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casi inocente, tras 22 años


[Scott Glover y Matt Lait] Hace 20 años, cuando Bruce Lisker fue condenado por el asesinato de su madre en un ataque de rabia, las evidencias parecían abrumadoras.
Un lluvioso día de marzo, Phillip Rabichow estaba parado frente a su casa rancho beige en Sherman Oaks con una cinta métrica en su mano y una mirada de ansiedad en su cara.
Veintidós años antes, casi el mismo día, una mujer llamada Dorka Lisker fue asesinada en su casa. Su hijo de 17, Bruce, fue acusado del asesinato. Tenía problemas de drogas y peleas con su madre.

Rabichow, entonces fiscal del distrito, convenció al jurado de que Bruce era culpable. Pasaron los años y Lisker alcanzó la madurez en la prisión, sin que Rabichow volviera a pensar en ello.
Pero en los últimos meses, nuevas informaciones han resquebrajado su fe en la rectitud del veredicto. Una huella de zapato ensangrentado fue hallada en el lugar de los hechos, que no correspondía con los zapatos de Lisker. Una misteriosa llamada telefónica hacia la hora del asesinato planteaba nuevos misterios.
Rabichow, 61, jubilado, tenía problemas para dormir. Revivía el juicio obsesivamente, tratando de convencerse de que no había condenado a cadena perpetua a un hombre inocente.
En su desmoralización se aferró a un elemento del caso, una pieza de evidencia que todavía creía que era una prueba irrefutable de la culpabilidad de Lisker. Pero para estar seguro tendría que volver al lugar de los hechos.
"Este es el tema crítico del caso", dijo Rabichow antes de entrar a la casa. "Si me equivocaba, no estaría convencido de su culpa más allá de una duda razonable".

La Han Apuñalado!
"¡Ayuda, por favor! Necesito una ambulancia inmediatamente... ¡Daros prisa!" [El llamado de Lisker al 911].
Eran las 11:26 de la mañana del 10 de marzo de 1983.
"Mi mamá -¡la han apuñalado!", gritó Bruce Lisker, llorando, por teléfono. "¡La han apuñalado!" [Cuando el 911 llama a Lisker]
Cuando la policía y los paramédicos llegaron a la casa de tres dormitorios de Huston Street, encontraron a Dorka, 66, en el suelo cerca de la puerta. Tenía la cara llena de sangre, y la habían apuñalado por la espalda. Tenía el cráneo roto, la oreja derecha casi cercenada y quebrado su brazo derecho.
Mientras trabajaban los paramédicos, Bruce se daba vueltas, gritándoles que llevaran a su madre al hospital. Estaba con metanfetaminas, y tenía las manos cubiertas de sangre.
Estaba tan agitado que dos agentes de policía lo sentaron en el asiento de atrás del patrullero, esposado, para que no interfiriera.
"¿Cree en Dios?", preguntó un lloroso Lisker a uno de los agentes. "¿Rezará por mi madre?"

Béisbol y Bicis de Montaña
Dorka Zeman, una rubia guapa de origen checo, se casó con Bob Lisker en 1946. Habían estado saliendo durante casi un año cuando otra pareja en una fiesta de Noche Vieja en Hollywood les retó, bromeando, a casarse.
Algo achispados, aceptaron el reto y condujeron en la noche hacia Tijuana, donde se casaron a la mañana siguiente. Él tenía 19; ella, 29.
Pronto quedó Dorka embarazada, pero tuvo un aborto. La pareja siguió tratando de tener un hijo, pero finalmente lo abandonaron y dedicaron sus energías a sus carreras -de abogado él, y ella como cortadora de películas para Technicolor.
En 1964, uno de los clientes de Bob le pidió ayuda para un asunto delicado. Su hija de 17 estaba embarazada. La familia quería dar al niño en adopción.
Lisker dijo que él y su esposa adoptarían al niño. El bebé tenía 3 días cuando lo llevaron a casa en junio de 1965. Lo llamaron Bruce.
Dorka, entonces 49, no estaba "particularmente entusiasta", recordó su marido años después. "Pero una vez que el bebé estuvo en casa, estaba encantada". Dejó su trabajo para convertirse en una madre de tiempo completo.
Su vecindario en Sherman Oaks era un paraíso para los niños, con grandes espacios abiertos para jugar con modelos de aviones de control remoto, donde pueden jugar al béisbol y usar sus bicis de montaña. Bruce se bañaba en la piscina de la familia en el patio de atrás, se vestía de tigre para Halloween y pasaba períodos en campamentos de los Boy Scouts.
En una desvanecida instantánea de 1973, un sonriente y rubio Bruce, entonces 8, muestra un trofeo de la Liguita que ganó con los San Fernando Valley Pirates.
Pronto las malas notas y pendenciero carácter de Bruce empezaron a causar fricciones entre él y su madre.
"Básicamente, yo era el payaso de la clase y me metía en montones de problemas por eso", explicaría más tarde. "Siempre fui un niño flaco al que todos pasaban por alto, y siempre quería ser escuchado".
Según su relato, empezó a beber y a fumar marihuana a los 10 u 11. A los 13, estaba experimentando con cocaína y LSD. Empezó a robar a sus padres para pagarse el hábito.
Sus disputas con su madre se transformaron en "espectáculos semi-histéricos" en las que los dos recorrían la casa gritándose mutuamente, de acuerdo a un informe de la Dirección Juvenil de California.
Mientras peleaban, Bob Lisker miraba televisión con el perro de la familia en sus rodillas.
"Normalmente, en algún momento de esta pelea entre madre e hijo, Bruce o su madre pedirían la intervención de Lisker, obligándolo psicológicamente a ser el juez en un ‘juego de tribunales', dice el informe de la Dirección.
Los Lisker enviaron al niño a un hogar para niños con problemas cerca de Susanville, en Sierra Nevada. Estudió allá octavo y noveno.
Al volver a Los Angeles pasó de la Escuela Secundaria de Birmingham a dos escuelas de educación continuada antes de abandonarlo todo en la primavera de 1982, a apenas un mes de su cumpleaños 17.
Convenció a sus padres de que le pagaran el alquiler de un apartamento propio -un estudio de 210 dólares al mes en Sepúlveda Boulevard, a unos 7 kilómetros de su casa. Le regalaron un coche y dinero para el bolsillo, y esperaban que enmendaría. Se equivocaron.
Fumaba marihuana, bebía fuertemente y se inyectaba metanfetamina. En junio de 1982 fue detenido por arrojarle un destornillador a un automovilista durante una pelea de tráfico. La policía lo encerró por agresión con un arma letal; más tarde, la acusación fue reducida a vandalismo.
Bruce dijo al agente de policía que había presenciado el altercado, que se enfadó cuando el otro conductor le cortó el camino. De acuerdo al agente, Bruce declaró: "Yo iba a matar a ese hijo de puta".

Y Entonces la Apuñalaste
Cuando el detective Andrew R. Monsue llegó al lugar de los hechos, Dorka Lisker había sido llevada al Hospital Encino, donde murió esa misma tarde.
Un ex marine que había peleado en Vietnam, Monsue llevaba su pelo castaño corto y tenía un brusco aire militar. Siguió la huella de sangre a través de la casa, buscando claves.
Concluyó que el atacante de Dorka la había golpeado con el trofeo de la Liguita de su hijo, y con la barra de metal de ejercicios de su marido. Luego fue apuñalada en la espalda con un par de cuchillos de carne, que yacían en el suelo junto a su cuerpo. Monsue vio huellas ensangrentadas en el vestíbulo principal, en el cuarto de servicios y en la cocina -y había más huellas fuera de la casa.
Bob Lisker dijo a los detectives que la noche anterior le había dado a su esposa un puñado de billetes -de 10 y 20 en su mayoría- para pagar las compras. Se trataba de unos 150 dólares. La policía revisó su bolso, pero no encontró el dinero. También revisaron a Bruce. No los tenía.
Hacia la 1 de la tarde, Monsue llevó al adolescente a la comisaría de policía Van Nuys para interrogarlo. Bruce dijo que esa mañana había ido a casa de sus padres a por un gato para poder reparar el amortiguador de su Mustang 1966.
Su madre no salió a saludarlo como hacía normalmente, así que llamó a la puerta. No hubo respuesta. Lo intentó con el pomo. Estaba con cerrojo.
Lisker dijo que avanzó hacia el patio, donde miró por la ventana hacia la salita. Pensó que se veían los pies de su madre en el vestíbulo.
Con el corazón palpitando corrió hacia la ventana del comedor para ver mejor. Desde allá, podía ser su cuerpo inerte en el suelo, dijo.
Aterrado corrió hacia la ventana con celosías de la cocina, un punto de entrada que había usado antes para meterse en la casa después del toque de queda. Dijo que sacó los cristales y entró a la cocina.
Corrió hacia el vestíbulo y encontró a su madre en el suelo, inconsciente pero viva. Tratando de ayudarla, le sacó los cuchillos de la espalda. Entonces cogió los dos cuchillos de cocina y recorrió la casa buscando al intruso. Entonces llamó a una ambulancia.
Monsue, que escuchó atentamente, pensó que Lisker estaba mintiendo. Si había visto el cuerpo de su madre a través de la ventana de la salita, ¿por qué simplemente no rompió los cristales para entrar? ¿Por qué desarmar la ventana de la cocina, desperdiciando preciosos segundos?
En cuanto a eso, Monsue dudaba que Lisker pudiera haber visto el cuerpo de Dorka desde fuera de la casa. Basándose en sus propias observaciones, pensó que el resplandor del sol habría hecho imposible ver algo a través de la ventana de la salita, y que los muebles y una maceta de piedra de interior habrían impedido la vista a través de la ventana del comedor.
Monsue había tratado antes con Bruce y no le gustaba. Lo consideraba un "bocazas, un gamberro", recordó más tarde.
Le leyó a Lisker sus derechos.
"Te voy a decir lo que creo que pasó", dijo Monsue, de acuerdo a la transcripción de la entrevista. "Entraste en la casa por la ventana de la cocina... Te sorprendió allí. Tuvisteis una fuerte pelea. Cogiste el trofeo de tu escritorio y la golpeaste en la cabeza".
"No, yo no haría eso", protestó Bruce.
"Tropezó en el pasillo", continuó Monsue. "Hay una barra de ejercicios... La cogiste. La golpeaste la cabeza y le quebraste el brazo. Ella empezó a correr... Te asustaste. La recogiste y arrastraste hasta aquí, junto a la puerta. Y entonces la apuñalaste".
"Mejor no diga nada más", dijo Bruce.
"¿No fue así como ocurrió?", preguntó Monsue.
"Eso parece mentira", replicó Bruce. "Eso suena más espantoso de lo que yo sería capaz de hacer".
Monsue detuvo a Lisker.
El adolescente pidió que lo sometieran al detector de mentiras. Monsue y otro detective lo llevaron al cuartel de la policía en el centro de Los Angeles, donde un examinador de polígrafo le preguntó: ¿Golpeaste a tu madre con el trofeo? ¿Apuñalaste a tu madre? ¿Mataste a tu madre?
Lisker mostró falsedad en sus respuestas, según el examinador.
De vuelta a la comisaría Van Nuys, Lisker preguntó por los resultados. Los detectives le dijeron que había fracasado. Dijeron que el examinador no había conocido nunca a alguien tan mentiroso.

Una Visita Inesperada
Bob Lisker había perdido a su esposa. Ahora pronto perdería a su hijo. Quería creer desesperadamente en la historia de Bruce. Pero no tenía respuesta para una pregunta obvia: Si no lo hizo Bruce, ¿quién fue?
Entonces el viejo Lisker recordó una conversación con su esposa la noche antes de su asesinato. Dorka le dijo que había tenido un visitante inesperado ese día, un amigo de Bruce del apartamento de Sepúlveda Boulevard. Su nombre era Mike Ryan. Buscaba alguna pega para reunir dinero. Ella lo rechazó.
John Michael Ryan, entonces de 17, había estado entrando y saliendo de reformatorios juveniles e instituciones mentales. Tenía una hoja de antecedentes que se remontaba a sus 11, con condenas por robo, violación de morada y agresión con arma letal. Un psicólogo nombrado por el tribunal lo describió una vez como "impulsivo y egoísta, que opera guiado sólo por sus sentimientos... imprevisible".
Bruce conoció a Ryan en una reunión de terapia de drogas en 1982. Ryan estaba viviendo en la calle. Bruce le ofreció que durmiera en su sofá a cambio de la mitad del alquiler.
Su amistad giraba en torno a emborracharse, fumar marihuana y escuchar a los Doors, Aerosmith y Led Zeppelin. Para hacer dinero, de vez en vez tenían una pega en casa de Lisker.
Pronto empezaron a tener problemas porque Ryan no pagaba su cuota del alquiler. Bruce lo echó en enero de 1983 y Ryan partió a Mississippi, donde vivía su padre.
Después del asesinato de Dorka, Bruce y su padre contaron a Monsue el problemático pasado de Ryan y su visita a la casa el día anterior al asesinato.
Monsue localizó al adolescente y lo encontró en Gulfport, Mississippi. Estaba nuevamente en un reformatorio, esta vez por tratar de entrar en el apartamento de una mujer.
A petición de Monsue, las autoridades de Mississippi recogieron una breve declaración de Ryan sobre su paradero el día del asesinato. Ryan dijo que esa mañana había reservado en un hotel de Hollywood.
Monsue se dirigió al hotel, el Hollywood Tropics en Sunset Boulevard. El libro de reservas mostraba que Ryan había reservado recién la tarde de ese día.
Picado de curiosidad, el detective abordó un avión hacia Mississippi. El 4 de mayo de 1983, interrogó a Ryan en un reformatorio en el condado de Harrison, Mississippi.
Con la grabadora encendida, Ryan describió de manera monótona que había tomado un autobús desde Gulfport hacia Los Angeles, adonde llegó el 6 de marzo, cuatro días antes del asesinato. Dijo que había vuelto a California para unirse al Job Corps de Sacramento. Nunca llegó tan lejos.
Su primera parada en Los Angeles fue un complejo de apartamentos en Sepúlveda, donde conoció a Bruce. Los dos compartieron un porrete. Ryan no tenía dónde ir y quería dormir en el sofá de Bruce. Se lo pedía reluctantemente, dijo, debido a la pelea que habían tenido sobre el alquiler.
La madre de Ryan vivía en el condado de Ventura, pero tampoco se podía quedar con ella. Él y su padrastro no se llevaban bien. Así que en los días siguientes deambuló sin rumbo por el viejo vecindario de Valley, sobreviviendo con chips, cigarrillos y refrescos. Dormía en cobertizos para automóviles y en un camping improvisado en las montañas de Santa Mónica.
Ryan confirmó que había llamado a la puerta de Dorka Lisker el 9 de marzo. Quería usar el teléfono y hacer algún trabajito, dijo. Ryan dijo a Monsue que ella lo había invitado a entrar y le dio un vaso de agua. Charlaron durante unos 20 minutos. Ella le dijo que no tenía trabajo para él, así que Ryan se marchó.
En cuanto a dónde estaba la mañana siguiente, Ryan dijo nuevamente que había llegado al hotel hacia las 11 de la mañana.
"Bueno, eso es men...", se oye decir a Monsue en la cinta. "Fui al hotel. Llegaste allá recién a las 3 de la tarde".
"Entonces habré llegado a las 3", dijo Ryan. "No recuerdo".
Ryan confesó que esa mañana había apuñalado a alguien -no a Dorka Lisker, sino a un "tipo negro" no identificado.
El hombre sacó un estilete, dijo Ryan, y trató de robarle sus drogas y dinero. Ryan dijo que sacó su propio cuchillo y apuñaló al hombre en el hombro.
Monsue se preguntó en voz alta por qué el adolescente insistía en mostrar que había estado en Hollywood, a 20 kilómetros del lugar de los hechos, hacia la hora en que Dorka fue asesinada. ¿Por qué había mentido sobre la hora a la que llegó? ¿Y por qué se subió a un autobús en dirección a Mississippi la mañana después del asesinato?
Monsue interrogó a Ryan sobre sus finanzas. El adolescente dijo que había salido de Mississippi con sólo 52 dólares. Sin embargo, dijo que había gastado dinero en comida, drogas, cigarrillos, billete del autobús y la cuenta de 21 dólares del hotel, que era en total más de lo que tenía. "Aquí hay algo que no concuerda".
Ryan dijo que no había pensado mucho sobre su visita a California ni en el asesinato -"porque no lo pensé".
"Es mejor que empieces a pensar, y un montón, sobre el asunto", dijo Monsue. "Porque vas a terminar de vuelta en la cárcel en California... si no respondes mis preguntas".
Monsue nunca oyó esas respuestas. De hecho, perdió pronto interés en Ryan, al menos en parte debido a la creencia errónea de que el joven no tenía antecedentes criminales.
El expediente del Departamento de Policía de Los Angeles LAPD -la ‘novela policial' en la que los detectives documentan cada paso de una investigación- indica que Monsue hizo una búsqueda de datos sobre Ryan con una fecha de nacimiento equivocada.
Una nota manuscrita en el expediente dice: "John Michael Ryan, 1/24/66, Sin antecedentes".
Una búsqueda utilizando la fecha de nacimiento correcta de Ryan -el 24 de abril de 1966- habría revelado que había sido condenado por robar con un cuchillo a un adolescente 10 meses antes del asesinato de Dorka Lisker.
Ocurrió en el estacionamiento del restaurante Denny's en el condado de Ventura. Cuando la víctima preguntó por qué tenía que entregarle sus 12 dólares, Ryan dijo: "Si no lo haces, te mataré".
Aparentemente inconsciente de este incidente y de los delitos anteriores de Ryan, Monsue lo descartó como sospechoso.
Ryan siguió con su complicada vida. En 1986 siguió a una mujer desde el tren de cercanías en San Francisco, la cogió por un brazo y la amenazó con un cuchillo.
"No quieres que me enfade", dijo Ryan, de acuerdo a una declaración bajo juramento de la víctima.
Cuando la mujer se liberó, él la atacó con el cuchillo, provocando que las plumas volaran de su chaqueta. Ryan fue condenado por asalto a mano armada y sentenciado a seis años de prisión.
En 1983 intentó destruir el coche de su madrastra en Florida con un martillo -y atacó a un agente de policía que respondió al llamado, mordiéndole el pulgar.
En 1996, de vuelta en California, Ryan se mató con una combinación de alcohol y heroína. Dejó una nota en la que agradece a su compañero de cuarto, le da instrucciones sobre qué hacer con sus pertenencias y le dijo a un amigo que lo quería.
"Los demás... que se vayan a la mierda" fueron sus últimas palabras.
La madre de Ryan, que todavía vive en el condado de Ventura, habló con periodistas del Times a condición de no ser identificada. Dijo que no quería ser asociada públicamente con su hijo ni sus crímenes.
Dijo que siempre había sospechado que Mike había matado a Dorka Lisker. Una vez, dijo, lo confrontó con sus sospechas, pero él insistió en que era inocente.
Ella no le creyó.
"Creo que se sintió acorralado y necesitaba el dinero e hizo lo que hizo... Probablemente estaba usando drogas", dijo la madre. "Siento como si estuviera acuchillando a Mike por la espalda, pero realmente creo que hay un inocente en la cárcel".

Un Informante en la Cárcel
Bruce pasó las semanas posteriores al asesinato en el Reformatorio de Sylmar. Lo dejaban salir de su celda una hora al día, y la usaba para escribir cartas a sus amigos. Todos los días a la hora de la cena, un enfermero le administraba un tranquilizante mezclado con zumo de naranja. Las visitas de su padre los domingos "fueron mi salvación", escribió años después. Los dos hablaron sobre la defensa de Bruce.
"Le dije a mi padre que yo no lo había hecho", dijo.
En las vistas del tribunal del 4 de abril de 1983, un juez decidió que Lisker debía ser juzgado como adulto -pero lo devolvió al reformatorio.
La orden no fue acatada.
Tres días más tarde, los agentes del sheriff lo trasladaron a la cárcel de hombres del condado de Los Angeles. Fue colocado en un área "segregada" para reclusos que podrían correr peligro en la población general -jóvenes delincuentes e informantes, entre otros.
Años más tarde, se reveló que los fiscales de Los Angeles habían formado una corrupta alianza con informantes en la cárcel. Los soplones reclamaban que sus compañeros de celda habían confesado sus crímenes. Entonces declaraban sobre las confesiones a cambio de reducciones de pena de sus propios cargos o de libertad anticipada.
Los fiscales tenían motivos para sospechar que muchas de las confesiones eran falsas, pero entre 1979 y 1988 las usaron en 250 casos, según concluyó una investigación de un jurado.
El escándalo resultó en una dramática reducción en el uso de informantes en la cárcel y una ley del estado que exige que los jurados sean instruidos a mirar con sospechas esos testimonios. Sin embargo, eso pasaría después.
A los pocos días de la llegada de Lisker en la Cárcel del Condado, dos reclusos informaron que había confesado. Las autoridades los desecharon como mentirosos.
Poco después, se apareció un tercer informante.
Robert Donald Hughes, entonces 29, era un delincuente habitual que cumplía una pena por allanamiento de morada, robo de vehículos y otros delitos. También era un experimentado soplón. En un caso de asesinato previo, había jurado que el acusado se había confesado con él en la cárcel. Finalmente el hombre se declaró culpable de homicidio.
En la primavera de 1983, Hughes fue transferido desde la penitenciaría a la Cárcel del Condado, para que pudiera testificar en otro caso de asesinato.
Terminó en la celda junto a Lisker.
Un día Bruce oyó raspar a alguien al otro lado de la pared común. Era Hughes, que hacía un hoyo con un objeto de metal.
Lisker dijo que Hughes, a través de la pequeña apertura, trató de ganarse su amistad posando con un cristiano preocupado y ofreciéndole ayuda para probar su inocencia.
Lisker dijo que le contó a Hughes todo sobre su caso y le dejó leer copias de los informes policiales, empujando los documentos enrollados a través del hoyo en la pared. Hughes contactó a la policía, diciendo que tenía algo que decirles.
El 6 de julio de 1983 Monsue lo visitó en la cárcel para entrevistarlo. Hughes le dijo al detective que Lisker había admitido haber aporreado a su madre después de que ella lo sorprendiera revisando su bolso -una historia que replicaba los hechos descritos en los informes policiales.
Hughes ofreció declarar contra Lisker a cambio de una reducción de su sentencia. Rabichow, el fiscal, accedió.La defensa del hijo de Lisker sufrió otro revés.
Su abogado, Dennis E. Mulcahy, esperaba convencer al jurado de que otro había cometido el crimen: Mike Ryan. Pero primero Mulcahy tendría que demostrar que había bases sólidas para su teoría -más que "meras sospechas".
En los alegatos ante el juez del Tribunal Superior de Van Nuys, Richard G. Kolostian, Mulcahy señaló que Ryan había estado en casa de los Lisker el día antes del asesinato. Enfatizó que el dinero para las compras que había desaparecido del bolso de mano de Dorka no había sido recuperado, sugiriendo que Ryan lo robó.
Pero no mencionó que Ryan había mentido a Monsue sobre su paradero a la hora del crimen. Tampoco que le dijo al juez que Ryan había admitido espontáneamente haber apuñalado a alguien esa mañana.
Mulcahy, ahora un comisionado del Tribunal Superior, se negó a conceder una entrevista para este reportaje.
Rabichow alegó ante el tribunal que Mulcahy no había logrado probar su teoría. El juez convino y aceptó la moción del fiscal de excluir toda mención de Ryan.
El jurado no volvería a oír su nombre.

Manipulador, Volátil
A cinco días de empezado el juicio, Kolostian dijo que consideraría dejar que Lisker recibiera una sentencia como delincuente juvenil si se declaraba culpable de homicidio en segundo grado. Lisker saldría de la cárcel a los 25.
Mulcahy le instó a hacerlo. Bruce se resistió. Entonces Bob Jonhson, abogado y amigo de la familia, habló con él.
"Se paró frente a mí y me dijo que tenía que aceptar el trato. "‘Si no lo aceptas, te van a condenar por homicidio en primer grado'", recordó Bruce.
Lisker cedió. El juez paró el juicio y despidió al jurado. Como parte del acuerdo, varios psicólogos examinaron a Bruce para determinar la conveniencia de una sentencia juvenil.
Abandonando su declaración de inocencia, les dijo que él sí había matado a su madre. En una de las entrevistas, responsabilizó a Satanás: "Hice lo que él quería que hiciera... Fui estúpido".
Más tarde Lisker se retractó de la confesión, diciendo que se había declarado culpable por miedo a perder el acuerdo.
En sus informes al juez, los psicólogos lo describen como manipulador y volátil. "Es muy difícil para Bruce controlar sus impulsos agresivos, especialmente en situaciones emocionalmente cargadas", escribió un psicólogo. "Es exigente, ególatra, impulsivo, y tiene poca tolerancia ante la frustración".
Un informe previo a la sentencia de la Dirección Juvenil de California decía que Lisker se mostraba "poco motivado para cambiar" y no "exhibía convincentemente ni pesar ni remordimientos".
Confrontado con las conclusiones, Kolostian cambió de parecer y determinó que Lisker tendría que cumplir su pena como adulto y podía ser condenado a 16 años de cárcel.
"No entiendo cómo hará la Dirección Juvenil su trabajo", dijo Kolostian. "No tenía ni idea de lo grave que es su problema".
A Lisker se le permitió retirar su declaración de culpabilidad y tratar de convencer nuevamente a un jurado.

Prueba Convincente
El segundo juicio se realizó en una sala en el sexto piso en el tribunal de Van Nuys en el otoño de 1985. Rabichow describió el asesinato de Dorka Lisker como un acto de rabia espontánea, seguido de un frío cálculo.
Desesperado por drogas, Bruce condujo a casa de sus padres y pidió dinero a su madre, dijo el fiscal. Ella le dijo que no. Momentos más tarde, ella lo sorprendió cogiendo el dinero de las compras de su bolso de mano y peleó con él, rasgando su camisa de franela escocesa.
Lisker entró a la cocina, cogió un par de cuchillos de carne y se los clavó en la espalda. Al darse cuenta de que todavía estaba viva, cogió el trofeo de la Liguita y la golpeó en la cabeza. Luego la aporreó con la barra de ejercicios.
Cuando su madre yacía moribunda, llevó a cabo un elaborado encubrimiento. Limpió sus huellas digitales y la sangre del trofeo y la barra. Corrió fuera y removió los cristales de la ventana de la cocina para que su historia fuera coherente. Colocó una cuerda en el cuello de su madre, un detalle que pensó que sugeriría un asesinato ritual.
Entonces llamó pidiendo ayuda.El fiscal insistió en que Bruce no podía haber visto a su madre a través de las ventanas en la parte de atrás de la casa, como aseguraba. Las fotos de la policía mostraban que los muebles y el resplandor del sol habrían impedido su vista, dijo.
"Podía haber inventado cualquier cosa", dijo Rabichow. "Eso fue lo más recriminatorio que dijo".
El fiscal dijo que una prueba adicional de su culpabilidad era que las ensangrentadas huellas de zapato en la casa se correspondían con los zapatos de Bruce.
"En la sangre sólo hallamos sus pisadas", dijo Rabichow.
Si la historia de Lisker fuera verdad, dijo, "¿por qué no hay huellas de un intruso?"
Mulcahy atacó el caso del fiscal en varios frentes. Dijo que no había pruebas de que Bruce hubiera limpiado sus huellas digitales del trofeo o de la barra de ejercicios ni que hubiera hecho algo para encubrir el crimen.
Rebatió la aserción de Rabichow de que Lisker no pudo ver el cuerpo de su madre a través de las ventanas. Las fotos policiales fueron tomadas el día después del asesinato, dijo, cuando el sol estaba más brillante y el resplandor era mayor.
Mediante un paciente interrogatorio, Mulcahy obligó a Hughes a contar la confesión que esperaba que debilitara su credibilidad.
Hughes dijo que Lisker le confesó su crimen en la primera conversación a través del hoyo en la pared -incluso antes de que conocieran sus nombres.
En el alegato final, Mulcahy pidió a los jurados que imaginaran que trabajaban vendiendo coches y que Hughes se aparecía a comprar un coche con crédito. "¿Le darías un préstamo a Robert Hughes?", preguntó.
Después de deliberar durante cuatro días, el jurado condenó a Lisker por homicidio en segundo grado. Fue escoltado hacia una celda con rejas, donde vomitó en un tacho de basura.
Ese día varios jurados lloraron fuera del tribunal. "No nos parecía que fuera un criminal insensible", dijo uno. "Pero las pruebas eran convincentes".

No Soy un Asesino
Para un chico flaco de 1 metro 71, la prisión puede ser brutal. Poco después de su condena, Bruce soportó una paliza a manos de un fornido recluso en el reformatorio de Ontario. Se ganó el respeto de los demás peleando y negándose a denunciar a su agresor. Dijo a miembros del personal que se había caído de la cama -para explicar sus ojos amoratados.
Aprendió a decir poco y a guardarse sus cosas. Estudió programación de ordenadores y para convertirse en un asistente de abogado. Iba a la iglesia, asistió a programas de alcohol y drogas, y se interesó en la poesía.
En un poema sobre Monsue, escribió:

Un idiota inocentón que saltaba a las conclusiones
Incapaz de razonar, "Si no fue el niño, ¿quién fue?


Cuando cumplió 25, Bruce fue transferido a una prisión para adultos -primero a San Quentin, luego a Mule Creek, una fortaleza de cemento a una hora al sur de Sacramento donde ha pasado los últimos 15 años.
Al principio, tenía la esperanza de los tribunales superiores revocaran su condena. Pero sus apelaciones fueron rechazadas. Luego pensó que podría salir en libertad condicional.
En 1992, cuando fue por primera vez elegible, admitió haber matado a su madre y expresó remordimiento ante la comisión.
"Yo estaba enganchado a las drogas y al alcohol. Robaba dinero a mis padres y no tenía ningún escrúpulo en hacerlo. Yo iba cuesta abajo, hacia un callejón sin salida, y culminó en el asesinato de mi madre", dijo Bruce.
"Un mocos malcriado", interrumpió el comisionado de la junta.
"Sí", accedió Bruce. "Lo era".
Lisker dice ahora que dijo a los miembros de la comisión lo que querían oír. Le negaron la libertad anticipada.
Después de eso, dijo Lisker, decidió que nunca volvería a declararse culpable por un crimen que no había cometido. Dijo que se negó a presentarse a audiencias de libertad anticipada en 1993, 1996 y 1998. En 1999 asistió y leyó una declaración proclamando su inocencia.Con una herencia de 150.000 dólares de su padre, que murió en 1996, contrató a nuevos abogados y detectives privados y les encargó que limpiaran su nombre. Abrió una página en internet -www.freebruce.org- para conseguir apoyo y donaciones.
Lisker, ahora de 39, dijo durante una entrevista en Mule Creek que entiende por qué Monsue había sospechado de él al principio. Pero Monsue y, más tarde, Rabichow se empecinaron, dijo, cerrando sus mentes a las evidencias que contradecían sus teorías.
"Hay un proverbio chino que dice que todo el mundo empuja una verja caída", dijo. "Yo no era un ángel. Pero tampoco soy un asesino".

Curioso Sobre una Llamada
Durante los años de prisión de Bruce, Monsue estuvo en un viaje propio -un lento recorrido de las filas del LAPD. Había un testaruda persistencia en su carrera. Dio el examen oral de inspector de detectives 54 veces antes de que fuera elegido para esa posición.
Se describía como "dinosaurio", y ocasionalmente hería sentimientos con sus modales bruscos. En 1999 un ciudadano se quejó de que Monsue le había pinchado la cara con un dedo. Su supervisor le aconsejó que bajara el tono de sus "rarezas". Más tarde ese año, fue reprendido por exhibir un tazón de café con una grosería.
Una sargento afro-americano se quejó de que le hacía comentarios raciales insensibles, y que el LAPD la castigó por objetarlo. La mujer citó a Monsue diciendo que "los blancos están en desventaja" debido a la discriminación positiva. Él lo negó. En 2002, el ayuntamiento depuso el caso por 1.25 millones de dólares.
Monsue alcanzó el grado de teniente, supervisando a 45 detectives de la División Central del LAPD, una posición que todavía conserva.
Cada tantos años se le notificaría que había una sesión de la comisión de libertad condicional para ver el caso de Lisker y tenía la oportunidad de hacer una declaración. De un extraño modo, los engranajes de la burocracia mantenían conectados a los dos hombres, conscientes uno del otro.
Un día en 2000, Lisker estaba buscando su expediente de la cárcel cuando encontró una carta que había escrito Monsue a la junta dos años antes.
En la carta Monsue decía que una última persistente pregunta sobre el caso -¿qué pasó con el dinero perdido del bolso de Dorka Lisker?- había sido resuelta. Los nuevos propietarios de la casa de Huston Street habían descubierto el dinero en el ático encima del antiguo dormitorio de Bruce.
"Este hallazgo confirmó nuestra teoría inicial de que Lisker en realidad robó a su madre", escribió el detective. "Ha demostrado claramente de lo que es capaz y no debería ser dejado nunca en libertad para que vuelva a atacar a otros en el futuro".
Lisker pensó que había algo sospechoso en la declaración de Monsue. Le pidió a su detective privado, Paul Ingels, que investigara el asunto.
Ingels revisó los archivos inmobiliarios y localizó al propietario al que Monsue se había referido. Su nombre era Morton P. Borenstein, y era abogado.
Borenstein le dijo a Ingels que él y su esposa, Beatrice, no habían encontrado nunca dinero en el ático. Dijo que tampoco había discutido nunca el asunto con Monsue ni con nadie del LAPD. A petición de Ingels, Borenstein firmó una declaración jurada en ese sentido.
Lisker creía que ahora tenía pruebas de que Monsue había mentido. Con más bríos, él y su equipo de defensores continuaron presionando.
Un año más tarde, Lisker logró lo que consideraba un importante logro.
Siempre había sentido curiosidad por una llamada telefónica hecha desde casa de sus padres hacia la hora del asesinato. A las 10:22, según mostraban las cuentas, alguien llamó a un número que ni Bruce ni su padre pudieron reconocer.
Lisker estaba revisando su copia del expediente del LAPD una mañana en la primavera de 2001 cuando hizo una conexión. El misterioso número era casi idéntico al número de la madre de Mike Ryan en el condado de Ventura. Su número estaba en el expediente porque Monsue había llamado para entrevistarla sobre su hijo en las primeras fases de la investigación.
Los dos números de siete dígitos eran iguales, excepto el dígito final. El código de área del condado de Ventura no había sido llamado. Sin embargo, parecía que alguien había tratado de llamar a la madre de Ryan hacia el momento del asesinato.
"Finalmente lo encontré", escribió Lisker a uno de sus abogados. "Corresponde".Lisker pasó los dos años siguientes trabajando en otra apelación legal. En 2003 presentó una petición de habeas corpus, diciendo que había sido juzgado erróneamente. Incluyó las nuevas informaciones sobre la llamada telefónica y la carta de Monsue. La petición está ahora con un juez federal.
Bruce también presentó una queja contra Monsue al LAPD. Acusó al detective de mentir ante la comisión de libertad condicional, sin investigar la posible culpabilidad de Ryan y de solicitar testimonios falsos de Hughes.
"Estaba seguro de que estarían impresionados", dijo.

Comparando Pisadas
La queja de Lisker llegó al escritorio del sargento Jim Gavin, un irlandés robusto de aspecto rubicundo y delgado pelo rojo. Al principio estaba escéptico. Pero no era el tipo de persona que ignora una queja, incluso de un recluso.
Durante el escándalo de corrupción de Rampart, en el que muchos recuerdos de los agentes eran convenientemente confusos, Gavin ofreció una información que sugería que un colega había mentido sobre un tiroteo. Como mentor del LAPD, había enseñado habilidades de dirección a jóvenes oficiales.
Gavin, 39, leyó la transcripción del juicio de Lisker y escuchó las entrevistas grabadas con Bruce y Ryan. Gastó horas escudriñando los documentos compilados por el equipo de defensa de Lisker. Dos veces visitó la Prisión de Mule Creek para entrevistar a Lisker.
Estaba preocupado de la afirmación de Monsue de que el dinero de las compras perdido había sido encontrado en el ático encima del antiguo dormitorio de Lisker. Un detective de homicidios debía documentar un desarrollo semejante por escrito. Gavin no encontró evidencias de que Monsue lo hubiera hecho.
Gavin tomó contacto con Borenstein, que dijo nuevamente que no podía recordar haber encontrado dinero en el ático, y mucho menos haber contactado a Monsue sobre el asunto.
Gavin excavó más profundo. Pidió a un criminalista del LAPD que comparara las huellas de pisadas en el lugar de los hechos con los zapatos que llevaba ese día Lisker.
Durante la investigación inicial no se había hecho ese análisis. En el juicio, Rabichow se basó en el testimonio de Monsue de que las huellas de pisadas ensangrentadas "se parecían mucho" a las pisadas de los zapatos deportivos número 8 de Lisker.
Ahora, por primera vez, las huellas serían analizadas por un experto. El criminalista Ronald J. Raquel miró con una lupa una foto policial de una de las pisadas, que había sido encontrada en el cuarto de servicios cerca de la cocina.
Su conclusión: Definitivamente no habían sido hechas por los zapatos de Lisker.
Gavin volcó su atención hacia Ryan. Localizó a varios viejos amigos de Ryan de la época en que vivía en el apartamento de Sepúlveda Boulevard. Gavin se enteró de que Bruce había fanfarroneado ante Ryan de que sus padres eran ricos y que su padre poseía una colección de sellos que valía más de 100.000 dólares.
Uno de los amigos estaba muriendo de SIDA. Gavin viajó a Fort Lauderdale, Florida, para entrevistarlo. El hombre dijo que antes del asesinato de Dorka, algunos de los amigos de Bruce habían planificado robar a los Lisker y habían espiado la casa. Ingels, el detective privado, le dijo a Gavin que tenía informaciones de que Ryan formaba parte del grupo.
¿Era posible que se hubiera condenado a un hombre inocente?, se preguntaba Gavin. Estaba decidido a descubrir la verdad, pero sus superiores tenían otros planes, dijo. Al principio lo apoyaron, pero luego se impacientaron al ver que su pesquisa se estiraba hacia 2004.
Su trabajo era revisar las quejas de abusos policiales, dijeron, no re-investigar casos de homicidios de décadas de antigüedad. Gavin dijo que le habían dicho que limitara su investigación a la carta de Monsue y que la terminara rápidamente.
"Me dijeron que cerrara el caso", dijo. "Me dijeron que había terminado".
Gavin obedeció las órdenes y entregó un informe abreviado. Escribió, pero sin presentarlo, un informe más largo. El título era: ‘El Caso de Bruce Lisker. ¿Fue una investigación deficiente de un agente del LAPD la que condujo a la condena por homicidio de Lisker?'
Sin decir nada a sus superiores, Gavin también dio a Ingels una copia del informe del criminalista sobre la huella ensangrentada.
"Me dijo que probablemente iba a sufrir las consecuencias por hacer eso",, dijo Ingels. "Pero dijo: ‘Está bien'".

En julio pasado Lisker encontró en su correo en la cárcel una carta con el membrete del LAPD. Era la respuesta del departamento a su queja. Una investigación no había encontrado pruebas de que Monsue hubiera mentido a la junta de libertad condicional, escribió el capitán James A. Rubert, el superior inmediato del detective.
En cuanto a los alegatos más amplios de Lisker -de que Ryan era el verdadero asesino y que Hughes había mentido en el banquillo de los testigos-, escribió Rubert, ya habían sido tratados por los tribunales. No se autorizaron más investigaciones.
Lisker dijo que se había decepcionado, pero no sorprendido. Ingels, un ex agente de policía de Pomona, estaba furioso. Llamó a Gavin, que le dijo que le habían ordenado paralizar la investigación. Ingels escribió al jefe de policía William J. Bratton, acusando a los jefes de Gavin de querer encubrir el asunto.
En respuesta, el departamento de policía inició una nueva investigación sobre la conducta de Monsue y sobre los superiores de Gavin.
Gavin también está siendo investigado -por revelar información confidencial sobre el caso. En febrero fue transferido de Asuntos Internos a la dependencia de adiestramiento del departamento en Sylmar.
Las pruebas recolectadas por Gavin fueron entregadas a un detective de la unidad de casos archivados del LAPD, que hizo una rápida revisión y concluyó que Lisker era culpable.
La revisión descubrió una evidencia que había sido pasada por alto: una antigua foto de la autopsia mostraba un moretón en la cabeza de Dorka Lisker. Tenía una marca ondulada que parecía la huella de un zapato. Detectives del LAPD dijeron que un análisis preliminar vinculaba la huella a los zapatos de Bruce, sugiriendo que había golpeado a su madre en la cabeza.
En marzo, periodistas del Times preguntaron si la policía había comparado el moretón con la misteriosa pisada que habían hallado en el cuarto de servicios. No lo habían hecho. Gary Brennan, subdirector, dijo que expertos del LAPD realizarían ese análisis.
Pero Brennan dijo que no tenía dudas en cuanto a que Lisker era el asesino.
"No es inocente el tipo que está en la cárcel", dijo.

Hasta la Tusa con Preguntas
Monsue dice que, como detective, tiene una "regla fundamental". "Que sea simple, idiota". Lisker era el sospechoso más obvio, dijo el detective en una entrevista, y sigue convencido de su culpa.
Monsue negó haber mentido ante la junta de libertad condicional sobre el hallazgo del dinero de las compras perdido. Dijo que su costumbre era documentar esos desarrollos por escrito. No podía explicarse por qué no se había encontrado ese informe, dijo.
Con visible indignación, insistió en que el tema no tenía relación con la culpabilidad o inocencia de Lisker.
"Apenas me interesa que me llamen mentiroso. ¿Qué se demuestra con eso?", dijo Monsue. "Tenemos a un hijo de puta que miente, engaña, asesina, que está en la cárcel y hace esas acusaciones... y usted está sentado aquí poniendo en duda mi credibilidad... Eso me irrita".
En cuanto a Ryan, Monsue dijo que había tenido problemas en creer que el adolescente hubiera matado a alguien por 150 dólares. Más importante, dijo, no tenía pruebas que vincularan a Ryan con el lugar del asesinato.
Monsue dijo que no sabía nada de la llamada telefónica hecha desde la casa de Lisker hacia la hora del asesinato. Dijo que eso no implicaba necesariamente a Ryan. Sugirió que Lisker puede haber tratado de llamar a la madre de Ryan y que se equivocó al marcar.
"Hay que mantener esto simple, imbécil", dijo Monsue. "Normalmente, la gente muere a manos de sus parientes cercanos".
Dijo que los hallazgos del criminalista de que la huella ensangrentada hallada en el cuarto de servicios no era de Lisker había despertado su curiosidad, "pero no sacaría ninguna conclusión... hasta que no lo investigue más".
Monsue dijo que estaba hasta la tusa de tener que responder a preguntas sobre su investigación. "Ahora no tengo nada que perder. Trabajé durante 30 años... Mi pensión está en el banco. Pero me estoy cansando de explicar esto una y otra vez".

Un Descubrimiento Asombroso
El dinero de las compras perdido ha sido un tema recurrente en el caso del Pueblo contra Lisker. En el juicio, Rabichow dijo a los jurados que el dinero no estaba en el bolso de Dorka, indicando que Bruce lo había robado.Mulcahy dijo que no haber encontrado el dinero era una esplendorosa debilidad de la acusación. Si Lisker se llevó el dinero, ¿dónde estaba?, preguntó.
Años más tarde, Monsue dijo a la junta de libertad condicional que había sido encontrado en el ático.
Times se enteró recientemente de que el dinero pudo haber estado todo el tiempo en el bolso de Dorka Lisker.
Tres semanas después de que Bruce fuera condenado en 1985, una empleada del tribunal llamado B.J. Wilson hizo una exhaustiva revisión del bolso antes de almacenarlo con las demás evidencias.
Wilson se puso un par de guantes de goma y escarbó en el bolso de cuero negro. Apuntaba lo que iba sacando.
"Si hay un mondadientes, escribo ‘mondadientes'", dijo Wilson en una entrevista. "Si hay un chicle, escribo ‘chicle'".
Y así lo hizo.
"3 limas de uña, una barra de cereales, 2 lápices, un bolso de plástico...", se lee en su lista manuscrita de tres páginas, que el Times encontró en un microfilme en un archivo de los tribunales en el centro de Los Angeles. "Una lupa rojo-naranja, galleticas envueltas en plástico, pañuelos de papel..."
Wilson puso un asterisco junto al último ítem:
"También se encontró en un compartimento de la billetera: 5 billetes de 20 dólares, 1 billete de 5 dólares y cinco billetes de 1 dólar. Total 120 dólares".
Cuando se informó a Rabichow del hallazgo, se mostró asombrado.
"Mi costumbre era mirar las evidencias personalmente. Nunca introduje algo sin haberlo examinado yo mismo, porque nunca se sabe", dijo. "Honestamente, estoy enfadado conmigo mismo".

Visitando el Lugar de los Hechos
Cuando se jubiló del despacho del fiscal del distrito en 2003, Rabichow no se volvió a mirar. Se dedicó a jugar tenis y se cansaba tratando de mantener el tren de su joven hija.
Rara vez pensaba en los cientos de personas que había hecho encerrar durante sus 30 años como fiscal.
Todo eso cambió una tarde de noviembre pasado cuando se reunió con dos periodistas del Times en un restaurante Carrows en Reseda para conversar sobre el asesinato de Dorka Lisker.
Casi al final del encuentro de tres horas, Rabichow se puso las gafas de leer y escudriñó un documento que uno de los periodistas había deslizado sobre la mesa. Era el informe del criminalista sobre la misteriosa pisada.
Rabichow se quedó sin habla.
Hojeó una transcripción de su alegato final ante el jurado, también proporcionado por uno de los periodistas y le recordaron lo que había dicho a los miembros del jurado en 1985: que en la sangre estaban las huellas de las pisadas de Lisker, y de nadie más.
Volvió a leer el informe del LAPD.
"No sé qué decir", dijo. "Si hubiera sabido esto, ciertamente sería algo sobre lo que tendría que haber dado una explicación".
Dijo que el hallazgo era "claramente una prueba de inocencia".
Cuando se le preguntó quién podía ser el dueño potencial de la huella, Rabichow replicó sin un asomo de duda: "Ryan".
Rabichow salió del restaurante sintiéndose incómodo sobre un caso que pensaba que conocía desde todo punto de vista. En las semanas y meses que siguieron, leyó cientos y cientos de páginas de testimonios, informes policiales y otros documentos.
Sus sospechas crecieron.
Se sentía inquieto por la llamada telefónica hecha desde la casa de los Lisker hacia la hora de la agresión. Rabichow dijo que no tenía "ninguna duda" de que el que marcó ese número estaba tratando de llamar a la madre de Ryan -o para que lo pareciera.
"Es muy inquietante", dijo.
Rabichow dijo que ahora hubiera querido que Mulcahy, el abogado de Lisker, hubiese sido autorizado a presentar sus evidencias sobre Ryan en el juicio.
"Nunca fue mi punto de vista que Ryan no fuera el tipo de persona que pudiera haber hecho eso", dijo Rabichow. "Él es el tipo de persona capaz de hacerlo. No se me habría escapado".
Sin embargo, Rabichow siguió convencido de que Bruce no podía haber visto el cadáver de su madre a través de la ventana del comedor. En el vestíbulo había una maceta de piedra de 30 centímetros de alto y el comedor, que obstaculizaban la vista. Eso significaba que Lisker había mentido sobre qué lo llevó a entrar a su casa y no se podía creer en lo que dijera después de eso.
Sin embargo, Rabichow no podía estar seguro a menos que mirara a través de la ventana él mismo. Años atrás, había ido al juicio sin visitar el lugar de los hechos, dependiendo de la investigación de Monsue.
Los periodistas de Times habían visitado la antigua residencia de Lisker y había acordado volver a la casa con el propietario actual. Le pidieron a Rabichow que los acompañara, y él accedió. Así, una lluviosa tarde de marzo, condujo hasta Huston Street y entró a la casa por primera vez.
Utilizando fotos de la policía y medidas, los periodistas duplicaron la posición del cuerpo de Dorka Lisker. La maceta ya no estaba allí, así que los periodistas construyeron un facsímil de madera de las mismas dimensiones. También colocaron una alfombra de 1.2 por 2.4 metros, en lugar de la que estaba ahí 22 años antes.
Cuando Rabichow convinieron en que la alfombra y la maceta estaban en la misma posición que el día del asesinato, un periodista se tendió en el lugar donde se encontró el cuerpo de Dorka Lisker.
Rabichow salió y se paró frente a la ventana del comedor a través de la cual Bruce Lisker decía que había visto a su madre. Rabichow admitió que podía ver la cabeza del periodista desde varios ángulos. El comedor y la maceta no eran los obstáculos que ellos habían pensado. Él podía mirar por encima de ellos.
Suspiró profundamente y estuvo un rato en silencio. Dijo que le habría gustado haber hecho el experimento antes del juicio.
"Tendría que haber venido", dijo Rabichow. "Esto no es lo que yo pensaba".

Una Bomba
Ronald Raquel, la criminalista del LAPD, tuvo que ocuparse de algunos asuntos no terminados. Le habían pedido que analizara la huella de la pisada en la cabeza de Dorka Lisker.
Funcionarios del LAPD estaban seguros de que Bruce Lisker había hecho esa marca cuando estaba matando a su madre. Parecía eliminar toda duda sobre su culpabilidad.
Ahora, Raquel estudió la foto de la autopsia y comparó el cardenal morado con el ondulado diseño de la suela de los zapatos de Bruce.
No eran iguales.
Entonces Raquel comparó el moretón con la huella del zapato ensangrentado en el cuarto de baño de la casa de los Lisker -el que había determinado previamente que no correspondía con los zapatos de Bruce Lisker.
Parecían iguales. La huella misteriosa, escribió Raquel en su informe, era "similar en tamaño y dimensión" a la marca en la cabeza de Dorka.
Funcionarios del LAPD, reconociendo que los hallazgos contradecían la acusación presentada en el juicio de Lisker, hicieron llegar el informe de Raquel al despacho del fiscal del distrito.
Para Rabichow, las nuevas averiguaciones eran devastadoras. "Una bomba", dijo.
Incluso después de visitar la casa, se resistía a la idea de que Lisker pudiera haber sido condenado injustamente. Las dudas lo consumían, pero seguía insistiendo en que el total de las evidencias justificaban el veredicto de culpabilidad.
Ahora ya no insiste.
"Lo esencial es que ahora tengo una duda razonable", dijo, agregando que acogería un mayor escrutinio del caso. "La verdad es la verdad -y yo quiero que se conozca".

11 de agosto de 2005
©los angeles times
©traducción mQh


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