no se juzgará a pinochet
Guzmán dice que es "muy difícil" juzgar a Pinochet porque algunos jueces siguen siendo "agentes" de la dictadura.
El juez chileno Juan Guzmán reconoció hoy que "honradamente no cree" que el ex dictador Augusto Pinochet (1973-1990) vaya a ser juzgado por un tribunal de Chile por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante su régimen, principalmente por la "falta de voluntad política" de algunos jueces del Tribunal Supremo de Justicia que "siguen siendo agentes de la dictadura y colaborando con ella".
Guzmán, quien presenta hoy [27 de junio] en la jornada inaugural de los Cursos de Verano del Escorial su libro En el borde del mundo. Memorias del juez que procesó a Pinochet', realizó estas declaraciones en el programa Los Desayunos de RTVE', recogidas por Europa Press.
"Hoy día Pinochet está condenado por la justicia del mundo entero (...) sin embargo, honestamente, como ciudadano, lo veo muy difícil (que sea juzgado en Chile) por la falta de voluntad política sobre todo de ciertos miembros de la Corte Suprema que siguen siendo agentes de la dictadura y siguen colaborando con ella", afirmó.
"Creo que, hoy día, nadie en Chile ni en el resto del mundo puede dudar sobre si Pinochet es o no responsable de aquellos crímenes, de aquellas atrocidades (...) Pero mis dos autos de procesamiento fueron dejados sin efecto, uno por la Corte Suprema --el que se refería a la Caravana de la Muerte'-- y otro revocado por la Corte de Apelaciones de Santiago", explicó.
Para el magistrado, en esas condiciones es "muy difícil" que llegue a juzgarse a Pinochet, a pesar de que está pendiente aún un eventual procesamiento por la denominada Operación Colombo' y en la causa por las cuentas secretas de Pinochet en bancos extranjeros. A su juicio, el ex dictador "físicamente sí está bastante enfermo"; sin embargo, añadió, "un hombre digno no va a aducir que está más enfermo cada vez que va a comparecer ante la Justicia".
Garzón, Justicia Universal
Para Guzmán la detención ordenada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón el 16 de octubre de 1998, cuando el ex dictador se encontraba en Londres, le hizo sentirse "muy contento" porque le sacaba "un gran peso de encima", tras considerar que fue la manera "ideal" de como debe actuar "la justicia internacional, la justicia universal".
"Por cualquier cosas se estima que no se puede juzgar a alguien por crímenes universales, de lesa humanidad, en el país donde se cometieron (...) lo normal es que se pueda juzgar en otros países, como España, a través de la competencia que tiene el juez Garzón en materia de delitos de lesa humanidad", sostuvo, agregando que ahora, con el Tribunal Penal Internacional (TPI) "obviamente se va a poder juzgar así en todo el mundo respecto de los países que ratificaron el Tratado de Roma".
En este sentido, Guzmán insistió diciendo que, tanto el juez español como la judicatura inglesa, "fueron esenciales para que los ojos del mundo se dieran cuenta de la importancia de esta causa, para que se globalizara, para que los dictadores sepan que, si en sus países están relativamente protegidos, no lo están en el resto del mundo".
Precisamente, según el magistrado, en su libro de memorias -en el que habla sobre su búsqueda de vocación, su contacto con la pobreza y su encuentro con las atrocidades y con los crímenes cometidos en la dictadura- quiere demostrar "que hay ciertas causas que requieren de la atención de los medios de comunicación".
Los Ojos del Mundo
"Es este libro con lo que quiero demostrar que hay ciertas causas que requieren de los medios de comunicación cuando un país está dividido y una parte dice que Pinochet y los militares fueron ángeles, que salvaron al país del comunismo y de sus atrocidades, y paralelamente otra gente cree lo que ocurrió porque tuvieron parientes, porque fueron torturados, maltratados, vejados", explicó.
Al mismo tiempo, añadió Guzmán, "trato de comunicar, a sus colegas de hoy y del futuro, la necesidad de que la vista, los ojos del mundo, estén sobre este tipo de causas que. "Mucha gente por planteamiento filosófico o político, no cree. Dicen: "en Chile, no pasó nada", como muchos fingieron, durante tantos años, que en Alemania u otros países de Europa, el holocausto no existió", señaló.
Sobre la posibilidad de cerrar y olvidar los casos de violaciones a los Derechos Humanos de la dictadura, Guzmán aseguró que si alguien piensa que Chile debería olvidar y dejar en el pasado atrocidades, piensa en algo "imposible". "Eso es imposible, porque aún hay más de 1.000 detenidos desaparecidos y, si no se sabe dónde están esos cuerpos, la familia sigue sin poder realizar el duelo", indicó.
Honradez y Celo
Según el juez chileno, en su libro de memorias narra como supuso para él un "gran cambio" en su vida el hecho de que, a los 61 años de edad, le tocara hacerse cargo del expediente de Augusto Pinochet y de las más de 300 querellas criminales en su contra.
"Cuando tuve contacto con la miseria, el dolor, el sufrimiento, la barbarie que existió en Chile durante 17 años y me correspondió investigarlo -después de que le tocara por sorteo el expediente de Pinochet en el año 200- lo hice con la mayor honradez y celo posible", expresó.
Guzmán recuerda en su libro que, cuando sólo era un administrativo de la justicia, ya intuía la existencia de casos de violaciones de Derechos Humanos. "Cuando era juez para causas pequeñas me llamaron muchas veces a la Corte de Apelaciones como relator para explicarle a los miembros de los tribunales que había sido detenida una persona, que no se sabía por quienes, que había sido llevada en un vehículo sin patentes y que se desconocía el paradero", contó.
Pinochet y la Torturas
Guzmán, que procesó en dos ocasiones a Pinochet y le interrogó en tres oportunidades, reconoció que estos fueron "los momentos más difíciles" de la investigación ya que, "con el sistema que creó la dictadura, tenía que ir el juez a interrogar a determinados inculpados y no los inculpados a la sede del juez", circunstancia que situaba al magistrado "en una posición de inferioridad". "Es una forma de que exista el mundo al revés", acotó.
"Yo lo conocía (a Pinochet) socialmente por haber sido antes presidente de la Corte de Apelaciones de Talca. Había tenido relaciones afables con él en dos o tres oportunidades y es un hombre normal, un chileno que sabe que tiene mando, más bien cordial. Pero cuando me correspondió interrogarlo como inculpado, allí me trató con bastante caballerosidad y una cierta altanería, sabiendo o pensando posiblemente que la justicia jamás podría prenderlo", manifestó.
"Obviamente -consideró Guzmán- Pinochet derivó su responsabilidad en personas de mando inferior, cosa que no puede ocurrir en un Ejército prusiano como es el chileno". Sin embargo, según el juez, "no se puede aceptar que diga que, en 17 años de dictadura, nunca supo lo que pasaba en su país". "Eso se puede aceptar un mes, un mes y medio, no 17 años", sentenció.
Según el juez, lo que más le conmovió "fueron los relatos de las personas torturadas, la manera en que se hizo la tortura, inhumanamente". "Hombres y mujeres desnudos, con introducción de objetos, a veces los cañones de las armas de fuego, animales, una sedicia sexual tan grande que solamente puede explicarse en seres infrahumanos", narró.
"Estos (los de las víctimas directas) fueron los relatos que más me afectaron y más me llegaron al alma, sin contar con la cantidad de parientes que jamás recuperaron a los desaparecidos, esa fue una de las etapas que más me emocionó y me produjo la más profunda compasión que debe sentir todo juez ante atrocidades tan grandes", confesó.
30 de junio de 2005
©periodista digital
©traducción mQh
Guzmán, quien presenta hoy [27 de junio] en la jornada inaugural de los Cursos de Verano del Escorial su libro En el borde del mundo. Memorias del juez que procesó a Pinochet', realizó estas declaraciones en el programa Los Desayunos de RTVE', recogidas por Europa Press.
"Hoy día Pinochet está condenado por la justicia del mundo entero (...) sin embargo, honestamente, como ciudadano, lo veo muy difícil (que sea juzgado en Chile) por la falta de voluntad política sobre todo de ciertos miembros de la Corte Suprema que siguen siendo agentes de la dictadura y siguen colaborando con ella", afirmó.
"Creo que, hoy día, nadie en Chile ni en el resto del mundo puede dudar sobre si Pinochet es o no responsable de aquellos crímenes, de aquellas atrocidades (...) Pero mis dos autos de procesamiento fueron dejados sin efecto, uno por la Corte Suprema --el que se refería a la Caravana de la Muerte'-- y otro revocado por la Corte de Apelaciones de Santiago", explicó.
Para el magistrado, en esas condiciones es "muy difícil" que llegue a juzgarse a Pinochet, a pesar de que está pendiente aún un eventual procesamiento por la denominada Operación Colombo' y en la causa por las cuentas secretas de Pinochet en bancos extranjeros. A su juicio, el ex dictador "físicamente sí está bastante enfermo"; sin embargo, añadió, "un hombre digno no va a aducir que está más enfermo cada vez que va a comparecer ante la Justicia".
Garzón, Justicia Universal
Para Guzmán la detención ordenada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón el 16 de octubre de 1998, cuando el ex dictador se encontraba en Londres, le hizo sentirse "muy contento" porque le sacaba "un gran peso de encima", tras considerar que fue la manera "ideal" de como debe actuar "la justicia internacional, la justicia universal".
"Por cualquier cosas se estima que no se puede juzgar a alguien por crímenes universales, de lesa humanidad, en el país donde se cometieron (...) lo normal es que se pueda juzgar en otros países, como España, a través de la competencia que tiene el juez Garzón en materia de delitos de lesa humanidad", sostuvo, agregando que ahora, con el Tribunal Penal Internacional (TPI) "obviamente se va a poder juzgar así en todo el mundo respecto de los países que ratificaron el Tratado de Roma".
En este sentido, Guzmán insistió diciendo que, tanto el juez español como la judicatura inglesa, "fueron esenciales para que los ojos del mundo se dieran cuenta de la importancia de esta causa, para que se globalizara, para que los dictadores sepan que, si en sus países están relativamente protegidos, no lo están en el resto del mundo".
Precisamente, según el magistrado, en su libro de memorias -en el que habla sobre su búsqueda de vocación, su contacto con la pobreza y su encuentro con las atrocidades y con los crímenes cometidos en la dictadura- quiere demostrar "que hay ciertas causas que requieren de la atención de los medios de comunicación".
Los Ojos del Mundo
"Es este libro con lo que quiero demostrar que hay ciertas causas que requieren de los medios de comunicación cuando un país está dividido y una parte dice que Pinochet y los militares fueron ángeles, que salvaron al país del comunismo y de sus atrocidades, y paralelamente otra gente cree lo que ocurrió porque tuvieron parientes, porque fueron torturados, maltratados, vejados", explicó.
Al mismo tiempo, añadió Guzmán, "trato de comunicar, a sus colegas de hoy y del futuro, la necesidad de que la vista, los ojos del mundo, estén sobre este tipo de causas que. "Mucha gente por planteamiento filosófico o político, no cree. Dicen: "en Chile, no pasó nada", como muchos fingieron, durante tantos años, que en Alemania u otros países de Europa, el holocausto no existió", señaló.
Sobre la posibilidad de cerrar y olvidar los casos de violaciones a los Derechos Humanos de la dictadura, Guzmán aseguró que si alguien piensa que Chile debería olvidar y dejar en el pasado atrocidades, piensa en algo "imposible". "Eso es imposible, porque aún hay más de 1.000 detenidos desaparecidos y, si no se sabe dónde están esos cuerpos, la familia sigue sin poder realizar el duelo", indicó.
Honradez y Celo
Según el juez chileno, en su libro de memorias narra como supuso para él un "gran cambio" en su vida el hecho de que, a los 61 años de edad, le tocara hacerse cargo del expediente de Augusto Pinochet y de las más de 300 querellas criminales en su contra.
"Cuando tuve contacto con la miseria, el dolor, el sufrimiento, la barbarie que existió en Chile durante 17 años y me correspondió investigarlo -después de que le tocara por sorteo el expediente de Pinochet en el año 200- lo hice con la mayor honradez y celo posible", expresó.
Guzmán recuerda en su libro que, cuando sólo era un administrativo de la justicia, ya intuía la existencia de casos de violaciones de Derechos Humanos. "Cuando era juez para causas pequeñas me llamaron muchas veces a la Corte de Apelaciones como relator para explicarle a los miembros de los tribunales que había sido detenida una persona, que no se sabía por quienes, que había sido llevada en un vehículo sin patentes y que se desconocía el paradero", contó.
Pinochet y la Torturas
Guzmán, que procesó en dos ocasiones a Pinochet y le interrogó en tres oportunidades, reconoció que estos fueron "los momentos más difíciles" de la investigación ya que, "con el sistema que creó la dictadura, tenía que ir el juez a interrogar a determinados inculpados y no los inculpados a la sede del juez", circunstancia que situaba al magistrado "en una posición de inferioridad". "Es una forma de que exista el mundo al revés", acotó.
"Yo lo conocía (a Pinochet) socialmente por haber sido antes presidente de la Corte de Apelaciones de Talca. Había tenido relaciones afables con él en dos o tres oportunidades y es un hombre normal, un chileno que sabe que tiene mando, más bien cordial. Pero cuando me correspondió interrogarlo como inculpado, allí me trató con bastante caballerosidad y una cierta altanería, sabiendo o pensando posiblemente que la justicia jamás podría prenderlo", manifestó.
"Obviamente -consideró Guzmán- Pinochet derivó su responsabilidad en personas de mando inferior, cosa que no puede ocurrir en un Ejército prusiano como es el chileno". Sin embargo, según el juez, "no se puede aceptar que diga que, en 17 años de dictadura, nunca supo lo que pasaba en su país". "Eso se puede aceptar un mes, un mes y medio, no 17 años", sentenció.
Según el juez, lo que más le conmovió "fueron los relatos de las personas torturadas, la manera en que se hizo la tortura, inhumanamente". "Hombres y mujeres desnudos, con introducción de objetos, a veces los cañones de las armas de fuego, animales, una sedicia sexual tan grande que solamente puede explicarse en seres infrahumanos", narró.
"Estos (los de las víctimas directas) fueron los relatos que más me afectaron y más me llegaron al alma, sin contar con la cantidad de parientes que jamás recuperaron a los desaparecidos, esa fue una de las etapas que más me emocionó y me produjo la más profunda compasión que debe sentir todo juez ante atrocidades tan grandes", confesó.
30 de junio de 2005
©periodista digital
©traducción mQh
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