juego peligroso con turquía
[Craig S. Smith] Los turcos, nerviosos con las perspectivas europeas, se tornan hacia Estados Unidos. Abandono turco puede causar crisis de incalculables consecuencias.
Izmit, Turquía. Zeynel Erdem, un importante hombre de negocios turco, llegó a Izmit, una ciudad industrial junto al mar, para leer un mensaje a 400 de sus prominentes colegas.
"No cuenten con la Unión Europea", dijo a la multitud después de una cena de pollo en un salón de un hotel aquí. "Mirad a Estados Unidos; ellos son nuestros verdaderos amigos".
Esa opinión se está extendiendo en Turquía, un enorme país de 70 millones de habitantes que ha anhelado durante décadas ser parte de Europa. Con la Unión Europea confundida después de que franceses y holandeses rechazaran la constitución europea, y con la oposición a la integración turca cada vez más fuerte en Europa, muchos turcos están empezando a preguntarse si sus sueños europeos valen la pena. En lugar de eso, están revaluando su relación con Estados Unidos, una relación que se ha deteriorado desde el inicio de la guerra de Iraq.
El objetivo declarado de Turquía es todavía unirse a Unión Europea, pero el cambio de opinión indica una ambivalencia cada vez más profunda hacia la jactanciosa visión de una soberanía compartida.
Tal como los votantes franceses y holandeses expresaron su desaliento frente al mayor control europeo de sus vidas y su preocupación sobre los inmigrantes que diluyen sus países, muchos turcos están ahora cuestionándose si su país debe ver su futuro como parte de Europa.
Por supuesto, pocos turcos creen en el programa norteamericano de reformar Oriente Medio, y las relaciones con Estados Unidos han perdido su preeminencia durante la guerra de Iraq, a la que Turquía se opuso. El objetivo turco sigue siendo Europa.
Pero eso está empezando a cambiar. El viaje de reconciliación del primer ministro Recip Tayyip Erdogan a Washington esta semana fue bien recibido aquí. Incluso obtuvo algún apoyo de Washington para terminar con el aislamiento económico y político de los turcos chipriotas.
En una entrevista el viernes para el New York Times, Erdogan rechazó que Turquía se alejara de Europa. "La Unión Europea y Estados Unidos no son mutualmente excluyentes para Turquía", dijo.
Los presidentes de la Unión Europea acordaron en diciembre iniciar las negociaciones de integración con Turquía el 3 de octubre, y el país se ha esforzado enormemente para que eso ocurra. Ha puesto en vigor un nuevo código penal y acordado firmar un protocolo que extiende el régimen aduanero de la Unión a todos sus nuevos miembros, incluyendo a la República de Chipre, un país dominando por Grecia y que Turquía no reconoce.
Sin embargo, a pesar de todo eso, las perspectivas de la integración de Turquía se ven más sombrías que nunca. Para cuando termine su proceso de admisión, Turquía tendrá mayor población que cualquier otro país miembro -80 millones- y será probablemente de lejos el más pobre. Más inquietante para muchos europeos es que la integración turca crearía una poderosa presencia musulmana y alargaría las fronteras orientales de Europa hasta Siria, Iraq e Irán.
Algunos políticos europeos han empezado a hablar abiertamente de ofrecer una "relación privilegiada" en lugar de la admisión plena, algo que es aquí rechazado rotundamente. La idea, sugerida públicamente por primera vez hace tres años por el ex presidente francés Valéry Giscard d'Estaing, ha sido más recientemente retomada por los demócrata-cristianos alemanes, cuya líder, Angela Merkel, se espera que compita contra el canciller Gerhard Schröder en septiembre. El partido de Merkel ha declarado inequívocamente que si es elegido tratará de impedir la admisión de Turquía.
En el trasfondo está la promesa del año pasado del presidente francés Jacques Chirac, de que Francia someterá a referéndum nacional la integración de Turquía. Después del rechazo de la constitución del mes pasado, pocos creen que se lo convoque.
Muchos turcos dicen que se están hartando de cumplir con las numerosas exigencias de Europa sin garantías de que al final sean miembros de Europa.
"Europa está jugando un juego peligroso con Turquía", dijo Can Paer, presidente de la Fundación Turca de Estudios Económicos y Sociales. "Le está dando más poder y más motivos a la gente que quiere mantener el status quo".
También está nutriendo los sentimientos nacionalistas turcos, que se agitaron el mes pasado cuando la Corte Europea de Derechos Humanos resolvió que Turquía debe someter a Abdullah Ocalan, el separatista kurdo, a un nuevo juicio.
Algunos turcos están empezando a anhelar el día que Turquía no necesite más a Europa, especialmente ahora que cuenta con el apoyo de Estados Unidos.
La producción económica turca subió casi en un 10 por ciento el año pasado y se espera que crezca este año hasta un 6 por ciento. La actual tasa de inflación del 10 por ciento es la más baja en 30 años. La inversión extranjera de Occidente, lenta debido a la crónica corrupción de Turquía, ha remontado.
Pekin Baran, un magnate turco del transporte marítimo, cree que las negociaciones con Europa empezarán en octubre, como programado, pero que "será un trayecto muy, muy desagradable". Según las reglas de negociación determinadas en diciembre, los 25 países miembros deben estar de acuerdo en todos los puntos. Eso da a Chipre y a cualquier otro país hostil a la integración turca un efectivo poder de veto.
"La pena es que estamos convencidos de que Turquía pudo haber contribuido a Europa mucho más de lo que se podía esperar razonablemente como intercambio", dijo Baran desde su oficina con vistas al brillante Bósforo, que separa a Europa de Asia, donde está la mayor parte de Turquía. Sin embargo, sostiene que Turquía debería exigir la admisión plena, en parte debido a que el proceso de negociación en sí mismo contribuye a cambios políticos y económicos.
Aunque hay todavía un fuerte apoyo de la integración, sondeos han constatado una disminución en el entusiasmo nacional antes del referéndum francés en mayo de más de 70 por ciento hace un año, a un 63 por ciento.
Hansjörg Kretschmer, el hombre de la Unión Europea en Turquía, advierte que sin una mejor comprensión de los dos lados, las opiniones turcas podrían cambiar rápidamente.
"Un fuerte apoyo basado en la ignorancia no es bueno porque se puede derrumbar muy rápidamente", dijo antes de una reunión este martes con representantes de organizaciones no-gubernamentales en Trabzon, en el Mar Negro. "El elemento clave es que Turquía haga sus deberes y complete las reformas políticas y otras reformas necesarias. Nadie dirá no a una Turquía que se ha transformado en una democracia liberal según las normas europeas".
El primer ministro Erdogan, en su entrevista con el Times el viernes, dijo que creía que el entusiasmo turco por la integración en la Unión Europea, seguirá siendo alto.
"Si analizas los sondeos, el apoyo por la UE puede haberse reducido un poco, pero todavía está por sobre el 60 por ciento", dijo. "De hecho, en las últimas dos semanas la situación en Francia y Holanda puede haber tenido un efecto negativo que ha hecho descender el apoyo, pero cuando llegue la época de las negociaciones en el otoño, creo que los partidarios de la integración volverán a ser más abundantes".
Saban Disli, vice-presidente de asuntos extranjeros del gobernante Partido por la Justicia y el Desarrollo, dijo que Europa no debe tratar de proyectar una decisión que debe ser tomada en 10 años basándose en la Turquía de hoy. "¿Quién sabe?", dijo. "Quizás de aquí a 10 años será Turquía la que convoque a un referéndum para ver si los turcos quieren ser parte de la Unión Europea".
11 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh
"No cuenten con la Unión Europea", dijo a la multitud después de una cena de pollo en un salón de un hotel aquí. "Mirad a Estados Unidos; ellos son nuestros verdaderos amigos".
Esa opinión se está extendiendo en Turquía, un enorme país de 70 millones de habitantes que ha anhelado durante décadas ser parte de Europa. Con la Unión Europea confundida después de que franceses y holandeses rechazaran la constitución europea, y con la oposición a la integración turca cada vez más fuerte en Europa, muchos turcos están empezando a preguntarse si sus sueños europeos valen la pena. En lugar de eso, están revaluando su relación con Estados Unidos, una relación que se ha deteriorado desde el inicio de la guerra de Iraq.
El objetivo declarado de Turquía es todavía unirse a Unión Europea, pero el cambio de opinión indica una ambivalencia cada vez más profunda hacia la jactanciosa visión de una soberanía compartida.
Tal como los votantes franceses y holandeses expresaron su desaliento frente al mayor control europeo de sus vidas y su preocupación sobre los inmigrantes que diluyen sus países, muchos turcos están ahora cuestionándose si su país debe ver su futuro como parte de Europa.
Por supuesto, pocos turcos creen en el programa norteamericano de reformar Oriente Medio, y las relaciones con Estados Unidos han perdido su preeminencia durante la guerra de Iraq, a la que Turquía se opuso. El objetivo turco sigue siendo Europa.
Pero eso está empezando a cambiar. El viaje de reconciliación del primer ministro Recip Tayyip Erdogan a Washington esta semana fue bien recibido aquí. Incluso obtuvo algún apoyo de Washington para terminar con el aislamiento económico y político de los turcos chipriotas.
En una entrevista el viernes para el New York Times, Erdogan rechazó que Turquía se alejara de Europa. "La Unión Europea y Estados Unidos no son mutualmente excluyentes para Turquía", dijo.
Los presidentes de la Unión Europea acordaron en diciembre iniciar las negociaciones de integración con Turquía el 3 de octubre, y el país se ha esforzado enormemente para que eso ocurra. Ha puesto en vigor un nuevo código penal y acordado firmar un protocolo que extiende el régimen aduanero de la Unión a todos sus nuevos miembros, incluyendo a la República de Chipre, un país dominando por Grecia y que Turquía no reconoce.
Sin embargo, a pesar de todo eso, las perspectivas de la integración de Turquía se ven más sombrías que nunca. Para cuando termine su proceso de admisión, Turquía tendrá mayor población que cualquier otro país miembro -80 millones- y será probablemente de lejos el más pobre. Más inquietante para muchos europeos es que la integración turca crearía una poderosa presencia musulmana y alargaría las fronteras orientales de Europa hasta Siria, Iraq e Irán.
Algunos políticos europeos han empezado a hablar abiertamente de ofrecer una "relación privilegiada" en lugar de la admisión plena, algo que es aquí rechazado rotundamente. La idea, sugerida públicamente por primera vez hace tres años por el ex presidente francés Valéry Giscard d'Estaing, ha sido más recientemente retomada por los demócrata-cristianos alemanes, cuya líder, Angela Merkel, se espera que compita contra el canciller Gerhard Schröder en septiembre. El partido de Merkel ha declarado inequívocamente que si es elegido tratará de impedir la admisión de Turquía.
En el trasfondo está la promesa del año pasado del presidente francés Jacques Chirac, de que Francia someterá a referéndum nacional la integración de Turquía. Después del rechazo de la constitución del mes pasado, pocos creen que se lo convoque.
Muchos turcos dicen que se están hartando de cumplir con las numerosas exigencias de Europa sin garantías de que al final sean miembros de Europa.
"Europa está jugando un juego peligroso con Turquía", dijo Can Paer, presidente de la Fundación Turca de Estudios Económicos y Sociales. "Le está dando más poder y más motivos a la gente que quiere mantener el status quo".
También está nutriendo los sentimientos nacionalistas turcos, que se agitaron el mes pasado cuando la Corte Europea de Derechos Humanos resolvió que Turquía debe someter a Abdullah Ocalan, el separatista kurdo, a un nuevo juicio.
Algunos turcos están empezando a anhelar el día que Turquía no necesite más a Europa, especialmente ahora que cuenta con el apoyo de Estados Unidos.
La producción económica turca subió casi en un 10 por ciento el año pasado y se espera que crezca este año hasta un 6 por ciento. La actual tasa de inflación del 10 por ciento es la más baja en 30 años. La inversión extranjera de Occidente, lenta debido a la crónica corrupción de Turquía, ha remontado.
Pekin Baran, un magnate turco del transporte marítimo, cree que las negociaciones con Europa empezarán en octubre, como programado, pero que "será un trayecto muy, muy desagradable". Según las reglas de negociación determinadas en diciembre, los 25 países miembros deben estar de acuerdo en todos los puntos. Eso da a Chipre y a cualquier otro país hostil a la integración turca un efectivo poder de veto.
"La pena es que estamos convencidos de que Turquía pudo haber contribuido a Europa mucho más de lo que se podía esperar razonablemente como intercambio", dijo Baran desde su oficina con vistas al brillante Bósforo, que separa a Europa de Asia, donde está la mayor parte de Turquía. Sin embargo, sostiene que Turquía debería exigir la admisión plena, en parte debido a que el proceso de negociación en sí mismo contribuye a cambios políticos y económicos.
Aunque hay todavía un fuerte apoyo de la integración, sondeos han constatado una disminución en el entusiasmo nacional antes del referéndum francés en mayo de más de 70 por ciento hace un año, a un 63 por ciento.
Hansjörg Kretschmer, el hombre de la Unión Europea en Turquía, advierte que sin una mejor comprensión de los dos lados, las opiniones turcas podrían cambiar rápidamente.
"Un fuerte apoyo basado en la ignorancia no es bueno porque se puede derrumbar muy rápidamente", dijo antes de una reunión este martes con representantes de organizaciones no-gubernamentales en Trabzon, en el Mar Negro. "El elemento clave es que Turquía haga sus deberes y complete las reformas políticas y otras reformas necesarias. Nadie dirá no a una Turquía que se ha transformado en una democracia liberal según las normas europeas".
El primer ministro Erdogan, en su entrevista con el Times el viernes, dijo que creía que el entusiasmo turco por la integración en la Unión Europea, seguirá siendo alto.
"Si analizas los sondeos, el apoyo por la UE puede haberse reducido un poco, pero todavía está por sobre el 60 por ciento", dijo. "De hecho, en las últimas dos semanas la situación en Francia y Holanda puede haber tenido un efecto negativo que ha hecho descender el apoyo, pero cuando llegue la época de las negociaciones en el otoño, creo que los partidarios de la integración volverán a ser más abundantes".
Saban Disli, vice-presidente de asuntos extranjeros del gobernante Partido por la Justicia y el Desarrollo, dijo que Europa no debe tratar de proyectar una decisión que debe ser tomada en 10 años basándose en la Turquía de hoy. "¿Quién sabe?", dijo. "Quizás de aquí a 10 años será Turquía la que convoque a un referéndum para ver si los turcos quieren ser parte de la Unión Europea".
11 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh
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