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el payaso cheney


[E.J. Dionne Jr.] Cómo se engaña Cheney a sí mismo.
El presidente Bush plantó las semillas de la destrucción de su política iraquí antes de que empezara la guerra. Salvar la aventura del desastre exigirá de la Casa Blanca un grado de franqueza y realismo sin precedentes -de una Casa Blanca que no ha querido admitir nunca, ni siquiera ante sí misma, lo larga que sería la aventura en que la metió al pueblo norteamericano.
La idea de que el presidente llevó al país a la guerra debido a falta de dirección o a deshonestidad no es la crítica más grave contra la administración. La peor posibilidad es que el presidente y sus asesores creyeran en su propia propaganda. No prepararon al pueblo norteamericano para una lucha ardua porque ellos mismos no esperaban honestamente que lo fuera.
¿Cómo explicar de otra manera el hecho de que el presidente y sus lugartenientes subvaloraran consistentemente los costes de la empresa, el número de tropas requeridas, las dificultades de superar las tensiones entre sunníes, chiíes y kurdos? ¿Estaban mintiendo? La explicación más lógica es que no sabían qué estaban haciendo.
Debido a que la Casa Blanca falló en preparar a los americanos para lo que venía, el gobierno hace frente ahora a las sacudidas. El fin de semana Blair dijo que los terroristas en Iraq buscan "debilitar la determinación de nuestro país". Pero la creciente impaciencia de la que se queja Bush es el resultado directo del despreocupado rechazo del gobierno de los que advirtieron sobre lo difícil que podría ser.
La afirmación del "memorándum de Downing Street" de que "los informes de inteligencia y los hechos fueron ajustados a esa política" de la invasión se ha transformado comprensiblemente en un punto de reunión de los opositores a la guerra. Pero todavía más devastadores hay otros documentos revelados recientemente en los que los funcionarios británicos advierten que "ha habido pocas deliberaciones en Washington sobre las secuelas de la acción bélica". En la época los británicos estaban preocupados de que "los planes militares norteamericanos prácticamente no dicen nada" sobre el hecho de que "la ocupación de posguerra de Iraq podría provocar un prolongado y costoso ejercicio en construcción de países".
El documento más comprometedor que sostiene esta aserción no es secreto, y sigue siendo uno de los artefactos más importantes del debate de preguerra. Es la transcripción de ‘Meet the Press' del 16 de marzo de 2003 en la que el vice-presidente Cheney expresó las optimistas predicciones que ahora han sido desmentidas por la realidad.
El anfitrión Tim Russert preguntó si "vamos a tener allá varios cientos de miles de tropas" en Iraq "durante varios años para mantener la estabilidad". Cheney replicó: "No estoy de acuerdo". No dijo cuántas tropas eran necesarias, pero agregó que "sugerir que necesitaremos varios cientos de miles de tropas después del fin de las operaciones militares, después del fin del conflicto, no es correcto. Creo que es una exageración".
Russert preguntó: "Si su análisis no es correcto, y no nos tratan como libertadores sino como conquistadores, y los iraquíes empiezan a resistir, especialmente en Bagdad, ¿piensa que el pueblo americano está preparado para una guerra larga, costosa y sangrienta con importantes bajas norteamericanas?"
Cheney no quería saber nada de eso. "Bueno, no creo que pase eso, Tim, porque creo realmente que seremos saludados como libertadores. He hablado en los últimos meses con un montón de iraquíes, hemos hablado con ellos en la Casa Blanca... Lo que oímos de los iraquíes es que quieren deshacerse de Saddam Hussein y nos recibirán como libertadores cuando ocurra".
Russert: "¿Está seguro que los kurdos, sunníes y chiíes se unirán para formar una democracia?"
Cheney: "Hasta el momento han colaborado". Y el vice-presidente concluyó: "Creo que, desde un punto de vista político, las perspectivas de lograrlo son probablemente mejores que en cualquier otro país del mundo y en circunstancias similares".
¿Estaba Cheney ocultando los costes de la guerra por razones políticas? Es más probable que creyera cada palabra de lo que decía. Eso sugiere que el gobierno no estaba engañando al pueblo americano tanto como se estaba engañando a sí mismo.
El senador republicano Chuck Hagel, de Nebraska, dice en el último número de U.S. News & World Report que la "Casa Blanca está completamente desconectada de la realidad" y que "simplemente van arreglando los bultos por el camino". Desafortunadamente, la evidencia del pasado sugiere que la ácida formulación de Hagel es correcta. Los que todavía ven la invasión de Iraq como una misión noble no debiesen proteger esa política ante los críticos de la guerra. Lo que tienen que hacer es sacarla de manos de sus arquitectos.

Se puede escribir al autor a: postchat@aol.com

21 de junio de 2005
©washington post
©traducción mQh


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