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asesinatos de policía iraquí


[Anne Barnard] Muertes provocan llamados a depurar policía iraquí.
Bagdad, Iraq. La admisión sin precedentes del gobierno iraquí de que su policía torturó y mató a tres milicianos chiíes cuando estaban detenidos ha originado indignadas quejas de los recién elegidos legisladores chiíes, comprometidos ahora en una lucha política por el control de la policía.
Líderes chiíes han mostrado horribles imágenes de los tres hombres muertos en el plató de la televisión iraquí, exhibiendo su cuerpos magullados y quemados como un argumento para purgar radicalmente a la fuerza policial, que es crucial en la lucha contra la sangrienta insurgencia.
En una serie de pasos rara vez vistos en Iraq, el gobierno del primer ministro respaldado por Estados Unidos, Ayad Allawi, ha reconocido que los hombres "murieron mientras eran torturados por la policía", detenido a seis agentes de policía implicados en el caso, lanzado una investigación de alto nivel y pagado a las familias de los hombres unos 2.000 dólares cada una, más un estipendio mensual de 500 dólares.
Sin embargo, el debate sobre las muertes del último mes está solo comenzando. Funcionarios de gobierno insisten en que los asesinatos son un caso aislado. Pero los líderes del poderoso bloque musulmán chií que obtuvo más de la mitad de los escaños de la nueva Asamblea Nacional dicen que el caso revela errores en el modo en que Allawi y sus asesores estadounidenses han reclutado y adiestrado a la policía iraquí. Esos líderes chiíes dicen que la fuerza es un refugio de baazistas, que maltrataron a los iraquíes, especialmente chiíes, durante el régimen de Saddam Hussein.
"Iraquíes están siendo torturados por iraquíes, por grupos de seguridad que son responsables de su seguridad", dijo Hadi al-Ameri, presidente de la Organización Badr, una milicia adiestrada por los iraníes fundada en los años ochenta como el brazo armado del partido islámico que ahora es el más grande de la coalición chií.
"Durante Saddam estábamos acostumbrados a que los detenidos fueran torturados hasta la muerte", dijo. "Pero lo extraño es que después de Saddam, vuelva a ocurrir lo mismo".
Como la facción más grande en la asamblea, el bloque chií tendrá la mayor participación en designar al nuevo gabinete que remplazará al de Allawi, y algunos de sus líderes quieren nombrar a Ameri como ministro del Interior, que manejará los asuntos policiales.
El asesinato de los tres hombres -todos miembros de Badr- agregó un explosivo elemento al debate. Sus familias dicen que deliberadamente atacados por policías que se oponen al surgimiento del poder chií.
El modo en que se perciba el caso puede contribuir a decidir si el nuevo gobierno reforma las fuerzas de seguridad iraquíes creadas en los dos últimos años o construye sobre la actual estructura, como han instado funcionarios estadounidenses y Allawi.
También podría influir sobre si la mayoría chií de Iraq está dispuesta a correr el riesgo de otorgar un papel más importantes a los miembros de milicias islámicas como Badr, que patrulla informalmente en muchos barrios de Bagdad y en ciudades del sur.
El cuerpo policial de 85.000 miembros es una combinación de reclutas ligeramente adiestrados y veteranos de los servicios de seguridad de Hussein que tienen más experiencia pero han sido contaminados por los abusos del régimen. Allawi insiste en que los veteranos han sido cuidadosamente investigados, pero el bloque chií quiere purgar a muchos más.
Los líderes chiíes han dado publicidad a los asesinatos para exigir un cambio.
Los imanes han alabado a los tres como mártires. Un video de ocho minutos de sus cuerpos ensangrentados ha sido pasado al menos diez veces en el canal de televisión Al Furat, que pertenece al grupo dominante de Badr, calificándolos de mártires de los matones de Hussein.
Pero Sabah Kadhim, un portavoz del ministerio del Interior, dijo que los tres fueron matados por un agente que reaccionó exageradamente después de haberlos detenido por error durante un tiroteo con rebeldes sunníes, cuando, dijo Kadhim, "hervía la sangre de todo el mundo".
"No me preocuparía por este caso", dijo. "Debe entender el temperamento iraquí. Hay violencia, en todo iraquí hay un elemento de violencia".
Los partidos chiíes están más que enfatizando el caso, dijo, porque "quieren quedarse con ese ministerio".
Dos informes recientes, el uno emitido en enero por Human Rights Watch y el otro por el ministerio de Asuntos Exteriores norteamericano el mes pasado, mencionan cientos de informes de tortura y detenciones arbitrarias realizadas por policías y soldados iraquíes. El año pasado, dice el informe norteamericano, la policía ejecutó a 12 supuestos secuestradores en Bagdad y participaron en los asesinatos por venganza de 10 baazistas en Basra.
Pero el caso Badr se destaca porque los funcionarios iraquíes reconocen que los hombres fueron torturados, y los historiales médicos incluyen detalles de las brutales golpizas que recibieron.
La historia encuentra eco en los ciudadanos iraquíes, que quieren desesperadamente mejorar la seguridad de su primer gobierno elegido, pero también exigen nuevas responsabilidades de la policía.
El caso abre una rara ventana sobre el funcionamiento del gobierno iraquí, cuyos impulsos contradictorios oscilan entre aumentar la transparencia y aferrarse a la impunidad de la era de Hussein.
Majbal Adnan Latif al-Alawi, 39, su hermano Ali Adnan Latif al-Alawi, 35, y su amigo Aidi Mahaissen Lefteh, 30, volvieron del exilio en Irán después de la invasión norteamericana hace dos años.
Como muchos hombres de sus familias, llevaban carnés de pertenencia a Badr, una chapa que inspira el respeto de algunos iraquíes y el temor de otros. Especialmente los sunníes recuerdan que las Brigadas Badr se pusieron del lado de Irán en la guerra contra Iraq. Ahora el grupo se llama a sí mismo Organización Badr y dice que es un grupo civil que opera en el marco de la ley iraquí.
Las tres víctimas, dicen sus familias, tenían trabajos de escritorio en Badr y esperaban que les encontraran trabajo en el gobierno.
El 12 de febrero fueron detenidos en Zafaraniya al este de Bagdad. Abd Ali al-Alawi, el tío de los hermanos, dijo que se dirigían a alquilar un apartamento y chocaron accidentalmente contra un puesto de control militar, donde fueron detenidos después de mostrar sus chapas de Badr.
Kadhim, el portavoz del ministerio del Interior contó una historia diferente, diciendo que los hombres cayeron en una balacera en la que los rebeldes sunníes habían matado a varios policías. La policía pensó que los tres dispararon contra ellos, dijo Kadhim, pero ahora piensa que los miembros de Badr participaron en el combate del lado de la policía.
El tío, Alawi, dijo que fue dos días seguidos a la comisaría de policía donde se retenía a los hombres, pero no le permitieron verlos, ni a ellos ni al oficial encargado, el brigadier Amer Sajid al-Dami. Al tercer día, dijo un mayor de la policía accedió a ocuparse del caso.
"Cuando volvió, estaba temblando", recordó Alawi, cuyo dedo gordo muestra una cicatriz que dijo que se la causaron los torturadores de Hussein cuando le arrancaron la uña hace diez años.
"Nos dijo: ‘Por favor, no me haga intervenir en este caso. Temo por mi familia'".
Para entonces, los tres hombres habían muerto. El teniente primero Haider Abdul-Wahab, que trabaja en otra comisaría, dijo en una entrevista que encontró los cuerpos con la vista vendada, uno con esposas, a un lado de un camino el 13 de febrero, el día posterior a su detención.
Fueron trasladados a la morgue central de Bagdad. Los informes de la autopsia revisados por Globe apuntan que los tres tenían magulladuras en sus caras, brazos, espaldas y piernas, aparentemente por ser golpeados con un palo o un objeto largo.
Todos murieron de lesiones causadas por objetos contundentes y hemorragias, dicen los informes. La uña del dedo gordo izquierdo de Majbal había sido arrancada. El ministerio del Interior inició inmediatamente una investigación, dijo Kadhim.
Pero cuando Alawi se enteró de que sus sobrinos y su amigo estaban muertos -dejando huérfanos a 15 niños-, temió que no se haría justicia sin intervención de la política. Se dirigió a la oficina central del bloque chií. Enfadado y excitado, amenazó con vengarse -los códigos tribales permiten los asesinatos por venganza- si no le ayudaban.
El partido transformó el caso en una cause célèbre, repartiendo carteles que mostraban los cuerpos. Al Furat emitió un video hecho en la morgue, en la que el narrados indica las zonas magulladas y las quemaduras que dice que son el resultado de descargas eléctricas.
El primer ministro Allawi sacó una declaración a la semana, en la que calificaba los asesinatos de un "acto criminal y de barbarie cometido por elementos que excedieron los límites de sus atribuciones". Juró que se ocuparía personalmente del caso y exigió el "castigo máximo".
Las familias reciben ahora un estipendio mayor que la paga de la mayoría de los funcionarios de gobierno, pero dicen que sólo quieren justicia. Si no se castiga severamente a los asesinos, "nos vengaremos según la ley tribal", dijo el hermano de Aidi, Farhan Mahaissen Lefteh, 37. "Eso quiere decir que vivimos en la jungla".

A la autora se le puede escribir a: abarnard@globe.com.

1 de abril de 2005
©boston globe
©traducción mQh

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