continúa purga de sunníes
[Ellen Knickmeyer, Caryle Murphy y Anthony Shadid] Alianza iraquí quiere sacar a funcionarios de la era de Hussein.
Bagdad, Iraq. El dirigente bloque chií en el nuevo gobierno iraquí pedirá la remoción de todos los funcionarios de alto nivel que todavía quedan de la era del antiguo presidente Saddam Hussein, dijo un funcionario de alto rango. La medida sería parte de una purga que funcionarios estadounidenses temen que pueda sacar a miles de los más capaces iraquíes de las fuerzas militares y de inteligencia en cuya reconstrucción Estados Unidos ha gastado más de 5 billones de dólares.
La Alianza Unida Iraquí dominada por los chiíes también insistirá en juzgar a todo antiguo funcionario, soldado o empleado sospechoso de delitos durante esa época, dijo Hussain Shahristani, que contribuyó a formar la alianza chií, en una entrevista en la que delineó los planes para ocuparse de los miembros del Partido Baaz de Hussein en las fuerzas armadas y en los servicios de inteligencia.
Shahristani dijo que la alianza también tratará de procesar a los que dijo eran unos pocos miles de líderes de la resistencia dirigida por los sunníes.
Para la alianza y la comunidad chií perseguida durante tanto tiempo, representa, dijo Shahristani, "que la justicia prevalece" por sobre todo lo demás.
Los temores de una purga han provocado una dura respuesta de Estados Unidos. El ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld, llegando sorpresivamente a Iraq la semana pasada, advirtió que el gobierno dirigido por los chiíes no debe "barrer la casa" de las fuerzas de seguridad.
El plan de la alianza chií también contradice los esfuerzos de otros políticos iraquíes que dicen que esperan disolver la resistencia incorporando al proceso político a la enajenada minoría sunní, sacada del poder con Hussein. El nuevo presidente, Jalal Talabani, cuyo bloque kurdo forma parte de la coalición con la alianza chií, ha pedido una amnistía y negociaciones oficiales con algunos insurgentes.
Pero Shahristani dijo que la alianza dirigida por los chiíes cree que las armas, y no la apaciguamiento, terminarán con la resistencia.
"No creo que se pueda derrotar con negociaciones a la resistencia", dijo Shahristani, que está cercano al líder religioso más influyente de Iraq políticamente, el gran ayatollah Ali Sistani. "Para nosotros en la alianza no lo tomamos en serio. Creemos que es rendirse, y el pueblo iraquí no aceptará que nos entreguemos".
Cómo se aborde la purga se destaca como una de las tareas potencialmente más divisivas y peligrosas a la que deberá hacer frente la coalición chií-kurda que llegó al poder en las elecciones nacionales del 30 de enero. Adnan Ali Kadhimi, un asesor del primer ministro entrante, Ibrahim Jafari, dijo el domingo que estaba trabajando para dar a conocer el nuevo gabinete a principios de la próxima semana. Jafari es el primer premier chií en medio siglo.
Durante Hussein la inscripción en el Partido Baaz era un requisito para trabajos a casi todos los niveles, desde general de ejército a maestro. Las fuerzas armadas de Hussein y sus casi dos docenas de agencias de inteligencia, fueron responsables de asesinatos masivos, encarcelamientos, desarraigos y tortura. Miembros de la oposición chií y kurda fueron cientos de miles de las víctimas.
Los políticos dicen que la gente responsable de algunos de esos abusos y baazistas recalcitrantes se habían infiltrado en las nuevas fuerzas de seguridad y debían ser removidos.
Pero una purga demasiado amplia y profunda amenaza con empeorar uno de los más grandes legados del derrocamiento de Hussein y la ocupación norteamericana: el creciente tinte religioso y étnico en la política del país.
La percepción de que fuerzas de seguridad y de inteligencia dominadas por chiíes fortalecería la sensación de asedio entre algunas comunidades sunníes. También los kurdos y otros grupos chiíes estarían menos dispuestos a desbandar sus milicias, a las que ven como una última defensa ante las ambiciones de los chiíes.
Wamidh Nadhmi, líder de la Tendencia Nacionalista Árabe y portavoz de una coalición de grupos sunníes y chiíes que boicotearon las elecciones, dijo que una purga virulenta de las fuerzas de seguridad terminaría atiborrándolas con lealtades partidistas, un tema común en la historia de Iraq, cuando los partidos competían por el poder.
"Esa gente nos está amenazando con el sistema de los señores de la guerra que destruirá al país", dijo Nadhmi.
Estados Unidos y muchos líderes iraquíes dicen que dejar sin trabajo a los funcionarios y oficiales de la era baazista los estimularía a unirse a la resistencia.
Una importante preocupación para Estados Unidos es que la purga vaya tan lejos solamente en términos militares, diezmando a las nuevas fuerzas mientras combaten contra la resistencia en todo el país, dijo en Bagdad un funcionario norteamericano.
Si el bloque chií "va iniciar una purga severa de todos los que alguna vez llevaron una carta de inscripción baazista, entonces se van deshacer de gente que realmente tiene experiencia y se han probado a sí mismos", dijo el funcionario, que habló a condición de guardar el anonimato.
"Estamos realmente convencidos de que ellos son la clave", dijo de los veteranos de la era baazista, mencionando la conducta de antiguos agentes baazistas de nivel medio en importante enfrentamientos -y las vidas y dólares norteamericanos invertidos en la reconstrucción de las fuerzas armadas de Iraq".
Y en un clima en que las divisiones sectarias y étnicas son agudas, los errores podrían adquirir vida propia, dijo oficial norteamericano, también a condición de guardar el anonimato.
"Los partidos que se sientan a la mesa no tienen demasiada confianza unos en otros", dijo. "Y así todo error percibido, todo mal uso del poder, dependiendo de dónde estás, será magnificado. Así que existen peligros en todo el proceso".
Dijo que en la purga veía riesgos y beneficios.
"Si se lleva a cabo una purga, el simple hecho es que tendremos una fuerza que está tan ahuecada que será menos capaz", dijo. "Si no se hace la purga, habrá algún grupo que analizará a los miembros de las fuerzas de seguridad y dirá que algunos de ellos deberían ser expulsados y eso aumentará el grado de desconfianza".
Shahristani señaló los servicios de inteligencia como uno de los principales campos de batalla a medida que la alianza chií compite con funcionarios de la era baazista por el control de las agencias y archivos.
Los servicios de inteligencia de después de la guerra cuentan con muchos funcionarios y agentes baazistas integrados al trabajo por la CIA en su búsqueda de inteligencia sólida contra los insurgentes, dijeron funcionarios norteamericanos e iraquíes.
"Sabemos que la mayoría de los funcionarios veteranos del departamento provienen del servicio de inteligencia anterior que han estado oprimiendo al pueblo iraquí", dijo Shahristani.
Legisladores de la coalición gobernante dicen que la alianza chií ha accedido a no desmantelar los servicios de inteligencia claves. La pregunta será quién los dirige y provee de personal, dicen. El bloque que controle indisputadamente a las agencias de seguridad nacional y sus archivos tendrán los medios, e información, para identificar a sus enemigos políticos.
Si se purga a los funcionarios de inteligencia sunní, los fanáticos chiíes incorporarán en los servicios secretos a unidades de las milicias chiíes incluyendo a la Brigada Báder, un grupo formado por líderes chiíes iraquíes cuando vivían en el exilio en Irán durante el gobierno de Hussein.
"Tienes que asumir -Allawi lo asume- que la Brigada Báder querrá infiltrar los servicios secretos", dijo un importante funcionario kurdo en la coalición con la alianza, refiriéndose a Ayad Allawi, primer ministro del gobierno interino y uno de los principales personeros que se esfuerzan ahora tratando de frenar el sectarismo chií en el nuevo gobierno.
Shahristari dijo que los planes de la alianza sobre la purga eran ligeramente más duros que los de Allawi. Para la alianza, dijo, "la desbaazificación no significa excluir a los sunníes, ni tampoco que todos y cada uno de los miembros del Partido Baaz son culpables mientras no demuestren su inocencia".
Con sólo 17 diputados sunníes en la nueva asamblea de 275 escaños como resultado del boicot sunní de las elecciones, los sunníes deben buscar a otros para que representen sus intereses en la purga próxima.
Nadhmi dijo que sospechaba que Estados Unidos serviría de control.
"No creo que los norteamericanos permitan una desintegración total del sistema que ellos ayudaron a iniciar", dijo. "Los obligarán a llegar a un buen montón de compromisos".
19 de abril de 2005
©washington post
©traducción mQh
La Alianza Unida Iraquí dominada por los chiíes también insistirá en juzgar a todo antiguo funcionario, soldado o empleado sospechoso de delitos durante esa época, dijo Hussain Shahristani, que contribuyó a formar la alianza chií, en una entrevista en la que delineó los planes para ocuparse de los miembros del Partido Baaz de Hussein en las fuerzas armadas y en los servicios de inteligencia.
Shahristani dijo que la alianza también tratará de procesar a los que dijo eran unos pocos miles de líderes de la resistencia dirigida por los sunníes.
Para la alianza y la comunidad chií perseguida durante tanto tiempo, representa, dijo Shahristani, "que la justicia prevalece" por sobre todo lo demás.
Los temores de una purga han provocado una dura respuesta de Estados Unidos. El ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld, llegando sorpresivamente a Iraq la semana pasada, advirtió que el gobierno dirigido por los chiíes no debe "barrer la casa" de las fuerzas de seguridad.
El plan de la alianza chií también contradice los esfuerzos de otros políticos iraquíes que dicen que esperan disolver la resistencia incorporando al proceso político a la enajenada minoría sunní, sacada del poder con Hussein. El nuevo presidente, Jalal Talabani, cuyo bloque kurdo forma parte de la coalición con la alianza chií, ha pedido una amnistía y negociaciones oficiales con algunos insurgentes.
Pero Shahristani dijo que la alianza dirigida por los chiíes cree que las armas, y no la apaciguamiento, terminarán con la resistencia.
"No creo que se pueda derrotar con negociaciones a la resistencia", dijo Shahristani, que está cercano al líder religioso más influyente de Iraq políticamente, el gran ayatollah Ali Sistani. "Para nosotros en la alianza no lo tomamos en serio. Creemos que es rendirse, y el pueblo iraquí no aceptará que nos entreguemos".
Cómo se aborde la purga se destaca como una de las tareas potencialmente más divisivas y peligrosas a la que deberá hacer frente la coalición chií-kurda que llegó al poder en las elecciones nacionales del 30 de enero. Adnan Ali Kadhimi, un asesor del primer ministro entrante, Ibrahim Jafari, dijo el domingo que estaba trabajando para dar a conocer el nuevo gabinete a principios de la próxima semana. Jafari es el primer premier chií en medio siglo.
Durante Hussein la inscripción en el Partido Baaz era un requisito para trabajos a casi todos los niveles, desde general de ejército a maestro. Las fuerzas armadas de Hussein y sus casi dos docenas de agencias de inteligencia, fueron responsables de asesinatos masivos, encarcelamientos, desarraigos y tortura. Miembros de la oposición chií y kurda fueron cientos de miles de las víctimas.
Los políticos dicen que la gente responsable de algunos de esos abusos y baazistas recalcitrantes se habían infiltrado en las nuevas fuerzas de seguridad y debían ser removidos.
Pero una purga demasiado amplia y profunda amenaza con empeorar uno de los más grandes legados del derrocamiento de Hussein y la ocupación norteamericana: el creciente tinte religioso y étnico en la política del país.
La percepción de que fuerzas de seguridad y de inteligencia dominadas por chiíes fortalecería la sensación de asedio entre algunas comunidades sunníes. También los kurdos y otros grupos chiíes estarían menos dispuestos a desbandar sus milicias, a las que ven como una última defensa ante las ambiciones de los chiíes.
Wamidh Nadhmi, líder de la Tendencia Nacionalista Árabe y portavoz de una coalición de grupos sunníes y chiíes que boicotearon las elecciones, dijo que una purga virulenta de las fuerzas de seguridad terminaría atiborrándolas con lealtades partidistas, un tema común en la historia de Iraq, cuando los partidos competían por el poder.
"Esa gente nos está amenazando con el sistema de los señores de la guerra que destruirá al país", dijo Nadhmi.
Estados Unidos y muchos líderes iraquíes dicen que dejar sin trabajo a los funcionarios y oficiales de la era baazista los estimularía a unirse a la resistencia.
Una importante preocupación para Estados Unidos es que la purga vaya tan lejos solamente en términos militares, diezmando a las nuevas fuerzas mientras combaten contra la resistencia en todo el país, dijo en Bagdad un funcionario norteamericano.
Si el bloque chií "va iniciar una purga severa de todos los que alguna vez llevaron una carta de inscripción baazista, entonces se van deshacer de gente que realmente tiene experiencia y se han probado a sí mismos", dijo el funcionario, que habló a condición de guardar el anonimato.
"Estamos realmente convencidos de que ellos son la clave", dijo de los veteranos de la era baazista, mencionando la conducta de antiguos agentes baazistas de nivel medio en importante enfrentamientos -y las vidas y dólares norteamericanos invertidos en la reconstrucción de las fuerzas armadas de Iraq".
Y en un clima en que las divisiones sectarias y étnicas son agudas, los errores podrían adquirir vida propia, dijo oficial norteamericano, también a condición de guardar el anonimato.
"Los partidos que se sientan a la mesa no tienen demasiada confianza unos en otros", dijo. "Y así todo error percibido, todo mal uso del poder, dependiendo de dónde estás, será magnificado. Así que existen peligros en todo el proceso".
Dijo que en la purga veía riesgos y beneficios.
"Si se lleva a cabo una purga, el simple hecho es que tendremos una fuerza que está tan ahuecada que será menos capaz", dijo. "Si no se hace la purga, habrá algún grupo que analizará a los miembros de las fuerzas de seguridad y dirá que algunos de ellos deberían ser expulsados y eso aumentará el grado de desconfianza".
Shahristani señaló los servicios de inteligencia como uno de los principales campos de batalla a medida que la alianza chií compite con funcionarios de la era baazista por el control de las agencias y archivos.
Los servicios de inteligencia de después de la guerra cuentan con muchos funcionarios y agentes baazistas integrados al trabajo por la CIA en su búsqueda de inteligencia sólida contra los insurgentes, dijeron funcionarios norteamericanos e iraquíes.
"Sabemos que la mayoría de los funcionarios veteranos del departamento provienen del servicio de inteligencia anterior que han estado oprimiendo al pueblo iraquí", dijo Shahristani.
Legisladores de la coalición gobernante dicen que la alianza chií ha accedido a no desmantelar los servicios de inteligencia claves. La pregunta será quién los dirige y provee de personal, dicen. El bloque que controle indisputadamente a las agencias de seguridad nacional y sus archivos tendrán los medios, e información, para identificar a sus enemigos políticos.
Si se purga a los funcionarios de inteligencia sunní, los fanáticos chiíes incorporarán en los servicios secretos a unidades de las milicias chiíes incluyendo a la Brigada Báder, un grupo formado por líderes chiíes iraquíes cuando vivían en el exilio en Irán durante el gobierno de Hussein.
"Tienes que asumir -Allawi lo asume- que la Brigada Báder querrá infiltrar los servicios secretos", dijo un importante funcionario kurdo en la coalición con la alianza, refiriéndose a Ayad Allawi, primer ministro del gobierno interino y uno de los principales personeros que se esfuerzan ahora tratando de frenar el sectarismo chií en el nuevo gobierno.
Shahristari dijo que los planes de la alianza sobre la purga eran ligeramente más duros que los de Allawi. Para la alianza, dijo, "la desbaazificación no significa excluir a los sunníes, ni tampoco que todos y cada uno de los miembros del Partido Baaz son culpables mientras no demuestren su inocencia".
Con sólo 17 diputados sunníes en la nueva asamblea de 275 escaños como resultado del boicot sunní de las elecciones, los sunníes deben buscar a otros para que representen sus intereses en la purga próxima.
Nadhmi dijo que sospechaba que Estados Unidos serviría de control.
"No creo que los norteamericanos permitan una desintegración total del sistema que ellos ayudaron a iniciar", dijo. "Los obligarán a llegar a un buen montón de compromisos".
19 de abril de 2005
©washington post
©traducción mQh
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