guerra religiosa por territorios
[Henry Chu] En América Latina, una guerra religiosa por territorios. Catolicismo: el estado de la iglesia en el mundo.
Río de Janeiro, Brasil. Los retrasados deben luchar por un lugar en la Primera Iglesia Bautista de Copacabana. Hacia las 10:30 de la mañana del domingo, los bancos están llenos, los bateristas y guitarristas ya han ensayado y los fieles están dispuestos a reunirse con Dios.
"Loado sea tu nombre", reza el pastor, gravemente, surcando las cejas. "Descended entre nosotros".
Un coro de amenes estalla en la congregación. Algunos miembros alzan sus manos. En el escenario, jóvenes en camisetas y vaqueros empiezan un himno religioso parecido a una balada, dedicándose una hora y media a un culto a menudo alegre, a veces contemplativo.
Así empieza uno de los miles de servicios semanales en iglesias protestantes en todo Brasil. Aunque este país en gran parte tropical tiene más católicos que cualquier país del mundo, está presenciando un auge del protestantismo evangélico que podría alterar dramáticamente el paisaje religioso en los próximos 20 años.
En toda América Latina, el hogar de casi la mitad de los católicos del mundo, los fieles están cada vez más abandonando la versión vaticana del cristianismo a favor de la vertiente evangélica, una tendencia que plantea uno de los retos más importantes del próximo Papa.
"Finalmente llegó la Reforma a América Latina, cuatro siglos después de haber empezado en Europa", dijo Dean Brackley, profesor de teología de la jesuita Universidad de América Central, en San Salvador.
Para que el catolicismo siga siendo relevante, dicen analistas, los cardenales ahora reunidos en Roma para elegir un sucesor del Papa Juan Pablo II deben escoger a alguien dispuesto a forcejear con las preocupaciones de gente como Carlos Eduardo Valente de Abreu, a medio planeta de distancia.
"No me sentí muy bienvenido en la iglesia católica", dijo Valente, 31, consultor en tecnología de la información en Río de Janeiro. "No podía estar de acuerdo con lo que predicaban -las imágenes de Cristo sufriendo. No sentí que hubiera mucha sinceridad".
Lo que él encontró en la Primera Iglesia Bautista de Copacabana fue un intento sentido de comunidad en un mundo confuso. Los expertos dicen que esa es la principal atracción de las iglesias evangélicas, sobre todo entre emigrantes.
Muchos conversos se sienten atraídos por la música pop y liturgias dinámicas, que se ajustan mejor a los gustos contemporáneos que la tradicional misa católica. Otros favorecen unas enseñanzas que enfatizan la relación directa y personal con Dios y, a veces, con la promesa de recompensas materiales a la rectitud espiritual.
Agréguese a esos elementos el celo proselitista del movimiento evangélico, su inteligente uso de los medios de comunicación y su agilidad para abrir tienda en locales comerciales, escuelas y salitas, y el resultado ha sido un crecimiento espectacular en los últimos 25 años, a pesar de los frecuentes viajes de Juan Pablo a América Latina para apuntalar la fe.
En países donde los católicos fueron alguna vez más del 90 por ciento de la población, los evangélicos constituyen ahora una importante minoría religiosa, a veces con influencia social y política más allá de sus números.
En Chile, Honduras y Brasil, por ejemplo, casi un 15 por ciento de la población se describe a sí misma como evangélica. La cifra aumenta al 22 por ciento en El Salvador; en Guatemala, es un 25 por ciento. En el sureño estado de Chiapas de México, informes de la prensa local estiman que la población evangélica puede abarcar al 36 por ciento de los adultos.
Paraguay, aunque todavía abrumadoramente católico, tiene ahora su primer presidente protestante, Nicanor Duarte Frutos. El presidente Álvaro Uribe, de Colombia, hizo noticia cuando trató de acercarse a los protestantes, que ahora constituyen casi un 10 por ciento de la población del país.
"Este es un fenómeno global", dijo el Padre Francisco Niño, editor del diario católico El Catolicismo, de Bogotá. "Los otros movimientos religiosos constituyen un reto para la acción de la iglesia. No podemos ignorar el crecimiento de los movimientos no-católicos".
El cristiandad evangélica empezó a hacer importantes incursiones en América Latina durante los años setenta y ochenta, un turbulento período de guerra civil y polarización política que también afectó a la iglesia católica. El clero estaba dividido por cuestiones; algunos sacerdotes apoyaban a los rebeldes de izquierdas, y otros a los gobiernos de extrema derecha.
En la asolada Nicaragua, las conservadoras agencias de ayuda cristiana y los misioneros evangélicos que predican un evangelio fervientemente anti-comunista eran una presencia regular en los campos de extrema derecha de la milicia contrarrevolucionaria a lo largo de la frontera nicaragüense-hondureña. El evangelista de la televisión norteamericana, Pat Robertson, fue uno de los más activos partidarios del movimiento contrarrevolucionario.
En otros lugares, los grupos protestantes se afichan a sí mismos como un refugio del tumulto. "La gente no quiere polémicas", dijo Edgardo Bertrand, pastor de una de las iglesias protestantes más grandes de El Salvador. "Quieren a Dios".
Gran parte de rebaño en la Embajada del Jerusalén Cristiano en San Salvador son conversos cansados de la acción política que envolvió a la iglesia católica en décadas pasadas. Los evangélicos dicen que ellos enfatizan la transformación personal a través de la fe, no de la organización social y política.
"Podemos repartir comida, pero nuestro objetivo es que la gente conozca a Dios. Ricos y pobres necesitan a Cristo", dijo Geovane Dias, primer vice-presidente de la Primera Iglesia Bautista de Copacabana. "Ocuparse de los pobres no es nuestra misión más importante, como lo es para la iglesia católica... Para nosotros, nuestra prioridad número uno es servir a Cristo".
Miembros de su congregación -hombres y mujeres, jóvenes y viejos- hablan a menudo de sentir a Dios en términos emocionales. Llorar en los servicios del domingo no es raro.
"La gente siente un vacío, necesidades que a veces desconocen", dijo Dias. "Cuando una persona descubre a Cristo, no es solamente racional, sino también místico. Si tienes a Jesús, ti vida no será un lecho de rosas, pero habrá alguien que te guiará".
El conflicto político en Brasil no ha sido tan sangriento como en otras partes de América Latina. Pero el conflicto social sin embargo favoreció el crecimiento de las sectas protestantes, cuyos miembros se han más que triplicado en los últimos 25 años.
Durante ese tiempo, Brasil ha sufrido una intensa migración interna. Olas de gente la mayoría pobres, desesperados por encontrar un trabajo, se han trasladado del noroeste y centro-norte de Brasil, a lo largo de los bordes de la selva amazónica, para utilizar las ventajas del auge de la producción agrícola. Otros se han hacinado en las miserables barriadas de las ciudades a lo largo de la coste este, como en Recife y Río.
Tanto en la frontera agrícola como en las villas miseria metropolitanas, instituciones de gobierno y otras instituciones cívicas son débiles o prácticamente no existentes.
"El estado no avanza al mismo ritmo que el proceso. Tampoco la iglesia católica. No pueden asignar nuevos sacerdotes rápidamente a lugares donde está creciendo la población", dijo Cesar Romero Jacob, profesor de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Río. "Los grupos evangélicos llegan allá más rápidamente, y por llegar más pronto, cosechan a toda esa gente".
Un estudio de Jacob y otros colegas hace dos años, auspiciado en parte por la iglesia católica brasileña en un intento de comprender dónde y por qué disminuían sus feligreses, concluyó que el crecimiento de las sectas evangélicas como las Asambleas de Dios y la carismática Iglesia Universal del Reino de Dios ha sido explosivo en esas áreas.
Los emigrantes sin familia ni amigos ni los soportes de sus antiguas comunidades están ansiosos por usar las redes sociales y espirituales que proporcionan las iglesias protestantes a través de sus servicios semanales, los círculos bíblicos y otras actividades. Los sermones que prometen progresos y logros personales por medio de Dios y de una conducta correcta -no beber, no fumar- son también atractivos.
Las iglesias operan en locales poco comunes, como tiendas, y usan fuertes técnicas de márketing y proselitismo boca a boca. Forman a sus nuevos pastores rápidamente, a veces en un par de meses, en comparación con los años de seminario que se exige de los sacerdotes católicos.
"Las iglesias evangélicas son más rápidas, más ágiles, mientras que la iglesia católica es más burocrática", dijo Jacob.
Algunas sectas se han volcado a los medios de comunicación para difundir el evangelio. Una estimación reciente en Brasil dijo que las denominaciones protestantes eran propietarias de 58 emisoras de radio en 16 estados, o más de la mitad. La Iglesia Universal del Reino de Dios, quizás la de crecimiento más rápido en Brasil, posee dos redes nacionales de televisión y publica un boletín semanal leído por 1.5 millones de personas.
Entre 1980 y 2000, los años más activos del papado de Juan Pablo, el número de protestantes aumentó del 6.6 por ciento de la población de Brasil al 15.6 por ciento. Aunque hay más de 100 millones de católicos, su porcentaje de la población descendió de 89 a 74 por ciento.
"En 20 años la iglesia católica ha perdido más miembros que en toda la historia de Brasil" hasta ese punto, dijo Jacob. Sin una campaña que contenga la marea, los católicos podrían descender a menos del 60 por ciento de la población para fines de esta década, calculó.
En otros países latinoamericanos la fuerte emigración interna ha creado circunstancias similares, especialmente en Guatemala. Pero allá, dicen los expertos, los católicos parecen haber tenido éxito en detener, si no revertir, el crecimiento del protestantismo, usando la misma moneda. Ahora la iglesia católica opera emisoras de radio y bibliotecas, lo mismo que las sectas protestantes. También ha fomentado una mayor participación de los seglares en la liturgia y en las actividades de la iglesia.
Y aunque no pudo parar por sí solo el crecimiento del protestantismo, Juan Pablo, en su viaje a Guatemala de 2002, ayudó a unir a los fieles.
"Tienes que recordar que la iglesia católica tiene un peso histórico. Históricamente ha sido la iglesia", dijo Marco Antonio Barahona, director de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, de Ciudad de Guatemala, un laboratorio ideológico. La visita del Papa "fue clave en el resurgimiento de la esperanza espiritual entre los fieles católicos que coincidió con la estrategia de permitir más participación en las actividades litúrgicas".
Estar involucrado en la vida de la iglesia apelaba a Valente, el consultor en tecnología de la información de Río, cuando decidió acercarse a la Primera Iglesia Bautista de Copacabana hace un mes.
Un católico bautizado pero no practicante, ahora Valente asiste a los servicios del domingo en la mañana y vespertinos de la iglesia bautista, así como a las clases de Biblia antes del servicio de las 10:30. Participa en el coro los lunes, y se aparece los miércoles noche para las sesiones de "alabanzas".
Conversos como Valente han ayudado a la Primera Iglesia a casi doblar su tamaño -a 650 miembros- en los últimos seis o siete años, dijo Dias, el primer vice-presidente de la iglesia. Los feligreses son alentados a difundir la palabra.
Con la esperanza de que se den cuenta lo mucho que ha cambiado, Valente se siente ansioso de que el resto de la familia se una a él.
"Yo era muy ansioso, era una persona muy nerviosa, y ahora estoy mucho más tranquilo", dijo. "Siempre sentí que llevaba a Dios dentro de mí".
Andres D'Alessandro en Buenos Aires, Reed Johnson en Ciudad de Mexico y Chris Kraul y Alexander Renderos en San Salvador, y Rachel Van Dongen en Bogotá, contribuyeron a este reporaje.
15 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
"Loado sea tu nombre", reza el pastor, gravemente, surcando las cejas. "Descended entre nosotros".
Un coro de amenes estalla en la congregación. Algunos miembros alzan sus manos. En el escenario, jóvenes en camisetas y vaqueros empiezan un himno religioso parecido a una balada, dedicándose una hora y media a un culto a menudo alegre, a veces contemplativo.
Así empieza uno de los miles de servicios semanales en iglesias protestantes en todo Brasil. Aunque este país en gran parte tropical tiene más católicos que cualquier país del mundo, está presenciando un auge del protestantismo evangélico que podría alterar dramáticamente el paisaje religioso en los próximos 20 años.
En toda América Latina, el hogar de casi la mitad de los católicos del mundo, los fieles están cada vez más abandonando la versión vaticana del cristianismo a favor de la vertiente evangélica, una tendencia que plantea uno de los retos más importantes del próximo Papa.
"Finalmente llegó la Reforma a América Latina, cuatro siglos después de haber empezado en Europa", dijo Dean Brackley, profesor de teología de la jesuita Universidad de América Central, en San Salvador.
Para que el catolicismo siga siendo relevante, dicen analistas, los cardenales ahora reunidos en Roma para elegir un sucesor del Papa Juan Pablo II deben escoger a alguien dispuesto a forcejear con las preocupaciones de gente como Carlos Eduardo Valente de Abreu, a medio planeta de distancia.
"No me sentí muy bienvenido en la iglesia católica", dijo Valente, 31, consultor en tecnología de la información en Río de Janeiro. "No podía estar de acuerdo con lo que predicaban -las imágenes de Cristo sufriendo. No sentí que hubiera mucha sinceridad".
Lo que él encontró en la Primera Iglesia Bautista de Copacabana fue un intento sentido de comunidad en un mundo confuso. Los expertos dicen que esa es la principal atracción de las iglesias evangélicas, sobre todo entre emigrantes.
Muchos conversos se sienten atraídos por la música pop y liturgias dinámicas, que se ajustan mejor a los gustos contemporáneos que la tradicional misa católica. Otros favorecen unas enseñanzas que enfatizan la relación directa y personal con Dios y, a veces, con la promesa de recompensas materiales a la rectitud espiritual.
Agréguese a esos elementos el celo proselitista del movimiento evangélico, su inteligente uso de los medios de comunicación y su agilidad para abrir tienda en locales comerciales, escuelas y salitas, y el resultado ha sido un crecimiento espectacular en los últimos 25 años, a pesar de los frecuentes viajes de Juan Pablo a América Latina para apuntalar la fe.
En países donde los católicos fueron alguna vez más del 90 por ciento de la población, los evangélicos constituyen ahora una importante minoría religiosa, a veces con influencia social y política más allá de sus números.
En Chile, Honduras y Brasil, por ejemplo, casi un 15 por ciento de la población se describe a sí misma como evangélica. La cifra aumenta al 22 por ciento en El Salvador; en Guatemala, es un 25 por ciento. En el sureño estado de Chiapas de México, informes de la prensa local estiman que la población evangélica puede abarcar al 36 por ciento de los adultos.
Paraguay, aunque todavía abrumadoramente católico, tiene ahora su primer presidente protestante, Nicanor Duarte Frutos. El presidente Álvaro Uribe, de Colombia, hizo noticia cuando trató de acercarse a los protestantes, que ahora constituyen casi un 10 por ciento de la población del país.
"Este es un fenómeno global", dijo el Padre Francisco Niño, editor del diario católico El Catolicismo, de Bogotá. "Los otros movimientos religiosos constituyen un reto para la acción de la iglesia. No podemos ignorar el crecimiento de los movimientos no-católicos".
El cristiandad evangélica empezó a hacer importantes incursiones en América Latina durante los años setenta y ochenta, un turbulento período de guerra civil y polarización política que también afectó a la iglesia católica. El clero estaba dividido por cuestiones; algunos sacerdotes apoyaban a los rebeldes de izquierdas, y otros a los gobiernos de extrema derecha.
En la asolada Nicaragua, las conservadoras agencias de ayuda cristiana y los misioneros evangélicos que predican un evangelio fervientemente anti-comunista eran una presencia regular en los campos de extrema derecha de la milicia contrarrevolucionaria a lo largo de la frontera nicaragüense-hondureña. El evangelista de la televisión norteamericana, Pat Robertson, fue uno de los más activos partidarios del movimiento contrarrevolucionario.
En otros lugares, los grupos protestantes se afichan a sí mismos como un refugio del tumulto. "La gente no quiere polémicas", dijo Edgardo Bertrand, pastor de una de las iglesias protestantes más grandes de El Salvador. "Quieren a Dios".
Gran parte de rebaño en la Embajada del Jerusalén Cristiano en San Salvador son conversos cansados de la acción política que envolvió a la iglesia católica en décadas pasadas. Los evangélicos dicen que ellos enfatizan la transformación personal a través de la fe, no de la organización social y política.
"Podemos repartir comida, pero nuestro objetivo es que la gente conozca a Dios. Ricos y pobres necesitan a Cristo", dijo Geovane Dias, primer vice-presidente de la Primera Iglesia Bautista de Copacabana. "Ocuparse de los pobres no es nuestra misión más importante, como lo es para la iglesia católica... Para nosotros, nuestra prioridad número uno es servir a Cristo".
Miembros de su congregación -hombres y mujeres, jóvenes y viejos- hablan a menudo de sentir a Dios en términos emocionales. Llorar en los servicios del domingo no es raro.
"La gente siente un vacío, necesidades que a veces desconocen", dijo Dias. "Cuando una persona descubre a Cristo, no es solamente racional, sino también místico. Si tienes a Jesús, ti vida no será un lecho de rosas, pero habrá alguien que te guiará".
El conflicto político en Brasil no ha sido tan sangriento como en otras partes de América Latina. Pero el conflicto social sin embargo favoreció el crecimiento de las sectas protestantes, cuyos miembros se han más que triplicado en los últimos 25 años.
Durante ese tiempo, Brasil ha sufrido una intensa migración interna. Olas de gente la mayoría pobres, desesperados por encontrar un trabajo, se han trasladado del noroeste y centro-norte de Brasil, a lo largo de los bordes de la selva amazónica, para utilizar las ventajas del auge de la producción agrícola. Otros se han hacinado en las miserables barriadas de las ciudades a lo largo de la coste este, como en Recife y Río.
Tanto en la frontera agrícola como en las villas miseria metropolitanas, instituciones de gobierno y otras instituciones cívicas son débiles o prácticamente no existentes.
"El estado no avanza al mismo ritmo que el proceso. Tampoco la iglesia católica. No pueden asignar nuevos sacerdotes rápidamente a lugares donde está creciendo la población", dijo Cesar Romero Jacob, profesor de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Río. "Los grupos evangélicos llegan allá más rápidamente, y por llegar más pronto, cosechan a toda esa gente".
Un estudio de Jacob y otros colegas hace dos años, auspiciado en parte por la iglesia católica brasileña en un intento de comprender dónde y por qué disminuían sus feligreses, concluyó que el crecimiento de las sectas evangélicas como las Asambleas de Dios y la carismática Iglesia Universal del Reino de Dios ha sido explosivo en esas áreas.
Los emigrantes sin familia ni amigos ni los soportes de sus antiguas comunidades están ansiosos por usar las redes sociales y espirituales que proporcionan las iglesias protestantes a través de sus servicios semanales, los círculos bíblicos y otras actividades. Los sermones que prometen progresos y logros personales por medio de Dios y de una conducta correcta -no beber, no fumar- son también atractivos.
Las iglesias operan en locales poco comunes, como tiendas, y usan fuertes técnicas de márketing y proselitismo boca a boca. Forman a sus nuevos pastores rápidamente, a veces en un par de meses, en comparación con los años de seminario que se exige de los sacerdotes católicos.
"Las iglesias evangélicas son más rápidas, más ágiles, mientras que la iglesia católica es más burocrática", dijo Jacob.
Algunas sectas se han volcado a los medios de comunicación para difundir el evangelio. Una estimación reciente en Brasil dijo que las denominaciones protestantes eran propietarias de 58 emisoras de radio en 16 estados, o más de la mitad. La Iglesia Universal del Reino de Dios, quizás la de crecimiento más rápido en Brasil, posee dos redes nacionales de televisión y publica un boletín semanal leído por 1.5 millones de personas.
Entre 1980 y 2000, los años más activos del papado de Juan Pablo, el número de protestantes aumentó del 6.6 por ciento de la población de Brasil al 15.6 por ciento. Aunque hay más de 100 millones de católicos, su porcentaje de la población descendió de 89 a 74 por ciento.
"En 20 años la iglesia católica ha perdido más miembros que en toda la historia de Brasil" hasta ese punto, dijo Jacob. Sin una campaña que contenga la marea, los católicos podrían descender a menos del 60 por ciento de la población para fines de esta década, calculó.
En otros países latinoamericanos la fuerte emigración interna ha creado circunstancias similares, especialmente en Guatemala. Pero allá, dicen los expertos, los católicos parecen haber tenido éxito en detener, si no revertir, el crecimiento del protestantismo, usando la misma moneda. Ahora la iglesia católica opera emisoras de radio y bibliotecas, lo mismo que las sectas protestantes. También ha fomentado una mayor participación de los seglares en la liturgia y en las actividades de la iglesia.
Y aunque no pudo parar por sí solo el crecimiento del protestantismo, Juan Pablo, en su viaje a Guatemala de 2002, ayudó a unir a los fieles.
"Tienes que recordar que la iglesia católica tiene un peso histórico. Históricamente ha sido la iglesia", dijo Marco Antonio Barahona, director de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, de Ciudad de Guatemala, un laboratorio ideológico. La visita del Papa "fue clave en el resurgimiento de la esperanza espiritual entre los fieles católicos que coincidió con la estrategia de permitir más participación en las actividades litúrgicas".
Estar involucrado en la vida de la iglesia apelaba a Valente, el consultor en tecnología de la información de Río, cuando decidió acercarse a la Primera Iglesia Bautista de Copacabana hace un mes.
Un católico bautizado pero no practicante, ahora Valente asiste a los servicios del domingo en la mañana y vespertinos de la iglesia bautista, así como a las clases de Biblia antes del servicio de las 10:30. Participa en el coro los lunes, y se aparece los miércoles noche para las sesiones de "alabanzas".
Conversos como Valente han ayudado a la Primera Iglesia a casi doblar su tamaño -a 650 miembros- en los últimos seis o siete años, dijo Dias, el primer vice-presidente de la iglesia. Los feligreses son alentados a difundir la palabra.
Con la esperanza de que se den cuenta lo mucho que ha cambiado, Valente se siente ansioso de que el resto de la familia se una a él.
"Yo era muy ansioso, era una persona muy nerviosa, y ahora estoy mucho más tranquilo", dijo. "Siempre sentí que llevaba a Dios dentro de mí".
Andres D'Alessandro en Buenos Aires, Reed Johnson en Ciudad de Mexico y Chris Kraul y Alexander Renderos en San Salvador, y Rachel Van Dongen en Bogotá, contribuyeron a este reporaje.
15 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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