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viuda de un activista


[Shaila Dewan] Viuda evoca los fantasmas de la lucha por los derechos civiles de 1964.
Filadelfia, Misissippi, Estados Unidos. Tan pronto como se supo dónde estaban alojando, tuvieron que partir.
El hombre que les alquilaba la casa había sido amenazado.
La esposa de un pastor les prestó un apartamento, pero no tenía agua corriente y tenían que pasar en las mañanas a un hotel negro a asearse, colándose por la puerta de atrás porque eran blancos y no querían llamar la atención.

Cuando tenían teléfono, no cesaba de sonar. La gente al otro lado de la línea le decían a Rita Schwerner que iban a matar a su marido. La matrícula del coche circulaba entre agentes de policía.
Así recibieron a una joven pareja que llegó a Mississippi desde Nueva York en 1964 para unirse al movimiento por los derechos civiles, dijo la ex señora Schwerner, ahora Rita Bender, a un jurado el jueves. Fue la primera testigo en el juicio por homicidio en el estado de un antiguo miembro del Ku Klux Klan acusado de orquestar el asesinato de su marido Michael Schwerner, y otros dos activistas de derechos civiles, James Earl Chaney y Andrew Goodman, hace más de 40 años.
Articulada y serena, con el pelo cano corto y una dulce y triste sonrisa, Bender contó al jurado sobre su matrimonio con Schwerner -ella tenía 20, él 22- y su traslado hacia el sur poco después. También habló de su desaparición cerca de Filadelfia, cuando participaba en un programa de adiestramiento en Ohio, y cómo cuando volvió a Mississippi después de enterarse de las noticias, el único lugar donde podía quedarse era un hotel negro, con una guardia organizada por pastores negros que vigilaban fuera.
Fue un primer plano de una época cuando el terror era cosa de todos los días y el mero acto de ayudar a la gente les podía poner en peligro. El jurado prestó cuidadosa atención, pero el acusado, Edgar Ray Killen, 80, no estaba en la sala del tribunal. Killen se había retirado, quejándose de que le faltaba el aire y de una "sensación asfixiante", dijo su abogado, y fue más tarde sacado del Tribunal del Condado de Neshoba en una camilla.
Tras un receso, el juez que preside el juzgado, Marcus Gordon, anunció que Killen estaba en el hospital y era sometido a análisis y que el juicio se reiniciaría el viernes por la mañana si lo aprobaban los médicos.
Killen, empleado de un aserradero y predicador, ahora en una silla de ruedas debido a que se cayó de un árbol en enero, estuvo en el tribunal la primera parte de la mañana mientras el juez se ocupó de asuntos de procedimiento. Pero cuando entró el jurado para el primer día de testimonios, su abogado James McIntyre se acercó al estrado y pidió permiso para que Killen se pudiera retirar.
Debido a la mala salud de Killen, se le proporcionó una cama y una enfermera en el tribunal.
Con el permiso de Killen, el juicio continuó sin él, y Bender fue la primera testigo. Al jurado no se le comunicó la razón de la ausencia de Killen debido a que el juez no quería causarles sentimientos de compasión, dijo el juez.
Con James Hood, el fiscal general del estado, que la interrogaba, Bender, ahora una abogado que vive en Seattle, describió el centro comunitario para niños que ella y su marido ayudaron a abrir en Meridian, Mississippi, a unos 48 kilómetros de Filadelfia.
Schwerner y Chaney, que era de Meridian, hicieron estanterías para colocar los libros donados que no estaban disponibles para negros en las bibliotecas públicas. Había una mesa de pingpong. Pero los operadores del centro estaban también tratando de ayudar a los negros a inscribirse para votar, haciendo contactos y buscando locales para las clases de formación. Schwerner y Chaney habían visitado la Iglesia Metodista Unificada Monte de Sión, una iglesia negra en el condado de Neshoba, cerca de Filadelfia.
En junio, mientras estaban en una sesión de adiestramiento en Ohio, donde se reunieron con Goodman, se enteraron de que los líderes de la iglesia habían sido golpeados por miembros del Klan, que habían reducido a cenizas la iglesia, dijo Bender.
En este punto, el juez Gordon reprochó a Bender, diciéndole que no se la oía. "Lo lamento", dijo ella, recompuesta. "Me pongo emocional. Lo lamento".
En la sala observaban el marido de Bender y parientes de Chaney, así como Bettie Dahmer, la hija de Vernon Dahmer, otro activista de Mississippi por los derechos civiles, cuyo asesino fue juzgado y encarcelado en 1998. Dos hombres ocupaban una hilera de bancas reservadas para la familia de Killen.
Bender levantó la voz, diciendo que su primer marido, que era conocido como Mickey, y Chaney, al que llamó J.E., habían decidido volver a Mississippi para ver la iglesia.
"Tenían que volver y ver a esa gente", dijo. "No se abandona a la gente que se atreve a correr riesgos". Los dos hombres, junto con Goodman, se subieron a una furgoneta azul que usaban los Schwener y volvieron a Mississippi.
Llegaron bien a Meridian, y al día siguiente, el domingo 21 de junio, se digirieron a Filadelfia a ver la iglesia. Tarde esa noche Schwerner recibió una llamada telefónica diciendo que ellos no habían vuelto.
Llevaban dos días perdidos cuando la señora Schwener se enteró de que habían encontrado la furgoneta, quemad, en el pantano de Bogue Chitto, en el condado de Neshoba. En ese entonces ella estaba en el aeropuerto de Cincinnati, de regreso a Mississippi. Casualmente, también estaba ahí otra activista por los derechos civiles, Fannie Lou Hamer, y las dos se enteraron juntas de la noticia. Hamer, nieta de esclavos, abrazó a Schwerner y se echaron a llorar. "Nuestros lágrimas se mezclaron", dijo Bender.
Temiendo por la seguridad de Schwerner, los activistas la habían enviado a casa con una escolta, que la acompañó al condado de Neshoba. "Yo quería ver el coche quemado", dijo. "Insistí mucho en eso".
Estaba en un garaje, su cabina completamente calcinada y encima de unos bloques, porque las llantas se habían derretido, dijo.
Durante el interrogatorio, McIntyre tenía esencialmente una sola pregunta para Bender: ¿Sabía algún indicio personal sobre la participación de Killen en los asesinatos?
Bender dijo que no.
Más tarde, en el sofocante calor a la entrada del tribunal, Bender aprovechó la presencia de periodistas para exponer una idea que ha repetido desde 1964,
"Estáis tratando este juicio como el más importante del movimiento de derechos civiles porque dos de los tres hombres eran blancos", dijo. "Eso significa que todos tenemos que seguir hablando sobre el racismo en este país, porque todavía continúa. Y si este juicio es vuestra manera de reconocerlo, de reconocer todos lo que pasó y hablar abiertamente sobre ello, entonces tiene sentido".
Antes en el día el juez dijo que admitiría como testimonio la transcripción de un juicio federal de 1967 del caso, en el que 18 hombres, incluyendo a Killen, fueron acusados de conspirar para privar a las tres víctimas de sus derechos civiles. Siete de ellos fueron condenados, pero el jurado quedó en punto muerto sobre Killen debido a la oposición de un miembro del jurado.
Los testigos cruciales de ese juicio están muertos ahora, pero los fiscales quieren introducir el testimonio de sus transcripciones. La defensa ha intentado excluir esas declaraciones antiguas.
Después de Bender, un segundo testigo fue llamado pero apenas había empezado a declarar cuando el juez hizo nuevamente salir al jurado. Killen recibió oxígeno, y los paramédicos lo llevaron al Hospital General del Condado de Neshoba.
Más tarde, el doctor Patrick Eakes, director de cuidados intensivos, dijo a periodistas que Killen, que se había declarado inocente de los tres cargos de homicidio, volverá a la sala del tribunal mañana probablemente. Tenía presión alta, y había empeorado, dijo el doctor, debido quizás a sus heridas. Cuando se le presionó, concedió que el empeoramiento podría haber sido causado por el estrés del juicio.
"Creo que en la sala la presión sanguínea de todo el mundo está un poco alta", dijo Eakes.

17 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh


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