milicias de extrema derecha
[Ellen Barry] El movimiento alcanzó su cúspide en la época del atentado de Atlanta, por el que Eric Rudolph se declarará culpable. ¿Qué ha cambiado?
Atlanta, Estados Unidos. Cuando en las Olímpiadas de 1996 en Atlanta explotó una bomba, las autoridades sospecharon de inmediato en un grupo de extremistas de derecha, un grupo paramilitar rural o una banda de cabezas rapadas.
Fue al año después del atentado en Oklahoma, tres años después de la redada federal cerca de Waco, Texas, y cuatro años después del enfrentamiento en la casa de Weaver en Ruby Ridge, Idaho. El peligro que representaban los militantes antigubernamentales nunca pareció tan urgente.
Hoy, cuando Eric Robert Rudolph se declare culpable de cuatro atentados con bomba -en las Olimpiadas de Atlanta, un bar gay y dos clínicas de aborto-, lo hará en un clima diferente.
Aunque los expertos advierten que el terrorismo nacional es todavía un peligro, el peligro ha desaparecido de la vista pública. El número de grupos de milicias en Estados Unidos ha descendido de 858, su punto más alto, a 152 el año pasado, de acuerdo al Centro Jurídico del Sur.
Una combinación de factores, incluyendo los atentados del 11 de septiembre, han provocado que muchos grupos de abstuvieran de actos extremos como los de Rudolph o Timothy McVeigh, el terrorista de Oklahoma.
"Mi suposición hoy es que estamos observando la marea baja de un movimiento que va y viene", dijo Vincent Coppola, autor de Dragons of God: A Journey Through Far-Right America' [Dragones de Dios: Viaje a Través de la Extrema Derecha de Estados Unidos']. Rudolph, dijo, "es una especie de artefacto de otra época. Eso no significa que no vuelva a aparecer".
Rudolph era un solitario que creció empapado en ideologías extremistas. Su madre, Patricia, fue educada como católica, pero llevó a su familia en una búsqueda espiritual que les alejó cada vez más de lo establecido.
Cuando Rudolph era adolescente, lo llevó con ella al recinto de Missouri de Dan Gayman, que apoyaba al movimiento Identidad Cristiana. Identidad Cristiana sostenía que los europeos blancos representan al pueblo escogido de Dios, y que debían luchar contra lo que consideraban las fuerzas de Satanás -lo que incluía a los judíos, los homosexuales y el gobierno -en una guerra apocalíptica.
Algunos en el movimiento de milicias estaban pronosticando que las Olimpíadas de Atlanta podrían servir como un puente de despegue para el Nuevo Orden Mundial, una fusión del gobierno federal con Naciones Unidas, dijo Charles Stone, antiguo agente del Departamento de Investigaciones de Georgia y co-autor de Hunting Eric Rudolph'. Durante todo el verano las autoridades espiaron a los grupos anti-gobierno en el Sur, con la esperanza de interceptar un atentado.
En esos días, los movimientos separatistas adoptaron una apocalíptica urgencia. El coronel James Bo' Gritz, un ex boina verde cuyo programa de radio lo transformó en un símbolo de la extrema derecha, llamó a la década "los locos años noventa" y bromeó sobre los "patriotas paranoicos por lucro" que realizaban congresos anuales para prepararse para el Y2K, el colapso social y tecnológico que se predecía para el cambio de milenio.
Hacia el fin de la década, varios factores habían debilitado al movimiento. Uno era la urgencia de sus predicciones. Cuando llegó el cambio de siglo y pasó sin novedades, "un montón de gente en la milicia se sintió bastante ridícula", dijo Daniel Levitas, autor de The Terrorist Next Door: The Militia Movement and the Radical Right' [El Vecino Terrorista: Las Milicias y la Extrema Derecha].
Funcionarios policiales reprimieron a terroristas sospechosos después de Oklahoma. Los atentados de Oklahoma y Atlanta alejaron a los simpatizantes menos radicales. Thom Robb, director nacional de Caballeros del Ku Klux Klan, dijo que él y otros líderes del Klan estaban horrorizados con las acciones de McVeigh y estaban indignados de ser asociados con él.
Finalmente -quizás más decisivamente- ocurrieron los atentados del 11 de septiembre, que desvió la atención de los conflictos internos hacia la amenaza de los fundamentalistas islámicos.
"Creo que lo que ocurrió es que encontramos una fuente exterior de terrorismo", dijo Gritz. "Es como si los polis se asomaran en una pelea doméstica. Cuando nos amenaza una fuente externa, la familia americana se une".
El colapso del movimiento de milicias no significa que los grupos de extrema derecha no representen un peligro, dijo Heidi Beirich, que investiga a los grupos violentos para el Centro Jurídico del Sur.Mientras las milicias desaparecían, más aumentaba el número de grupos que predican el odio, todos los años desde el atentado de Oklahoma, las autoridades federales han prevenido al menos un atentado de envergadura. El año pasado, un allanamiento en la casa de Texas del Este de William Krar halló una bomba de cianuro de sodio capaz de matar a miles de personas.
Los que todavía están en el movimiento son "más militantes en su aspecto" y siguen creyendo en los mismos objetivos, dijo Levitas. Pero llaman menos la atención después del 11 de septiembre.
"Creo que hay un montón de gente que ve a estos tipos como una manga de paletos y agitadores y no necesariamente una amenaza seria", dijo Mike German, un antiguo agente del FBI y experto en terrorismo nacional. "Tú habrías creído que Oklahoma les había mostrado que no se necesita ser genio para montar una bomba bastante potente".
Rudolph no ha logrado ganar simpatía incluso entre grupos extremistas, dijo Larry Brown, experto sobre el movimiento Identidad Cristiana. Brown, un instructor de geografía de la Universidad de Missouri en Columbia, siente una "ambivalencia en el movimiento: ¿Deberían alabar o defender a Rudolph?"
Para Gritz es una pregunta fácil. Un decidido opositor al aborto, Gritz dijo que anhelaba que Rudolph declarara sobre los atentados contra las clínicas de aborto y dijera, "como un héroe: Yo lo hice, y si me dejarais ir, probablemente lo volvería a hacer. Gritz no cree que Rudolph sea responsable del atentado de las Olimpiadas.
Gritz tiene una larga historia de participación en enfrentamientos entre separatistas y agentes federales. Ayudó a negociar el fin del sitio de Ruby Ridge, donde Weaver se negó a rendirse ante agentes federales por un cargo de posesión de armas. El hijo de Weaver, Sammy, y un agente federal murieron en la balacera, y un francotirador del FBI mató a la esposa de Weaver, Vicki.
Hizo un intento similar en el caso de Rudolph. En 1998, ocho meses después de que Rudolph desapareciera en los bosques de Carolina del Norte, Gritz encabezó un grupo de hombres cuyo objetivo era convencer a Rudolph de que se entregara.
Seis años más tarde, Gritz dijo que se enfadó al oír las noticias sobre el acuerdo con el fiscal.
"Resulta no ser un héroe, sino un cobarde", dijo Gritz. "Ahora no es más que otro cobarde llorón que le tiene miedo al sistema".
13 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Fue al año después del atentado en Oklahoma, tres años después de la redada federal cerca de Waco, Texas, y cuatro años después del enfrentamiento en la casa de Weaver en Ruby Ridge, Idaho. El peligro que representaban los militantes antigubernamentales nunca pareció tan urgente.
Hoy, cuando Eric Robert Rudolph se declare culpable de cuatro atentados con bomba -en las Olimpiadas de Atlanta, un bar gay y dos clínicas de aborto-, lo hará en un clima diferente.
Aunque los expertos advierten que el terrorismo nacional es todavía un peligro, el peligro ha desaparecido de la vista pública. El número de grupos de milicias en Estados Unidos ha descendido de 858, su punto más alto, a 152 el año pasado, de acuerdo al Centro Jurídico del Sur.
Una combinación de factores, incluyendo los atentados del 11 de septiembre, han provocado que muchos grupos de abstuvieran de actos extremos como los de Rudolph o Timothy McVeigh, el terrorista de Oklahoma.
"Mi suposición hoy es que estamos observando la marea baja de un movimiento que va y viene", dijo Vincent Coppola, autor de Dragons of God: A Journey Through Far-Right America' [Dragones de Dios: Viaje a Través de la Extrema Derecha de Estados Unidos']. Rudolph, dijo, "es una especie de artefacto de otra época. Eso no significa que no vuelva a aparecer".
Rudolph era un solitario que creció empapado en ideologías extremistas. Su madre, Patricia, fue educada como católica, pero llevó a su familia en una búsqueda espiritual que les alejó cada vez más de lo establecido.
Cuando Rudolph era adolescente, lo llevó con ella al recinto de Missouri de Dan Gayman, que apoyaba al movimiento Identidad Cristiana. Identidad Cristiana sostenía que los europeos blancos representan al pueblo escogido de Dios, y que debían luchar contra lo que consideraban las fuerzas de Satanás -lo que incluía a los judíos, los homosexuales y el gobierno -en una guerra apocalíptica.
Algunos en el movimiento de milicias estaban pronosticando que las Olimpíadas de Atlanta podrían servir como un puente de despegue para el Nuevo Orden Mundial, una fusión del gobierno federal con Naciones Unidas, dijo Charles Stone, antiguo agente del Departamento de Investigaciones de Georgia y co-autor de Hunting Eric Rudolph'. Durante todo el verano las autoridades espiaron a los grupos anti-gobierno en el Sur, con la esperanza de interceptar un atentado.
En esos días, los movimientos separatistas adoptaron una apocalíptica urgencia. El coronel James Bo' Gritz, un ex boina verde cuyo programa de radio lo transformó en un símbolo de la extrema derecha, llamó a la década "los locos años noventa" y bromeó sobre los "patriotas paranoicos por lucro" que realizaban congresos anuales para prepararse para el Y2K, el colapso social y tecnológico que se predecía para el cambio de milenio.
Hacia el fin de la década, varios factores habían debilitado al movimiento. Uno era la urgencia de sus predicciones. Cuando llegó el cambio de siglo y pasó sin novedades, "un montón de gente en la milicia se sintió bastante ridícula", dijo Daniel Levitas, autor de The Terrorist Next Door: The Militia Movement and the Radical Right' [El Vecino Terrorista: Las Milicias y la Extrema Derecha].
Funcionarios policiales reprimieron a terroristas sospechosos después de Oklahoma. Los atentados de Oklahoma y Atlanta alejaron a los simpatizantes menos radicales. Thom Robb, director nacional de Caballeros del Ku Klux Klan, dijo que él y otros líderes del Klan estaban horrorizados con las acciones de McVeigh y estaban indignados de ser asociados con él.
Finalmente -quizás más decisivamente- ocurrieron los atentados del 11 de septiembre, que desvió la atención de los conflictos internos hacia la amenaza de los fundamentalistas islámicos.
"Creo que lo que ocurrió es que encontramos una fuente exterior de terrorismo", dijo Gritz. "Es como si los polis se asomaran en una pelea doméstica. Cuando nos amenaza una fuente externa, la familia americana se une".
El colapso del movimiento de milicias no significa que los grupos de extrema derecha no representen un peligro, dijo Heidi Beirich, que investiga a los grupos violentos para el Centro Jurídico del Sur.Mientras las milicias desaparecían, más aumentaba el número de grupos que predican el odio, todos los años desde el atentado de Oklahoma, las autoridades federales han prevenido al menos un atentado de envergadura. El año pasado, un allanamiento en la casa de Texas del Este de William Krar halló una bomba de cianuro de sodio capaz de matar a miles de personas.
Los que todavía están en el movimiento son "más militantes en su aspecto" y siguen creyendo en los mismos objetivos, dijo Levitas. Pero llaman menos la atención después del 11 de septiembre.
"Creo que hay un montón de gente que ve a estos tipos como una manga de paletos y agitadores y no necesariamente una amenaza seria", dijo Mike German, un antiguo agente del FBI y experto en terrorismo nacional. "Tú habrías creído que Oklahoma les había mostrado que no se necesita ser genio para montar una bomba bastante potente".
Rudolph no ha logrado ganar simpatía incluso entre grupos extremistas, dijo Larry Brown, experto sobre el movimiento Identidad Cristiana. Brown, un instructor de geografía de la Universidad de Missouri en Columbia, siente una "ambivalencia en el movimiento: ¿Deberían alabar o defender a Rudolph?"
Para Gritz es una pregunta fácil. Un decidido opositor al aborto, Gritz dijo que anhelaba que Rudolph declarara sobre los atentados contra las clínicas de aborto y dijera, "como un héroe: Yo lo hice, y si me dejarais ir, probablemente lo volvería a hacer. Gritz no cree que Rudolph sea responsable del atentado de las Olimpiadas.
Gritz tiene una larga historia de participación en enfrentamientos entre separatistas y agentes federales. Ayudó a negociar el fin del sitio de Ruby Ridge, donde Weaver se negó a rendirse ante agentes federales por un cargo de posesión de armas. El hijo de Weaver, Sammy, y un agente federal murieron en la balacera, y un francotirador del FBI mató a la esposa de Weaver, Vicki.
Hizo un intento similar en el caso de Rudolph. En 1998, ocho meses después de que Rudolph desapareciera en los bosques de Carolina del Norte, Gritz encabezó un grupo de hombres cuyo objetivo era convencer a Rudolph de que se entregara.
Seis años más tarde, Gritz dijo que se enfadó al oír las noticias sobre el acuerdo con el fiscal.
"Resulta no ser un héroe, sino un cobarde", dijo Gritz. "Ahora no es más que otro cobarde llorón que le tiene miedo al sistema".
13 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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