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el fbi contra niña de 16


[Nina Bernstein] Preguntas, amargura y exilio de una niña acusada de ser terrorista.
Dhaka, Bangladesh. Desplomada la borde la cama que esa noche tendrá que compartir con cuatro familiares, la niña de 16 de Queens parecía aturdida.
En el agobiante y polvoriento camino del aeropuerto había mirado pasar carritos tirados por mano junto a mujeres barriendo las calles, flacas y envueltas en brillantes saris. Ahora, en un idioma que apenas entiende, tías y tíos que no conoce lamentan su destino: ser obligada a abandonar Estados Unidos, su hogar desde su kindergarten, porque el FBI la identificó misteriosamente como una potencial terrorista suicida.

"Me sentí como si estuviera en otro planeta", dijo la muchacha, Tashnuba Hayder. "Me pasó de repente. La rapidez con que ocurrió todo, Dios mío".
La historia cómo ocurrió -como Tashnuba, la devota, voluntariosa hija de inmigrantes musulmanes que viven en un vecindario de limpias calles y banderas estadounidenses, fue clasificada como una amenaza inminente para la seguridad nacional- está todavía envuelta entre los secretos del gobierno. Después de casi siete semanas de detención, fue dejada en libertad en mayo a condición de que dejase el país inmediatamente. Sólo de la acusó de infracciones a la ley de inmigración, y otra chica de 16 de Nueva York, que fue detenida y liberada. Funcionarios federales se negaron a comentar el caso.
Pero como la primera investigación sobre terrorismo de Estados Unidos en que los implicados son menores de edad, el caso revela la profundidad de la preocupación del gobierno de que una adolescente pueda transformarse en una terrorista, y lo lejos que los agentes federales están dispuestos a ir si sospechan que haya una posibilidad. Y ha llamado ampliamente la atención, encendiendo el debate sobre el equilibrio correcto entre la vigilancia del gobierno y la protección de las libertades individuales.
No se sabe qué llevó a las autoridades a investigar a Tashnuba, que dice que las acusaciones son falsas. Pero en una serie de entrevistas -su primera-, dijo que el gobierno había aparentemente descubierto sus visitas a un chat room en internet, de las que tomó apuntes de los sermones de un carismático clérigo musulmán de Londres, un jeque que ha sido durante mucho tiempo acusado de fomentar los atentados suicidas.
Un agente del FBI que se hizo pasar por terapeuta, primero confrontó a Tashnuba en su dormitorio, revisando los papeles de su escuela e interrogándola sobre todo, desde sus opiniones sobre la yihad hasta sus paredes sin carteles, dijo. Enviada a un centro para delicuentes juveniles en Pensilvania, Tashuba dijo que fue interrogada sin la presencia de un abogado o padre, sobre sus creencias y las de sus amigos, principalmente niñas norteamericanas a las que había conocido en mezquitas de la ciudad.
A medida que aumentan los atentados suicidas con bombas en el extranjero, con chicas adolescentes como autoras, no hay duda de que los esfuerzos de la inteligencia del gobierno han sido espoloneados por temores legítimos. El agente que dirige las pesquisas fue una mujer musulmana nacida en Gran Bretaña que ha expresado su preocupación sobre la influencia de clérigos radicales sobre los jóvenes inmigrantes allá. Y en Tashnuba, que llevaba un velo y habla de un estado musulmán ideal, se encontró con opiniones inquietantes y rebeldía adolescente.
Pero Tashnuba dice que ella se opone a los atentados suicidas, que su interés en el clérigo era casual, y que el gobierno la trató como a una criminal solamente por ejercer las libertades de opinión y credo que había aprendido en Estados Unidos.
Según cuenta, los agentes del FBI trataron de distorsionar detalles de su vida para ajustarlos al retrato de una recluta terrorista, y cuando no pudieron formular una acusación, quisieran borrar sus huellas expulsándola del país. De hecho, el tribunal ordena una "salida voluntaria" que la deja salir, exige la constatación de que la persona no puede ser deportada por poner en peligro la seguridad nacional.
Tashnuba dijo que creía que fue perseguida precisamente porque no tiene la nacionalidad estadounidense -permitiendo que los investigadores utilicen las leyes de inmigración, eludiendo los límites familiares de los procedimientos criminales y de menores.
"Eso les dio luz verde para separarme de mi familia", dijo Tashnuba durante su largo viaje con su madre y hermanos a esta bullente ciudad donde nació.
Este informe es en gran parte su versión de los acontecimientos. Una parte es confirmada por documentos y otras entrevistas, pero no todo pudo ser verificado debido a una orden del tribunal que selló el caso a petición del FBI e impidió que los participantes pudieron revelar información del gobierno. El gobierno se ha negado repetidas veces a ofrecer su punto de vista.

Alarma en el FBI
Dos ex agentes del FBI, confrontados con conocidos detalles del caso, se negaron a comentarlos, pero hablaron de las presiones y prácticas que moldean hoy muchas de las investigaciones.
Pasquale J. D'Amuro, que dirigió al FBI de Nueva York hasta abril, dijo que desde el 11 de septiembre de 2001, los agentes han cometido errores por sus sospechas. Se reportan más peligros potenciales, dijo, y todos deben ser investigados exhaustivamente por todos los medios posibles, incluyendo hacer intervenir a las autoridades de inmigración tan pronto como un extranjero empieza a ser investigado.
"Sonó la alarma", dijo D'Amuro, ahora presidente ejecutivo de Giuliani Security and Safety, una consultoría. "Y tenemos que investigar en detalles esas amenazas, así terminen siendo falsas o provengan de un algún tipo de acción de persecución".
Algunos casos, agregó, no se resuelven nunca. Incluso cuando las sospechas resultan ser infundadas, dijo, las infracciones del visado ya están en manos de las autoridades de inmigración, que tienen que llevarlas "a algún tipo de cierre".
Pero Mike German, que dejó el departamento hace un año después de una larga carrera de persecución de sospechosos de terrorismo del país, dijo que el nuevo énfasis de la agencia en recabar inteligencia antes que evidencias criminales ha abierto la puerta a más investigaciones que "van en la dirección equivocada".
"Si todos esos chat room están siendo estudiados, y estamos vigilando a toda esa gente por lo que dicen en los chat rooms, entonces estamos usando recursos que no se utilizan en amenazas reales", dijo German, que se ha quejado públicamente de los problemas de dirección del FBI que retardaron las investigaciones después del 11 de septiembre.
El énfasis en la inteligencia aumenta las exigencias de la agencia de mantener todo en secreto, para proteger a sus fuentes. Y el secreto, dijo, conduce a los abusos de poder.
"Quizás el gobierno cuenta con algunas pruebas increíblemente incriminatorias y nos ha salvado de un terrible acto de violencia; saberlo haría que nos sintiéramos mejor", dijo. "Inversamente, si hicieron algo mal, el público necesita saber qué fue".
Desde el principio el gobierno presentó este caso como un asunto exclusivo de inmigración. Cuando una docena de agentes federales sacaron a la chica de su casa en un allanamiento al amanecer del 24 de marzo, sólo mencionaron la expiración de los documentos de inmigración de su madre, diciendo a la familia que Tashnuba volvería probablemente al día siguiente.
En lugar de eso, después de dos semanas de frenéticas preguntas de sus familiares, el New York Times se enteró de que Tashnuba era una de las dos niñas detenidas, oficialmente debido a infracciones de las leyes de inmigración de parte de sus padres, pero en realidad para ser interrogadas por el Destacamento Conjunto Antiterrorista del FBI.
De acuerdo a un documento del gobierno entregado al Times por un funcionario federal, el FBI afirmó que las niñas representaban un "peligro inminente a la seguridad de Estados Unidos basándonos en evidencias de que planeaban convertirse en terroristas suicidas". El documento no mencionaba ninguna prueba. Y en las entrevistas de antecedentes, funcionarios federales se apresuraron a quitar peso al caso tan pronto como llamaron los periodistas, caracterizando la investigación como una medida preventiva contra reclutas potenciales, y no para desbaratar alguna conspiración.
Pero luego los agentes incautaron el diario de vida de Tashnuba, sus deberes y su agenda -y el ordenador con el que había repetidas veces escuchado los sermones diarios del jeque Omar Bakri Muhammed. De su versión de las preguntas de los agentes, y comentarios hechos por un funcionario de gobierno que revisó un informe sobre los motivos de las sospechas del FBI, parece que el interés de Tashnuba en los sermones se convirtieron en el prisma con que se miró todo lo demás en su vida.
Oscilando entre "lo simpático y lo terrible", dijo, tres agentes a la vez la presionaban sobre sus posibles lazos terroristas con sus amigas, y lo que veían como sospechosas tendencias en sus deberes, como algunos apuntes sobre el suicidio. Dijo que criticaron incluso el austero decorado del dormitorio que compartía con su hermana de 10 años.
"El FBI trató de decir que yo no tenía vida -que no era la adolescente típica", dijo Tashnuba amargamente, tocando su largo vestido musulmán. "Pensaban que yo era anti-americana porque no quería hacer compromisos, pero en mi clase de ética en la escuela teníamos comunistas, demócratas, republicanos, góticos -todas las tendencias. En todas las clases se nos dice: ‘Habla, di lo que piensas, y defiende tus opiniones".
La lección salió al revés, dijo, cuando se encontró debatiendo testurudamente sobre las definiciones de la yihad en el Corán con la agente del FBI Foria Younis, una inmigrante musulmana de una estirpe mucho más secular.
"Lo tomé personalmente", dijo Tashnuba.

Detrás del Velo
Una mezcla de devoción y desafío, esta delgada adolescente de ojos negros llegó con su familia a Astoria a los cinco años. En su redonda, infantil letra manuscrita, compiló una lista de sus oraciones favoritas y edictos religiosos, como "practica bajar la mirada" y "ser extra atentos con los padres". Pero cuando recuerda cómo los agentes del FBI cuestionaron su estilo de vida religioso, su voz adquiere un típico desprecio adolescente: "¿Así que tengo que vivir como ustedes quieren?"
Desde la infancia Tashnuba se acercó a la religión como una especie de rebelión. A los 10 estaba rezando cinco veces al día -y reprochando a su padre más laico, un vendedor de relojes baratos. A los 12, Tashnuba incluso exploró el cristianismo. Pero a los 14 adoptó el velo islámico completo.
En parte estaba imitando a su amiga íntima, Shahela, una chica americana que, en una entrevista, describió el uso del velo como un modo de oponerse "al tratamiento degradante del cuerpo de las mujeres como mercadería" y "aferrarme a mi fe después del 11 de septiembre de 2001". También proporcionó a Tashnuba un refugio de las riñas maritales de sus padres y las frágiles reconciliaciones. Pronto, las dos amigas estaba organizando clases de religión para otras niñas en mezquitas de la ciudad.
"Esto es lo que me da mi identidad", dijo Tashnuba sobre su religión.
También la alejó de las bromas vulgares de su escuela de Manhattan. Y cuando Shahela optó por una educación acelerada en casa, Tashnuba quiso hacer lo mismo. Sus padres se opusieron y rechazaron su plan de escape alternativo: un matrimonio convenido con un musulmán estadounidense de Michigan llamado Latif, al que Tashnuba sólo conocía fugazmente. No era de Bangladesh, sino un muchacho de 21, de ojos azules, hijo de italianos, brasileños y alemanes.
Lo que llama "un período difícil de mi vida" hizo crisis en octubre pasado. La familia se mudó a Queens Village, dejando a sus amigos atrás. Cuando Latif sugirió escapar a Michigan, Tashnuba accedió llevada por un impulso. A unas horas de Nueva York, se enteraron de que su padre había ido a la policía y volvieron rápidamente. El informe de la policía volvería a perseguir a Tashnuba.
De momento, sus padres accedieron a la educación en casa, a través de un curso por correspondencia. Pero ella todavía tenía tiempo para PalTalk, un popular servicio en la web donde conoció las transmisiones nocturnas del jeque Omar en Londres, en vivo a las 2 de la tarde.
"Fue una casualidad", dijo. "No estaba más que unos minutos, luego trabajaba en el currículum de mi mamá, cualquier cosa".
Desde hace tiempo que las transmisiones causan la alarma de los investigadores anti-terroristas, que dicen que el jeque Omar, nacido en Siria, insta a los jóvenes musulmanes del mundo a apoyar a la resistencia iraquí en la vanguardia de la "guerra santa global" y elogia a los secuestradores del 11 de septiembre de 2001 y los atentados con bomba. En un escalofriante reportaje publicado por el Times de Londres en enero, una oyente preguntó si las "hermanas pueden cometer atentados suicidas si las intenciones son correctas". El diario informó que el jeque replicó: "Eso no es problema; no hay restricciones".
Pero en una entrevista telefónica, el jeque negó que reclutara a gente. "Nadie dijo a ninguna mujer que podía ser una terrorista suicida", dijo.
Tashnuba dijo que el tema no se trató nunca en las transmisiones que escuchó ella. Lo que recordaba eran charlas sobre un estado islámico utópico que se formaría según la voluntad divina, no según deseos humanos. "En un país musulmán tú no pagas por el agua, no pagas por el transporte", dijo. "Hay ciertos derechos que nadie te puede quitar".

Estudiante y Ángel
A los 9, cuando Tashnuba empezó a rezar, Foria Younis estaba derrotando al fútbol a los niños de un barrio paquistaní en Londres Este. Ahora de 37, esta antigua fiscal mide 1.58 metros y es un ex miembro "de un violento escuadrón anti-terrorista del FBI", que ha cazado a terroristas en tres continentes, de acuerdo a un extenso resumen el año pasado en el Daily Telegraph de Londres.
Aunque Younis no quiso ceder una entrevista para este artículo, no contradijo la descripción del Telegraph.
Pero el 4 de marzo, cuando llamó a la puerta de la familia Hayder, Younis y su colega no dijeron que eran agentes del FBI, dijo la madre de Tashnuba, Ishrat
Jahan Hayder. Dijeron que venían de un centro juvenil, investigando el informe policial de hace cinco meses cuando la niña trató de fugarse. Hayder dejó subir a la mujer al dormitorio de su hija. "Confié en ella", dijo.
Desde el momento que entró, cuenta Tashnuba, Younis empezó a revisar sus papeles. "Me decía: ‘¿Puedo mirar esto'?', pero sin esperar mi respuesta".
Lo que más llamó la atención de la agente, dijo la niña, fueron los papeles de una clase particular para chicas que estudian en casa que Tashnuba seguía para prepararse para los exámenes. En una página había un diagrama subrayando la palabra "suicidio" -sus apuntes para una discusión en clase sobre por qué las religiones se oponen a él, dijo.
Pronto, dijo, Younis empezó a dejar caer comentarios como: "Así, veo que te interesa el suicidio" y "Veo que te gusta quedarte en tu cuarto todo el tiempo. ¿No te gusta la compañía de los demás?"
Tashnuba, que tenía muchas amigas, de inmediato se puso nerviosa y defensiva. "No, ahora estoy en mi cuarto", dijo. "Sabía hacia dónde querían ir".
Tres semanas más tarde -dos días después de que Younis escribiera una declaración secreta sobre Tashnuba, según muestran documentos judiciales- agentes de inmigración allanaron su casa. Como asunto de inmigración, esto era muy inusual; no había ningún trámite en curso contra su padre o su padre, cuyas peticiones de asilo político, separadas y presentadas a fines de los años noventa, estaba todavía pendientes.
Pero Tashnuba dijo que los agentes le dijeron: "Tu mama confesó que no resides legalmente aquí, y tenemos que llevarte, o llevaros a todos". En el cuartel general de inmigración en Manhattan la estaba esperando el FBI, junto con otra niña, Adama Bah, nativa de Guinea a la que Tashnuba dijo que conocía ligeramente de una mezquita de Manhattan. Bah era de menos interés para las autoridades que Tashnuba, de acuerdo al funcionario de gobierno que revisó los informes del FBI.
Al final del día las chicas fueron conducidas a un centro de detención juvenil de máxima seguridad en el rural condado de Berks, Pensilvania. Repentinamente se vieron entre chicas delincuentes acusadas de delitos relacionados con drogas y agresiones. Tashnuba fue obligada a usar un chandal, marchar a la orden y someterse a cacheos corporales, dijo. Y empezaron a interrogarla.
"Trataron de distorsionar mis ideas", dijo Tashnuba. "Tenían sus pequeñas tácticas -empezaban con preguntas agradables, luego se ponían severos. Al final, cuando me puse a llorar, ellos se reían de mí".
Un psiquiatra del gobierno concluyó que ella no era ni suicida ni homicida, y recomendó que se la dejase en libertad. Pero los agentes, dijo Tashnuba, siguieron "tratando de vincularme a ese estado psicológico". Se concentraron en una rosa artificial en su dormitorio (su hermana menor); en un curso de psicología (parte de las asignaturas del programa por correspondencia), y en un ensayo que escribió sobre el ministerio de Seguridad Interior (asignado por su tutora como un ensayo de evaluación).
La tutora, Asmaa Samad, recordó que el ensayo era inocuo: "No decía nada peyorativo, ni anti-patriótico". Tashnuba dijo que los agentes se concentraron en una parte. "Yo escribí que creía que los musulmanes estaban siendo perseguidos, que estaban siendo excluidos más que antes".
Pero en lugar de retractarse de las opiniones que los agentes encontraban alarmantes, Tashnuba dijo que ella se plantó en sus talones, especialmente en sus puntos de vista sobre la yihad. "Si el islam es amenazado, tienes el derecho de defenderte", declaró Tashnuba, citando versos del Corán.
Los interrogatorios continuaron, dijo, del 24 de marzo al 7 de abril -el día en que apareció el primer artículo sobre el caso.
Cuando se extendió la noticia, un grupo de derechos humanos le proporcionó un abogado. El cónsul general de Bangladesh en Nueva York exigió una explicación al gobierno norteamericano, y el ministerio de Seguridad Interior respondió: La única razón por la que Tashnuba está siendo retenida es porque "residía ilegalmente" en Estados Unidos.
A la otra chica se le permitió volver a su escuela en Harlem Este a principios de mayo, bajo condiciones estrictas, incluyendo una orden de no discutir sobre el caso. Pero para Tashnuba no había perspectivas de ser liberada, dijo su abogado, Troy Mattes.
En la ruina y turbada, la madre de Tashnuba pidió su "partida voluntaria" con su hija, antes que pelear. El gobierno accedió, y un juez de inmigración emitió las órdenes necesarias.
Al llegar a Dhaka el 12 de mayo, Tashnuba entró a su nueva vida y estalló en lágrimas. "Quiero volver", lloró.
Su padre y un hermano de 14 habían permanecido ocultos en Nueva York, con la esperanza de evitar la deportación mientras el chico estudiaba. Sin dinero para alquilar una casa, Tashnuba y su madre, su hermano bebé y su pequeña hermana, Tamana, debían compartir la cama de una tía en el apartamento de su abuela, donde viven ahora 9 personas.
Para Tashnuba y Tamana, una ciudadana americana que sólo habla inglés, tener más educación puede ser imposible, dijo su madre. Incluso la devoción de Tashnuba fue puesta en duda. Entre sus familiares el velo es tabú, y pocas mezquitas en Dhaka admiten a mujeres.
En un momento del viaje, iracunda, deseó no haber ido nunca a Estados Unidos: "Ahora me doy cuenta de que no tenéis intimidad, no tenéis libertad". Pero ahora deseaba pasar un día en Nueva York, "para decir adiós".
Resistiendo las lágrimas, se calló, mirando el librero con los recuerdos que su familia había enviado en los últimos años: una gran manzana, un globo de cristal y nieve con las Torres Gemelas, una Estatua de la Libertad.

William K. Rashbaum, en New York, y Souad Mekhennet, en Frankfurt, contribuyeron a este reportaje.

20 de junio de 2005
©new york times
©traducción mQh


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