asesinato de activista en indonesia
[Alan Sipress] Aerolínea investigada por el asesinato de un activista. Funcionarios indonesios la acusan de encubrimiento en el envenenamiento de activista de derechos humanos.
Yakarta, Indonesia. Munir Said Thalib, el conocido activista de derechos humanos de Indonesia, comenzó a sentirse mal poco después de que despegara su vuelo de una noche hacia Europa en septiembre. Después de una breve escala en Singapur, el dolor se hizo tan intenso que un doctor a bordo fue sacado de su sueño para que lo atendiera. En algún lugar sobre el cielo nocturno sobre Europa del Este, Munir murió unas horas después.
Dos meses tras la muerte de Munir el 6 de septiembre, la autopsia en Holanda concluyó que había ingerido 465 miligramos de arsénico, más de tres veces la dosis fatal.
El hallazgo provocó una de las investigaciones criminales más celebradas de la historia indonesia, llevando al presidente Susilo Bambang Yudhoyono a crear una comisión especial para descubrir quién mató a Munir y determinar si había implicados de las fuerzas armadas, del servicio secreto o de la administración civil.
Agentes de policía informaron este mes que sospechan que el arsénico fue introducido en un vaso de jugo de naranja servido a Munir cuando fue invitado a sentarse en primera clase en el Vuelo 974 de Garuda Indonesia. Los funcionarios también dijeron que un empleado de la aerolínea estaba implicado.
"Hay fuertes indicios de que empleados de Garuda estuvieron directa o indirectamente implicados en la muerte de Munir", dijo el general de brigada Marsudhi Hanafi, presidente de la comisión especial. "Encontramos evidencias que muestran que empleados de Garuda conspiraron para encubrir el delito".
Indra Setiawan, presidente de la aerolínea estatal, dijo en una entrevista que su compañía ha colaborado plenamente con los detectives, aduciendo que si hubo deficiencias a la hora de proporcionar informaciones precisas, fue un error humano. "En Garuda estamos tratando de facilitar la investigación de la policía y del equipo de investigación, no importa adónde lleve", dijo.
Munir, 38, chico pero ancho, de ojos castaños y mostachos caídos, es recordado por la manera modesta, casi pidiendo disculpas, con que envolvía una temeraria determinación. Se dio a conocer como un prominente activista de derechos humanos en 1998 en los meses anteriores a la expulsión de Suharto, el dictador indonesio, formando un grupo para investigar la desaparición de activistas a manos de las fuerzas de seguridad. Luego se transformó en un abrasante crítico de los militares indonesios, en particular de los supuestos abusos en las regiones de Timor del Este, Aceh y Papua.
Además de ganar varios premios internacionales por sus esfuerzos, Munir llamó la atención de personeros norteamericanos. Durante una visita a Washington hace tres años, se reunió con funcionarios del ministerio de Relaciones Exteriores, el ministerio de Defensa y el Consejo de Seguridad Nacional, así como con funcionarios del Capitolio.
Pero sus viajes al extranjero habían sido siempre breves, hasta que decidió el año pasado inscribirse en un programa de maestría en la Universidad de Utrecht, Holanda. Había planeado completar el primer año, y luego llevar a su esposa y dos hijos mientras terminaba un doctorado en derecho internacional y derechos humanos.
Colegas recuerdan que Munir, usualmente reservado, se puso sentimental con la perspectiva de permanecer fuera de casa durante tanto tiempo, insistiendo en los días anteriores a su partida para que posaran juntos para fotografiarse. En el aeropuerto de Yakarta, se emocionó hasta las lágrimas al despedirse de su esposa, Suciwati, contó ella.
"Es la única vez que le vi llorar", dijo.
Munir ha vivido durante años con amenazas de muerte, dijeron sus colegas, incluyendo una serie de cartas, llamadas telefónicas y mensajes. Hace dos años arrojaron una pequeña bomba en el jardín de su casa en Yakarta.
"Sabía que estaba amenazado y que lo podían matar en cualquier parte, en la mañana o en la noche", dijo Usman Hamid, coordinador de Kontras, la organización de derechos humanos que fundó Munir. "Pero nunca imaginó que podría ser matado en un vuelo de Garuda".
Cuando Munir se preparaba para subir a bordo del vuelo a Amsterdam, se encontró con Pollycarpus Budihari Priyatno, un piloto de la aerolínea, que estaba libre. Pollycarpus lo invitó a trasladarse de la clase económica a primera, de acuerdo a detectives y a una entrevista con él.
Pollycarpus, que ha trabajado para la aerolínea durante 17 años, no ha sido mencionado como sospechoso por el gobierno y ha repetidas veces negado cualquier implicación en la muerte de Munir. Pero su presencia en el vuelo ha sido ampliamente mencionada en público por la policía, medios de comunicación y ejecutivos de Garuda.
La policía dijo que Munir ocupó la silla de Pollycarpus en la sección mientras el piloto se trasladaba a primera clase, antes de terminar su vuelo cuando paró en Singapur.
Pollycarpus dijo en una entrevista que fue coincidencia que él y Munir estuvieran en el mismo vuelo GA-974 a Singapur. Pollycarpus dijo que realizaba una misión especial para el jefe de seguridad de Garuda, que le había pedido que verificara informes de que un avión de pasajeros de Singapur habían tenido problemas mecánicos en agosto pasado.
"Por sentido del servicio y de cortesía, le ofrecí a Munir un asiento en primera clase", dijo Pollycarpus en una entrevista, que fue conseguida por su abogado.
Durante las horas siguientes, Munir fue varias veces a servicios, vomitando repetidas veces.
Un médico a bordo le puso a Munir varias inyecciones para sus dolencias, incluyendo un tranquilizante. Pensó que se había dormido. Pero cuando el doctor volvió a examinar a Munir tres horas antes de la llegada, su cuerpo estaba rígido y frío.
Dos meses más tarde, médicos forenses holandeses dieron a conocer los resultados de su autopsia y detectives indonesios empezaron a hacer preguntas sobre Pollycarpus.
Pollycarpus dijo que su compañía le había pedido específicamente que abordara el GA-974 el 6 de septiembre. "Estaba haciendo mi trabajo", dijo. "Pude haber ido en cualquier momento. En miles de fechas diferentes, no es un problema para mí".
Pero Setiawan, el presidente de la aerolínea, dijo que el piloto había decidido por sí mismo viajar ese día. Una secretaria de la aerolínea, entretanto, dijo a los detectives que Pollycarpus insistió en que se le diera un billete en ese vuelo, aunque ese día había otros nueve, dijo la policía.
Tanto Pollycarpus como la aerolínea proporcionaron la misma descripción de su misión. Viajaba a Singapur para confirmar con el personal técnico de la aerolínea en tierra que el Garuda Boeing 747 que dejó la ciudad-estado a fines de agosto había sido obligado a tirar su combustible y volver al aeropuerto de Singapur después de que el tren de aterrizaje del avión no pudiera ser replegado.
Pollycarpus informó más tarde a la aerolínea que había completado exitosamente su misión. Sin embargo, los detectives mencionaron declaraciones de testigos de que el piloto se marchó directamente a su hotel tras llegar a Singapur y luego abordó el vuelo de regreso a primera hora hacia Yakarta sin reunirse con nadie.
Confrontado con informes contradictorios, Setiawan dijo que su compañía no podía corroborar la versión del piloto de los acontecimientos porque Pollycarpus les dijo que no recordaba con quién se había reunido en Singapur.
Hanafi y otros miembros de su comisión especial han acusado a la aerolínea de guardarse información. Después de que la compañía suspendiera una reconstrucción del vuelo del mes pasado auspiciada por la policía, aduciendo que las tripulaciones estaban ocupadas, los miembros de la comisión acusaron a la aerolínea de obstrucción.
Medios de prensa indonesios han especulado sobre los posibles lazos entre Pollycarpus y la Agencia de Inteligencia Nacional. Informes publicados registraron su historia de visitas a áreas de conflicto separatista en momentos álgidos de operaciones militares indonesias.
El general de brigada Syamsir Siregar, el recién nombrado jefe de la agencia, dijo a la revista indonesia Tempo que él no tenía informaciones de que Pollycarpus fuera un agente u operativo de inteligencia.
El abogado del piloto, Suhardi Somomoeljono, dijo que Pollycarpus nunca trabajó para la agencia de inteligencia y había visitado áreas de conflicto para ayudar en trabajos humanitarios. El abogado negó que Pollycarpus estuviera implicado en la muerte de Munir y criticó a los investigadores por concentrar la pesquisa en su cliente. Dijo que el activista no había sido asesinado.
"Los doctores holandeses manipularon los resultados de la autopsia", dijo el abogado. "Creemos que estaba enfermo y esa es la razón de su muerte".
Yayu Yuniar contribuyó a este reportaje.
14 de marzo de 2005
17 de marzo de 2005
©washington post
©traducción mQh
Dos meses tras la muerte de Munir el 6 de septiembre, la autopsia en Holanda concluyó que había ingerido 465 miligramos de arsénico, más de tres veces la dosis fatal.
El hallazgo provocó una de las investigaciones criminales más celebradas de la historia indonesia, llevando al presidente Susilo Bambang Yudhoyono a crear una comisión especial para descubrir quién mató a Munir y determinar si había implicados de las fuerzas armadas, del servicio secreto o de la administración civil.
Agentes de policía informaron este mes que sospechan que el arsénico fue introducido en un vaso de jugo de naranja servido a Munir cuando fue invitado a sentarse en primera clase en el Vuelo 974 de Garuda Indonesia. Los funcionarios también dijeron que un empleado de la aerolínea estaba implicado.
"Hay fuertes indicios de que empleados de Garuda estuvieron directa o indirectamente implicados en la muerte de Munir", dijo el general de brigada Marsudhi Hanafi, presidente de la comisión especial. "Encontramos evidencias que muestran que empleados de Garuda conspiraron para encubrir el delito".
Indra Setiawan, presidente de la aerolínea estatal, dijo en una entrevista que su compañía ha colaborado plenamente con los detectives, aduciendo que si hubo deficiencias a la hora de proporcionar informaciones precisas, fue un error humano. "En Garuda estamos tratando de facilitar la investigación de la policía y del equipo de investigación, no importa adónde lleve", dijo.
Munir, 38, chico pero ancho, de ojos castaños y mostachos caídos, es recordado por la manera modesta, casi pidiendo disculpas, con que envolvía una temeraria determinación. Se dio a conocer como un prominente activista de derechos humanos en 1998 en los meses anteriores a la expulsión de Suharto, el dictador indonesio, formando un grupo para investigar la desaparición de activistas a manos de las fuerzas de seguridad. Luego se transformó en un abrasante crítico de los militares indonesios, en particular de los supuestos abusos en las regiones de Timor del Este, Aceh y Papua.
Además de ganar varios premios internacionales por sus esfuerzos, Munir llamó la atención de personeros norteamericanos. Durante una visita a Washington hace tres años, se reunió con funcionarios del ministerio de Relaciones Exteriores, el ministerio de Defensa y el Consejo de Seguridad Nacional, así como con funcionarios del Capitolio.
Pero sus viajes al extranjero habían sido siempre breves, hasta que decidió el año pasado inscribirse en un programa de maestría en la Universidad de Utrecht, Holanda. Había planeado completar el primer año, y luego llevar a su esposa y dos hijos mientras terminaba un doctorado en derecho internacional y derechos humanos.
Colegas recuerdan que Munir, usualmente reservado, se puso sentimental con la perspectiva de permanecer fuera de casa durante tanto tiempo, insistiendo en los días anteriores a su partida para que posaran juntos para fotografiarse. En el aeropuerto de Yakarta, se emocionó hasta las lágrimas al despedirse de su esposa, Suciwati, contó ella.
"Es la única vez que le vi llorar", dijo.
Munir ha vivido durante años con amenazas de muerte, dijeron sus colegas, incluyendo una serie de cartas, llamadas telefónicas y mensajes. Hace dos años arrojaron una pequeña bomba en el jardín de su casa en Yakarta.
"Sabía que estaba amenazado y que lo podían matar en cualquier parte, en la mañana o en la noche", dijo Usman Hamid, coordinador de Kontras, la organización de derechos humanos que fundó Munir. "Pero nunca imaginó que podría ser matado en un vuelo de Garuda".
Cuando Munir se preparaba para subir a bordo del vuelo a Amsterdam, se encontró con Pollycarpus Budihari Priyatno, un piloto de la aerolínea, que estaba libre. Pollycarpus lo invitó a trasladarse de la clase económica a primera, de acuerdo a detectives y a una entrevista con él.
Pollycarpus, que ha trabajado para la aerolínea durante 17 años, no ha sido mencionado como sospechoso por el gobierno y ha repetidas veces negado cualquier implicación en la muerte de Munir. Pero su presencia en el vuelo ha sido ampliamente mencionada en público por la policía, medios de comunicación y ejecutivos de Garuda.
La policía dijo que Munir ocupó la silla de Pollycarpus en la sección mientras el piloto se trasladaba a primera clase, antes de terminar su vuelo cuando paró en Singapur.
Pollycarpus dijo en una entrevista que fue coincidencia que él y Munir estuvieran en el mismo vuelo GA-974 a Singapur. Pollycarpus dijo que realizaba una misión especial para el jefe de seguridad de Garuda, que le había pedido que verificara informes de que un avión de pasajeros de Singapur habían tenido problemas mecánicos en agosto pasado.
"Por sentido del servicio y de cortesía, le ofrecí a Munir un asiento en primera clase", dijo Pollycarpus en una entrevista, que fue conseguida por su abogado.
Durante las horas siguientes, Munir fue varias veces a servicios, vomitando repetidas veces.
Un médico a bordo le puso a Munir varias inyecciones para sus dolencias, incluyendo un tranquilizante. Pensó que se había dormido. Pero cuando el doctor volvió a examinar a Munir tres horas antes de la llegada, su cuerpo estaba rígido y frío.
Dos meses más tarde, médicos forenses holandeses dieron a conocer los resultados de su autopsia y detectives indonesios empezaron a hacer preguntas sobre Pollycarpus.
Pollycarpus dijo que su compañía le había pedido específicamente que abordara el GA-974 el 6 de septiembre. "Estaba haciendo mi trabajo", dijo. "Pude haber ido en cualquier momento. En miles de fechas diferentes, no es un problema para mí".
Pero Setiawan, el presidente de la aerolínea, dijo que el piloto había decidido por sí mismo viajar ese día. Una secretaria de la aerolínea, entretanto, dijo a los detectives que Pollycarpus insistió en que se le diera un billete en ese vuelo, aunque ese día había otros nueve, dijo la policía.
Tanto Pollycarpus como la aerolínea proporcionaron la misma descripción de su misión. Viajaba a Singapur para confirmar con el personal técnico de la aerolínea en tierra que el Garuda Boeing 747 que dejó la ciudad-estado a fines de agosto había sido obligado a tirar su combustible y volver al aeropuerto de Singapur después de que el tren de aterrizaje del avión no pudiera ser replegado.
Pollycarpus informó más tarde a la aerolínea que había completado exitosamente su misión. Sin embargo, los detectives mencionaron declaraciones de testigos de que el piloto se marchó directamente a su hotel tras llegar a Singapur y luego abordó el vuelo de regreso a primera hora hacia Yakarta sin reunirse con nadie.
Confrontado con informes contradictorios, Setiawan dijo que su compañía no podía corroborar la versión del piloto de los acontecimientos porque Pollycarpus les dijo que no recordaba con quién se había reunido en Singapur.
Hanafi y otros miembros de su comisión especial han acusado a la aerolínea de guardarse información. Después de que la compañía suspendiera una reconstrucción del vuelo del mes pasado auspiciada por la policía, aduciendo que las tripulaciones estaban ocupadas, los miembros de la comisión acusaron a la aerolínea de obstrucción.
Medios de prensa indonesios han especulado sobre los posibles lazos entre Pollycarpus y la Agencia de Inteligencia Nacional. Informes publicados registraron su historia de visitas a áreas de conflicto separatista en momentos álgidos de operaciones militares indonesias.
El general de brigada Syamsir Siregar, el recién nombrado jefe de la agencia, dijo a la revista indonesia Tempo que él no tenía informaciones de que Pollycarpus fuera un agente u operativo de inteligencia.
El abogado del piloto, Suhardi Somomoeljono, dijo que Pollycarpus nunca trabajó para la agencia de inteligencia y había visitado áreas de conflicto para ayudar en trabajos humanitarios. El abogado negó que Pollycarpus estuviera implicado en la muerte de Munir y criticó a los investigadores por concentrar la pesquisa en su cliente. Dijo que el activista no había sido asesinado.
"Los doctores holandeses manipularon los resultados de la autopsia", dijo el abogado. "Creemos que estaba enfermo y esa es la razón de su muerte".
Yayu Yuniar contribuyó a este reportaje.
14 de marzo de 2005
17 de marzo de 2005
©washington post
©traducción mQh
0 comentarios