sudamérica con dos candidatos
[Richard Boudreaux] División latinoamericana perjudica posibilidades de un Papa latino.
Ciudad del Vaticano. El presidente de Honduras no pudo ocultar su excitación cuando llegó aquí para el funeral del Papa Juan Pablo II.
El reino del prelado polaco, que rompió con 456 años de predominio italiano sobre el papado, terminó.
Ahora, dijo el presidente Ricardo Maduro: "América Latina tiene la extraordinaria posibilidad de tener un Papa en el Vaticano".
Quizás. América Latina es el hogar de más del 40 por ciento del billón de católicos del mundo y 20 de los 115 cardenales que comienzan su cónclave hoy lunes para elegir al sucesor de Juan Pablo.
Pero de momento los cardenales latinoamericanos están divididos, incapaces de actuar como bloque para apoyar a uno de los suyos. La idea de que la geografía debería contar pesadamente en la elección del próximo Papa ha retrocedido ante temas contenciosos como cómo debería gobernarse la iglesia y cómo debería relacionarse con la gente de otros credos.
La politiquería entre los cardenales durante la semana posterior al funeral de Juan Pablo ha generado mucho más especulación sobre los europeos que anhelan la posición. "Quizás veamos pronto al primer Papa latinoamericano", dijo un diplomático de la región, acreditado ante la Santa Sede. "Pero tradicionalmente son los europeos los que construyen alianzas para los cónclaves papales. Los latinoamericanos no han logrado todavía romper esa tradición".
La elección de Juan Pablo en 1978 fue una osada opción geopolítica. La elección de un polaco para el papado durante la Guerra Fría dio energías a la resistencia de la iglesia ante el dominio comunista en Europa del Este.
A fines de su reinado los cardenales empezaron a preguntarse en voz alta si la muerte de Juan Pablo debería, en los albores del nuevo milenio, dar lugar a una decisión igualmente histórica. Un Papa de América Latina, donde la pobreza y la desigualdad de los ingresos son problemas acuciantes, daría relieve al compromiso de la iglesia con la justicia social y ayudaría a contener la difusión de movimientos evangélicos no-católicos, dijeron algunos cardenales.
El cardenal Adam Kozlowiecki, de Polonia, se hizo eco de esa idea la semana pasada en una reunión a puertas cerradas de los cardenales que se preparan para el cónclave. El prelado, que por sus 94 años no puede ser elegido, dijo que en la búsqueda de un nuevo Papa "debemos mirar hacia América Latina".
Los líderes políticos también han estado opinando. Un Papa latinoamericano "estaría mucho más cerca de nosotros y conocería mejor nuestros problemas", dijo el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva horas después de la muerte de Juan Pablo. "Sería incluso mejor si fuera brasileño".
La idea de que un compatriota dirija el mundo católico ha entusiasmado incluso a algunos funcionarios comunistas en Cuba, donde el gobierno de Fidel Castro fue oficialmente ateo hasta 1991 y ha tenido difíciles relaciones con la iglesia. Ricardo Alarcón, presidente del parlamento cubano, fue enviado en representación de Fidel al funeral de Juan Pablo y dijo a periodistas aquí que Castro estaría encantado si el cardenal cubano Jaime Ortega, al que tiene por amigo, fuera elegido Papa.
Entre los 20 cardenales latinoamericanos aquí hay siete papables', candidatos papales que en años recientes han hecho hablar de sí.
Pero los cardenales de América Latina han evitado las barras parroquiales, incluso aunque enfatizan la importancia de la región para la iglesia.
La elección del Papa "no es un partido de fútbol", dijo al diario de Ciudad de México, El Universal, el cardenal Norberto Rivera Carrera, de México, uno de los contendientes. "El que decide es Dios".
En lugar de unir fuerzas en estas reuniones, los latinoamericanos se han dividido en dos campos emergentes.
Varios se han colocado detrás del cardenal José Ratzinger, de Alemania, 78, jefe del Vaticano del despacho doctrinario. Ratzinger es ampliamente identificado como un temprano candidato del bloque archiconservador que promueve un fuerte control central de los asuntos de la iglesia, la continuidad de una rígida aplicación de la doctrina católica y el énfasis en fortalecer la fe contra el secularismo.
Entre sus partidarios se encuentra el cardenal Alfonso López Trujillo, jefe en el Vaticano del Consejo Pontificio para la Familia. El prelado colombiano está organizando cenas en su casa para reunir votos para Ratzinger.Como presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, de Chile, podría construir una coalición regional para apoyar a un candidato latinoamericano, pero se dice que él también apoya a Ratzinger, como lo hace también el cardenal argentino, Jorge Mario Bergoglio.
Un campo rival se está organizando en torno al cardenal Carlo Maria Martini, de Italia, que es partidario de una iglesia más descentralizada.
Los cardenales Claudio Hummes, de Brasil, y Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, de Honduras, pertenecerían a ese campo porque difieren con el programa de Ratzinger por razones diferentes. Creen que la acción social -luchar contra la pobreza y la injusticia, por ejemplo- deben ser las principales prioridades de la iglesia.
Después de promover sutilmente a sus propios candidatos, Hummes y Rodríguez llegaron a Roma este mes con pocos partidarios. Cualquiera de ellos, así como otros en el campo latinoamericano de Ratzinger, puede emerger como contendiente si fracasan los candidatos principales, pero tendrían que competir con varios candidatos italianos y europeos.
18 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
El reino del prelado polaco, que rompió con 456 años de predominio italiano sobre el papado, terminó.
Ahora, dijo el presidente Ricardo Maduro: "América Latina tiene la extraordinaria posibilidad de tener un Papa en el Vaticano".
Quizás. América Latina es el hogar de más del 40 por ciento del billón de católicos del mundo y 20 de los 115 cardenales que comienzan su cónclave hoy lunes para elegir al sucesor de Juan Pablo.
Pero de momento los cardenales latinoamericanos están divididos, incapaces de actuar como bloque para apoyar a uno de los suyos. La idea de que la geografía debería contar pesadamente en la elección del próximo Papa ha retrocedido ante temas contenciosos como cómo debería gobernarse la iglesia y cómo debería relacionarse con la gente de otros credos.
La politiquería entre los cardenales durante la semana posterior al funeral de Juan Pablo ha generado mucho más especulación sobre los europeos que anhelan la posición. "Quizás veamos pronto al primer Papa latinoamericano", dijo un diplomático de la región, acreditado ante la Santa Sede. "Pero tradicionalmente son los europeos los que construyen alianzas para los cónclaves papales. Los latinoamericanos no han logrado todavía romper esa tradición".
La elección de Juan Pablo en 1978 fue una osada opción geopolítica. La elección de un polaco para el papado durante la Guerra Fría dio energías a la resistencia de la iglesia ante el dominio comunista en Europa del Este.
A fines de su reinado los cardenales empezaron a preguntarse en voz alta si la muerte de Juan Pablo debería, en los albores del nuevo milenio, dar lugar a una decisión igualmente histórica. Un Papa de América Latina, donde la pobreza y la desigualdad de los ingresos son problemas acuciantes, daría relieve al compromiso de la iglesia con la justicia social y ayudaría a contener la difusión de movimientos evangélicos no-católicos, dijeron algunos cardenales.
El cardenal Adam Kozlowiecki, de Polonia, se hizo eco de esa idea la semana pasada en una reunión a puertas cerradas de los cardenales que se preparan para el cónclave. El prelado, que por sus 94 años no puede ser elegido, dijo que en la búsqueda de un nuevo Papa "debemos mirar hacia América Latina".
Los líderes políticos también han estado opinando. Un Papa latinoamericano "estaría mucho más cerca de nosotros y conocería mejor nuestros problemas", dijo el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva horas después de la muerte de Juan Pablo. "Sería incluso mejor si fuera brasileño".
La idea de que un compatriota dirija el mundo católico ha entusiasmado incluso a algunos funcionarios comunistas en Cuba, donde el gobierno de Fidel Castro fue oficialmente ateo hasta 1991 y ha tenido difíciles relaciones con la iglesia. Ricardo Alarcón, presidente del parlamento cubano, fue enviado en representación de Fidel al funeral de Juan Pablo y dijo a periodistas aquí que Castro estaría encantado si el cardenal cubano Jaime Ortega, al que tiene por amigo, fuera elegido Papa.
Entre los 20 cardenales latinoamericanos aquí hay siete papables', candidatos papales que en años recientes han hecho hablar de sí.
Pero los cardenales de América Latina han evitado las barras parroquiales, incluso aunque enfatizan la importancia de la región para la iglesia.
La elección del Papa "no es un partido de fútbol", dijo al diario de Ciudad de México, El Universal, el cardenal Norberto Rivera Carrera, de México, uno de los contendientes. "El que decide es Dios".
En lugar de unir fuerzas en estas reuniones, los latinoamericanos se han dividido en dos campos emergentes.
Varios se han colocado detrás del cardenal José Ratzinger, de Alemania, 78, jefe del Vaticano del despacho doctrinario. Ratzinger es ampliamente identificado como un temprano candidato del bloque archiconservador que promueve un fuerte control central de los asuntos de la iglesia, la continuidad de una rígida aplicación de la doctrina católica y el énfasis en fortalecer la fe contra el secularismo.
Entre sus partidarios se encuentra el cardenal Alfonso López Trujillo, jefe en el Vaticano del Consejo Pontificio para la Familia. El prelado colombiano está organizando cenas en su casa para reunir votos para Ratzinger.Como presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, de Chile, podría construir una coalición regional para apoyar a un candidato latinoamericano, pero se dice que él también apoya a Ratzinger, como lo hace también el cardenal argentino, Jorge Mario Bergoglio.
Un campo rival se está organizando en torno al cardenal Carlo Maria Martini, de Italia, que es partidario de una iglesia más descentralizada.
Los cardenales Claudio Hummes, de Brasil, y Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, de Honduras, pertenecerían a ese campo porque difieren con el programa de Ratzinger por razones diferentes. Creen que la acción social -luchar contra la pobreza y la injusticia, por ejemplo- deben ser las principales prioridades de la iglesia.
Después de promover sutilmente a sus propios candidatos, Hummes y Rodríguez llegaron a Roma este mes con pocos partidarios. Cualquiera de ellos, así como otros en el campo latinoamericano de Ratzinger, puede emerger como contendiente si fracasan los candidatos principales, pero tendrían que competir con varios candidatos italianos y europeos.
18 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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