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rebeldes de carretera en mosul


[Monte Morin] Tropas estadounidenses descubren que los coches son escondrijos móviles de armas así como vehículos de combate.
Mosul, Iraq. El artillero el Ejército Brandon Jones erró al apuntar contra el hombre que disparó contra su cabeza el sábado, pero el sargento logró destruir una peligrosa herramienta: el coche de los rebeldes.
Mientras las fuerzas estadounidenses e iraquíes han librado en las últimas semanas batalla contra las guerrillas por el control de la norteña ciudad de Mosul, los rebeldes han puesto a trabajar sus ruedas.
En lugar de atiborrar sus vehículos con explosivos y detonarlos en ataques suicidas, los insurgentes prefieren ahora disparar contra las tropas cuando pasan a toda velocidad junto a las patrullas y avanzadas de combate.
Los soldados dicen que los insurgentes parecen preferir los Opels, porque gozan de la reputación de ser veloces. Los coches se están transformando en el escondrijo de armas favorito de los rebeldes.
"Lo que está pasando es que se han dado cuenta de que nosotros estamos descubriendo las armas que entierran y esconden en bodegas", dijo el teniente coronel Michael E. Kurilla, comandante del Primer Batallón del Regimiento de Infantería 24 de la 25 División de Infantería, una unidad del Ejército responsable del atestado lado oeste de Mosul.
"Lo que están haciendo ahora es esconder todas sus armas en los coches", dijo Kurilla. "De ese modo se mantienen moviéndose constantemente y sin ser vistos".
A veces los soldados estadounidenses persiguen a los atacantes en vehículos blindados Stryker de 21 toneladas, subiendo por los bordillos de las aceras y desplazándose a gran velocidad por surcados caminos de tierra.
Ese fue el caso el sábado, cuando Jones, 23, de Santa Rosa, y el resto de la Compañía Bravo, 2º Pelotón, fueron atacados por rebeldes en al menos dos vehículos.
El día comenzó tranquilo, y el teniente primero David Webb, 23, de Hawai, dirigió a sus hombres en una corta oración antes de trepar a sus vehículos blindados.
Entre otras cosas, Webb pidió protección para su misión.
"Señor, si entramos en contacto, haz que nuestras armas sean mortíferas", dijo Webb en su oración.
La unidad se dirigió entonces a encargarse de un puesto de control de tráfico en el noroeste de Mosul, un área de fuerte actividad insurgente.
Después de unos minutos de inspección de los portaequipajes y de interrogar a los conductores, Webb recibió noticias de que los insurgentes estaban disparando lanzagranadas y morteros contra un edificio oficial cercano. Escapaban en dos coches, blanco y azul, le dijeron.
Webb y el comandante de otro Stryker detectaron rápidamente los vehículos acelerando a través de la conejera de estrechas calles. Aceleraron a fondo y empezaron la cacería.
Cuando el Stryker de Webb trataba de alcanzar a los rebeldes, el segundo Stryker se acercó por detrás y se preparaba para disparar su ametralladora calibre 50. Pero antes de que eso pudiera ocurrir, el segundo Stryker se detuvo repentinamente cuando se rompió su eje.
"Estamos estancados. No podemos movernos", informó el comandante por radio a Webb.
Entretanto, el vehículo blindado de Webb había perdido de vista a los insurgentes. Cuando controlaban el área, Jones y el teniente oyeron chasquidos de balas.
Repentinamente los dos coches de los rebeldes aparecieron acercándose a toda velocidad por un callejón y casi chocaron contra un costado del Stryker de Webb antes de detenerse con un chirrido.
"¡Mata a esos tipos!", gritó Webb desde su posición al frente del vehículo.
Parado en la escotilla trasera, Jones giró para ver a los insurgentes abriendo las puertas y escapando.
Durante un momento, Jones miró a la cara a uno de los hombres y vio sus ojos grandes de temor. Bien afeitado y en sus treinta, el rebelde agarraba un rifle de asalto AK-47 en su mano derecha.
Jones apretó el gatillo de su rifle repetidas veces.
"Le vacié todo un tambor antes de meternos detrás de una muralla y dejé de verle", dijo.
Webb le dijo al conductor que echara marcha atrás, pero cuando Jones volvió a tener una visión clara del callejón, el hombre ya no estaba. Esperando de que en los vehículos se ocultaran todavía los rebeldes, Jones disparó. Uno de los coches estalló en llamas.
Las llamas provocaron una reacción en cadena, haciendo detonar granadas y cientos de cartuchos de municiones en el portaequipaje.
Los soldados de la patrulla de Jones, que habían salido de su Stryker para perseguir a los sospechosos a pie, buscaron refugio en una casa cercana. La puerta en llamas de un coche voló por los aires y cayó en un tejado vecino.
Cuando pasó la confusión, los soldados revisaron el otro coche. Encontraron un rifle de francotirador, una ametralladora pesada, un puñado de grandas, un lanzagranadas, walkie-talkies, baterías y cajas de balas. También recuperaron varios celulares, uno de los cuales empezó a sonar cuando los soldados lo examinaban.
"No respondáis. No queremos que sepan que lo tenemos", dijo un soldado.
El incidente fue la primera experiencia a corta distancia del pelotón con los insurgentes.
"Normalmente, te disparan y nunca ves quién lo hizo", dijo Jones. "O eso o estalla una bomba casera contra la que no podemos reaccionar. Esto fue diferente".
Aunque no encontraron ni mataron a los insurgentes, Jones dijo que él y sus compañeros habían hecho un punto.
"Requisamos dos de sus coches", dijo Jones. "Eso los mantendrá en sus casas por un rato".

15 de marzo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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