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emigrantes usan dólares enviados


[Ginger Thompson] Emigrantes de México sacan ventajas de los dólares enviados a casa.
Valparaíso, México. Menos de dos meses después de ser elegido, el alcalde Alberto Ruiz Flores se subió a su camión y se puso en camino en un viaje de 26 horas para cruzar la frontera de California del Sur, llevando una lista de deseos de proyectos de obras públicas a un asado en un patio de Oxnard.
¿La razón? Pedir dinero a algunos de los 400.000 mexicanos que abandonan su país cada año para trabajar en Estados Unidos, incluyendo a la mitad de esta ciudad de México Central. Los que han dejado Valparaíso envían a casa unos 100.000 dólares cada día, tanto dinero en un mes como el que gasta la municipalidad en todo un año.
Una semana más tarde, Ruiz se dirigió a un restaurante en Aurora III, para reunirse con un obrero y rotulador de carteles mexicanos que ha reunido cientos de miles de dólares para Valparaíso. A la semana siguiente, invitó a trabajadores inmigrantes de Dallas y Las Vegas a unirse a él en casa para el coronamiento anual de la reina de belleza municipal.
"Me considero a mí mismo como el alcalde de Valparaíso, y alcalde los que, como ustedes, han tenido que dejar Valparaíso en búsqueda de una vida decente", dice Ruiz al principio de cada reunión. "Con su generosidad han demostrado que todavía son parte de México. Sin ustedes, no sabríamos qué sería de nosotros".
Para Ruiz la política no se detiene en la frontera de Estados Unidos. Lo mismo es verdad en todo México, el Caribe y América Latina, donde más y más funcionarios como él responden a electorados al otro lado de la frontera constituidos por gente que vota en casa y los que en el extranjero manejan las riendas.
Hoy más que nunca, las transferencias enviadas a casa por trabajadores inmigrantes, tanto legales como ilegales, se están transformado en poder político, y sus comunidades en Estados Unidos, mejor organizadas y más activas que antes, se han transformado en fuerzas sociales y políticas demasiado importantes para ser ignoradas.
Es un fenómeno que ha hecho de Washington un importante campo de batalla para conseguir apoyo entre los salvadoreños para el Tratado de Libre Comercio Centroamericano; de Nueva York un estado crucial en la República Dominicana, que permite a sus ciudadanos votar desde Estados Unidos; y de Chicago un tope de campaña obligatorio para políticos mexicanos.
El martes en Ciudad de México, el poder de los inmigrantes fue todavía más consolidado cuando la Cámara Baja aprobó una legislación que permite a los emigrantes a votar en ausencia desde Estados Unidos, que permitirá a los mexicanos con ciudadanía estadounidense votar en los dos países.
La medida abre el camino para que unos 10 millones de mexicanos y de mexicanos-americanos voten en las elecciones presidenciales del próximo año, en una potencial marea que puede tener un importante impacto en la novata democracia de este país. Otros países, incluyendo Venezuela, Colombia, Brasil y Honduras también permiten que sus emigrantes voten en ausencia.
Para México, la logística de esta enorme iniciativa siguen siendo poco clara; los legisladores estiman que operar los colegios electorales en Estados Unidos costará al menos 50 millones de dólares. La medida, que fue aprobada por una abrumadora mayoría y se espera que sea adoptada fácilmente en el Senado, también proporciona dinero a los partidos políticos mexicanos para hacer campaña en Estados Unidos. Sin embargo, les prohíbe recibir donaciones extranjeras para las campañas.
La influencia económica de los emigrantes es innegable. El Banco de Desarrollo Interamericano estima que los emigrantes enviaron más de 45 billones de dólares a América Latina y el Caribe el año pasado, excediendo la inversión extranjera y la ayuda oficial al desarrollo por tercer año consecutivo.
México, donde la gente compite con el petróleo como la principal exportación del país, recibió 17 billones de dólares en transferencias, casi dos veces más que hace cuatro años.
Óscar Chacón, del grupo de defensa de los inmigrantes Enlaces América, califica el fenómeno de una revolución silenciosa dirigida por una creciente red de más de 500 organizaciones de mamás y papás que están logrando lo que más de una década de libre comercio e inversión extranjera no han logrado para estrechar la brecha entre ricos y pobres.
Hoy, esos grupos de inmigrantes están usando el poder que acompaña a sus giros bancarios para exigir más a los políticos a todos los niveles. Sus líderes se han reunido con asesores del presidente Bush para presionar por una amplia reforma de la inmigración, y con presidentes de toda América Latina para exigir desde el poder de votar en ausencia hasta poder ser candidatos en sus países natales, seguro de salud universal y becas escolares.
"En el pasado la voz de los inmigrantes era débil", dijo Efraín Jiménez, un antiguo mecánico de automóviles que supervisa ahora proyectos de infraestructura de varios millones de dólares en Zacatecas, financiados por inmigrantes de California. "Teníamos el dinero, pero no teníamos organizaciones. Ahora tenemos cientos de organizaciones", dijo. "Ningún presidente puede ignorarnos".
De momento, los emigrantes han perdido más batallas políticas que las que han ganado, especialmente en Estados Unidos, donde los planes de Bush se han atascado en un programa de trabajadores invitados. Ofrecerá una situación legal temporal a unos tres millones de trabajadores mexicanos.
Sin embargo, dice Chacón, los emigrantes están reuniendo dinero para obras públicas, formando comités de acción política que apoyan a candidatos en casa y, en números pequeños pero crecientes, volviendo a casa para postular ellos mismos a cargos públicos.
Algunos se desempeñan como alcaldes, concejales y legisladores del estado, llevando perspectivas e ideas frescas de los años gastados en Estados Unidos y nuevas exigencias de responsabilidad de parte de gobiernos considerados durante largo tiempo como corruptos e inefectivos.
Como México, la mayoría de los países prohíben que los partidos políticos reciban donaciones de campaña del extranjero. Pero en los últimos años, los inmigrantes en Estados Unidos han formado comités de acción política para financiar viajes de campaña a Estados Unidos de candidatos de sus propios países. Y envían delegaciones de operadores de campaña a sus países natales para ayudar a los candidatos a apisonar las aceras, muchas de las cuales han sido pagadas por ellos.
En pocos lugares se comprenden mejor los cambios que en Zacateas, el estado de México Central donde Ruiz es alcalde. Más de un siglo de emigración ha unido inextricablemente a Zacatecas con Estados Unidos. Hoy más de la mitad de la gente del estado vive al norte de la frontera, especialmente en California, Illinois y Texas.

Expansión del Proceso Político
Mientras el resto de México debate sobre si dar a los emigrantes el poder de votar en ausencia, Zacatecas permite ya a sus emigrantes que vuelvan a casa y participen en las elecciones.
Dos emigrantes, incluyendo a Andrés Bermúdez, un rico hacendado californiano conocido como el Rey del Tomate, han ganado elecciones municipales. Dos otros ganaron escaños en la legislatura del estado.
La gobernadora de Zacatecas, Amalia García, ha viajado a Estados Unidos al menos cuatro veces desde que asumiera en septiembre. Pasó en noviembre un fin de semana en Los Angeles, escuchando las quejas de los inmigrantes en el consulado mexicano, discutiendo oportunidades de inversión con empresarios mexicanos y ayudando a coronar a la nueva Miss Zacatecas en el baile zacatecano anual.
Cuando se la interrogó sobre su rápida visita, García dijo: "Considero a Zacatecas como un estado binacional. Aunque las razones por las que nuestra gente ha emigrado son dolorosas, esta gente ha garantizado nuestra estabilidad social".
California del Sur es la capital de la diáspora mexicana, y un semillero de políticos mexicanos, dirigidos por la Federación de Clubes Zacatecas y gente como Guadalupe Gómez.
La federación se reúne en un monótono edificio parduzco en la sección City Terrace de Los Angeles Este que parece más una bodega abandonada que una sede transnacional de poder. Y sus líderes son mecánicos de automóviles, empleados de correos, administradores de hospitales, agentes inmobiliarios y consultores de impuestos.
Casi todo el mundo que quiere ser alguien en la política zacateca ha pasado por sus puertas. Aquí se han firmado acuerdos presidenciales. Y comenzado campañas políticas.
La federación proclama que es apolítica. Pero son precisamente sus estrechos lazos con el gobierno de Zacatecas los que la han ayudado a salir de los garajes de sus miembros y transformarse en uno de los grupos emigrantes de recaudación de fondos más exitosos de Estados Unidos -y ayudado a gente como Gómez a convertirse de amable consultor de impuestos en un poderoso operador político a través de las fronteras.
Hoy en sus cabildeos se codea tanto con el presidente Fox como con el presidente Bush. Pasar un tiempo con este padre de cuatro hijos de 44 años es echar una mirada en un mundo sin fronteras, donde el spanglish es la lengua materna.
Un día se reúne en Los Angeles en un salón de baile con alcaldes guatemaltecos que quieren sus consejos sobre cómo lograr que sus propios emigrantes inviertan en obras públicas en casa. Al día siguiente ofrece los mismos consejos a un salón lleno de alcaldes mexicanos en Zacatecas.
En 1998 Gómez fundó un comité de acción política de los emigrantes que fue clave en para la elección del primer gobernador de oposición en Zacatecas, ayudando al estado a romper con casi siete décadas de gobierno autoritario del Partido Revolucionario Institucional. Dos años después ayudó a Fox a ganar el apoyo de los emigrantes mexicanos en su histórico intento de transformarse en el primer presidente de oposición elegido democráticamente del país.
En un acuerdo negociado con Gómez y otros líderes de la federación, cada dólar enviado a casa fue ajustado con tres dólares más de los gobiernos locales, estatales y federal en un programa llamado Tres por Uno.
Gómez negoció entonces con el presidente Fox para racionalizar el programa. Por primera vez los emigrantes mexicanos no sólo están enviando dinero a casa, sino también tienen algo que decir sobre cómo se gasta.
"No queremos que otros decidan por nosotros lo que necesitan nuestras comunidades", dijo Gómez. "No iremos a México a pedir ayuda. Estamos ofreciendo ayuda. Queremos tener un papel clave en el futuro. Si México va alguna vez a salir del Tercer Mundo", dijo, "queremos ser parte de eso".

Equilibrando Necesidades y Deseos
Toma una noche de reunión en la federación para darse cuenta que en la relación entre los funcionarios elegidos y los emigrantes mexicanos no todo es color de rosas. Las negociaciones están lejos de ser fáciles.
En una reunión la calle estaba apiñada de vehículos deportivos. Dentro, el salón de reunión parecía un pequeño océano de sombreros de cowboys. En un estrado se encontraba un senador federal, dos diputados de estado y al menos siete miembros del gabinete del gobernador García, incluyendo a los ministros de desarrollo económico e industria agrícola, y el director de migración.
En la audiencia había al menos 16 alcaldes de municipalidades de todo Zacatecas. Cada uno de ellos se dirigió a la multitud. Y parecían tener una misma súplica.
"Muchos clubes se han acercado a nosotros ofreciéndose a construir rodeos o restaurar iglesias en regiones que no tienen ni electricidad ni agua potable", dijo el alcalde Rodolfo Monreal de la municipalidad de Fresnillo. "Les pedimos que consideren proyectos con mayor impacto social.
"Entiendo que los emigrantes tengan una voz en lo que hacemos en México", continuó. "Pero sabemos mejor que nadie qué es lo que necesitan nuestras comunidades, y esas necesidades son prioritarias".
El salón empezó a gruñir. Algunos de los líderes de los emigrantes murmuraron que a los alcaldes no les interesaban tanto los "proyectos con mayor impacto social" como los proyectos destinados a hacer quedar bien al gobierno frente a los votantes.
Otros alcaldes dijeron que los emigrantes habían dejado de estar al día con las realidades mexicanas, y querían rehacer México a la imagen de Estados Unidos.
"Los emigrantes quieren llevar aquí las vidas que llevan allá", dijo Monreal. "No quieren enterarse de lo que queremos".
Jiméznez, que dirige el gasto en obras públicas de la federación, se acercó al micrófono con paso de diplomático. Es verdad, dijo a los alcaldes, que los emigrantes empezarán a renovar iglesias. Muchos de ellos quieren agradecer a Dios por sus éxitos en Estados Unidos.
Pero si las autoridades locales apoyan sus iglesias, los emigrantes se acercarán y apoyarán a las autoridades locales a construir caminos y escuelas y clínicas.
Gómez miraba desde el fondo del salón. Dijo que había estado siguiendo este debate desde el principio de la federación. Por un rato, dijo, el gobierno firmemente secular se negó a proporcionar fondos para ayudar a renovar iglesias -casi todas católicas- o para construir instalaciones de recreación.
Pero cuando los emigrantes amenazaron con retirarse de Tres por Uno, el gobierno dio pie atrás y en los últimos cuatro años ha ayudado a renovar más de 100 iglesias solamente en Zacatecas.
"Esos son los proyectos que nos inspiran a organizarnos", dijo Gómez. "Y si el gobierno dice no a lo que queremos, entonces no apoyaremos los proyectos que quiera el gobierno".

Penurias y Visitas
La navidad en Valparaíso es una de los mejores momentos y lugares donde echar una mirada a lo que mueve a la política entre los emigrantes, y a las penurias y visitas a casa que hacen de este fenómeno transfronterizo lo que es.
En noviembre pueblos como Boquilla del Refugio están casi vacíos. Para la primera semana de diciembre, habían vuelto a la vida con los emigrantes que vuelven a casa desde Estados Unidos a pasar las vacaciones.
Se encendieron las luces de las casas que están vacías el resto del año. Caros vehículos deportivos con matrículas de Arizona, Oklahoma, Colorado, Texas, California e Illinois recorrían las calles. Las tiendas locales abrieron hasta más tarde y doblaron los precios.
Colas de gente con camisetas americanas y gorras de béisbol treparon a las naves de una capilla cercana y las murallas en torno al santuario fueron empapeladas con fotos de mexicanos y mexicanos-americanos en las fuerzas armadas de Estados Unidos, que han vuelto ilesos del servicio en Iraq.
Hay baile casi todas las noches, con ríos de cerveza y tequila. Y cuando no hay baile, los emigrantes contratan a músicos callejeros para que los sigan cuando estos desfilan, tomando tequila a tragos, por la ciudad.
Había algunas historias de éxitos entre el gentío que había vuelto a casa. Román Cabral, el diputado por el estado de Valparaíso, vivió durante 30 años en California y Oregón. Empezó como lavaplatos y cuando, el año pasado, postuló al cargo, estaba ganando millones de dólares con su empresa constructora y de coches usados.
Pero más común eran hombres como el presidente de club local de Boquilla del Refugio, un obrero metalúrgico de 54 años llamado Rosendo Rivera. El club fue fundado por una docena de inmigrantes obreros en el área de Chicago, y en los últimos años había recaudado más de 350 millones de dólares para proyectos en una ciudad donde la población había descendido de 2.000 a 600 habitantes.
En Aurora, Rivera lleva la vida de un obrero, complementando sus ingresos de su trabajo en una fábrica con la venta de caros atuendos de cowboy. En Boquilla del Refugio es recibido como héroe.
El alcalde Ruiz dijo: "Si escuchan a los emigrantes, escucharán sus historias de éxitos. Nunca hablan de lo duro que es la vida en Estados Unidos. Todos ellos dicen que lo han logrado, y gastan dinero como si fueran ricos.
"La gente aquí los admira", dijo Ruiza. "Tienen una enorme influencia".
Pero después de décadas de ver crecer el fenómeno de cerca, Ruiz dijo que veía a los inmigrantes y sus giros bancarios como una bendición mezclada.
Mientras más gente se marche, más dinero llegará. Pero mientras más dinero llegue, más gente se seguirá marchando. Y una vez que se marchen todos, dijo, los inmigrantes ya no tendrán razones para enviar dinero.
Ya hay lugares en Zacatecas, dijo, cuyas transferencias han alcanzado su cúspide y empiezan a decaer. Boquilla del Refugio parece encaminada hacia el mismo destino. Florencio Herrera, tesorero de la asociación de la aldea natal y residente de Elgin, Illinois, dice que los buses escolares traen a niños de otras comunidades, así que el gobierno la mantendrá abierta. Hay tan poca gente para asistir a la iglesia del pueblo, que fue renovado cariñosamente con giros de Estados Unidos, que Herrera la llamó un "palacio vacío".
Sin embargo, el club recauda dinero. El primer sábado noche de diciembre organizó un baile que lo ayudara a instalar un sistema de desagüe en Boquilla del Refugio.
Cuando se le preguntó por qué seguía recaudando dinero para un pueblo fantasma, Rivera pareció atascarse en la respuesta.
"A veces me pregunto lo mismo", dijo. "Supongo que viví y sufrí aquí y quiero que las cosas sean mejor. Pero no importa qué hagamos para que las cosas marchen bien, la gente se sigue marchando.
"Supongo que es por orgullo", concluyó. "Es nuestra manera de hacer algo de nosotros mismos, y de hacer una diferencia en el mundo".

23 de febrero de 2005
8 de marzo de 2005
©new york times
©traducción mQh

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