peligroso oficio de barberos
[Monte Morin] En Iraq, ser peluquero es arriesgar la vida.
Bagdad, Iraq. Una bomba es lanzada a un salón de belleza, rompiendo los espejos que cubren las paredes y haciendo trizas carteles de peinados.
En otro barrio, unos pistoleros disparan desaforadamente contra una concurrida barbería, matando al propietario y a tres adolescentes que estaban esperando.
En todavía otra barbería, un visitante enmascarado aprieta una nota contra la palma de la mano de un horrorizado peluquero. El mensaje: "Nuestras espadas están ansiosas por un cuello de barbero".
La insurgencia en Iraq ha escogido como blanco a la policía local, a los políticos de gobierno y a los guardias nacionales como un modo de desestabilizar la naciente democracia, pero ahora las guerrillas han apuntado a un blanco mucho menos probable.
En lo que algunos describen como un intento similar al de los talibanes de imponer una estética islámica militante, los extremistas han estado amenazando a los barberos iraquíes no violar la estricta doctrina islámica recortando o rasurando las barbas de los hombres. Hacer cortes de pelo al estilo occidental o cortando de manera "afeminada", dicen, son delitos punibles con la muerte.
"Todos fueron a la barbería", dijo uno de los peluqueros amenazados, Ali Mahmud, 28. "Les dijeron que no se quitaran las barbas. Les dijeron que se quitaran las patillas. Nada de estilos americanos. Les dijeron que no hicieran nada de esto si no querían morir".
Desde que comenzaran las amenazas hace poco más de un mes, al menos ocho barberos han sido asesinados, y una docena de barberías han sido destruidas con bombas, dicen colegas y policías.
Los ataques subrayan el debate religioso que está enturbiando Iraq en la violenta era post-Saddam Hussein. Aunque las elecciones del mes pasado fueron ideadas para formar un nuevo gobierno de transición, la pregunta de si Iraq será un estado secular -como lo era durante Hussein- o una república islámica sigue sin responder. La dirección que tome el país es un tema central para los redactores de la nueva Constitución de la nación.
Pero a medida que la insurgencia continúa, el fundamentalismo religioso se ha entrelazado con la oposición a la presencia estadounidense. Las mezquitas se han transformado en lugares de reunión, depósitos de armas y terrenos de reclutamiento para las guerrillas.
A los nuevos reclutas se les dice a menudo que están defendiendo al islam de los infieles, dicen jefes militares norteamericanos. Historias de soldados estadounidenses rompiendo Coranes y profanando mezquitas han encendido los sentimientos anti-norteamericanos. El número de terroristas suicidas que se ofrecen voluntariamente para transformarse en mártires demuestra la efectividad del llamado religioso a la guerra.
Los barberos no fueron los primeros en la mira cuando el fundamentalismo islámico, reprimido durante el régimen de Hussein, extendió su poder. Los militantes han colocado bombas en muchas tiendas de licores de propiedad de cristianos y asesinado a sus propietarios. En otros casos, mujeres que no llevaban pañuelos u otras ropas consideradas propias bajo las estrictas leyes islámicas han sido amenazadas y atacadas físicamente.
Entre los primeros barberos atacados estaba Abu Ahmed, 42, propietario de la Barbería Jeque al sudoeste de Bagdad. Hace cerca de un mes, dos desconocidos entraron a su tienda con las caras cubiertas por pañuelos y reprendieron al peluquero por cortar barbas. También le reprocharon por practicar un método relativamente indoloro para retirar pelos, llamado khite', en el cual se usa una hebra torcida para agarrar pelos de las mejillas o de las cejas y sacarlas de raíz.
Ahmed no hizo caso de las amenazas y siguió cortando barbas y sacando pelos con el método de khite, dijeron colegas. Eso fue hasta antes este mes, cuando fue encontrado echado sobre su bicicleta, con balas en su cabeza y cuello. Está agonizando en un hospital de Bagdad.
Rumores del ataque y repetidas amenazas han causado pánico entre los barberos y estilistas. Muchos están dejando sus trabajos, o cortan el pelo sólo a clientes selectos en el anonimato de sus casas. Algunos han colgado letreros en los ventanales de sus barberías anunciando: "Estimados clientes, lo lamentamos, pero no podemos cortarle la barba con cuchillas".
Las amenazas de los extremistas son entregadas a menudo en octavillas de papel, o garrapateadas en el reverso de billetes de 250 dinares. El corte de 250 dinares representa el precio de una bala, dicen barberos.
Un Omar, una estilista de 40 años en el vecindario Jihad predominantemente sunní, dejó el negocio el mes pasado cuando una bomba estalló en su salón de belleza Al Shahad y mató a dos vecinos. Afortunadamente para Omar, ella estaba en casa cuando ocurrió el atentado.
"Yo acostumbraba a decirme que estos sabotajes no llegarían al vecindario de Jihad, y puedes ver lo irónico que era: mi salón fue el primero en ser volado", dijo.
La violencia ha estallado fundamentalmente en los suburbios al sur y sudoeste de Bagdad, adonde huyeron muchos de los combatientes de Faluya durante la campaña de las tropas norteamericanas en otoño para recuperar la ciudad, una fortaleza rebelde.
El año pasado, cuando los insurgentes controlaban Faluya, impusieron la dura versión talibana de la ley islámica. Se cerraron los salones de belleza, se ordenó a los hombres que se dejaran crecer barbas y se prohibió que los barberos las cortaran. Tenderos que vendían licor fueron azotados en público.
Aunque muchos barberos y clientes responsabilizan de las amenazas y violencia a los extremistas islámicos, algunas autoridades ponen en duda las intenciones reales de los agresores.
"No creo que estos incidentes tengan algo que ver con el extremismo", dijo el teniente coronel Asaad Mohammed de la policía iraquí. "Es más un intento para crear desestabilidad".
Para los hombres iraquíes, un corte de pelo de cabeza muy corto es una marca de masculinidad, como un bien cuidado mostacho, y un barbero afanoso puede hacer un buen dinero. Ahora algunos dicen que es demasiado arriesgado.
"Me dan un pedazo de papel diciéndome que me decapitarán si rasuro el cuello de los clientes con una cuchilla o si saco pelo con hebras", se lamentó el barbero Karam Mowafaq, 27. "Me sentía más seguro durante el régimen de Saddam que ahora. La gente me amenaza con la muerte sólo por hacer mi trabajo. Antes ganaba más de 50.000 dinares al día [unos 40 dólares], pero ahora gano menos de 10.000 dinares".
Mahmud, el barbero de 28 años amenazado, dejó de cortar el pelo después de ocho años de práctica y ahora trabaja como guardaespaldas armado para clientes occidentales. Considera su nuevo trabajo menos peligroso que cortar el pelo.
"Es poco seguro porque los clientes te piden que hagas cosas por las que nos amenazan", dijo Mahmud. "Es un trabajo que no paga. Es inseguro y es peligroso".
Caesar Ahmed, Zainab Hussein y Said Rifai en Baghdad contribuyeron a este reportaje.
22 de febrero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
En otro barrio, unos pistoleros disparan desaforadamente contra una concurrida barbería, matando al propietario y a tres adolescentes que estaban esperando.
En todavía otra barbería, un visitante enmascarado aprieta una nota contra la palma de la mano de un horrorizado peluquero. El mensaje: "Nuestras espadas están ansiosas por un cuello de barbero".
La insurgencia en Iraq ha escogido como blanco a la policía local, a los políticos de gobierno y a los guardias nacionales como un modo de desestabilizar la naciente democracia, pero ahora las guerrillas han apuntado a un blanco mucho menos probable.
En lo que algunos describen como un intento similar al de los talibanes de imponer una estética islámica militante, los extremistas han estado amenazando a los barberos iraquíes no violar la estricta doctrina islámica recortando o rasurando las barbas de los hombres. Hacer cortes de pelo al estilo occidental o cortando de manera "afeminada", dicen, son delitos punibles con la muerte.
"Todos fueron a la barbería", dijo uno de los peluqueros amenazados, Ali Mahmud, 28. "Les dijeron que no se quitaran las barbas. Les dijeron que se quitaran las patillas. Nada de estilos americanos. Les dijeron que no hicieran nada de esto si no querían morir".
Desde que comenzaran las amenazas hace poco más de un mes, al menos ocho barberos han sido asesinados, y una docena de barberías han sido destruidas con bombas, dicen colegas y policías.
Los ataques subrayan el debate religioso que está enturbiando Iraq en la violenta era post-Saddam Hussein. Aunque las elecciones del mes pasado fueron ideadas para formar un nuevo gobierno de transición, la pregunta de si Iraq será un estado secular -como lo era durante Hussein- o una república islámica sigue sin responder. La dirección que tome el país es un tema central para los redactores de la nueva Constitución de la nación.
Pero a medida que la insurgencia continúa, el fundamentalismo religioso se ha entrelazado con la oposición a la presencia estadounidense. Las mezquitas se han transformado en lugares de reunión, depósitos de armas y terrenos de reclutamiento para las guerrillas.
A los nuevos reclutas se les dice a menudo que están defendiendo al islam de los infieles, dicen jefes militares norteamericanos. Historias de soldados estadounidenses rompiendo Coranes y profanando mezquitas han encendido los sentimientos anti-norteamericanos. El número de terroristas suicidas que se ofrecen voluntariamente para transformarse en mártires demuestra la efectividad del llamado religioso a la guerra.
Los barberos no fueron los primeros en la mira cuando el fundamentalismo islámico, reprimido durante el régimen de Hussein, extendió su poder. Los militantes han colocado bombas en muchas tiendas de licores de propiedad de cristianos y asesinado a sus propietarios. En otros casos, mujeres que no llevaban pañuelos u otras ropas consideradas propias bajo las estrictas leyes islámicas han sido amenazadas y atacadas físicamente.
Entre los primeros barberos atacados estaba Abu Ahmed, 42, propietario de la Barbería Jeque al sudoeste de Bagdad. Hace cerca de un mes, dos desconocidos entraron a su tienda con las caras cubiertas por pañuelos y reprendieron al peluquero por cortar barbas. También le reprocharon por practicar un método relativamente indoloro para retirar pelos, llamado khite', en el cual se usa una hebra torcida para agarrar pelos de las mejillas o de las cejas y sacarlas de raíz.
Ahmed no hizo caso de las amenazas y siguió cortando barbas y sacando pelos con el método de khite, dijeron colegas. Eso fue hasta antes este mes, cuando fue encontrado echado sobre su bicicleta, con balas en su cabeza y cuello. Está agonizando en un hospital de Bagdad.
Rumores del ataque y repetidas amenazas han causado pánico entre los barberos y estilistas. Muchos están dejando sus trabajos, o cortan el pelo sólo a clientes selectos en el anonimato de sus casas. Algunos han colgado letreros en los ventanales de sus barberías anunciando: "Estimados clientes, lo lamentamos, pero no podemos cortarle la barba con cuchillas".
Las amenazas de los extremistas son entregadas a menudo en octavillas de papel, o garrapateadas en el reverso de billetes de 250 dinares. El corte de 250 dinares representa el precio de una bala, dicen barberos.
Un Omar, una estilista de 40 años en el vecindario Jihad predominantemente sunní, dejó el negocio el mes pasado cuando una bomba estalló en su salón de belleza Al Shahad y mató a dos vecinos. Afortunadamente para Omar, ella estaba en casa cuando ocurrió el atentado.
"Yo acostumbraba a decirme que estos sabotajes no llegarían al vecindario de Jihad, y puedes ver lo irónico que era: mi salón fue el primero en ser volado", dijo.
La violencia ha estallado fundamentalmente en los suburbios al sur y sudoeste de Bagdad, adonde huyeron muchos de los combatientes de Faluya durante la campaña de las tropas norteamericanas en otoño para recuperar la ciudad, una fortaleza rebelde.
El año pasado, cuando los insurgentes controlaban Faluya, impusieron la dura versión talibana de la ley islámica. Se cerraron los salones de belleza, se ordenó a los hombres que se dejaran crecer barbas y se prohibió que los barberos las cortaran. Tenderos que vendían licor fueron azotados en público.
Aunque muchos barberos y clientes responsabilizan de las amenazas y violencia a los extremistas islámicos, algunas autoridades ponen en duda las intenciones reales de los agresores.
"No creo que estos incidentes tengan algo que ver con el extremismo", dijo el teniente coronel Asaad Mohammed de la policía iraquí. "Es más un intento para crear desestabilidad".
Para los hombres iraquíes, un corte de pelo de cabeza muy corto es una marca de masculinidad, como un bien cuidado mostacho, y un barbero afanoso puede hacer un buen dinero. Ahora algunos dicen que es demasiado arriesgado.
"Me dan un pedazo de papel diciéndome que me decapitarán si rasuro el cuello de los clientes con una cuchilla o si saco pelo con hebras", se lamentó el barbero Karam Mowafaq, 27. "Me sentía más seguro durante el régimen de Saddam que ahora. La gente me amenaza con la muerte sólo por hacer mi trabajo. Antes ganaba más de 50.000 dinares al día [unos 40 dólares], pero ahora gano menos de 10.000 dinares".
Mahmud, el barbero de 28 años amenazado, dejó de cortar el pelo después de ocho años de práctica y ahora trabaja como guardaespaldas armado para clientes occidentales. Considera su nuevo trabajo menos peligroso que cortar el pelo.
"Es poco seguro porque los clientes te piden que hagas cosas por las que nos amenazan", dijo Mahmud. "Es un trabajo que no paga. Es inseguro y es peligroso".
Caesar Ahmed, Zainab Hussein y Said Rifai en Baghdad contribuyeron a este reportaje.
22 de febrero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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