milicias vigilantes en la red
[Ariana Eunjung Cha] Vigilantes husmean en el lado malo de la red. Algunos grupos se especializan en sitios pro-terroristas.
Carbondale, Illinois, Estados Unidos. A las cinco de la mañana A. Aaron Weisburd subió trabajosamente a su ático para empezar otro día de trabajo, revisando unos datos que había recibido sobre posibles actividades terroristas en internet.
No pasó mucho tiempo para que un e-mail le llamara la atención: Ekhlaas.com ofrecía instrucciones sobre cómo hacerse con información personal desde los ordenadores de la gente. Era un nuevo desarrollo para un foro de discusión musulmán acostumbrado a anunciar operaciones de martirio' o atentados suicidas contra tropas norteamericanas y otros en Iraq.
Weisburd apuntó su hallazgo rápidamente en su bitácora de sitios peligrosos y ofensivos, alertando a sus seguidores. Pocos días después Ekhlaas sufrió un inusual aumento de actividad, el sello de un ataque de hackers, obligando al servidor a cerrar la página.
Fue otra pequeña victoria para Weisburd, que pertenece a una nueva camada de activistas de internet. Parte vigilantes, parte informantes y parte vecinos fisgones, recorren internet a la búsqueda de sitios que dicen que giran sobre robo, fraude y violencia.
Weisburd dijo que él y sus partidarios son responsables del desmantelamiento de al menos 650 y quizás hasta 1.000 sitios que considera que son una amenaza, especialmente de sitios islámicos radicales. "Soy una especie de investigador free-lance", dijo Weisburd.
Como los enemigos que persiguen, los cruzados online como Weisburd son expertos en el uso de las peculiares características de internet -su anonimato, velocidad y capacidad de cruzar las fronteras nacionales. Algunos trabajan solos, otros en secreto; otros como Weisburd han logrado montar operaciones bien organizadas que funcionan casi como empresas. Sus causas varían ampliamente, sea terminar con la publicidad no solicitada o exigiendo responsabilidades a compañías que entregan productos o servicios deficientes. Hay grupos que investigan asesinatos y otros que combaten el terrorismo y otros delitos.
Los activistas opera a menudo en los límites de lo que es legal e ilegal. Por su parte, Weisburd insiste en que sólo utiliza medios legales para lograr sus objetivos. Una publicación en su sitio explica que en la lucha contra la delincuencia no es adecuado cometer un delito más, pero admite que no siempre controla las acciones de la gente que lo ayuda.
Agencias de gobierno y otros no saben qué hacer con él. Algunos funcionarios policiales elogian sus esfuerzos. Kenneth Nix, un detective privado de Missouri que forma parte de Internet Crimes Task Force, dijo que Weisburd a menudo proporciona información "que no teníamos antes".
Pero otros dicen que está haciendo más mal que bien. Algunos funcionarios estadounidenses piensan que se puede saber más sobre los grupos terroristas vigilando los sitios sospechosos que operan. Weisburd dijo que un analista de una agencia federal le escribió hace poco una severa carta llamándolo una "grave amenaza para la seguridad interior" porque su trabajo interfería con sus investigaciones.
Marshall Stone, portavoz del FBI, dijo que mientras la agencia estimula a los ciudadanos a informar sobre posibles hechos delictivos, cree que todo intento de parar a los criminales debe estar en manos del gobierno.
Sin un proceso debido, la evidencia podría estropearse y ser inútil en tribunales o, peor, algunos podrían ser condenados como culpables cuando son en realidad inocentes, dijo Paul Kurtz, presidente de Cyber Security Industry Alliance, una coalición de presidentes de compañías tecnológicas. "Cuando todos nos transformamos en agentes policiales', la justicia se vuelve muy borrosa", dijo.
Armado con tres viejos ordenadores, Weisburd da caza desde su casa a los que describe como terroristas.
Weisburd, 41, mitad irlandés, mitad judío de Nueva York, dijo que como otros estadounidenses, se sintió profundamente afectado por los atentados del 11 de septiembre de 2001. Quería alistarse en las fuerzas armadas, pero su edad y problemas de salud lo hicieron imposible.
Entonces, casi un año después, vio un reportaje en televisión sobre un sitio en la red que mostraba lo que parecía ser una clase de kindergarten en la Franja de Gaza representando un atentado terrorista. Estaba indignado y se metió a la red a investigar, y descubrió finalmente el hombre del servidor. Envió un e-mail al propietario del servidor a las 6 de la mañana. Dos horas más tarde, el sitio fue cerrado.
Desde ese éxito, el antiguo estudiante de filosofía de la Universidad George Washington montó Internet Haganah' -la última palabra significa defensa' en hebreo y era el nombre de una milicia judía clandestina en la Palestina controlada por los británicos desde 1920 hasta 1948. El sitio, dedicado a luchar contra los sitios terroristas islámicos, tiene más de 30.000 visitantes al mes.
Otra mañana de esa misma semana a principios de abril, Weisburd abrió un e-mail en el que alguien en el tablón de anuncios de Yahoo estaba pidiendo donaciones para ir a hacer la guerra santa a algún lugar. Weisburd demoró unos minutos en encontrar tres de los mensajes y trazar su origen -de un modem de cable desde la casa de alguien en un área escolar de New England. Apretó el botón de avanzado y envió la información a un contacto en la policía.
Otro mensaje urgía a Weisburd a chequear un sitio en árabe en la red llamando a los lectores a rezar para que Alá provocara una erupción volcánica en las Islas Canarias. El sitio pensaba que, si eran suficientes, las vibraciones provocarían un maremoto que arrasaría la costa este de Estados Unidos. El sitio contenía incluso un mapa de destrucciones potenciales. Absurdo, pensó Weisburd. Resumió la información, la publicó en su página y siguió con el siguiente e-mail.
El sitio consume tanto del tiempo de Weisburd que renunció a su trabajo firme como programador informático. Ahora trabaja media jornada como consultor en alta tecnología y dijo que él y su esposa, que es diseñadora gráfica, sobreviven justo.
Dijo que ha recibido miles de dólares en donaciones, así como algunas ominosas amenazas de muerte. Un aviso llegó por carta manuscrita a la casa de Weisburd. Otra carta en un sitio en la red declaraba que debería ser decapitado y su dirección debería ser publicada. Para su propia protección, Wiesburd guarda una pistola calibre 38 en su casa.
Weisburd es ayudado por un grupo de voluntarios flojamente organizados. Entre ellos hay geekes de Silicon Valley, expertos en Oriente Medio, y algunas mujeres que describió como "jóvenes abuelas con internet por banda ancha en áreas rurales".
En un caso, Weisburd identificó un a proveedor basado en Atlanta que parecía estar alojando a un sitio que predicaba ataques contra Estados Unidos y sus aliados occidentales. El proveedor, sin embargo, ignoró las peticiones de que lo retirara. Así algunos partidarios de Weisburd averiguaron qué iglesia visitaba el propietario y consiguieron su número de celular y empezaron a llamarlo sin parar hasta que decidió sacar ese sitio.
"A veces creo que estoy en una escena de la película El jovencito Frankenstein': yo soy el agente y hay una multitud enfurecida detrás de mí", dijo Weisburd.
Algunos proveedores en la red que han tenido que ver con Weisburd y sus seguidores dijeron que esos grupos los colocan en una situación difícil. Si mantienen los sitios, corren el peligro de que se les diga que apoyan el terrorismo. Si los cierran, se pueden transformar en blanco de los defensores de la libertad de expresión, y perder a clientes de pago.
T. Griffin Conrad, vice-presidente de márketing de iPowerWeb Inc., la compañía de Santa Monica, California, que alojaba a Ekhlaas, dijo que la compañía cerró el sitio porque temía que un aumento de actividades provocara un efecto ondulante que podría cerrar también a otros clientes. Conrad no especuló sobre qué causaba el tráfico excesivo y dijo que no sabía nada sobre el contenido del sitio sino hasta que fue contactado por un periodista.
Quizás la cuestión más difícil a la que hace frente Weisburd es determinar qué sitios pueden ser clasificados como promotores de la yihad'. Incluso algunos de sus partidarios tienen dudas.
Brian Marcus, director de la Liga contra la Difamación, dijo que Weisburd merece "muchos elogios". Marcus agregó que la línea que separa a un sitio de apoyo a terroristas y un foro es a menudo nebulosa. "Somos un grupo de derechos civiles y la libertad de expresión significa un montón para nosotros', dijo.
Weisburd no lee árabe, pero usa el traductor del ordenador y descansa en otros voluntarios que hablan fluidamente otros idiomas que lo ayudan con los textos más difíciles. Pero dijo que a menudo queda claro por las imágenes y unas cuantas palabras qué sitios merecen seguir y cuáles deberían desaparecer del ciberespacio.
"Entiendo lo suficiente qué dicen para saber que son mis enemigos, y eso es todo lo que necesito saber", dijo Weisburd.
25 de abril de 2005
©washington post
©traducción mQh
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No pasó mucho tiempo para que un e-mail le llamara la atención: Ekhlaas.com ofrecía instrucciones sobre cómo hacerse con información personal desde los ordenadores de la gente. Era un nuevo desarrollo para un foro de discusión musulmán acostumbrado a anunciar operaciones de martirio' o atentados suicidas contra tropas norteamericanas y otros en Iraq.
Weisburd apuntó su hallazgo rápidamente en su bitácora de sitios peligrosos y ofensivos, alertando a sus seguidores. Pocos días después Ekhlaas sufrió un inusual aumento de actividad, el sello de un ataque de hackers, obligando al servidor a cerrar la página.
Fue otra pequeña victoria para Weisburd, que pertenece a una nueva camada de activistas de internet. Parte vigilantes, parte informantes y parte vecinos fisgones, recorren internet a la búsqueda de sitios que dicen que giran sobre robo, fraude y violencia.
Weisburd dijo que él y sus partidarios son responsables del desmantelamiento de al menos 650 y quizás hasta 1.000 sitios que considera que son una amenaza, especialmente de sitios islámicos radicales. "Soy una especie de investigador free-lance", dijo Weisburd.
Como los enemigos que persiguen, los cruzados online como Weisburd son expertos en el uso de las peculiares características de internet -su anonimato, velocidad y capacidad de cruzar las fronteras nacionales. Algunos trabajan solos, otros en secreto; otros como Weisburd han logrado montar operaciones bien organizadas que funcionan casi como empresas. Sus causas varían ampliamente, sea terminar con la publicidad no solicitada o exigiendo responsabilidades a compañías que entregan productos o servicios deficientes. Hay grupos que investigan asesinatos y otros que combaten el terrorismo y otros delitos.
Los activistas opera a menudo en los límites de lo que es legal e ilegal. Por su parte, Weisburd insiste en que sólo utiliza medios legales para lograr sus objetivos. Una publicación en su sitio explica que en la lucha contra la delincuencia no es adecuado cometer un delito más, pero admite que no siempre controla las acciones de la gente que lo ayuda.
Agencias de gobierno y otros no saben qué hacer con él. Algunos funcionarios policiales elogian sus esfuerzos. Kenneth Nix, un detective privado de Missouri que forma parte de Internet Crimes Task Force, dijo que Weisburd a menudo proporciona información "que no teníamos antes".
Pero otros dicen que está haciendo más mal que bien. Algunos funcionarios estadounidenses piensan que se puede saber más sobre los grupos terroristas vigilando los sitios sospechosos que operan. Weisburd dijo que un analista de una agencia federal le escribió hace poco una severa carta llamándolo una "grave amenaza para la seguridad interior" porque su trabajo interfería con sus investigaciones.
Marshall Stone, portavoz del FBI, dijo que mientras la agencia estimula a los ciudadanos a informar sobre posibles hechos delictivos, cree que todo intento de parar a los criminales debe estar en manos del gobierno.
Sin un proceso debido, la evidencia podría estropearse y ser inútil en tribunales o, peor, algunos podrían ser condenados como culpables cuando son en realidad inocentes, dijo Paul Kurtz, presidente de Cyber Security Industry Alliance, una coalición de presidentes de compañías tecnológicas. "Cuando todos nos transformamos en agentes policiales', la justicia se vuelve muy borrosa", dijo.
Armado con tres viejos ordenadores, Weisburd da caza desde su casa a los que describe como terroristas.
Weisburd, 41, mitad irlandés, mitad judío de Nueva York, dijo que como otros estadounidenses, se sintió profundamente afectado por los atentados del 11 de septiembre de 2001. Quería alistarse en las fuerzas armadas, pero su edad y problemas de salud lo hicieron imposible.
Entonces, casi un año después, vio un reportaje en televisión sobre un sitio en la red que mostraba lo que parecía ser una clase de kindergarten en la Franja de Gaza representando un atentado terrorista. Estaba indignado y se metió a la red a investigar, y descubrió finalmente el hombre del servidor. Envió un e-mail al propietario del servidor a las 6 de la mañana. Dos horas más tarde, el sitio fue cerrado.
Desde ese éxito, el antiguo estudiante de filosofía de la Universidad George Washington montó Internet Haganah' -la última palabra significa defensa' en hebreo y era el nombre de una milicia judía clandestina en la Palestina controlada por los británicos desde 1920 hasta 1948. El sitio, dedicado a luchar contra los sitios terroristas islámicos, tiene más de 30.000 visitantes al mes.
Otra mañana de esa misma semana a principios de abril, Weisburd abrió un e-mail en el que alguien en el tablón de anuncios de Yahoo estaba pidiendo donaciones para ir a hacer la guerra santa a algún lugar. Weisburd demoró unos minutos en encontrar tres de los mensajes y trazar su origen -de un modem de cable desde la casa de alguien en un área escolar de New England. Apretó el botón de avanzado y envió la información a un contacto en la policía.
Otro mensaje urgía a Weisburd a chequear un sitio en árabe en la red llamando a los lectores a rezar para que Alá provocara una erupción volcánica en las Islas Canarias. El sitio pensaba que, si eran suficientes, las vibraciones provocarían un maremoto que arrasaría la costa este de Estados Unidos. El sitio contenía incluso un mapa de destrucciones potenciales. Absurdo, pensó Weisburd. Resumió la información, la publicó en su página y siguió con el siguiente e-mail.
El sitio consume tanto del tiempo de Weisburd que renunció a su trabajo firme como programador informático. Ahora trabaja media jornada como consultor en alta tecnología y dijo que él y su esposa, que es diseñadora gráfica, sobreviven justo.
Dijo que ha recibido miles de dólares en donaciones, así como algunas ominosas amenazas de muerte. Un aviso llegó por carta manuscrita a la casa de Weisburd. Otra carta en un sitio en la red declaraba que debería ser decapitado y su dirección debería ser publicada. Para su propia protección, Wiesburd guarda una pistola calibre 38 en su casa.
Weisburd es ayudado por un grupo de voluntarios flojamente organizados. Entre ellos hay geekes de Silicon Valley, expertos en Oriente Medio, y algunas mujeres que describió como "jóvenes abuelas con internet por banda ancha en áreas rurales".
En un caso, Weisburd identificó un a proveedor basado en Atlanta que parecía estar alojando a un sitio que predicaba ataques contra Estados Unidos y sus aliados occidentales. El proveedor, sin embargo, ignoró las peticiones de que lo retirara. Así algunos partidarios de Weisburd averiguaron qué iglesia visitaba el propietario y consiguieron su número de celular y empezaron a llamarlo sin parar hasta que decidió sacar ese sitio.
"A veces creo que estoy en una escena de la película El jovencito Frankenstein': yo soy el agente y hay una multitud enfurecida detrás de mí", dijo Weisburd.
Algunos proveedores en la red que han tenido que ver con Weisburd y sus seguidores dijeron que esos grupos los colocan en una situación difícil. Si mantienen los sitios, corren el peligro de que se les diga que apoyan el terrorismo. Si los cierran, se pueden transformar en blanco de los defensores de la libertad de expresión, y perder a clientes de pago.
T. Griffin Conrad, vice-presidente de márketing de iPowerWeb Inc., la compañía de Santa Monica, California, que alojaba a Ekhlaas, dijo que la compañía cerró el sitio porque temía que un aumento de actividades provocara un efecto ondulante que podría cerrar también a otros clientes. Conrad no especuló sobre qué causaba el tráfico excesivo y dijo que no sabía nada sobre el contenido del sitio sino hasta que fue contactado por un periodista.
Quizás la cuestión más difícil a la que hace frente Weisburd es determinar qué sitios pueden ser clasificados como promotores de la yihad'. Incluso algunos de sus partidarios tienen dudas.
Brian Marcus, director de la Liga contra la Difamación, dijo que Weisburd merece "muchos elogios". Marcus agregó que la línea que separa a un sitio de apoyo a terroristas y un foro es a menudo nebulosa. "Somos un grupo de derechos civiles y la libertad de expresión significa un montón para nosotros', dijo.
Weisburd no lee árabe, pero usa el traductor del ordenador y descansa en otros voluntarios que hablan fluidamente otros idiomas que lo ayudan con los textos más difíciles. Pero dijo que a menudo queda claro por las imágenes y unas cuantas palabras qué sitios merecen seguir y cuáles deberían desaparecer del ciberespacio.
"Entiendo lo suficiente qué dicen para saber que son mis enemigos, y eso es todo lo que necesito saber", dijo Weisburd.
25 de abril de 2005
©washington post
©traducción mQh
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3 comentarios
María Cecilia Weisburd -
Weisburd María Cecilia -
Weisburd María Cecilia -