a todo hombre o niño que encuentran. Las mujeres y niñas son golpeadas y violadas, incluso niñas de cinco años. La violación se ha transformado en su instrumento de guerra, y la violencia contra las mujeres se ha transformado en un elemento central del conflicto en Darfur. Incluso en los campamentos, las mujeres no están seguras. Cuando se aventuran fuera de los campamentos diariamente a recoger leña, corren el riesgo de ser violadas por agresores armados que atacan en el perímetro.
El gobierno debe proveer seguridad para su gente. Las milicias de todos los lados del conflicto han participado en flagrantes ataques contra civiles y socorristas. Su impunidad debe terminar para parar la violencia en la que mujeres y niños son las principales víctimas. Perpetradores de ambos lados deben rendir cuentas.
En el décimo aniversario del genocidio en Ruanda, muchos en la comunidad internacional han volcado su vista hacia Darfur y preguntando si está ocurriendo nuevamente. Ha habido un estallido de ayuda humanitaria y preocupación retórica sobre las acusaciones de limpieza étnica e incluso de genocidio. La Unión Africana ha enviado una fuerza de control de una tregua. Pero todavía hay serias deficiencias en la respuesta internacional: El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha sido incapaz de aprobar una resolución autorizando la instalación de un tribunal para llevar a juicio a todas las partes del conflicto que son culpables de crímenes contra la humanidad; con menos de 2.000 tropas desplegadas, la fuerza de la Unión Africana es demasiado pequeña como para cubrir un área del tamaño de Francia, y su mandato es demasiado limitado como para proporcionar verdadera protección a las mujeres y niños de Darfur.
Las mujeres en los campamentos necesitan desesperadamente más ayuda para recuperarse de sus traumas. Las víctimas de violaciones necesitan muchos más servicios médicos. Necesitan lugares donde reunirse y apoyarse y comenzar a reconstruir sus vidas aprendiendo nuevas habilidades en actividades de generación de ingresos. Quieren y necesitan ser productivas. Debemos proporcionarles los medios para que sigan con sus vidas.
Todavía más importante, el mundo no puede olvidar a Darfur. La brutal violencia continúa día a día. Durante el tiempo que estuvimos allí, siete aldeas más fueron atacadas. El conflicto en Darfur ha provocado el desplazamiento de 2 millones de personas, y decenas de miles (y según informes recientes hasta 300.000) de muertos.
El mundo dijo "nunca más" después de Ruanda. Se necesita poner presión y prioridad para llegar a un acuerdo de paz en Darfur. No olvidemos a Asha y las mujeres de Darfur.
Linda Mason, presidente y fundadora de Bright Horizons Family Solutions, es miembro de la directiva de Mercy Corps.
22 de febrero de 2005
©boston globe
©traducción mQh
Cinco hombres armados irrumpieron en la choza de Asha y la agarraron. Su hijo de 15 años trató de protegerla y fue asesinado. Su bebé de dos semanas cayó al suelo cuando los hombres empujaron a Asha contra la tierra. Sus otros hijos escaparon. Asha gritó y se resistió. Dos hombres armados la azotaron violentamente en la espalda, piernas y brazos, y en la cara. Un hombre le colocó una pistola contra la cabeza y le dijo que dispararía si seguía resistiéndose. Mientras dos hombres la sujetaban, los otros tres la violaron. Los restantes la violaron por turno. La bebita estaba junto a ella. Le preguntaron si era niño o niña. Si hubiera sido un niño, lo habrían matado.
Oímos variaciones de la historia de Asha una y otra vez.
Tres mujeres de Boston -Liz Walker, Gloria White-Hammond y yo misma- acabamos de volver de un viaje de dos semanas a Sudán. Estuvimos en las chozas en medio de tórridos campamentos en Darfur hablando durante horas con 60 mujeres en total. Jugamos con sus niños. Vimos cómo vivían. Nos abrieron su corazón. Confiaron en nosotras y querían que conociéramos su dolor y sufrimientos.
Después de que grupos rebeldes atacaran y derrotaran a tropas del gobierno en Sudán hace dos años, el gobierno, apoyado por la milicia local de los janjawee (jinetes malvados), ha buscado venganza atacando a más de 400 aldeas en Darfur. Matan a todo hombre o niño que encuentran. Las mujeres y niñas son golpeadas y violadas, incluso niñas de cinco años. La violación se ha transformado en su instrumento de guerra, y la violencia contra las mujeres se ha transformado en un elemento central del conflicto en Darfur. Incluso en los campamentos, las mujeres no están seguras. Cuando se aventuran fuera de los campamentos diariamente a recoger leña, corren el riesgo de ser violadas por agresores armados que atacan en el perímetro.
El gobierno debe proveer seguridad para su gente. Las milicias de todos los lados del conflicto han participado en flagrantes ataques contra civiles y socorristas. Su impunidad debe terminar para parar la violencia en la que mujeres y niños son las principales víctimas. Perpetradores de ambos lados deben rendir cuentas.
En el décimo aniversario del genocidio en Ruanda, muchos en la comunidad internacional han volcado su vista hacia Darfur y preguntando si está ocurriendo nuevamente. Ha habido un estallido de ayuda humanitaria y preocupación retórica sobre las acusaciones de limpieza étnica e incluso de genocidio. La Unión Africana ha enviado una fuerza de control de una tregua. Pero todavía hay serias deficiencias en la respuesta internacional: El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha sido incapaz de aprobar una resolución autorizando la instalación de un tribunal para llevar a juicio a todas las partes del conflicto que son culpables de crímenes contra la humanidad; con menos de 2.000 tropas desplegadas, la fuerza de la Unión Africana es demasiado pequeña como para cubrir un área del tamaño de Francia, y su mandato es demasiado limitado como para proporcionar verdadera protección a las mujeres y niños de Darfur.
Las mujeres en los campamentos necesitan desesperadamente más ayuda para recuperarse de sus traumas. Las víctimas de violaciones necesitan muchos más servicios médicos. Necesitan lugares donde reunirse y apoyarse y comenzar a reconstruir sus vidas aprendiendo nuevas habilidades en actividades de generación de ingresos. Quieren y necesitan ser productivas. Debemos proporcionarles los medios para que sigan con sus vidas.
Todavía más importante, el mundo no puede olvidar a Darfur. La brutal violencia continúa día a día. Durante el tiempo que estuvimos allí, siete aldeas más fueron atacadas. El conflicto en Darfur ha provocado el desplazamiento de 2 millones de personas, y decenas de miles (y según informes recientes hasta 300.000) de muertos.
El mundo dijo "nunca más" después de Ruanda. Se necesita poner presión y prioridad para llegar a un acuerdo de paz en Darfur. No olvidemos a Asha y las mujeres de Darfur.
Linda Mason, presidente y fundadora de Bright Horizons Family Solutions, es miembro de la directiva de Mercy Corps.
22 de febrero de 2005
©boston globe
©traducción mQh
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