por una sopa de tiburón
[Keith Bradsher] Disneyland en China ofrece una sopa y termina cocinado.
Hong Kong, China. El Pato Donald y sus amigos están siendo involucrados en una inusual confrontación entre la sensibilidad occidental y las tradiciones chinas, encendiendo un debate que tiene zumbando a esta ciudad.
Todo comenzó cuando Hong Kong Disneyland, un nuevo parque temático cuya inauguración se programa para el 12 de septiembre, anunció que serviría sopa de aletas de tiburón -un plato pegajoso, vigoroso y escaso, que ha sido un favorito de los chinos durante dos siglos.
Pero los planes para esta delicia culinaria, que serían servidos en banquetes de bodas, han provocado una airada respuesta de activistas ambientalistas. Dicen que tantos tiburones terminan flotando en esta sopa en estos días que temen que no queden suficientes nadando en los océanos del planeta.
Evitando verse como el americano feo en China, la Walt Disney Company ha tomado cuidadosas medidas para mostrar su aprecio por las tradiciones chinas, diciendo que está simplemente adoptando normas locales.
"El plato es considerado una parte integral de un banquete de bodas chino", dijo Esther Wong, portavoz de la compañía. "Desde que HongKong Disneyland se estableció en Asia nos creímos en la obligación de ofrecer una opción".
Aunque todavía no ha servido ni un solo plato de sopa de aleta de tiburón, la prominente imagen de Disney la transforma en un blanco natural. En esta prolongada riña sobre qué tiburones comer, un grupo, la She Shepherd Conservation Society, ha hecho imprimir camisetas con el Ratón Micky y el Pato Donald blandiendo cuchillos y mirando sádicamente a tres tiburones desangrándose tras perder sus aletas.
"Ellos dicen que es cultural. ¿Significa eso que Disneyland en Japón va ahora a vender hamburguesas de ballena?", preguntó el viernes Paul Watson, fundador y presidente de la sociedad de protección animal, en Harbor, Washington.
Otro grupo, la Animals Asia Foundation, ha aprovechado el tema para subrayar su preocupación de que la creciente riqueza de China ha conducido a un creciente apetito por las especies raras. Comer crías de leopardo, serpientes exóticas y osos hormigueros escamosos conocidos como pangolins, tanto por el prestigio que otorga y los supuestos beneficios para la salud, se ha hecho tan popular que los defensores de los animales temen que se ponga en peligro a especies enteras.
Las autoridades de Hong Kong han interceptado 1.800 pingüinos congelados en una playa que estaban siendo contrabandeados hacia restaurantes chinos continentales.
Empleados de Disney mantienen su posición, diciendo que la sopa de aleta de tiburón seguirá en el menú aquí para los banquetes de bodas, un lucrativo negocio para los parques temáticos de la compañía en todo el mundo.
Pero, reconociendo las críticas, Disney también dice que cualquiera que pida una sopa de aleta de tiburón en el banquete de bodas recibirá un folleto señalando la reducción del número de tiburones. Wong dijo que Disney sugerirá platos alternativos, pero seguirá sirviendo sopa de aleta de tiburón a los clientes que la pidan.
La sopa en el Disneyland de Hong Kong no será preparada con las aletas de tres especies de tiburones protegidas por un acuerdo internacional que restringe el comercio en especies amenazadas o en peligro de extinción, dijo Wong. Las aletas de las tres especies -los tiburones blancos, los peregrinos y las ballenas- no pueden ser comercializados internacionalmente sin permisos especiales.
Esas garantías formales no han impedido a escolares aquí de firmar juramentos para boicotear al Disneyland de Hong Kong. Los grupos ambientalistas de aquí y en Estados Unidos están organizando peticiones online llamando a la compañía a cambiar de curso.
Sharon Chan, un alumno de noveno que ayudó a organizar el boicot contra Disney de aquí, dice que "si siguen matando tiburones para hacer sopa de aletas, los tiburones se extinguirán y seguramente morirán".
Científicos marinos dicen que no es probable que desaparezcan como especie. Pero las poblaciones de algunas de las especies más grandes y más cazadas se han reducido considerablemente. Investigadores de la Universidad de Dalhousie en Halifax, Nova Scotia, constató una reducción de 89 por ciento en la población del Atlántico Norte de una especie favorita de dibujantes, el pez martillo.
La industria del catering de Hong Kong y los comerciantes de tiburones de Sai Ying Poon, una conejera de callejones que es el centro del comercio mundial en aletas de tiburón, temen que las críticas a Disney no sean más que la primera ola de una amenaza más grande a uno de los platos más lucrativos de la hostelería. Alarmados por artículos en primera plana en diarios locales sobre la controversia, acusan a los críticos de Disney de "imperialismo cultural" y falta de respeto por las tradiciones chinas.
Cheung Yu-yan, miembro del parlamento de Hong Kong, elegido por los hosteleros de la ciudad, dijo que los chefs no hacían más que servir lo que quería el público.
"Es siempre popular -no puedes hacer dinero con tus clientes si no tienes sopa de aleta de tiburón", dijo Cheung. La sopa, dijo, puede costar hasta 150 dólares en los mejores restaurantes, y bromeó sobre que si los tiburones no fueran comidos, podrían estar acechando cerca de las playas.
Una mañana reciente en Sai Ying Poon, Leung Siu-leung estaba poniendo a secar colas de tiburón azul en esteras de juncos. Leung acusó a los occidentales incitar las objeciones contra el consumo de aletas de tiburón.
"Es una diferencia cultural", dijo. "Ellos no lo comen, así que lo ven diferente".
A pesar de la vigorosa defensa, hay algunos indicios de que aquí las normas están cambiando. Un personaje de caricaturas que es un tiburón aquí en Hong Kong, James Fin H20, es una mascota del Ocean Park, un parque de diversiones y conservación marina que fomenta el respeto por los tiburones. Ocean Park ha sacado la sopa de aleta de tiburón del menú de los banquetes de bodas que se celebran aquí.
Pero Ocean Park se opone a una antigua tradición. Ho Pui-yin, profesor de historia de la Universidad China de Hong Kong, dijo que los pueblos costeños de China conocen una tradición centenaria de servir pescados valiosos en los banquetes de bodas y en otras ocasiones importantes.
Las aletas de tiburón, asociadas con el peligro y la juventud, se hicieron populares a fines del siglo 18 y principios del 19 cuando empezaron a mejorar las condiciones de vida. La demanda se disparó a fines del siglo 20, cuando también se dispararon los ingresos.
En los últimos cinco años han habido signos de preocupaciones ambientales sobre el consumo de aletas de tiburón en Hong Kong, Taiwán e incluso en China, dijo el profesor Ho.
El presidente de Taiwán, Chen Shui-bian, anunció hace cuatro años que no se serviría sopa de aleta de pescado en las bodas de su hija. En su lugar se sirvieron exquisiteces locales, como testículos de pollo, que se parecen ligeramente a granos de arroz y se cocinan en vino para un plato que se cree que aumenta la virilidad.
Alan Lee, propietario de la Kwam Yi Trading Company, donde hace poco el olor a pescado seco provenía de enormes sacos blancos llenos de aletas, se quejó de que ahora muchos restaurantes elegantes compran menos de una décima parte de lo que compraban a principios de los años ochenta.
La parte más estrafalia de la controversia sobre la aleta de pescado es que incluso los aficionados reconocen que las aletas mismas prácticamente no tienen sabor. El sabor viene de la sopa, mientras que las aletas son apreciadas por su textura.
"Si se siente pegajosa en la boca y en la lengua", dijo Lee, "es que está bien".
17 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh
Todo comenzó cuando Hong Kong Disneyland, un nuevo parque temático cuya inauguración se programa para el 12 de septiembre, anunció que serviría sopa de aletas de tiburón -un plato pegajoso, vigoroso y escaso, que ha sido un favorito de los chinos durante dos siglos.
Pero los planes para esta delicia culinaria, que serían servidos en banquetes de bodas, han provocado una airada respuesta de activistas ambientalistas. Dicen que tantos tiburones terminan flotando en esta sopa en estos días que temen que no queden suficientes nadando en los océanos del planeta.
Evitando verse como el americano feo en China, la Walt Disney Company ha tomado cuidadosas medidas para mostrar su aprecio por las tradiciones chinas, diciendo que está simplemente adoptando normas locales.
"El plato es considerado una parte integral de un banquete de bodas chino", dijo Esther Wong, portavoz de la compañía. "Desde que HongKong Disneyland se estableció en Asia nos creímos en la obligación de ofrecer una opción".
Aunque todavía no ha servido ni un solo plato de sopa de aleta de tiburón, la prominente imagen de Disney la transforma en un blanco natural. En esta prolongada riña sobre qué tiburones comer, un grupo, la She Shepherd Conservation Society, ha hecho imprimir camisetas con el Ratón Micky y el Pato Donald blandiendo cuchillos y mirando sádicamente a tres tiburones desangrándose tras perder sus aletas.
"Ellos dicen que es cultural. ¿Significa eso que Disneyland en Japón va ahora a vender hamburguesas de ballena?", preguntó el viernes Paul Watson, fundador y presidente de la sociedad de protección animal, en Harbor, Washington.
Otro grupo, la Animals Asia Foundation, ha aprovechado el tema para subrayar su preocupación de que la creciente riqueza de China ha conducido a un creciente apetito por las especies raras. Comer crías de leopardo, serpientes exóticas y osos hormigueros escamosos conocidos como pangolins, tanto por el prestigio que otorga y los supuestos beneficios para la salud, se ha hecho tan popular que los defensores de los animales temen que se ponga en peligro a especies enteras.
Las autoridades de Hong Kong han interceptado 1.800 pingüinos congelados en una playa que estaban siendo contrabandeados hacia restaurantes chinos continentales.
Empleados de Disney mantienen su posición, diciendo que la sopa de aleta de tiburón seguirá en el menú aquí para los banquetes de bodas, un lucrativo negocio para los parques temáticos de la compañía en todo el mundo.
Pero, reconociendo las críticas, Disney también dice que cualquiera que pida una sopa de aleta de tiburón en el banquete de bodas recibirá un folleto señalando la reducción del número de tiburones. Wong dijo que Disney sugerirá platos alternativos, pero seguirá sirviendo sopa de aleta de tiburón a los clientes que la pidan.
La sopa en el Disneyland de Hong Kong no será preparada con las aletas de tres especies de tiburones protegidas por un acuerdo internacional que restringe el comercio en especies amenazadas o en peligro de extinción, dijo Wong. Las aletas de las tres especies -los tiburones blancos, los peregrinos y las ballenas- no pueden ser comercializados internacionalmente sin permisos especiales.
Esas garantías formales no han impedido a escolares aquí de firmar juramentos para boicotear al Disneyland de Hong Kong. Los grupos ambientalistas de aquí y en Estados Unidos están organizando peticiones online llamando a la compañía a cambiar de curso.
Sharon Chan, un alumno de noveno que ayudó a organizar el boicot contra Disney de aquí, dice que "si siguen matando tiburones para hacer sopa de aletas, los tiburones se extinguirán y seguramente morirán".
Científicos marinos dicen que no es probable que desaparezcan como especie. Pero las poblaciones de algunas de las especies más grandes y más cazadas se han reducido considerablemente. Investigadores de la Universidad de Dalhousie en Halifax, Nova Scotia, constató una reducción de 89 por ciento en la población del Atlántico Norte de una especie favorita de dibujantes, el pez martillo.
La industria del catering de Hong Kong y los comerciantes de tiburones de Sai Ying Poon, una conejera de callejones que es el centro del comercio mundial en aletas de tiburón, temen que las críticas a Disney no sean más que la primera ola de una amenaza más grande a uno de los platos más lucrativos de la hostelería. Alarmados por artículos en primera plana en diarios locales sobre la controversia, acusan a los críticos de Disney de "imperialismo cultural" y falta de respeto por las tradiciones chinas.
Cheung Yu-yan, miembro del parlamento de Hong Kong, elegido por los hosteleros de la ciudad, dijo que los chefs no hacían más que servir lo que quería el público.
"Es siempre popular -no puedes hacer dinero con tus clientes si no tienes sopa de aleta de tiburón", dijo Cheung. La sopa, dijo, puede costar hasta 150 dólares en los mejores restaurantes, y bromeó sobre que si los tiburones no fueran comidos, podrían estar acechando cerca de las playas.
Una mañana reciente en Sai Ying Poon, Leung Siu-leung estaba poniendo a secar colas de tiburón azul en esteras de juncos. Leung acusó a los occidentales incitar las objeciones contra el consumo de aletas de tiburón.
"Es una diferencia cultural", dijo. "Ellos no lo comen, así que lo ven diferente".
A pesar de la vigorosa defensa, hay algunos indicios de que aquí las normas están cambiando. Un personaje de caricaturas que es un tiburón aquí en Hong Kong, James Fin H20, es una mascota del Ocean Park, un parque de diversiones y conservación marina que fomenta el respeto por los tiburones. Ocean Park ha sacado la sopa de aleta de tiburón del menú de los banquetes de bodas que se celebran aquí.
Pero Ocean Park se opone a una antigua tradición. Ho Pui-yin, profesor de historia de la Universidad China de Hong Kong, dijo que los pueblos costeños de China conocen una tradición centenaria de servir pescados valiosos en los banquetes de bodas y en otras ocasiones importantes.
Las aletas de tiburón, asociadas con el peligro y la juventud, se hicieron populares a fines del siglo 18 y principios del 19 cuando empezaron a mejorar las condiciones de vida. La demanda se disparó a fines del siglo 20, cuando también se dispararon los ingresos.
En los últimos cinco años han habido signos de preocupaciones ambientales sobre el consumo de aletas de tiburón en Hong Kong, Taiwán e incluso en China, dijo el profesor Ho.
El presidente de Taiwán, Chen Shui-bian, anunció hace cuatro años que no se serviría sopa de aleta de pescado en las bodas de su hija. En su lugar se sirvieron exquisiteces locales, como testículos de pollo, que se parecen ligeramente a granos de arroz y se cocinan en vino para un plato que se cree que aumenta la virilidad.
Alan Lee, propietario de la Kwam Yi Trading Company, donde hace poco el olor a pescado seco provenía de enormes sacos blancos llenos de aletas, se quejó de que ahora muchos restaurantes elegantes compran menos de una décima parte de lo que compraban a principios de los años ochenta.
La parte más estrafalia de la controversia sobre la aleta de pescado es que incluso los aficionados reconocen que las aletas mismas prácticamente no tienen sabor. El sabor viene de la sopa, mientras que las aletas son apreciadas por su textura.
"Si se siente pegajosa en la boca y en la lengua", dijo Lee, "es que está bien".
17 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh
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mauricio -