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civiles contra guerrillas


[Robert F. Worth] Civiles iraquíes responden contra rebeldes.
Bagdad, Iraq. Iraquíes de a pie rara vez responden a los rebeldes que aterrorizan a su país. Pero el martes, justo antes de mediodía, un carpintero llamado Dhia vio a un grupo de hombres enmascarados con granadas que se acercaban a su tienda aquí y decidió que tenía más que suficiente.
Cuando los pistoleros se bajaron de sus coches, Dhia y sus parientes jóvenes se pusieron sus rifles Kalashnikov al hombro y abrieron fuego, dijeron policía y testigos. En la violenta batalla que siguió, murieron tres insurgentes, y el resto huyó cuando llegó la policía. Dos sobrinos de Dhia y un transeúnte resultaron heridos, dijo la policía.
"Les atacamos antes de que nos atacaran", dijo Dhia, 35, con la cara todavía contorsionada de rabia y excitación, parado descalzo frente a su casa pocas horas después de la batalla, con una pistola de 9 milímetros en la mano. No quiso decir su apellido.
"Matamos a tres de esos que se llaman a sí mismos muyahedines",dijo. "Estoy esperando que vengan, les enseñaremos".
Fue la primera vez que particulares han respondido con éxito contra los insurgentes. Han habido informes anecdóticos de residentes disparando contra los atacantes después de un atentado con bomba o un asesinato. Pero la balacera del martes se produjo a plena vista de al menos una docena de testigos, incluyendo a un funcionarios del ministerio de Justicia que vive en las cercanías.
La balacera fue el último signo de que los iraquíes pueden estar dispuestos a hacer frente a los ataques, que dejan aquí casi una docena de muertos cada semana.
Después del atentado suicida en Hilla el mes pasado, en el que murieron 136 personas, incluyendo a varias mujeres y niños, cientos de vecinos se han manifestado frente al ayuntamiento durante casi una semana todos los días, cantando lemas contra el terrorismo. La semana pasada una manifestación similar, pero más pequeña, tomó lugar en la Plaza de Firdos, en el centro de Bagdad. Otra manifestación en la capital está programada para el miércoles.
Como muchos de los ataques aquí, el enfrentamiento del martes tenía un tinte sectario. Dhia y su familia son árabes chiíes, y cocinan para los festivales religiosos de la mezquita chií de Husseiniya, frente a su tienda al otro lado de la calle. Los insurgentes son en gran parte árabes sunníes, y han montado decenas de ataques contra figuras chiíes, celebraciones e incluso funerales.
El conflicto se ha hecho más agudo durante el último año, ahora que los chiíes dominan la nueva fuerza policial iraquí y ejército y con una estrecha mayoría en la recién elegida asamblea nacional.
En el pasado, los líderes religiosos chiíes han desaconsejado la venganza después de los ataques. Pero hay indicios de que algunos ya no están dispuestos a poner la otra mejilla. En otoño pasado, un grupo armado llamado la Brigada de la Indignación se formó después de ataques contra peregrinos chiíes al sur de Bagdad.
En otras partes en Iraq, los insurgentes continuaron su campaña de violencia. En la norteña ciudad de Mosul, murieron el martes 4 civiles y 14 quedaron heridos tras detonar una bomba improvisada al paso de un convoy militar estadounidense, dijeron funcionarios sanitarios. La bomba no dañó al convoy, dijeron testigos, pero destruyó cuatro o cinco coches civiles que pasaban cerca de él en el puente de Sunharib en el centro de la ciudad.
El lunes noche en Mosul 17 insurgentes murieron en una balacera después de que emboscaran un convoy de agentes de seguridad iraquíes, informó la Associated Press AP.
En la provincia de Anbar, un área plagada por la violencia al oeste de Bagdad, pistoleros secuestraron a seis soldados iraquíes el martes cuando se dirigían hacia una parada de autobuses, informó la AP.
La balacera de Dhia el martes ocurrió en Doura, un vecindario obrero en el sur de Bagdad, donde se concentra la mayor parte de la violencia de la capital. Asesinatos y atentados con bomba han tomado lugar en semanas recientes, y la policía reconoce que tienen poco control. Antes del enfrentamiento, un funcionario del ministerio del Interior fue baleado en Doura, cuando se dirigía a su trabajo, dijeron funcionarios.
Los testigos vieron a los pistoleros circular cerca de la mezquita de Husseiniya en tres coches justo antes de que comenzara la violencia, dijo Amjad Hamid, 25, que trabaja en el ministerio de Justicia. Se detuvieron cerca de la tienda de Dhia, al otro lado de la mezquita. Los hombres iban armados de pistolas y rifles, y uno de ellos llevaba un cinturón lleno de granadas de mano, dijo. Viajaban en un Oldsmobile, un Honda gris y un Volkswagen Passat rojo.
Cuando empezó la balacera, dijo Hamid, su madre corrió hacia fuera gritando su nombre y fue impactada herida por balas en una pierna y oreja.
Los insurgentes huyeron sin el Honda, que quedó atrás, dijo el jefe de policía de Doura. Ese pistolero entró a una casa vecina y se ocultó allí, manteniendo a los residentes a punta de pistola hasta que sus amigos llegaron a rescatarle, dijo el jefe de policía.
El dueño de casa, que habló a condición de no ser identificado, dijo que el pistolero había entrado por el garaje hacia la salita. "Oí los gritos de las mujeres", dijo el propietario, "así que fui ver que ocurría, y vi a un hombre con un AK-47".
El dueño dijo que el pistolero gritó entonces: "Me quedaré aquí por poco tiempo hasta que pueda salir, o les mataré. Nadie saldrá de esta habitación".
Obedecieron. El pistolero telefoneó a sus amigos y se quedó aguardando durante una hora, hasta que llegaron a recogerlo. Antes de partir, dijo el dueño de casa, hizo una amenaza final: "Si gritáis o llamáis a la policía, mis amigos os matarán. Ellos saben dónde vivís".
Dos de los sobrinos de Dhia que estaban con él durante el ataque, uno de 13 y otro de 24, resultaron heridos, dijeron miembros de la familia. Después de la llegada de la policía, recuperaron los cuerpos de tres insurgentes muertos, que fueron identificados por los documentos en sus ropas, como Abdul Razzaq Hamid, Abdul Hamid Abed y Zaid Safaa, dijeron funcionarios.
Horas más tarde, Dhia todavía estaba maldiciendo furiosamente a los insurgentes, cuando habló con un reportero en la puerta de su casa, a una breve caminata desde su tienda. Un clérigo chií que estaba cerca le dijo rápidamente que dejara de hablar, y él calló.
Entretanto, un grupo de hombres armados del vecindario hacían guardia en el tejado de la casa.
"Estoy seguro de que volverán", dijo uno de los vigilantes. "Matamos a tres de ellos".

Layla Isitfan contribuyó a este artículo.

23 de marzo de 2005
©new york times
©traducción mQh

3 comentarios

bill66 -

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mQh -

Por supuesto, el contexto del artículo es la invasión. Pero creo que se trata de algo más humano: cómo reacciona la gente cuando se ve en situaciones de peligro, sobre todo cuando los riesgos que se corren son injustificados, absurdos e inesperados (por ejemplo, los asesinatos de barberos y sus clientes). Imagine ser cliente de una peluquería. Está usted armado. Simpatiza con la resistencia. Y ve acercarse disparando a un grupo de gente (que identifica como fanáticos por su indumentaria). Si no resiste, usted será asesinado. Si resiste, salvará la vida, pero matará probablemente a gente con la que simpatiza. Qué haría usted?

pacohero -

No dudo que existan atrocidades por parte de los grupos armados iraquíes. Pero en éste artículo no señalan que una de las principales causas de esa guerra que se está desarrollando entre los diferentes grupos iraquíes es provocada por la invasión militar estadounidense. Casualmente de eso no habla este artículo. Me hubiera gustado saber cuántos civiles iraquíes de igual forma se han defendido ante el ejército invasor. Por todo lo anterior, me parece un artílo tendencioso.