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drogas en iraq


[Jonathan Finer] Iraq usado para el tráfico de drogas. Detenciones de contrabandistas han aumentado desde la invasión.
Bagdad, Iraq. El director de una unidad de adicción en el centro de tratamientos para abuso de substancias más grande de Bagdad dio una larga chupada a su cigarrillo Craven y presentó su evaluación del problema de las drogas en Iraq.
"No hay problema de drogas en Iraq", dijo Abbas Fadhil Mahdi, un ex general de brigada del ejército de Saddam Hussein que ahora es un psiquiatra en el hospital Ibn Rushud de la capital.
"Tenemos inmunidad contra la adicción", continuó. "El islam protege a la gente de permitirse semejantes substancias ilícitas y perjudiciales. Y a diferencia de Occidente y Estados Unidos, tenemos familias extensas cohesivas y comprensivas. Así que no hay problemas con las drogas".
Funcionarios oficiales iraquíes y una agencia de Naciones Unidas que estudia el tráfico de drogas están en desacuerdo. Hamid Ghodse, presidente de la Junta Internacional de Control de Narcóticos de Naciones Unidas, dijo que desde la invasión norteamericana de 2003, Iraq se ha transformado en un punto de tránsito en el flujo de hachís y heroína de Irán y Afganistán, el más grande productor de opio, hacia los países del Golfo Pérsico y Europa.
Bajo el régimen autoritario de Hussein, el alcoholismo y la adicción a medicamentos tales como Valium eran predominantes, dijeron aquí funcionarios de la salud. Se pensaba que el uso de drogas ilegales, una materia no discutida públicamente, era algo raro. Pero desde la invasión, las mismas porosas fronteras que funcionarios estadounidenses e iraquíes describen como pasajes para insurgentes extranjeros, se han transformado en bien transitadas rutas de contrabando para los traficantes de drogas, de acuerdo a funcionarios de Naciones Unidas y de gobierno. Como resultado, dice el ministerio de Sanidad, las tasas de adicción están subiendo rápidamente.
Batidas de drogas muy publicitadas, antes desconocidos aquí, se están haciendo más corrientes. El miércoles noche en la sureña provincia de Nayaf, las autoridades detuvieron a 20 contrabandistas que trataban de introducir más de 680 kilos de hachís en Arabia Saudí usando camionetas atiborradas de enormes toneles, de acuerdo al general de división Hussein Ghazali, el jefe de la policía de fronteras. El valor en la calle de las drogas, dijo, era de casi 10 millones.
"El esquema es similar al que hemos visto en otras situaciones post-conflictos", dijo Ghodse en una rueda de prensa reciente. "Se deba a la guerra o al desastre, el debilitamiento de los controles fronterizos y de la infraestructura de seguridad convierte a los países en puntos logísticos y de tránsito convenientes, no sólo para los terroristas y militantes internacionales, sino también para traficantes de drogas. Es por eso que importante que tanto el gobierno de Iraq como la comunidad internacionales actúen rápidamente e implementen medidas preventivas antes de que la situación empeore".
Una declaración emitida por la agencia de Ghodse en mayo decía que "están aumentando los casos de intoxicaciones relacionadas con las drogas en hospitales de Bagdad y en todo el país".
Pero entrevistas con funcionarios de la salud aquí, y una visita a Mahdi, sus pacientes y su personal en el pabellón de internos de 10 camas del centro de tratamiento, indican que pocos, si acaso alguno, drogadictos están buscando ayuda médica y que continúa la tendencia de la era de Hussein de minimizar el problema.
Sólo tres de las camas estaban ocupadas, dos por alcohólicos y por un usuario de Artane, un relajante muscular que se usa en el tratamiento del Parkinson. En sus dos años en el centro, dijo Mahdi, no ha encontrado ni a un solo paciente adicto a narcóticos.
"Quieren exagerar que hay adictos a muchas drogas", dijo sobre el gobierno iraquí. "Por razones políticas, para poder decir que los países que rodean a Iraq no colaboran en parar el contrabando".
Uno de los pacientes del pabellón de adicción, Thamir Kamil Ghassab, 36, dijo que había llegado el mismo al hospital y se había internado por ocho días porque estaba bebiendo más de una pinta al día de arrack, un licor de Oriente Medio. También usaba píldoras Artane, dijo. Pero cuando se le preguntó si conocía a alguien que usara narcóticos, retrocedió.
"Por supuesto que no: los matamos", dijo. "Todo eso es malo".
El tradicional estigma que rodea aquí el uso de narcóticos desalienta a los adictos a buscar ayuda, dificultando al gobierno la recolección de datos sobre el uso de drogas y la adicción, dijo Sirwan K. Ali, psiquiatra del ministerio de Sanidad que gestiona el programa de control del abuso de substancias de Iraq.
"El problema de las drogas en Iraq es como la primera parte de una epidemia, una tormenta en formación, y si sigue creciendo no podremos resistir su severidad, porque no tenemos infraestructura para controlarla, ni experiencia en su tratamiento", dijo. "Pero para nosotros es casi imposible determinar la dimensión del problema por la situación de seguridad y porque se lo mantiene en la oscuridad. Hasta hace poco, estas cosas no se hablaban en público".
Incluso en la ausencia de demasiados datos concretos, el gobierno está tomando medidas que espera que impida que escale el flujo de drogas. Cuando restableció la pena de muerte el año pasado, transformó el tráfico de drogas en el único delito no violento punible con la muerte. El ministerio de Sanidad ha formado comités en todas las provincias para controlar lo que Ali llamó un "fuerte aumento" de las tasas de adicción y contrabando.
En noviembre pasado, cuando el ministerio dio su primera conferencia sobre drogas ilegales, publicó un libro ilustrado, ‘Las drogas y su influencia en la sociedad', que compilaba estadísticas nacionales de detenciones y hospitalizaciones. Un dibujo en la contraportada mostraba a un joven agachado con una expresión agonía en una figura demoníaca emergida del humo de su cigarrillo.
Pero los datos compilados reflejan sólo una parte del problema de Iraq con las drogas, porque los informes de las autoridades sanitarias provinciales y de la policía fueron esporádicos, dijo Ali. Por ejemplo, de mayo a noviembre de 2004, la policía reportó a nivel nacional sólo 9 incidentes de contrabando y 24 casos de gente usando drogas ilegales.
Pero la policía de varias provincias iraquíes dicen que las detenciones por drogas se han hecho cada vez más corrientes en las ciudades, especialmente en Bagdad, la ciudad más grande de Iraq con unos 5 millones de habitantes, y en lugares frecuentados por peregrinos religiosos venidos de otras provincias, como Nayaf y Karbala, que son santuarios musulmanes chiíes. Ghazali, el jefe de la policía de fronteras de Nayaf, dijo que los contrabandistas de drogas a menudo entierran sus mercaderías en el desierto antes de transportarlas a Arabia Saudí.
En su declaración del mes pasado, la Junta Internacional de Control de Narcóticos dijo que las autoridades en Jordania habían observado un importante aumento del tráfico de drogas desde Iraq el año previo y que en abril se requisaron en la frontera iraquí 3 millones de píldoras de Fenethylline, un estimulante que causa efectos similares a las anfetaminas. También se descubrieron "cantidades importantes" de resina de cannabis y químicos usados en la producción de heroína, decía la declaración.
Para las fuerzas de seguridad iraquíes, el incidente reciente más inquietante ocurrió a fines de mayo, cuando seis iraníes fueron detenidos en la norteña ciudad de Sulaymaniyah con lo que la policía dijo eran grandes cantidades de un tipo no especificado de narcóticos. Unos 50 galones de un material descrito en informes de la prensa local como un "precursor de explosivos" también fueron encontrados en el lugar, informó el diario al-Watan, de Iraq.
En octubre pasado, 21 iraníes y afganos fueron detenidos cuando trataban en entrar a Iraq con armas y drogas ilegales, dijo la policía de fronteras en Sulaimaniyah.
"Todo esto ocurre porque las fronteras no están bien protegidas", dijo Waleed Sharka, miembro de la Asamblea Nacional Iraquí y uno de los pocos políticos en pronunciarse públicamente sobre el problema. "Ahora los terroristas también traen drogas".

Bassam Sebti y Omar Fekeiki en Baghdad y Saad Sarhan en Najaf contribuyeron a este reportaje.

15 de junio de 2005
©washington post
©traducción mQh

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