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progresos en iraq


[Kofi Annan] Mensaje del secretario general sobre Iraq.
Hoy viajo a Bruselas para reunirme con los representantes de más de 80 gobiernos e instituciones para enviar un claro y sonoro mensaje de apoyo a la transición política en Iraq.
Hace un año, en la Resolución 1546, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, fijó un calendario que se esperaba que Iraq, con la ayuda de la Naciones Unidas y la comunidad internacional, podría cumplir. La conferencia de Bruselas es una oportunidad para reasegurar al pueblo iraquí que la comunidad internacional está con él en sus valerosos esfuerzos por reconstruir su país, y que reconocemos los progresos que se han hecho frente a desalentadores retos.
Las elecciones se realizaron en enero, como previsto. Tres meses después la Asamblea Nacional de Transición respaldó al gobierno de transición. Los partidos dominantes han empezado extensas negociaciones, en las que la participación de los árabes sunníes es un importante tema. Un gran número de grupos y partidos sunníes están trabajando ahora para asegurarse de que sus voces sean plenamente escuchadas en el proceso de redacción de una nueva constitución, y de que participen plenamente en el referéndum para aprobarlo y las elecciones convocadas para diciembre.
En realidad, apenas la semana pasada se alcanzó un acuerdo para ampliar el comité de redacción de la constitución para garantizar la plena participación de la comunidad árabe sunní. Este acuerdo, que Naciones Unidas contribuyó a facilitar, debería alentar a todos los iraquíes a tratar de cumplir con la redacción de la constitución para la fecha límite del 15 de agosto.
A medida que avanza el proceso, habrá sin duda frustrantes retrasos y difíciles reveses. Pero no debemos perder de vista que hoy en todo Iraq los iraquíes están debatiendo casi todos los aspectos de su futura vida política.
Naciones Unidas ha instado urgentemente a un amplio espectro de iraquíes a ayudar a mantener el impulso, como hicimos con las elecciones de enero. Han buscado nuestro apoyo para instalar la constitución, para preparar el referéndum de octubre y las elecciones de diciembre, y en coordinación, con la ayuda de los denantes, de la transición política así como de la reconstrucción y el desarrollo.
Nuestra respuesta ha sido pronta y resuelta. Hemos instalado un mecanismo de coordinación de los donantes en Bagdad, desplegada una Unidad de Apoyo Constitucional y establecido una relación activa y de colaboración con el comité constitucional de la asamblea. Hoy más de 800 empleados de NU -tanto locales como internacionales, incluyendo al personal de seguridad- están trabajando en Iraq en la misión de ayuda de NU.
En una edad hambrienta de publicidad, la visibilidad es a menudo considerada una prueba de éxito. Pero no se aplica necesariamente a Iraq. Incluso si, como el acuerdo de la semana pasada, los resultados de nuestros esfuerzos son vistos fácilmente por todos, los esfuerzos mismos deben realizar discretamente y lejos de las cámaras.
Si la ayuda de Naciones Unidas resulta ser efectiva dependerá en gran medida de los iraquíes. Sólo ellos pueden escribir una constitución que sea inclusiva y justa. Naciones Unidas no puede ni la redactará por ellos. Tampoco necesitamos hacerlo, porque los iraquíes son capaces de hacerlo ellos mismos. Acogen nuestros consejos, pero son ellos los que deciden cuáles valen la pena de ser tomados en cuenta.
Tan importante como las disposiciones constitucionales es el acuerdo subyacente entre las diversas comunidades de Iraq. Mi enviado especial, Ashraf Qazi, está fomentando y facilitando esta delicada tarea de participación política a todas las comunidades iraquíes para promover una transición verdaderamente abarcadora. Su trabajo, además, es necesariamente realizado fuera del destello de las cámaras, a medida de que busca construir fe y confianza entre los varios electorados que serán claves para una transición exitosa pedida por la Resolución 1546 del Consejo de Seguridad.
Por supuesto hay quienes desean exacerbar las tensiones entre las comunidades e impedir la emergencia de un Iraq democrático, plural y estable. Quieren capitalizar sobre las serias dificultades a las que hacen frente la gente corriente, y explotar el descontento popular y el resentimiento para fomentar el odio y la violencia. Su trabajo se ve en las calles de Iraq todos los días.
No creo que solamente las medidas de seguridad puedan proporcionar una respuesta suficiente a esta situación. Para que esas medidas fueran exitosas, deberían ser parte de una estrategia más amplia e inclusiva que abarque la transición política, el desarrollo, los derechos humanos y la construcción de instituciones, de modo que todas las comunidades de Iraq se consideren victoriosas en el nuevo Iraq. Esos esfuerzos deben ser sostenidos por pasos para enfrentarse al tortuoso pasado de Iraq -un pasado que todavía provoca venganzas y que si no se soluciona destruirá a futuras generaciones. Esto es difícil para cualquier sociedad en transición, para no hablar de áreas tan peligrosas como algunas en Iraq hoy.
Para contribuir a la transición Naciones Unidas se ha puesto a trabajar, tanto dentro como fuera del país, para apoyar la coordinación de los países donantes, la capacidad de construcción de los ministerios iraquíes y organizaciones de la sociedad civil y la entrega de servicios básicos. La reconstrucción de escuelas, plantas para el tratamiento de agua y de desechos, de centrales eléctricas y tendido eléctrico, de la asistencia alimentaria para los niños, la desactivación de minas antipersonales y la ayuda a cientos de miles de refugiados y de personas internamente desplazadas que vuelven a casa -todas estas actividades toman lugar todos los días bajo la dirección de Naciones Unidas.
Los iraquíes continúan sufriendo una transición dolorosa y difícil, y todavía tienen un largo y rudo camino ante sí. Naciones Unidas tiene el privilegio y está determinada a hablar con ellos. Al hacer así, no sólo servimos al pueblo de Iraq, sino a los pueblos de todas las naciones.

21 de junio de 2005
©washington post
©traducción mQh


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