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rebeldes torturados en la televisión


[Caryle Murphy y Khalid Saffar] Miembros de la resistencia como estrellas de televisión. Sospechosos de terrorismo son acosados y objetos de mofa en programa iraquí.
Bagdad, Iraq. El más famoso programa de televisión de Iraq hoy es un reality show. Pero los participantes no son voluntarios. Y no se llevan ningún premio en dinero, ni una nueva esposa ni un trabajo ideal.
En lugar de eso, los personajes de ‘El Terrorismo en Manos de la Justicia' son rebeldes capturados. Y durante más de un mes, han estado apasionando a los telespectadores con historias de cómo mataron, secuestraron, violaron o decapitaron a otros iraquíes, usualmente por unos cientos de dólares por víctima.
Sentados ante una bandera iraquí, los abatidos e intimidados prisioneros responden preguntas de un inquisidor fuera de cámara que ridiculiza su conducta. Algunos lucen caras amoratadas y ojos morados. Lejos de aparecer como confiados héroes luchando contra la ocupación norteamericana, se ven como gángsteres.
"Veo el programa todas las noches, y lo espero pacientemente, porque es muy revelador", dijo Abdul Kareem Abdulla, 42, un tendero de Bagdad. "Por primera vez vimos a los que dicen ser yihadistas como simples asesinos a 50 dólares, que harían cualquier cosa en nombre del islam. Nuestra religión es demasiado elevada, noble y humana, como para tener semejantes matones y asesinos. Me gustaría que los colgaran ahora mismo, y en el mismo lugar donde cometieron sus crímenes. No deberían tener piedad con ellos".
Emitido por al-Iraqiya, la red estatal instalada por la autoridad de la ocupación norteamericana en 2003, ‘El Terrorismo en Manos de la Justicia' se ha transformado en una de las flechas más efectivas de la propaganda del gobierno contra la resistencia.
"Le ha mostrado al pueblo iraquí la realidad de esos insurgentes, que son criminales, asesinos, homicidas, ladrones", dijo la semana pasada el ministro Falah Naqib.
Sabah Kadhim, portavoz del ministerio del Interior, agregó: "Las últimas semanas han sido increíbles en términos de datos que nos entrega el público".
Los funcionarios lanzaron el programa, dijo Kadhim, después de darse cuenta que los iraquíes no creían que los insurgentes estuvieran siendo capturados. "Hablando con la gente en la calle, ellos dicen: ‘¿Es verdad?... ¿Por qué no los muestras?", dijo. "La idea del programa vino de la gente".
Las caras amoratadas y la muerte de al menos un prisionero después de su aparición en el programa han planteado preguntas sobre el tratamiento de los hombres detenidos. Kadhim negó que los prisioneros estuvieran siendo maltratados. "No tenemos ningún motivo para torturarlos", dijo.
En informes recientes, el ministerio de Relaciones Exteriores y Human Rights Watch han criticado el uso de la tortura por parte de la policía.
"A la luz de nuestros recientes hallazgos sobre la práctica de la tortura en las cárceles iraquíes", dijo Joe Stork, portavoz de Human Rights Watch en Washington, "tenemos serias dudas de que esas confesiones no fueran obtenidas por coerción y que las autoridades iraquíes no han proporcionado las protecciones esenciales de un proceso debido".
"Las confesiones televisadas son siempre sospechosas", agregó Stork. "Ejemplos recientes en Irán y Arabia Saudí implicaban claramente un alto nivel de coerción y de tratamiento degradante".
Esas preocupaciones no han disminuido la popularidad del programa.
"No habíamos planeado las cintas, pero repentinamente teníamos lo que llamarías una primicia", dijo Ahmed Yasseri, director de la estación de Bagdad de al-Iraqiya. Como resultado, dijo, "hemos superado a los otros canales. Esas cintas han cautivado a los iraquíes".
El programa empieza usualmente con una toma gráfica de una ensangrentada víctima de un atentado con bomba tirada en la calle, seguida por uno o dos jóvenes sonriendo con un letrero manuscrito en la mano que dice: "No al Terrorismo".
A medida que se interroga a un insurgente, los otros están sentados detrás, con las manos sobre el regazo, como si esperaran pacientemente su turno en la peluquería. A veces se yuxtapone la cabeza de un puma o un león -mascotas de los comandos de la policía anti-insurgente- sobre el fondo de una bandera iraquí.
Muchos de los sospechosos son antiguos policías que dicen que fueron obligados a unirse a la resistencia por amenazas contra sus familias. Aunque muchos dicen haber atacado a las tropas norteamericanas, las entrevistas enfatizan sus atrocidades contra iraquíes y los pagos que supuestamente recibieron de pagadores sirios y saudíes.
En un episodio reciente, Ramzi Hashim Obeidi, un pintor de Mosul que dijo ser miembro del grupo radical islámico Ansar al-Islam, contó su supuesta participación en el asesinato con bomba en 2003 de un importante clérigo musulmán chií, el ayatollah Mohammed Bakir Hakim, en Najaf.
Obeidi dijo que formaba parte de un equipo de seis hombres que debía "interceptar a las tropas norteamericanas". Otros transportaron vehículos cargados de explosivos al sitio del atentado, a unos 195 kilómetros de Bagdad. "Fue muy fácil", dijo. "Era una ambulancia".
Entre los conspiradores que planearon la operación, dijo Obeidi, estaba en extremista islámico más buscado de Iraq, Abu Musab Zarqawi.
"No solamente mataste a Hakim", le gritó a Obeidi el interrogador de la policía. "Mataste a 110 personas, algunas de ellas mujeres y niños... ¿A esto le llamas yihad? ¿Qué clase de yihad es esta? ¿Matar policías, decapitar policías?"
Obeidi, que no intentó defender sus acciones, replicó mansamente: "Hasta ahora no sé qué es la yihad".
En otro segmento, Qahtan Adnan Khalid, un prisionero que dijo que había sido policía en la ciudad de Samarra, tenía los ojos amoratados y parecía tener dificultades para respirar, a menudo haciendo muecas de dolor.
Respondiendo cada preguntas con un respetuoso "Señor", Khalid contó había disparado a la cabeza a dos policías secuestrados y le pagaron 200 dólares por cada asesinato.
"Yo aconsejo a la juventud a apartarse de este sendero", dijo en un momento.
Poco días después de la aparición de Khalid, su cuerpo fue entregado en la casa de su padre en Samarra, dijo su familia. El ministro de Derechos Humanso, Bakhtyar Amin dijo que su despacho estaba investigando la muerte.
A veces los insurgentes parecen repetir respuestas aprendidas y críticos del programa dicen que las historias de los prisioneros corresponden demasiado bien con el retrato que hace el gobierno de la resistencia: que es en gran parte un grupo de criminales codiciosos enloquecidos, que los extranjeros juegan un importante papel y es financiada por Siria y Arabia Saudí.
Se enfatiza menos en el programa que la resistencia predominantemente sunní la provocan también los temores al dominio político chií y al resentimiento contra la ocupación norteamericana. Como resultado, ‘El terrorismo en manos de la justicia', provoca sentimientos encontrados entre algunos árabes sunníes.
"Mi crítica al programa es que a veces es simplista, repetitivo y causa la impresión de que esos hombres han sido instruidos para decir lo que dicen, aunque creo que sí han cometido esos crímenes", dijo Abdul Kareem Janaby, 46, empleado del ministerio del Comercio. "Esas personas no son más que basura, rufianes de clase baja que están siendo usados para tergiversar el verdadero carácter sunní".
Kadhim dijo que los rebeldes capturados serán eventualmente llevados a juicio y que lo que digan en televisión puede ser ignorado por los tribunales debido a que el programa "no una era una corte de justicia".
Los prisioneros sólo pueden esperar que les toque un juez que comparta la opinión de Fuad Awdeh, 27, jornalero chií de Bagdad que dijo que el programa era "fascinante".
"Esos tipos me causan pena y piedad", dijo. "Lo pueden haber hecho por dinero... y probablemente, estando desempleados, fueron fácilmente convencidos".
Sin embargo, dijo Awdeh, piensa que el programa es creíble "porque en un episodio alguien habló sobre un asesinato cometido en el distrito de Wahda, y yo conozco a la familia de la víctima y sé que es verdad".

5 de abril de 2005
©htwashington posttp://www.washingtonpost.com/wp-dyn/articles/A26402-2005Apr4.html
©traducción mQh

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