fantasmas en el palacio
[Sharon LaFraniere] Una historia de fantasmas se pone fantasmagórica para periodistas de Malawi.
Ilongwe, Malawi. El presidente de Malawi, Bingu wa Mutharika, pasó este mes una semana en la sede de la Unión Europea en Bruselas, puliendo su imagen como líder progresista comprometido con estrategias modernas para montar a su empobrecido país en el siglo 21.
Cuando volvió a casa lo recibió una lluvia de informes de prensa de que había desalojado su palacio de 300 habitaciones porque creía que estaba infestado de fantasmas. Dos periodistas citaron al asesor espiritual del presidente diciendo que el presidente había llamado a líderes religiosos para que expulsaran a los malos espíritus. Un tercer periodista informó que el presidente sentía que unos roedores invisibles se le arrastraban por encima en las noches.
No es impensable que un antiguo economista del Banco Mundial como Mutharika, ducho experto en materias sobre cómo controlar la inflación e impulsar el desarrollo, se inquiete sobre la posibilidad de espíritus. En muchas partes del África sub-sahariana las supersticiones tradicionales coexisten perfectamente con la sensibilidad moderna.
Pero no es verdad, de acuerdo a Mutharika. "Todavía no he visto fantasmas", dijo al volver de Europa. "Nunca les he tenido miedo".
Determinados a sepultar la historia, los funcionarios enviaron antes del amanecer del 15 de marzo a 20 agentes de policías a arrestar a dos periodistas de la ciudad más grande del país, Blantyre, en el sur de Malawi. Los periodistas fueron llevados a una comisaría aquí en la ciudad capital a unos 480 kilómetros, encarcelados durante una noche y ahora corren el riesgo de ser procesados bajo una ley de la época colonial que prohibía ridiculizar al presidente.
Ahora la cuestión no es tanto si Mutharika cree o no en fantasmas, sino si cree firmemente o no en la libertad de prensa.
Ishmael Wadi, el fiscal nacional, dice que los informes de prensa fueron demasiado irresponsables como para ser ignorados. Si la asociación de prensa local no accede a llamar la atención de los periodistas, dijo, él iniciaría acciones judiciales que les podrían enviar a la cárcel durante dos años.
"No se ha establecido la presencia de fantasmas", dijo en una conferencia telefónica hace una semana. "Decir que el presidente no puede pasar la noche en su propia casa porque tiene miedo de los fantasmas es para mí una acusación grave".
Los críticos dicen que Mutharika, 71, ha retrocedido al pasado menos que democrático de Malawi. "Parece que el presidente ve fantasmas en todas partes", dijo Robert Jamieson, editor del semanario Chronicle.
Boniface Dulani, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Malawi, dijo que pensaba que Mutharika había exagerado. "Pensábamos que usar la policía era algo del pasado", dijo.
Si el presidente se lo hubiese simplemente tomado a la risa, dicen esos analistas, la historia se habría desvanecido en los anales de los cuentos de Malawi sobre mansiones encantadas.
Había informes, por ejemplo, de unos misteriosos enanos que visitaban regularmente al primer jefe de estado de Malawi, Hastings Kamuzu Banda, en la Palacio Sanjika, otra residencia presidencial en Blantyre. Su sucesor, Baliki Muluzi, también sospechó de la existencia de espíritus en Sanjika, de acuerdo a Wille Zingani, su antiguo agregado de prensa.
"Nadie podía dormir en la noche", escribió Zingani en un artículo preparado la semana pasada para ser publicado en The Nation, un diario de aquí.
Lo que más molestó a Mutharika, sugieren entrevistas con ayudantes, era la creencia de que él hubiera escapado aterrorizado del palacio de Lilongwe. El fiscal insiste en que es descaradamente falso. "No se ha mudado de la casa presidencial", dijo Wadi.
Pero incluso si se hubiese mudado, dicen aquí analistas, los malawíes se lo tomarían con calma.
"Todos entienden que el tema de los fantasmas y espíritus es una realidad", dijo Jamieson, el editor de Chronicle. "Hablamos sobre eso todo el tiempo. No es un tema tabú, no lo es. La única diferencia es que se trataba del presidente".
Ken Lipenga, el ministro de Información de Mutharika está ahora luchando contra un fiasco de relaciones públicas. En una entrevista telefónica la semana pasada, sugirió que el presidente no supo de antemano nada sobre las detenciones.
"No lo he discutido con él, pero no creo que el presidente haya realmente ordenado detener a esos periodistas", dijo. "No es su estilo. Mi interpretación es que la opinión del presidente es que esta historia no es importante".
Con todo, como un espíritu nefasto, se niega a desaparecer. Uno de los detenidos, Mabvuto Banda, un bien conocido periodista político para The Naiton, ha mostrado lo que dice es un casete con una entrevista telefónica en la que el asesor espiritual del presidente, el reverendo Malani Mtonga, confirma que estaba rezando para expulsar del palacio a los malos espíritus.
Interrogado sobre si el presidente sabía que sus dos predecesores habían rehuido el palacio por temor a los fantasmas, Mtonga respondió: "El presidente, a diferencia de Kamuzu y Muluzi, no cree en encantamientos. Cree en el poder de la oración. Por eso decidió vivir en el palacio".
Es verdad que los dos predecesores de Mutharika prefirieron residir en Blantyre. Hasta ahora, sin embargo, el palacio de Lilongwe ha sido notorio no como el sitio de espíritus malignos, sino como un monumento a los pervertidos excesos de los mortales.
Banda, que gobernó Malawi de 1964 a 1994, erigió el edificio de estilo rococó a un coste de 100 millones de dólares, a pesar de la horrenda pobreza de su país. Tomó dos décadas completar sus 300 habitaciones, dos pistas de helicópteros, un zoológico y un salón de banquetes para 600 personas sentadas.
Su sucesor, Muluzi, dijo que la "obscena opulencia" del palacio era un insulto para los 11 millones de malawíes. En la década pasada, los funcionarios han jugado con la idea de transformarlo en un hotel de cinco estrellas, transformarlo en un centro de conferencias o simplemente demoliéndolo.
Para cuando Mutharika fue elegido en mayo, las fuentes del palacio estaban secas, el aire acondicionado estaba permanentemente fuera de servicio y el jardín era un bosque de malezas.
Mutharika decidió rehabilitarlo, y se mudó a él en diciembre, diciendo que costaba menos vivir en la capital.
Su secretario Lipenga dice que el palacio es una "monstruosidad", pero no fantasmagórico. "Yo mismo no he visto ni vivido ni sentido nada que sugiera la presencia de fantasmas", dijo.
Pero, agregan los escépticos, él no ha pasado nunca la noche ahí.
29 de marzo de 2005
1 de abril de 2005
©new york times
©traducción mQh
Cuando volvió a casa lo recibió una lluvia de informes de prensa de que había desalojado su palacio de 300 habitaciones porque creía que estaba infestado de fantasmas. Dos periodistas citaron al asesor espiritual del presidente diciendo que el presidente había llamado a líderes religiosos para que expulsaran a los malos espíritus. Un tercer periodista informó que el presidente sentía que unos roedores invisibles se le arrastraban por encima en las noches.
No es impensable que un antiguo economista del Banco Mundial como Mutharika, ducho experto en materias sobre cómo controlar la inflación e impulsar el desarrollo, se inquiete sobre la posibilidad de espíritus. En muchas partes del África sub-sahariana las supersticiones tradicionales coexisten perfectamente con la sensibilidad moderna.
Pero no es verdad, de acuerdo a Mutharika. "Todavía no he visto fantasmas", dijo al volver de Europa. "Nunca les he tenido miedo".
Determinados a sepultar la historia, los funcionarios enviaron antes del amanecer del 15 de marzo a 20 agentes de policías a arrestar a dos periodistas de la ciudad más grande del país, Blantyre, en el sur de Malawi. Los periodistas fueron llevados a una comisaría aquí en la ciudad capital a unos 480 kilómetros, encarcelados durante una noche y ahora corren el riesgo de ser procesados bajo una ley de la época colonial que prohibía ridiculizar al presidente.
Ahora la cuestión no es tanto si Mutharika cree o no en fantasmas, sino si cree firmemente o no en la libertad de prensa.
Ishmael Wadi, el fiscal nacional, dice que los informes de prensa fueron demasiado irresponsables como para ser ignorados. Si la asociación de prensa local no accede a llamar la atención de los periodistas, dijo, él iniciaría acciones judiciales que les podrían enviar a la cárcel durante dos años.
"No se ha establecido la presencia de fantasmas", dijo en una conferencia telefónica hace una semana. "Decir que el presidente no puede pasar la noche en su propia casa porque tiene miedo de los fantasmas es para mí una acusación grave".
Los críticos dicen que Mutharika, 71, ha retrocedido al pasado menos que democrático de Malawi. "Parece que el presidente ve fantasmas en todas partes", dijo Robert Jamieson, editor del semanario Chronicle.
Boniface Dulani, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Malawi, dijo que pensaba que Mutharika había exagerado. "Pensábamos que usar la policía era algo del pasado", dijo.
Si el presidente se lo hubiese simplemente tomado a la risa, dicen esos analistas, la historia se habría desvanecido en los anales de los cuentos de Malawi sobre mansiones encantadas.
Había informes, por ejemplo, de unos misteriosos enanos que visitaban regularmente al primer jefe de estado de Malawi, Hastings Kamuzu Banda, en la Palacio Sanjika, otra residencia presidencial en Blantyre. Su sucesor, Baliki Muluzi, también sospechó de la existencia de espíritus en Sanjika, de acuerdo a Wille Zingani, su antiguo agregado de prensa.
"Nadie podía dormir en la noche", escribió Zingani en un artículo preparado la semana pasada para ser publicado en The Nation, un diario de aquí.
Lo que más molestó a Mutharika, sugieren entrevistas con ayudantes, era la creencia de que él hubiera escapado aterrorizado del palacio de Lilongwe. El fiscal insiste en que es descaradamente falso. "No se ha mudado de la casa presidencial", dijo Wadi.
Pero incluso si se hubiese mudado, dicen aquí analistas, los malawíes se lo tomarían con calma.
"Todos entienden que el tema de los fantasmas y espíritus es una realidad", dijo Jamieson, el editor de Chronicle. "Hablamos sobre eso todo el tiempo. No es un tema tabú, no lo es. La única diferencia es que se trataba del presidente".
Ken Lipenga, el ministro de Información de Mutharika está ahora luchando contra un fiasco de relaciones públicas. En una entrevista telefónica la semana pasada, sugirió que el presidente no supo de antemano nada sobre las detenciones.
"No lo he discutido con él, pero no creo que el presidente haya realmente ordenado detener a esos periodistas", dijo. "No es su estilo. Mi interpretación es que la opinión del presidente es que esta historia no es importante".
Con todo, como un espíritu nefasto, se niega a desaparecer. Uno de los detenidos, Mabvuto Banda, un bien conocido periodista político para The Naiton, ha mostrado lo que dice es un casete con una entrevista telefónica en la que el asesor espiritual del presidente, el reverendo Malani Mtonga, confirma que estaba rezando para expulsar del palacio a los malos espíritus.
Interrogado sobre si el presidente sabía que sus dos predecesores habían rehuido el palacio por temor a los fantasmas, Mtonga respondió: "El presidente, a diferencia de Kamuzu y Muluzi, no cree en encantamientos. Cree en el poder de la oración. Por eso decidió vivir en el palacio".
Es verdad que los dos predecesores de Mutharika prefirieron residir en Blantyre. Hasta ahora, sin embargo, el palacio de Lilongwe ha sido notorio no como el sitio de espíritus malignos, sino como un monumento a los pervertidos excesos de los mortales.
Banda, que gobernó Malawi de 1964 a 1994, erigió el edificio de estilo rococó a un coste de 100 millones de dólares, a pesar de la horrenda pobreza de su país. Tomó dos décadas completar sus 300 habitaciones, dos pistas de helicópteros, un zoológico y un salón de banquetes para 600 personas sentadas.
Su sucesor, Muluzi, dijo que la "obscena opulencia" del palacio era un insulto para los 11 millones de malawíes. En la década pasada, los funcionarios han jugado con la idea de transformarlo en un hotel de cinco estrellas, transformarlo en un centro de conferencias o simplemente demoliéndolo.
Para cuando Mutharika fue elegido en mayo, las fuentes del palacio estaban secas, el aire acondicionado estaba permanentemente fuera de servicio y el jardín era un bosque de malezas.
Mutharika decidió rehabilitarlo, y se mudó a él en diciembre, diciendo que costaba menos vivir en la capital.
Su secretario Lipenga dice que el palacio es una "monstruosidad", pero no fantasmagórico. "Yo mismo no he visto ni vivido ni sentido nada que sugiera la presencia de fantasmas", dijo.
Pero, agregan los escépticos, él no ha pasado nunca la noche ahí.
29 de marzo de 2005
1 de abril de 2005
©new york times
©traducción mQh
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