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nuevo poder en el mundo árabe


[Scott Wilson y Daniel Williams] Partidarios de la democracia empiezan a disfrutar de éxitos después de años de infructíferos esfuerzos.
Beirut, Líbano. A principios de año un pequeño grupo de ejecutivos de publicidad, periodistas y operadores políticos empezaron una reunión en torno a las atiborradas mesas de un popular café de aquí para diseñar una estrategia de oposición en los medios de comunicación para las elecciones parlamentarias de primavera en el Líbano.
Entre ellos se encontraba Said Francis, cuyo urbano corte al rape y suéter negro de cuello vuelto dejaba ver su posición como director creativo regional de la agencia de publicidad Saatchi &Saatchi. Empleando resmas de borradores, cigarrillos y café, los miembros del grupo discutieron sobre colores y esloganes.
La misión fue un largo, casi desesperado intento de terminar con años de dominación siria. "Como todos los libaneses, pensábamos que éramos expertos en política", dijo Francis, frente a su agencia, sobre la políticamente delicada campaña. "Pero los progresos eran lentos".
Entonces, el 14 de febrero estalló una bomba en la costanera de Beirut, matando al ex primer ministro Rafiq Hariri. El grupo de medios puso de inmediato en movimiento su estrategia electoral mientras decenas de miles de manifestantes invadían la plaza mayor de Beirut exigiendo la retirada de Siria del Líbano. Las opciones del grupo -el logo rojiblanco y el eslogan ‘Independencia 05'- fueron transmitidos por todo el Oriente Medio.
Repentinamente, Francis y sus colegas estaban en el filo de la primavera democrática del mundo árabe.
Las fotogénicas protestas fueron el resultado del creciente poder de una red de movimientos políticos pro reforma en el mundo árabe, organizada por activistas jóvenes, occidentalizados y a caballo en las nuevas tecnologías que han estado atacando durante años las rígidas bases de sus cerradas sociedades, sin demasiado éxito. Ahora, Francis y su grupo están viendo resultados. Las protestas en la Plaza de los Mártires ayudó a desencadenar la caída del gobierno libanés y forzó a Siria a retirar del Líbano su ejército y agentes de inteligencia, una imponente retirada.
"Nadie puede negar que el pueblo finalmente obligó a despedir a un gobierno árabe", dijo Wael Abou Faour, un joven líder político druso musulmán que ayudó a diseñar la estrategia con los medios de comunicación. "Siria salió, el régimen de seguridad se está derrumbando y la reconciliación está en la mente de todos los libaneses".
La perspectiva de choques violentos entre sectas todavía arroja sombras sobre el Líbano; la represión de la oposición amenaza a los movimientos reformistas en Egipto; y Arabia Saudí y otros bastiones autocráticos en Oriente Medio están dando pasos demasiado cautelosos hacia la democracia.
Pero en toda la región los reformadores políticos se están beneficiando de las unificadoras fuerzas de la tecnología y los medios de comunicación de masas. Los canales digitales fuera del control de los estados transmiten de todo, desde la lucha de las mujeres kuwaitíes por el derecho a voto en su país hasta las exigencias de los cristianos libaneses de que las tropas sirias abandonen el suyo. Los reclutas son en algunos casos activistas políticos musulmanes, discípulos de Bob Dylan, comunistas y árabes nacionalistas laicos en otros. A muchos los une sólo su anhelo común de elecciones libres, libertad de expresión y derechos políticos.
En su segundo discurso inaugural, el presidente Bush dijo que "la política de Estados Unidos es buscar y apoyar el crecimiento de los movimientos democráticos e instituciones en toda nación y cultura". Pero muchos partidarios de la democracia en la región se muestran escépticos de las intenciones de Estados Unidos aquí, y elecciones verdaderamente libres en países como Egipto y Arabia Saudí podrían hacer pasar a partidos en fuerte desacuerdo con Estados Unidos. Al mismo tiempo, el mensaje de Bush ha ofrecido algún consuelo a los activistas callejeros, que creen que será más difícil que sean reprimidos más duramente ahora que Estados Unidos está observando.
Una poderosa influencia en la región han sido las imágenes por televisión de la revuelta callejera en Georgia, llamada la Revolución Rosada, que terminó en el derrocamiento de un presidente después de unas elecciones fraudulentas. Luego llegó la potente Revolución Naranja de Ucrania, que también se produjo después de unas elecciones amañadas. Esos movimientos de masa han ayudado a inspirar estrategias políticas que se están aplicando ahora en las calles de Beirut y Bahrain.
La experiencia iraquí, en contraste, ha tenido un efecto combinado. Algunos activistas demócratas en la región se han inspirado en las recientes elecciones, pero siguen preocupados de la continuada violencia aquí. En Egipto la indignación por la invasión norteamericana de Iraq y la política americana en el conflicto entre Israel y los palestinos han espoloneado a algunos reformistas a echarse a las calles a protestar contra el presidente Hosni Mubarak, al que ven como aliado de Estados Unidos.
En muchos casos los movimientos árabes son cada vez más organizados por el trabajo de programas de democracia financiados por Estados Unidos, grupos contra la corrupción internacionales y la televisión por satélite árabe. Seminarios financiados por grupos como Transparencia Internacional y el filántropo George Soros han reunido a parlamentarios novatos, periodistas activistas y defensores de derechos humanos desde Marruecos hasta la región del Golfo.
En casi todos los casos, se han enfrentado a poderosos y detestados autócratas, aprovechando las lecciones de un lugar aplicables en otros.
"De lo que hemos aprendido mucho es que los presidentes de Oriente Medio fueron educados con el mismo libro", dijo Francis, 38, que hizo parte de su adiestramiento profesional en San Francisco. "Son tan previsibles, y el antídoto es el mismo para todos".

Un Inspirador Catalizador
Faour, el dirigente político druso, un hombre amistoso y pequeño, que prefiere las americanas de tweed y pantalones kaki, responde constantemente sus dos celulares. Pertenece a la generación de líderes libaneses cuya educación política empezó en los años posteriores a la guerra civil de 1975-1990, cuando era un estudiante activista en la Universidad Americana de Beirut.
El hombre de 32 años ha escalado desde las filas del Partido Socialista Progresista -el movimiento druso encabezado por el líder de la oposición, Walid Jumblatt- a coordinador juvenil hasta su posición el buró político del partido. Sin embargo, más importante en los últimos meses ha sido su papel en la dirección de la directiva de la oposición, llamada Comité de Seguimiento. Se creó el otoño pasado después de que el parlamento libanés, bajo presión siria, extendiera el mandato del presidente Emile Lahoud.
El comité, formado por partidos drusos, cristianos y sunníes musulmanes que se oponen a la presencia siria en el Líbano, se han estado reuniendo durante meses en la oscura sede del partido cerca de Beirut. Pero el trabajo marchaba muy lentamente, dijo Faour, hasta que estalló la bomba que mató a Hariri junto a la corniche, la costanera. Tras la explosión, Faour y el resto de la oposición se reunieron en el Palacio Koreitem de Hariri. Durante reuniones a veces tristes en la noche, se puso en marcha un plan de la oposición, alentado por las humeantes restos de la caravana de automóviles de Hariri.
"El acto mismo puso todo en movimiento", dijo Faour.
Durante meses, Hariri, un multimillonario hecho a sí mismos, cauteloso, que entró a la política después de la guerra civil, se ha mostrado públicamente reluctante a unirse a la oposición a Siria, aunque en privado comparte sus objetivos. Pero tres meses antes de su muerte, Hariri empezó a enviar a miembros de su partido, conocido como el Movimiento del Futuro, a reuniones del comité de oposición.
También empezó a planificar la campaña parlamentaria de reelección. De acuerdo a varios funcionarios de la oposición, ya había diseñado un eslogan desafiando públicamente la dominante presencia de Siria en el Líbano. "Con su voto, independencia", prometía el eslogan.
Desde su asesinato, la familia de Hariri, empresas periodísticas y organizaciones políticas se han transformado en las principales fuentes financieras de casi todas las actividades políticas de la oposición. La oposición ha gastado menos de 600.000 dólares en decenas de miles de banderas, pañuelos y pegatinas ‘Independencia 05', de acuerdo a estrategas de la oposición detrás de la campaña en los medios de comunicación. La impresión ha corrido por cuenta de empresarios comprometidos. La familia de Hariri también entregó Future TV, la estación de televisión que fundó, a los medios oficiales de la oposición.
"Teníamos cristianos, drusos y otros, pero, por supuesto, estábamos interesados en sacarle plata a un sunní", dijo Samir Kassir, 45, un influyente periodista aproximado antes para coordinar el equipo creativo. "Hariri".

La Emoción del Éxito
La semana en que murió Hariri, un grupo de ejecutivos de publicidad, frente a sus agencias, dijeron que debían mostrar a Jumblatt y otros importantes líderes de la oposición una serie de anuncios de televisión que habían creado para un partido político iraquí antes de las elecciones de enero en el país. Entre ellos estaban Francis, de Saatchi, y Rudy Kamel, de Quantum Communications, otra firma de publicidad. Quantum y Saatchi comparten un edificio en elegante vecindario de Beirut.
Kamel, un divertido y frenético hombre que escucha a Jim Morruson y Bob Dylan para inspirarse, ha preparado 10 anuncios para las elecciones iraquíes. Los anuncios apoyaban la Asamblea de Iraq del Futuro, un partido nacionalista. Enfatizaban la unidad en un país roto por las tensiones sectarias, un mensaje que Jumblatt y otros estaban enfatizando en el Líbano a medida que construyen la coalición de oposición con partidos de base religiosa que se han combatido mutuamente durante la guerra.
El asesinato de Hariri canceló indefinidamente el encuentro con Jumblatt. Pero otras decisiones claves ya se habían tomado y los planes fueron puestos en movimiento horas después del atentado mientras se reunían los manifestantes. En días, empezó la manifestación estudiantil en la Plaza de los Mártires, con inclusión de tiendas de campaña.
Todos los días desde la muerte de Hariri, Kassir, el periodista, ha recibido llamadas de colegas en Arabia Saudí, Egipto y otros países árabes que quieren oír sus impresiones de la insurrección que presenciaron extasiados en las pantallas de los canales de televisión al-Arabiya y al-Yazira. La manifestación ha sido el único éxito verdadero, hasta el momento.
Kassir, antiguo comunista que también ensena en la Universidad de San José de Beirut, luce un bigote recortado, la barba canosa y fuma cigarrillos Gauloise incesantemente. Con los años, su beligerante columna en el diario le ha ganado una entregada audiencia. Guapas mujeres libanesas se acercan a él en los restaurantes elegantes, para agradecerle por decir lo que dice.
Sus muchos libros incluyen escritos sobre Siria y su decisivo papel en el Líbano. En 2001 después de una serie de críticos artículos, un grupo de agentes de inteligencia libaneses lo siguieron durante 40 días.
"Muchos de los que hemos estado durante años escribiendo sobre la mafia que era la presencia siria en el Líbano, y el hecho de que el ejército sirio es aquí una influencia mucho menos maligna que sus servicios de inteligencia", dijo Kassir. "Los temas que estás oyendo ahora, son los temas que fueron introducidos hace años por los periodistas".
En la fría tarde del 28 de febrero, Kassir estaba apoyado en un bastón para aguantar su espalda achacosa cuando vio en la televisión que el primer ministro Omar Karami estaba dando un discurso sorpresa al Parlamento. Kassir empezó a renguear por los tranquilos vestíbulos de An Nahar, el diario de oposición en el que ha escrito su columna de primera plana durante ocho años, hacia la ruidosa plaza debajo de su ventana.
La muchedumbre se ha estado reuniendo todo el día para marcar las dos semanas de aniversario de la muerte de Hariri. Repentinamente, el primer ministro renunció. Kassir sintió que estaba pasando algo histórico. Empezó a correr hacia la Plaza de los Mártires. "Quería subirme al escenario, para ver a la multitud, y cuando subí, me puse a llorar", recordó Kassir. "Fue el primer logro político que había tenido en años y años".

Encontrando Sus Colores
Después de meses análisis de estrategia, el equipo de medios se decidió por el rojiblanco como los colores de la oposición para las elecciones de la primavera. Sin embargo, después del asesinato de Hariri, los miembros del equipo debieron hacer frente a un reto inesperado: cómo fundir los colores con la indignada manifestación, para dar al movimiento la marca de reconocimiento que se aplicó con tanto éxito en Ucrania.
A pesar de ser los colores primarios de la bandera del Líbano, el rojo y el blanco no eran opciones evidentes. Kassir dijo que había pensado en el naranja. Pero no querían que el movimiento fuera visto como una imitación de la insurrección de Ucrania en noviembre y diciembre que anularon unas elecciones fraudulentas. Muchos libaneses también recordaron los característicos signos naranjas en los tanques israelíes que retumbaron en el país en 1982.
El azul también presentaba complicaciones: ¿Qué tono? El azul israelí no funcionaría. Tampoco el de la Unión Europea o el de Naciones Unidas. Se consideró brevemente el arco iris, pero evocaba al movimiento de derechos homosexuales internacional. "En un país macho como este", dijo Kassir, "eso estaría fuera de lugar".
Se decidieron por el rojo y el blanco. Horas tras el asesinato, la esposa de Jumblatt, Nora, una importante organizadora de las protestas, encargó la confección de 40.000 paños rojiblancos que dentro de poco los líderes de la oposición llevarán en sus cuellos. La intención es que sirviera de mensaje a los jóvenes para dejar de lado las banderas partidistas y acatar, dijeron estrategas de la oposición. Pronto, en la plaza y en otras manifestaciones, sólo se vía el rojo, incluyendo la cadena humana del 7 de marzo desde el sito del atentado hasta la tumba de Hariri.
"En los negocios se llama equidad visual", dijo Francis, cuya clientela regular incluye a General Mills, chocolates Cadbury y varios bancos. "Ese día cuando vi las calles llenas de rojo y blanco, era visualmente asombroso".

Inquietud en Egipto
En Egipto, las manifestaciones carecen del estilo de la insurrección del Líbano. Pero las protestas se han transformado en rutina, como las tormentas de arena en el desierto y los embotellamientos en calles de la Plaza Tahrir en el Cairo. El 20 de marzo un grupo de prominentes, organizados bajo el alero de Kifaya, o Basta, se reunió por última vez en una serie de manifestaciones que empezaron con esloganes contra la intervención norteamericana en Iraq y culminaron con llamados a derrocar al presidente egipcio Hosni Mubarak, que ha tolerado pocos retos durante sus 24 años en el poder.
Kifaya forma parte del Movimiento por el Cambio, un variopinto grupo de activistas cuyos partidos desaparecieron hace tiempo como fuerza política en Egipto pero han acogido recientemente la sorpresiva propuesta de Mubarak de permitir múltiples candidatos en las próximas elecciones presidenciales, convocadas para septiembre.
El grupo sigue siendo importante en el activismo de derechos humanos y en el trabajo social. Sus miembros, que se reúnen en sórdidos despachos en derruidos palacios franceses coloniales en Cairo central, es en gran parte hostil hacia Estados Unidos.
El movimiento ha sido incapaz de movilizar a grandes cantidades de gente. Muchos miembros han pasado tiempo en la cárcel, y para mucha gente la perspectiva de seguir sus pasos es un temor permanente que mantiene baja la participación en el movimiento. Una participación de unas 50 personas es común en manifestaciones de Kifaya, donde la policía a menudo sobrepasa a los manifestantes.
"Es difícil reunir a grandes cantidades de gente para manifestaciones contra Mubarak. La gente es cuidadosa", dijo Emad Attiya, un coordinador de Kifaya que fue encarcelado tres veces por sus actividades políticas. Generalmente desconfiado de los motivos de Estados Unidos en la región, Attiya reconoció que el empuje retórico de Bush a la democracia puede haber sido positivo.
"Por lo menos Mubarak sabe que alguien está mirando", dijo.
Las facciones de Kifaya no han determinado ni sus colores ni esloganes. Usan internet para presentar sus planes, pero sus técnicas son rudimentarias. En las manifestaciones distribuyen trozos de papel fotocopiados que llevan un simple mensaje: "No a Mubarak".
"El movimiento es apoyado sobre todo por la elite política. No puedes decir que haya ganado una posición entre las masas", dijo Ahmad hamad, director ejecutivo del Centro Jurídico Hisham Mubarak, que apoya la democracia. "Hay muchas razones: el profundo alcance de la represión y el hecho de que un movimiento como este es nuevo para la sociedad egipcia".

Lentas Reformas
Quizás el elemento más orientado hacia el exterior en el movimiento reformista insular de Egipto es dirigido por Gamal Mubarak, el hijo del presidente, que encabeza el comité de administración dentro del gobernante Partido Democrático Nacional.
El joven Mubarak, que se aparece en trajes a la medida y rodeado de asesores educados en el extranjero, es el heredero forzoso de la presidencia. Su movimiento reformista es partidario de pasos graduales hacia unas elecciones competitivas. La oposición cree que el comité de administración es apenas una fachada de una estrategia que permita que Gamal suceda a su padre.
"Esta es gente que quiere pertenecer al mundo", dijo Mohammed Kamal, uno de los miembros del comité. "Los principales motivos de la reforma, al menos para mí, son problemas internos. La gente que ha estado fuera se da cuenta de lo vital que es que Egipto cambie".
La credibilidad de Gamal Mubarak sufre de la amplia percepción de que su comité es solamente una fachada para allanar el camino de las unilaterales decisiones de Hosni Mubarak. El comité, que dice ser la vanguardia de las reformas, se quedó sin palabras en febrero cuando Hosni Mubarak propuso abrir las próximas elecciones. Los miembros del comité de Gamal dijeron que no sabían nada sobre eso.
Continuó un debate sobre las condiciones de las elecciones, incluyendo quién será de participar, las reglas que controlarán el acceso a los medios de comunicación y la libertad de los partidos de oposición de realizar manifestaciones públicas. El comité ha guardado en gran parte silencio, y a veces se ha mostrado desdeñoso, sobre preguntas sobre cuándo las políticamente restrictivas leyes de emergencia de Egipto -un legado de décadas de guerra y de la lucha del gobierno contra los militantes islámicos- se aliviarán para la campaña.
"¿No se hicieron las elecciones iraquíes sin cancelar las leyes de emergencia?", dijo Gamal Mubarak en una reciente rueda de prensa.

Papel Clave de Estados Unidos

Mientras cientos de miles de partidarios de Hezbollah se reunieron el 8 de marzo en un plaza del centro del Líbano para mostrar una indignada demostración de apoyo a Siria, Kamel, el publicista de Quantum, sintió que su corazón dejaba de latir. Las manifestaciones eran numerosas y la retórica del militante partido musulmán chií estaba en agudo contraste con las metas de la oposición de una rápida retirada siria. Le preocupaba que las elecciones salieran por la culata.
Horas después Kamel encendió la televisión. Vio al presidente Bush decir que Estados Unidos apoyaba a la oposición libanesa, diciendo que era una causa de "conciencia". Esas palabras habrían pasado desapercibidas para Kamel en cualquier otro día, que dijo que si viviera en Estados Unidos sería ciertamente un demócrata liberal. Hoy era diferente. "Me ayudaron mucho", dijo.
Pero incluso en el Líbano, donde gran parte de la población se orienta en general hacia Occidente, el programa de Estados Unidos en la región es inquietante. Kassir, por ejemplo, dijo que cree que "la democracia se está expandiendo en la región no a causa de George Bush, sino a pesar de él". Menciona la insurrección palestina como una mayor inspiración que el proyecto norteamericano en Iraq, diciendo que "los palestinos nos mostraron la importancia de tomar las cosas con las propias manos".
El fomento de la democracia en el Líbano y Egipto de parte del gobierno de Bush está también condenado a chocar contra el hecho de que algunos de los partidos políticos más populares están enraizados en el islam y se oponen fuertemente a los objetivos de Estados Unidos en la región. Hezbollah sigue siendo una fuerza potente en el Líbano, y sus seguidores chiíes constituyen probablemente la mayoría de la población, si no todavía de su electorado.
En Egipto, el único grupo capaz de montar manifestaciones de gran escala es la Hermandad Musulmana, un veterano movimiento islámico. Aunque la Hermandad se ha unido retóricamente a otros grupos de la oposición, su programa político llama a la creación de una república islámica en Egipto, el país árabe más populoso del mundo.
El grupo debe todavía mostrar el pleno alcance de su poder de convocatoria de sus seguidores, pero el 27 de marzo dio una pequeña muestra de su potencial. Logró reunir a 3.000 manifestantes, a pesar de la presencia de miles más agentes de policía, que cerraron el centro del Cairo y les impidieron marchar hacia el Parlamento. El gobierno detuvo a unos 50 activistas ese día antes de la marcha y 50 durante ella.
"No queremos ser figurantes en el escenario de otro", dijo Aly Abdel Fatah, un importante funcionario de la Hermandad. "Queremos cambiar el sistema, no sólo a una persona".

28 de abril de 2005
16 de abril de 2005
©washington post
©traducción mQh

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