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juicio de secuaces de hussein


[John Daniszewski] El tribunal instalado para juzgar a Saddam Hussein y sus lugartenientes se prepara para el primer juicio. Está siendo criticado y sometido a un intenso escrutinio.
Bagdad, Iraq. Catorce meses después de Saddam Hussein fuera encontrado ocultándose en un nido de arañas, el tribunal iraquí instalado para juzgarlo, y a otros 11 de sus colegas, por asesinatos masivos y cargos de genocidio, se está preparando para realizar su primer juicio.
Para la opinión pública del mundo, también el tribunal irá a juicio.
Pocos ponen en duda el papel de Hussein y sus cohortes en la muerte de decenas de miles de kurdos y chiíes iraquíes. Pero muchos han puesto en duda que el tribunal instalado durante la ocupación extranjera y mantenido en Iraq en medio de una insurrección esté en condiciones de dictar un veredicto justo y universalmente aceptado.
Expertos internacionales en derechos humanos insisten en que quieren que el tribunal tenga éxito, pero cuestionan si el tribunal, tal como está constituido, esté a la altura de la tarea. Algunos alegan que todavía es tiempo de trasladar los juicios a otro país y realizarlos bajo un mandato internacional.
"Creo que será todo un reto, realmente", dijo Richard Dicker, director de justicia internacional de Human Rights Watch, un grupo de derechos humanos de Nueva York.
Dicker y otros expertos en derechos humanos están preocupados por la decisión de aplicar la pena de muerte, reglas poco claras para presentar evidencias y lo que ve como un acceso insuficiente del acusado a abogados. También observan un patrón general de falta de transparencia en los procedimientos y ponen en duda que los jueces iraquíes tengan la experiencia suficiente para tratar casos de tanta transcendencia.
"Durante 30 años no hubo un poder judicial independiente en Iraq, y estos son algunos de los retos jurídicos más difíciles para jueces y abogados en cualquier parte", dijo Dicker.
Los peligros a los que hacen frente los funcionarios de la corte se hicieron sentir el martes, cuando pistoleros atacaron y mataron al juez instructor Barwez Merwani y su hijo Aryan frente a su casa de Bagdad. Merwani fue el primer miembro del tribunal en ser asesinado, pero un jurista occidental dijo que los funcionarios del tribunal hacen frente a numerosas amenazas.
"Si los jueces van a ser matados si se quedan en Iraq, entonces tendrán que hacerlo en otro lugar", dijo Geoffrey Roberton, un consejero de la reina británica y experto en justicia internacional que encabezó el primer juicio por crímenes de guerra de Naciones Unidas en el país africano de Sierra Leona. "No se puede hacer justicia en una región en guerra".
Hablando después del asesinato, dijo que ahora estaba claro que el nuevo gobierno, cuando asuma, deberá acceder a trasladar los juicios a otro país y reconstituir el tribunal como un tribunal internacional aprobado por Naciones Unidas. "Hay una pequeña posibilidad", dijo.
El Tribunal Especial iraquí comprende unos 35 jueces iraquíes nombrados especialmente y un personal de 400 personas que incluye a abogados, investigadores, detectives y guardaespaldas. Asesorados en todo momento por abogados norteamericanos, británicos y de otros países, los miembros del tribunal deben trabajar a puertas cerradas, y revisar toneladas de documentos y miles de testigos potenciales para tratar los crímenes del régimen baazista que tuvieron lugar durante cuatro décadas.
Los jueces y el personal siguen en gran parte siendo anónimos. No se ha dado a conocer el sitio de los juicios, aunque funcionarios han dicho en privado que se está construyendo un tribunal especial en una de las zonas de alta seguridad de Bagdad.
El lunes, los primeros cargos preparados por los jueces instructores del tribunal fueron entregados a jueces del juicio. Implicaban a cinco de los antiguos lugartenientes de Hussein, incluyendo a su hermanastro Barzan y el antiguo vice-presidente Taha Yassin Ramadan. Fueron acusados de una serie de asesinatos en masa en 1982 en una aldea iraquí en Iraq central, donde hubo un intento de asesinato de Hussein.
Otros acusados que se cree que serán enjuiciados dentro de poco son el primo de Hussein, Ali Hassan Majid, mejor conocido como el Químico Ali, por su papel en los ataques con gas contra la minoría kurda de Iraq, y el antiguo ministro de Defensa, el general Sultan Hashim Ahmad Jabburi Tai. Ambos fueron llamados a presentarse en las vistas preliminares en diciembre. Sus declaraciones pueden ser usadas en la acusación contra Hussein, cuyo primer juicio podría demorar todavía un año.
Los militares norteamericanos entregaron a los 12 acusados a la custodia formal iraquí el 28 de junio, el día en que se devolvió la soberanía al gobierno interino iraquí, pero permanecen fuertemente custodiados por tropas estadounidenses en una cárcel cercana al aeropuerto de Bagdad.
A diferencia de los juicios de Nuremberg después de la Segunda Guerra Mundial o de los tribunales especiales para crímenes de guerra en Bosnia y en Ruanda, el tribunal iraquí no será internacional; operará bajo leyes iraquíes.
Los abogados de la defensa alegan que el tribunal, establecido en diciembre de 2003 por la Autoridad Provisional de la Coalición y el nombrado Consejo de Gobierno Iraquí, viola las reglas de la Convención de Ginebra que ponen límites a lo que las potencias ocupantes pueden hacer.
"El tribunal es ilegítimo, ilegal e inconstitucional, porque fue establecido por Paul Bremer", dijo uno de los abogados de Hussein, Khaleel Duleimi, refiriéndose al antiguo administrador de Iraq.
Hablando por teléfono con el Times la semana pasada desde un escondite, Duleimi dijo que había recibido amenazas anónimas de muerte por su decisión de defender a Hussein y tuvo que dejar su casa por razones de seguridad. Dijo que el equipo de la defensa, con base en Jordania, intentaría llevar al banquillo de los acusados a los fiscales y también cuestionan la legalidad de la guerra que derrocó a Hussein.
Los defensores del tribunal dicen que la corte ha sido asesorada pero no es controlada por Estados Unidos y que esas preocupaciones serán despejadas cuando el tribunal sea reconfirmado por el nuevo gobierno iraquí.
El antiguo fiscal general norteamericano Ramsey Clark dijo que el tribunal iraquí carece de reglas básicas de imparcialidad, declarando que su "concepto, personal, financiamiento y funciones... eran escogidas y todavía controladas por Estados Unidos, dependiendo de su voluntad y obedeciendo sólo a sus deseos".
Clark es un opositor a la guerra que abraza frecuentemente causas impopulares y se ha ofrecido voluntariamente para ayudar con la defensa de Hussein. Pero el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, también ha expresado otras reservas. Como no quiere que el organismo mundial sea asociado a los juicios que podrían terminar en pena de muerte, Annan prohibió toda participación directa del tribunal de crímenes de guerra de Naciones Unidas en La Haya en ayudar a adiestrar a abogados y jueces iraquíes.
En un país visto por muchos como al borde de la guerra civil, los juicios -y las penas de muerte para los acusados- podrían provocar más violencia si la comunidad sunní antiguamente dominante ve al tribunal como ilegítimo o si las declaraciones sirven para unir a antiguos miembros descontentos del Partido Baaz.
Con elementos del Partido Baaz dirigiendo la resistencia, el juicio es también visto como una necesidad política del todavía frágil gobierno respaldado por Estados Unidos.
Veteranos opositores de Hussein, como Ahmad Chalabi, el líder del Congreso Nacional Iraquí, dicen que el nuevo gobierno iraquí será capaz de establecer su autoridad y avanzar después de que los crímenes de Hussein sean discutidos en un juicio público y se permita que la ley dicte un castigo justo.
"Quiero que empiece el juicio. Es algo que nos unirá", dijo Chalabi en una entrevista reciente. Responsabilizó de los retrasos a miembros del partido de Hussein, que dijo habían infiltrado el tribunal.
Muchos iraquíes de a pie se muestran impacientes de que el comience el juicio de Hussein.
"Si fuera por mí, lo cortaría en rodajas y lo comería", dijo Hamdi Ali, 26, un vendedor de telas sobre el veredicto final. "No debería matársele de inmediato, porque eso sería demasiado fácil. Debería pasar años en la cárcel, probar la humillación, y luego su castigo sería cortarlo en pedazos".
El abogado de Hussein, Duleimi, dijo que se había reunido una vez con su cliente, durante 4 horas y media, el 16 de diciembre y dijo que el antiguo presidente no sabía nada de lo que pasaba en el mundo pero estaba bien de salud y ansioso de enfrentar al tribunal. Hussein pasa el tiempo leyendo libros y poesía, el Corán y rezando, dijo el abogado. "Está optimista. Los americanos no le molestan. El alimento está bien. La bebida está bien. Sus ropas son normales".
Duleimi dijo que durante las acusaciones de preguerra Hussein ya había demostrado ser inocente de poseer las armas de destrucción masiva que provocaron la invasión norteamericana, y por eso otros cargos que se derivan de esa acción "ilegal" no deberían ser permitidos.
"Las acusaciones basadas en la injusticia carecen de valor", dijo.Michael P. Scharf, profesor de derecho internacional en la Case Western University en Cleveland, dijo que al principio era muy escéptico del tribunal, convencido "de que sería percibido como un tribunal títere". Pero después de colaborar en el adiestramiento de jueces en octubre en Londres, dijo, había quedado impresionado por la determinación mostrada para realizar un juicio justo acorde con normas internacionales.
"Todo lo que oí me convenció más y más de que están haciendo lo mejor que pueden en una situación difícil", dijo.
Scharf dijo que no había sido posible organizar un tribunal internacional porque los crímenes que vería el tribunal tomaron lugar entre 1968 y 2003 y la mayoría de ese período caía fuera del mandato del Tribunal Penal Internacional de Naciones Unidas. La oposición de algunos miembros del Consejo de Seguridad habría bloqueado la formación de un tribunal ad hoc como los tribunales de Ruanda y Bosnia, dijo.
Sin embargo, dijo que el tribunal ha estado estudiando el trabajo de tribunales internacionales y está recibiendo "un buen montón de ayuda internacional", incluyendo el adiestramiento a manos de juristas internacionales en Londres y ensayos de tribunal en Italia y Holanda. También están modificando las reglas y normas iraquíes para excluir evidencias obtenidas por coacción, dijo.
Scharf dijo que los iraquíes, no los norteamericanos, insistieron en mantener la pena de muerte, aunque sabían que sería algo polémico para muchos países. Los jueces también han insistido en que no se cubrirán las caras durante los juicios, a pesar del peligro personal para sí mismos.
"Los quieren televisar, lo que es interesante", dijo sobre los jueces del tribunal. "Creen realmente que la justicia debe aplicarse de manera imparcial, y quieren que el pueblo iraquí vea cómo se hace justicia".
Dicker, de Human Rights Watch, dijo que un tema controvertido era cuántas evidencias podrían los acusados presentar para impugnar las acusaciones.
Por ejemplo, "cuántas evidencias podrán ser presentadas sobre la implicación y conocimiento del gobierno norteamericano del uso de gas por Saddam Hussein en 1987 y 1988 contra la población kurda... o la población iraní", dijo.
Lo peor, dijo, sería "un tipo de juicio de fantasía política".
"Al enviar la señal de que con el régimen baazista no habrá negocios como siempre, esos juicios son símbolos, y es por eso que queremos que tengan éxito", dijo. "Pero para tener éxito, necesitan adherirse a normas internacionales de un juicio justo".

Zaynab Hussain contribuyó a este reportaje.

7 de marzo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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