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rebeldes en la pantalla


[Colin McMahon] Reality-TV iraquí exhibe interrogatorios de rebeldes. Participantes son humillados, torturados y, a veces, asesinados después.
Bagdad, Iraq. El imán hizo un tipo de publicidad que incluso el dinero de las redes de televisión no podría pagar: Id a casa, dijo el clérigo a los fieles al término de las oraciones de los viernes, y ved ‘El Terror en Manos de la Justicia'.
No es que la audiencia de la mezquita de Al-Zuwiya de Bagdad necesite que se lo recuerde. ‘El Terror en Manos de la Justicia' es un fenómeno cultural en Iraq.
El concepto de un programa de reality TV es simple como su nombre. Policías e interrogadores militares iraquíes amenazan, intimidan, sonsacan, engatusan e interrogan a los insurgentes acusados. Graban las sesiones y las emiten en horario nocturno por el canal estatal Iraqiya TV.
Las confesiones son a menudo apasionantes, los crímenes monstruosos. A veces los acusados, que deben ser juzgados si se les acusa formalmente, son locuaces. Otras, sus maneras hoscas hacen creer que las confesiones son montadas y moretones visibles sugieren que fueron golpeados. Los detractores la llaman unreality TV.
Pero aunque parezca inquietante para jueces de La Haya o profesores de la Facultad de Leyes de Harvard, produce una televisión fenomenal.
"No te puedes quejar sobre los derechos humanos con esta gente -son traidores", dijo Alaa al-Saffar, periodista iraquí, exponiendo una opinión tan común que muchos iraquíes se asombran de que el tratamiento de los acusados pueda ser considerado injusto. "Este no es tu país. Aquí la situación es mala. Es lo que tenemos que hacer".
Y funciona, dice al-Saffar, funcionarios iraquíes y autoridades norteamericanas. El programa ha despojado a los insurgentes de su aire de invencibilidad, dicen los aficionados. Muestra que las tropas iraquíes están deteniendo a gente, y no solamente diciéndolo. Y ha alentado a los iraquíes de a pie a hacer frente a los insurgentes y cooperar con la policía y soldados iraquíes, dicen sus partidarios.
"La gente ahora se da cuenta de que los terroristas no son invencibles porque los ven capturados en la televisión", dijo Udai al-Jubouri, un ingeniero militar cuyo barrio de Dora en el sur de Bagdad es una de las zonas más peligrosas de Iraq. "La gente sólo cree lo que ve. La gente en las tiendas y en los salones de té que antes apoyaban este tipo de ataques, ahora no lo hace".
Habib al-Sáder, director general del canal Iraqiya, dijo que el programa tiene éxito en todas partes. Ayuda en la lucha contra el terrorismo, dijo, y entrega al golpeado pueblo iraquí el tipo de venganza que anhela.
En cuanto al principio de que se es inocente mientras no se demuestre que se es culpable, al Sáder dijo: "No hay duda de que esta gente son terroristas, mercenarios y asesinos".
Aunque algunos acusados empiezan el programa declarando su inocencia, al final de las sesiones grabadas la mayoría de ellos admite cualquiera cosa de que se les acuse.
Un antiguo teniente de la policía de Mosul, Shuqair al-Farishi, ha aparecido en el programa al menos tres veces, y se ve cada vez más desesperado. En su última aparición tenía círculos negros y azules en los ojos, que antes no tenía.
Al-Farishi y un compañero, Hussein Sheikhu, admitieron haber matado a dos cristianos -"porque eran colaboracionistas"-, violado y asesinado al menos a 10 mujeres y de trabajar para un agente sirio.
Los acusados dijeron que no habían matado a ningún norteamericano, un punto que el interrogador aprovechó para ridiculizarlos por atacar solamente a iraquíes. Un punto del programa es que los ataques contra las tropas norteamericanas no son realmente un problema, y los interrogadores se refieren a las tropas norteamericanas como "los ocupantes".

Clara Posición de Poder
Los interrogatorios son una mezcla de familiaridad, drama, ridículo y amenazas. Al-Farishi y otros son llamados por sus nombres de pila, y en un episodio el interrogador sugirió jovialmente hacer todo un programa solamente con al-Farishi. No hay ninguna duda de que el inquisidor, que no aparece en pantalla, tiene todo el poder.
"¿Dónde mataste a Ahmad Juma?", pregunta el interrogador a Sheikhu en un momento. "Nosotros lo secuestramos", dice Sheikhu.
"¿Quién lo mató?"
"Yo lo maté, señor", declara Sheikhu.
Más adelante en el mismo interrogatorio, Sheikhu es calificado de "despreciable". El interrogador dice a los hombres: "Ojalá que Alá te muela los huesos". Y al-Farishi es ridiculizado por ser evasivo sobre un supuesto agente sirio.
"¿Eres estúpido o te haces?", dice el inquisidor.
Al-Sáder, el ejecutivo de Iraqiya, dijo que la humillación tiene un objetivo. "Un montón de iraquíes corrientes pensaban que estos terroristas eran como Superman. Los canales de televisión los muestran grandes, agitando espadas y decapitando a gente como si estuvieran sacrificando a un animal.
"‘El Terror en Manos de la Justicia' muestra que son perdedores -sin trabajo, mercenarios, gente sin moral ni ética", dijo al-Sáder.
Los hombres en el programa a menudo son pequeños, frágiles y malvados. No sólo confiesan terribles atentados, secuestros y asesinatos; también confiesan violar los mismos principios islámicos que pretenden defender. Los acusados hablan de alcohol y drogas, violaciones y homosexualidad. Casi siempre dicen que lo hicieron por dinero.

Red Amenazada
Al-Sáder y otros en Al-Iraqiya han sido amenazados si continúan el programa. La red cerró el boulevard frente a su cuartel general y amplió su perímetro de seguridad otra cuadra más. Para llegar al pequeño despacho de al-Sáder, que se ve repleta con sus dos televisiones de pantalla plana, una enorme nevera y una unidad de aire acondicionado ajustado en ‘Ártico', un visitante debe pasar por cuatro puestos de control de seguridad fuertemente armados.
"Recibo amenazas en mi cuenta de correo electrónico. Ellos las colocan en artículos en internet", dijo al-Sáder. "Dejaron una carta en el jardín de mi casa".
Críticos que acusaron a Al-Iraqiya de falsificar las confesiones, o de obligar a los acusados a incriminarse, fueron invitados a un programa, dijo al-Sáder. Nadie respondió, dijo, y eso incluye a un grupo de clérigos sunníes que cree que los insurgentes son combatientes legítimos de la resistencia.
Activistas extranjeros de derechos humanos sospechan que los detenidos son torturados en cárceles iraquíes que utilizan los mismos métodos que en la época de Saddam Hussein. Un funcionario iraquí de derechos humanos dijo que el programa causaba algunas preocupaciones, pero ha mostrado poco interés en investigar el asunto.
Funcionarios estadounidenses soslayan las preguntas sobre la ética jurídica y corrección humanas. Refiriéndose a los informes de inteligencia, dicen que el programa han irritado a algunos grupos de insurgentes. Ellos lo consideran como un signo de que está funcionando.

Nadeem Majeed contribuyó a este reportaje.

cmcmahon@tribune.com

18 de abril de 2005
©chicago tribune
©traducción mQh
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