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cónclave: cambio o continuidad


[Daniel Williams y Alan Cooperman] El cónclave opone a guardianes de la continuidad y partidarios de cambios.
Roma, Italia. El nuevo pontífice de la iglesia católica podría ser un cardenal brasileño que dio refugio a unos trabajadores en huelga que eran perseguidos por helicópteros de la policía. Podría ser un nigeriano cuyos padres adoraban a dioses africanos, un hombre de Viena libresco que habla cinco idiomas, un italiano que sólo habla el suyo, o un argentino que hace el trayecto hasta su diócesis en autobús.
Durante nueve días desde el funeral del Papa Juan Pablo II, los 115 cardenales votantes se han reunido en deliberaciones secretas para evaluar las biografías, posiciones y personalidades de los candidatos. Sus reuniones, siguiendo una práctica de siglos, terminaron el sábado. El anillo y sellos del último Papa fueron destruidos. Trabajadores instalaron largas mesas para los cardenales debajo de las musculares figuras pintadas por Michelangelo en el techo y en las paredes de la Capilla Sixtina.
El domingo, los electores se trasladarán a una residencia especial en territorio del Vaticano. El cónclave se iniciará el lunes en la Capilla Sixtina, donde votarán al Papa 265.
De acuerdo a estudiosos de este y pasados períodos pre-electorales, el cónclave será un choque entre dos perspectivas. La primera enfatiza los códigos morales, el derecho a la vida, reforzar la fe y ataca a los países industrializados por su consumismo, libertinaje sexual e inclinaciones laicas. Reclama continuidad con las enseñanzas de Juan Pablo. El segundo campo no está en desacuerdo, pero quiere que el papado se oriente por una dirección diferente hacia problemas sociales -ayudar a los pobres y descentralizar la toma de decisiones desde el Vaticano hacia obispos individuales y sus asociaciones regionales.
Sólo dos Papas en la historia de 2.000 años de la iglesia tuvieron un papado más largo que los 26 de Juan Pablo. Elegir a alguien para seguir los pasos de un Papa carismático y vigoroso presenta inmensas dificultades. Debido a los extensos viajes de Juan Pablo y su intervención en asuntos de derechos humanos y política durante la Guerra Fría, la importancia de la elección del Papa va más allá de la iglesia.
"No es un match amistoso", dijo sobre el proceso Alberto Melloni, historiador de la iglesia católica. "Un lado sostiene el estandarte de Juan Pablo en apoyo de las posiciones conservadoras -están por la continuidad. El otro quiere empezar de nuevo".

Las Facciones
Es difícil clasificar a los candidatos -muchos podrían ser descritos tanto como conservadores como liberales, centralistas y anti-centralistas, disciplinarios y conciliadores.
Un cardenal se destaca como líder de una facción que favorece la continuidad: José Ratzinger, el guardián de la ortodoxia, un alemán que se enroló y desertó del ejército nazi en la Segunda Guerra Mundial. Ratzinger, 78, es un prolífico escritor con la reputación de ser encantador en los salones y un severo capataz. Su primera tarea bajo Juan Pablo fue reprimir la teología de la liberación, el movimiento que organizó a los pobres para luchar por sus derechos en el Tercer Mundo. Luego continuó silenciando las voces que ponían en duda las doctrinas de la iglesia sobre la infalibilidad del Papa, la contracepción y la prohibición de la ordenación de mujeres.
Si Ratzinger decide desempeñar el papel de consejero antes que de candidato, podría inclinar la balanza hacia cualquiera de varios aliados, dicen observadores del Vaticano. Uno, el cardenal Camillo Ruini, 74, encabeza la Conferencia de Obispos Italianos. En un sermón el segundo día de duelo, complementó a su estricta posición sobre cuestiones doctrinales y la moralidad con un llamado a la "colegialidad".
En contraste con Ratzinger, el cardenal Carlo Maria Martini, el alto y solemne arzobispo retirado de Milán, es prominente entre los que fomentan una nueva dirección del papado. Martini ha estado viviendo en Jerusalén, estudiando tranquilamente la Biblia -y de vez en vez oponiéndose a las políticas y prácticas del papado de Juan Pablo. En una entrevista del 7 de abril de 2004 con el diario Il Tempo, de Roma, entregó un detallado plan para la democracia en la iglesia. Sugirió que los sínodos nacionales jugaran un rol la elección de los Papas y dijo que la iglesia debe considerar la ordenación de mujeres.
Martini puede obtener votos en la primera ronda, pero como candidato simbólico, conjeturó Giulio Anselmi, un antiguo editor del diario romano Il Messagero. Martini, 78, sufre los primeros estadios de la enfermedad de Parkinson, la misma que debilitó a Juan Pablo, y probablemente ceda su lugar a un colega italiano, Diogini Tettamanzi, que lo remplazó como arzobispo de Milán, dijo Anselmi.
Por otro lado, Tettamanzi, 71, ha estado firmemente con las estrictas posiciones de Juan Pablo. Ayudó a editar la encíclica ‘Evangelium Vitae' de 1995, que denuncia la "cultura de la muerte" que el Papa dijo que se reflejaba en la contracepción, el aborto y la eutanasia. Pero Tettamanzi también enfadó a algunos colegas por tratar la homosexualidad como un pecado como el adulterio.

Italiano o No
Italia proporcionó todos los Papas durante 455 años antes de la elección de Juan Pablo. Los últimos nombres locales que aparecen en los diarios italianos son el cardenal de Florencia, Ennio Antonelli, 69; el de Génova, Tarcisio Bertone, 70; y el de Venecia, Angelo Scola, 63. Antonelli, que los italianos asocian con la facción de Martini, se ha transformado en un importante partidario del uso de internet para llegar a los jóvenes católicos y ha hecho vigilias con musulmanes para protestar contra la guerra de Iraq. Bertone, que trabajó en el pasado para Ratzinger, causó conmoción el mes pasado al atacar la novela ‘El Código Da Vinci'. Scola, hijo de un camionero, ha empezado una revista, Oasis, para construir lazos entre cristianos en el Occidente y en países de mayorías musulmanas.
En el cónclave de 1978 que eligió a Juan Pablo, la incapacidad de los italianos de ponerse de acuerdo en un solo candidato fuerte allanó el camino del Papa polaco. Podría ocurrir de nuevo, especulan observadores. América Latina, que tiene la mitad de 1.1 billón de católicos del mundo, cuenta con varios posibles candidatos.
El cardenal de Brasil, Claudio Hummes, 71, se ha concentrado constantemente en los problemas sociales. Cuando era obispo de una diócesis en las afueras de la ciudad de Sao Paulo en los años setenta, ocultó a unos obreros automotrices en su iglesia. Entre ellos estaba Luiz Inacio Lula da Silva, ahora el presidente de Brasil. Lulla ha pedido públicamente la elección de Hummes como Papa.
El cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, 68, alcanzó prominencia en parte debido su humilde estilo de vida. Vive en su propio apartamento con un colega anciano, antes que en la palacial residencia del arzobispo en la capital argentina. Cocina para sí mismo y llega a su trabajo en autobús. Fue lo nombraron cardenal en 2002, prohibió a sus seguidores que viajaran a Roma a celebrarlo y les instó a dar el dinero a los pobres. Pero es un jesuita, y ningún miembro de esa orden religiosa ha sido elegido nunca.

Orígenes Diversos
Otros dos candidatos latinoamericanos son conocidos por preocuparse de los pobres: el de Colombia, Darío Castrillón Hoyos, y el de Honduras, Óscar Rodríguez Maradiaga. Como joven sacerdote, Castrillón, 75, recorría las calles de su parroquia repartiendo café y comida la gente sin casa. Como obispo, se disfrazó de repartidor de la leche para meterse en las montañas en un intento de convencer al jefe de una banda de cocaína Pablo Escobar para que negociara con el gobierno.
Rodríguez Maradiaga, 62, que tiene un diploma en psicología, defiende la cancelación de la deuda externa de los países del Tercer Mundo. Commo Hummes, ha atacado al capitalismo global diciendo que lleva la "injusticia en su código genético".
Dos candidatos europeos comparten el interés en el diálogo inter-religioso. El cardenal de Viena, Christoph Schoenborn, 60, supervisó la producción de un catecismo de 500 páginas, el manual de las creencias católicas, y ha estado profundamente involucrado en las charlas de unidad pan-cristiana y encuentros con líderes musulmanes. Es el único aristócrata hereditario entre los cardenales.
El de París, Jean-Marie Lustiger, 78, es hijo de padres judío-polacos que emigraron a Francia. Los nazis deportaron a su madre a Auschwitz, donde murió. Educado por tutores católicos, se convirtió a la edad de 13 y cambió su nombre de Aaron a Jean-Marie. Dijo hace poco a periodistas que se consideraba a sí mismo como un judío con una "afiliación dual".
El veterano cardenal de Nigeria, Francis Arinze, y el de India, Ivan Dias, son también identificados como candidatos para ser el próximo Papa.
Arinze, 72, sería el primer Papa de África en 1.500 años y el primer Papa negro de la historia. Dias, 69, habla 16 idiomas y ha sido un diplomático itinerante del Vaticano en los últimos 30 años.

17 de abril de 2005
©washington post
©traducción mQh

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