la otra familia de sinatra
[Cristóbal Peña] Nueva biografía aporta elementos desconocidos de la relación del cantante con el crimen organizado. Criado con quienes serían capos de la mafia, no es raro que "La Voz" haya consolidado su popularidad con ayuda del clan de Lucky Luciano, que financió el inicio de su carrera. Las conexiones están consignadas en los archivos del FBI y un nuevo libro -Sinatra: La Vida', recién aparecido en EEUU- suma antecedentes.
Hacia principios de los 50, Frank Sinatra necesitaba dinero con urgencia y estaba dispuesto a sacarle partido a su mala fama para conseguirlo. Principalmente por eso, y de seguro también para alimentar el mito sobre sí mismo y provocar a sus detractores, aceptó protagonizar Meet Danny Wilson', filme donde interpreta a un cantante melódico de un club de mala muerte, en apariencia arrogante, pero buena persona, que logra popularidad gracias a los favores de la mafia. El elemento autobiográfico es evidente, pero en ese entonces el interés público por la vida de Sinatra, incluso el de sus aspectos más oscuros, estaba en franco declive.
La película, como todo lo que hacía su protagonista por aquella época, resultó un fracaso comercial, y entre lo poco que dejó para éste se pueden rescatar tres cosas. Uno: 25 mil dólares extras para sus alicaídas finanzas. Dos: una pelea a muerte con la actriz Shelley Winters. Y tres: la comprobación de que, hiciera lo que hiciera, a esas alturas no había cómo desmentir los rumores que lo vinculaban con el crimen organizado. Y en ese caso, lo mejor era mantener el tema en el terreno del mito y la ficción.
Para entonces era sabido que Sinatra había participado en la cumbre de mafiosos ítalo-estadounidenses organizada por Charles Lucky' Luciano a principios de 1947, en La Habana. Y también, que a través de un matón de los bajos fondos le había mandado un recadito a Tommy Dorsey, pidiéndole "por las buenas" que lo liberara de un contrato. El resto, que es bastante y dio para reportajes, libros, investigaciones de la Cámara de Representantes y del FBI, fue conociéndose con el tiempo. Y ahora que han pasado siete años desde su muerte, un libro saca a la luz nuevos antecedentes sobre el tema.
El descubrimiento más sonado está en el terreno de la anécdota. El mismo año de la convención mafiosa en Cuba -escriben Anthony Summers y Robbyn Swan, en la biografía Sinatra: The Life'- el cantante cruzó la frontera de su país con una maleta cargada con tres y medio millones de dólares en billetes de 50. Se dirigía a La Habana por Nueva York y estuvo a punto de ser descubierto en el aeropuerto. Cuando estaba siendo registrado, una turba de fanáticos se abalanzó sobre él y lo liberó del trámite aduanero. Así, dicen Summers y Swan, basándose en el testimonio de Jerry Lewis y de otras fuentes, Ojos Azules' habría zafado de un buen lío y, de paso, cumplido con éxito el favor encomendado por Luciano, jefe del sindicato del crimen y coterráneo del cantante. Sus antepasados provenían del mismo pueblo de Sicilia: Lercara Friddi.
Querido Paisano
Aunque el reciente testimonio de Jerry Lewis tuvo bastante publicidad, la historia de la maleta millonaria ya era conocida. Se consigna en los archivos desclasificados del FBI, ampliamente difundidos. Otra cosa es que esa y otras anécdotas sean verídicas. Como la de muchos otros famosos, la carpeta de Sinatra fue abierta a instancias de J. Edgar Hoover, temido director del FBI, y alimentada por no pocos chismes y rumores de soplones a sueldo y periodistas antiliberales que detestaban el carácter de La Voz'.
Uno de éstos, el columnista Lee Mortimer, fue el primero en publicar los nexos de Sinatra con la mafia. Y al menos en lo que se refiere a la participación de éste en la convención de 1947, hasta el propio cantante tuvo que darle la razón al periodista. Era cierto, terminó reconociendo en una entrevista, había coincidido con Luciano en el Hotel Nacional de La Habana, pero de pura casualidad, y si habían terminado cenando juntos fue por cortesía.
Lo que en ningún caso califica como casualidad, aunque sí como cortesía, es la evidencia encontrada tres décadas después: "Para mi querido paisano Charlie, de su amigo Frank Sinatra", se leía en un mechero de oro requisado por la policía italiana al allanar el departamento de Luciano en Roma, en 1972.
Fondo Común
Que Frank Sinatra se haya vinculado a la mafia no es raro. Lo raro sería lo contrario. Por entonces, varios artistas y políticos hacían lo mismo, y con mayor razón él, criado en el barrio neoyorquino de Little Italy con los futuros capos del crimen. El mismo Luciano reconoció en una entrevista que, tal como en la película Meet Danny Wilson, "cuando hizo falta poner algo de dinero para que la voz de Frank llegara al público (los sicilianos) la soltaron sin chistar".
Era el orgullo de la colonia, un ejemplo que seguir: para triunfar en Estados Unidos no era necesario acomodarse a sus reglas y modales. Frankie era uno de ellos y su vínculo inicial con el crimen organizado fue Joe Fischetti, amigo de infancia y cuñado de Al Capone. Eso, hasta que Luciano cayó en desgracia. Después, desde comienzos de los 60, coincidiendo con las célebres funciones del Rat Pack en el Hotel Sands de Las Vegas, su amigo fue el jefe de la mafia de Chicago, Sam Giancana.
Deja de Lloriquear
En la mejor biografía de Sinatra, A su manera' (1997), J. Randy Taraborrelli expone los nexos entre el cantante, Giancana y los Kennedy. Y para ilustrar el estilo de la relación, en el que se mezclan mujeres y negocios, recoge el testimonio de un mafioso llamado Tomy DiBella. Un día Sinatra llamó desesperado a Giancana. Le contó que un periodista lo tenía harto y que ya no sabía qué hacer.
"Deja de lloriquear, Frank, yo me encargaré", lo consoló el capo. Después Giancana volvió a tomar el teléfono y llamó a un amigo. "El tipo del periódico está dando problemas a Sinatra. Hazle una visita, ¿quieres? Métele un dolorcito de cabeza. Le he prometido a Frank que me encargaría del asunto".
El libro fue publicado un año antes de la muerte de Sinatra y éste, tal como había hecho otras veces, desconoció los hechos más comprometedores. Desde el comienzo atribuyó todo a malentendidos, coincidencias lamentables y rumores interesados. Y, en último caso, le echó la culpa al estigma de un apellido como el suyo, "terminado en vocal", como la mayoría de los que comandaban el crimen organizado.
12 de junio de 2005
©tercera
La película, como todo lo que hacía su protagonista por aquella época, resultó un fracaso comercial, y entre lo poco que dejó para éste se pueden rescatar tres cosas. Uno: 25 mil dólares extras para sus alicaídas finanzas. Dos: una pelea a muerte con la actriz Shelley Winters. Y tres: la comprobación de que, hiciera lo que hiciera, a esas alturas no había cómo desmentir los rumores que lo vinculaban con el crimen organizado. Y en ese caso, lo mejor era mantener el tema en el terreno del mito y la ficción.
Para entonces era sabido que Sinatra había participado en la cumbre de mafiosos ítalo-estadounidenses organizada por Charles Lucky' Luciano a principios de 1947, en La Habana. Y también, que a través de un matón de los bajos fondos le había mandado un recadito a Tommy Dorsey, pidiéndole "por las buenas" que lo liberara de un contrato. El resto, que es bastante y dio para reportajes, libros, investigaciones de la Cámara de Representantes y del FBI, fue conociéndose con el tiempo. Y ahora que han pasado siete años desde su muerte, un libro saca a la luz nuevos antecedentes sobre el tema.
El descubrimiento más sonado está en el terreno de la anécdota. El mismo año de la convención mafiosa en Cuba -escriben Anthony Summers y Robbyn Swan, en la biografía Sinatra: The Life'- el cantante cruzó la frontera de su país con una maleta cargada con tres y medio millones de dólares en billetes de 50. Se dirigía a La Habana por Nueva York y estuvo a punto de ser descubierto en el aeropuerto. Cuando estaba siendo registrado, una turba de fanáticos se abalanzó sobre él y lo liberó del trámite aduanero. Así, dicen Summers y Swan, basándose en el testimonio de Jerry Lewis y de otras fuentes, Ojos Azules' habría zafado de un buen lío y, de paso, cumplido con éxito el favor encomendado por Luciano, jefe del sindicato del crimen y coterráneo del cantante. Sus antepasados provenían del mismo pueblo de Sicilia: Lercara Friddi.
Querido Paisano
Aunque el reciente testimonio de Jerry Lewis tuvo bastante publicidad, la historia de la maleta millonaria ya era conocida. Se consigna en los archivos desclasificados del FBI, ampliamente difundidos. Otra cosa es que esa y otras anécdotas sean verídicas. Como la de muchos otros famosos, la carpeta de Sinatra fue abierta a instancias de J. Edgar Hoover, temido director del FBI, y alimentada por no pocos chismes y rumores de soplones a sueldo y periodistas antiliberales que detestaban el carácter de La Voz'.
Uno de éstos, el columnista Lee Mortimer, fue el primero en publicar los nexos de Sinatra con la mafia. Y al menos en lo que se refiere a la participación de éste en la convención de 1947, hasta el propio cantante tuvo que darle la razón al periodista. Era cierto, terminó reconociendo en una entrevista, había coincidido con Luciano en el Hotel Nacional de La Habana, pero de pura casualidad, y si habían terminado cenando juntos fue por cortesía.
Lo que en ningún caso califica como casualidad, aunque sí como cortesía, es la evidencia encontrada tres décadas después: "Para mi querido paisano Charlie, de su amigo Frank Sinatra", se leía en un mechero de oro requisado por la policía italiana al allanar el departamento de Luciano en Roma, en 1972.
Fondo Común
Que Frank Sinatra se haya vinculado a la mafia no es raro. Lo raro sería lo contrario. Por entonces, varios artistas y políticos hacían lo mismo, y con mayor razón él, criado en el barrio neoyorquino de Little Italy con los futuros capos del crimen. El mismo Luciano reconoció en una entrevista que, tal como en la película Meet Danny Wilson, "cuando hizo falta poner algo de dinero para que la voz de Frank llegara al público (los sicilianos) la soltaron sin chistar".
Era el orgullo de la colonia, un ejemplo que seguir: para triunfar en Estados Unidos no era necesario acomodarse a sus reglas y modales. Frankie era uno de ellos y su vínculo inicial con el crimen organizado fue Joe Fischetti, amigo de infancia y cuñado de Al Capone. Eso, hasta que Luciano cayó en desgracia. Después, desde comienzos de los 60, coincidiendo con las célebres funciones del Rat Pack en el Hotel Sands de Las Vegas, su amigo fue el jefe de la mafia de Chicago, Sam Giancana.
Deja de Lloriquear
En la mejor biografía de Sinatra, A su manera' (1997), J. Randy Taraborrelli expone los nexos entre el cantante, Giancana y los Kennedy. Y para ilustrar el estilo de la relación, en el que se mezclan mujeres y negocios, recoge el testimonio de un mafioso llamado Tomy DiBella. Un día Sinatra llamó desesperado a Giancana. Le contó que un periodista lo tenía harto y que ya no sabía qué hacer.
"Deja de lloriquear, Frank, yo me encargaré", lo consoló el capo. Después Giancana volvió a tomar el teléfono y llamó a un amigo. "El tipo del periódico está dando problemas a Sinatra. Hazle una visita, ¿quieres? Métele un dolorcito de cabeza. Le he prometido a Frank que me encargaría del asunto".
El libro fue publicado un año antes de la muerte de Sinatra y éste, tal como había hecho otras veces, desconoció los hechos más comprometedores. Desde el comienzo atribuyó todo a malentendidos, coincidencias lamentables y rumores interesados. Y, en último caso, le echó la culpa al estigma de un apellido como el suyo, "terminado en vocal", como la mayoría de los que comandaban el crimen organizado.
12 de junio de 2005
©tercera
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carlos cabrera -