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batman en el diván


[Ann Hornaday] En la última entrega del héroe de historietas pasa demasiado tiempo en el diván.
En ‘Batman Begins', uno de los directores del momento en Hollywood, Christopher Nolan, se ataca al mito de creación de uno de los iconos populares más perdurables de Estados Unidos, el héroe de DC Comics que apareció por primera vez en 1939 y que ha inspirado innumerables interpretaciones desde entonces.
La más conocida repetición de ‘Batman', por supuesto, es la boba serie de televisión que introdujo en los años sesenta a toda una generación a los placeres campy de la gráfica tipo Roy Lichtenstein y del críptico erotismo homosexual. Nolan pasa de toda esa meta-hilaridad, entregando un laborioso retrato psicológico profundo y carente de ironía con tal convincente sentido de gravedad que linda con el engreimiento.
Para los puristas que no han sido nunca felices con ninguna película de ‘Batman', ni siquiera con la tenebrosamente extravagante versión de Tim Burton de 1989 con Michael Keaton y Jack Nicholson, la densa y solemnemente respetuosa versión sobre los orígenes del superhéroe puede resultar siendo la definitiva, ya que introduce a los cinéfilos por primera vez a personajes como el teniente James Gordon (Gery Oldman), el científico de Wayne Enterprises, Lucius Fox (Morgan Freeman) y el psiquiatra Jonathan Crane (Cillian Murphy), que aparecieron todos ellos en las historias originales de ‘Batman' de Bob Kane.
Combinando el cómic de Kane con algunas de sus propias especulaciones, Nolan y el guionista David S. Goyer nos proporcionan una detallada, aunque a menudo enrevesada explicación de cómo el huérfano multimillonario Bruce Wayne se transformó en una leyenda vestida con un traje de murciélago. Nolan, que hizo la compleja y estructurada ‘Memento', así como el gélido thriller de ‘Insomnio', toma casi toda una hora nada más que en las primeras fases de la vida de Bruce -su presencia en el doble homicidio de sus padres; su exilio en una vida al margen de la ley; su adiestramiento en artes marciales bajo la tutela de un misterioso mentor llamado Ducard (Liam Neeson); y, finalmente, su regreso a la corrupta cloaca de Gotham City.
Como mostró Burton en su ‘Batman', los motivos de Wayne para combatir el crimen tiene raíces psicológicas, pero no sólo se siente culpable de haber sobrevivido a su padre sino además sufre de un profundo miedo a, cómo podría ser de otra manera, los murciélagos (por añadidura, Nolan hace que Nolan y su familia vayan a ver la noche de su asesinato una función de ‘Die Fledermaus').
"Tienes miedo de tu propio poder. Tienes miedo de tu rabia", le dice Ducard a Wayne mientras lo prepara como un guerrero al estilo ninja. "Para conquistar el temor, debes transformarte en él".
El joven al otro extremo de este rollo tipo Dr. Phil es Christian Bale, cuya combinación de carácter reservado y fuerza física se ajusta perfectamente a un héroe tímido con una interpretación de noblesse oblige sacada de la furia del Viejo Testamento.
Lo que es más, tiene lo que necesita todo Bartman: una enorme boca, esencial para un rol en el que el actor oculta el resto de su cara detrás de una capucha la mayor parte del tiempo.
Bale, que se parece al joven Cliff Robertson, es formidable tanto como el conflictivo Bruce Wayne -que toma la personalidad de un rico playboy para ocultar su identidad- y el encapado Batman, que siempre ha tenido un inconfundible frisson erótico. (También logra comunicar periódicos estallidos de humor impasible que son lamentablemente engullidos por el casi constante bombardeo de ruidos, frenética acción y rebuscado espectáculo).
De hecho, no sólo Bale sino casi todo el reparto de ‘Batman Begins' es de primera clase, incluyendo a Michael Caine, que ofrece algún descanso cómico como el fiel mayordomo de Bruce Wayne; Tom Wilkinson es un infame padrino del crimen llamado Falconi; y los antes mencionados Freeman y Oldman. (Es fácil olvidar a Katie Holmes, como la novieta de infancia de Bruce Wayne, cuyo rol es más una ocurrencia tardía que un personaje redondeado).
Pero tan bien como las actuaciones, y como el obediente Nolan ha estado tratando de conservar el legado de Kane en ‘Batman Begins', hay algo triste en toda la empresa, que hace recordar el tono sombrío de ‘Robo-Cop' y ‘Blade Runner', aunque no posee ni el ingenio del primero ni el refinamiento narrativo del último. Como lo demuestran al menos dos familias sacaron del cine a sus hijos en una función reciente -las dos veces durante una de las interminables y sorprendentemente violentas escenas de lucha-, está claro que esta película no sólo es inapropiada para niños, sino puede ser incluso demasiado larga y deprimente para adolescentes.
Esto plantea la pregunta de para quién es precisamente ‘Batman Begins'. ¿Para fanáticos del ordenador y jugadores? ¿Para adultos atraídos por fetichista surtido de objetos brillantes y agudos del Cruzado Encapuchado?
Claramente, sólo los adultos podrán ver toda la historia con innumerables secuencias de peleas y persecuciones, explicaciones arcanas de un alucinógeno que produce pánico y que amenaza a Gotham y una grandiosa escena en la que aparecen zombis que parecen sacados directamente de una de las películas B de George Romero.
Después de casi dos horas y media de psicología, puñetazos y obsesiones, está claro que ‘Batman Begins' está bien; la pregunta es si terminará alguna vez.

16 de junio de 2005
©washington post
©traducción mQh


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