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espionaje chino


[Mark Magnier] Defección ilustra modo chino de espiar. Chen Yonglin dice que supervisaba a 1.000 informantes en Australia.
Pekín, China. La deserción de un importante diplomático chino en Australia que dice haber colaborado en la supervisión de una vasta red de espías ha puesto en el centro de la atención las actividades de espionaje de China en un momento de crecientes tensiones comerciales globales y preocupación sobre el gasto militar de Pekín.
Chen Yonglin, primer secretario del Consulado General de China en Sidney, escogió un momento particularmente embarazoso para actuar públicamente contra su empleador: una manifestación el mes pasado en Australia en conmemoración del 16 aniversario de la represión de la Plaza de Tiananmen contra manifestantes que pedían democracia.
En una rueda de prensa improvisada poco después de que Australia rechazara su petición de asilo político, el libresco Chen anunció que había pasado los últimos cuatro años dirigiendo una red de 1.000 informantes y espías en Australia por orden del gobierno chino.
Agregó que su principal objetivo eran los miembros del Falun Gong, un grupo cuasi-religioso prohibido en China como una "secta demoníaca" y los que abogan por la independencia del Tibet, Taiwán y Turkmenistán del Este.
Pekín rechazó inmediatamente sus acusaciones y cargos similares de Hao Fengjun, un segundo funcionario chino que pidió un visado australiano. Las acusaciones son "fabricaciones y mentiras", dijo en Pekín el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Liu Jianchao. "Las relaciones sino-australianas no deberían verse afectadas por esas dos personas e incidentes".
"Tenemos algunos chinos que no quieren a China y quieren sacar provecho para sus propios planes", dijo la semana pasada el embajador chino en Australia, Fu Ying. Chen "parece odiar ahora tanto a China... sin embargo, China le ofreció lo mejor que puede desear un hombre joven".
El incidente podría tener repercusiones más allá de las costas australianas, dijeron analistas, animando a los críticos de China en momentos en que el ministro de Defensa estadounidense, Donald H. Rumsfeld y otros conservadores de Washington expresan crecientes preocupaciones sobre las intenciones de Pekín y cuestionando su creciente gasto militar.
El caso también ha incomodado al gobierno del primer ministro John Howard, de Australia, al que sus detractores acusan de ignorar los derechos humanos para evitar herir la susceptibilidad de Pekín, una acusación que el gobierno niega. China es el tercer socio comercial de Australia, con un comercio bilateral por un valor de 22.7 billones de dólares, y un voraz consumidor de sus recursos naturales. Los dos países también están negociando un acuerdo de libre comercio para fortalecer sus lazos.
Los legisladores de la oposición acusaron al gobierno de Howard de haber informado al gobierno chino inmediatamente cuando Chen presentó su solicitud y rechazó su petición de un lugar seguro para reunirse. El viernes pasado, Australia otorgó a Chen un visado permanente. Hao solicitó un visado de protección y su caso debe ser aún solucionado.
Parte de la ecuación, dijeron analistas, es que ni Chen ni Hao -que dice que ha trabajado en la ciudad china de Tianjin en una oficina de seguridad encargado de erradicar al Falung Gong antes de huir a Australia- parecen ser una captura valiosa para la inteligencia.
"Para las agencias de inteligencia occidentales, saber que China vigila a Falun Gong no es tan importante", dijo Steve Tsang, un académico chino en la Universidad de Oxford. "Yo sospecho que es por eso que rechazaron la primera petición de Chen. Si él estuviera involucrado en un programa misiles o de contraespionaje, probablemente sería diferente".
Como las de la mayoría de los países, las actividades de la inteligencia china emplean un sistema de círculos concéntricos, dijeron analistas. A diferencias de las agencias de inteligencia estadounidenses, con su dependencia de datos por satélite y alta tecnología, China es conocida por su ‘inteligencia humana'.
"Ellos pueden enviar a miles de personas con misiones limitadas, inundando todo el país", dijo Larry M. Wortzel, ex agregado del ejército norteamericano en Pekín y ahora en la Heritage Foundation, un laboratorio conservador de Washington.
China tiene tres clases de espías, dijo Hao a periodistas australianos: "espías profesionales" pagados para reunir información, espías de "relaciones en el trabajo", que operan en círculos comerciales, y "amigos" en redes menos formales, una categoría que en la que se encuentran los 1.000 espías de Chen, dijeron analistas.
China emplea a un número relativamente pequeño de espías profesionales bien formados, dijeron analistas, encargados de hacerse con los secretos militares y políticas estratégicas más delicados.
En el segundo escalón, China descansa en compañías tapaderas y científicos para descubrir tecnologías claves, incluyendo productos duales, de uso civil y militar, que son más fáciles de adquirir que secretos militares.
"Pero tú utilizas compañías comerciales o de uso dual lo más lejos posible de la embajada", dijo un experto de inteligencia que se negó a ser identificado. "Son una enorme etiqueta radioactiva".
En un caso reciente, una pareja chino-americana de Wisconsin fue detenida por sospechas de vender a China medio millón de dólares en componentes de ordenadores con aplicaciones potenciales en sistemas de misiles modernos.
Pero el círculo concéntrico más grande de China a menudo cosecha mayor atención. Pekín es conocido por reunir pequeños fragmentos de información entre "amigos"-empresarios, estudiantes, delegaciones comerciales y turistas chinos-, que monta luego en una imagen mayor.
"Ellos extienden una red más bien amplia", dijo James R. Lilley, un ex jefe de estación de la CIA y embajador norteamericano en China. "A menudo hay una línea borrosa entre ‘cooperador' y ‘agente encubierto'".
La gente puede estar motivada a proporcionar información por el dinero, patriotismo, adulación o varias formas de persuasión, dijeron analistas. Se pueden acercar a un chino en el extranjero con familia en casa, dijo Tsang, de Oxford, y le pueden decir: "‘Entiendo que su hija quiere estudiar en la universidad. He oído que no es muy brillante, pero tengo un amigo en esa universidad que la puede recomendar".
El método de China, a veces conocido como los "1.000 granos de arena" ha complicado la vida a las agencias de contraespionaje extranjeras, ya agobiadas por la guerra contra el terrorismo declarada por Estados Unidos, dijeron analistas.
"Hay 150.000 estudiantes de China. Algunos de ellos son enviados aquí a trabajar y hacerse camino en las multinacionales", dijo el subdirector de contraespionaje, Dan Szady, a la Conferencia y Exposición de Inteligencia Nacional en Arlington, Virginia, en febrero. "Hay cerca de 300.000 visitantes chinos al año y 15.000 delegaciones que recorren cada año el país".
Muchas de estas personas son espías potenciales, agregó, que reúnen información o son interrogados cuando vuelven a China.
"Aunque aumentemos la cantidad de agentes, es imposible detectarlos a todos", dijo Szady.
Pero los expertos de inteligencia, que pidieron conservar el anonimato, dijeron que existía la tentación de creer que todos los que parecen remotamente chinos están ajetreadísimos enviando información a China. "Hay un montón de histeria", dijo, mencionando una afirmación no probada por una comisión bipartidista del congreso hace cinco años, de que China opera unas 3.000 compañías tapaderas en Estados Unidos.
"Es patrioterismo de primera clase", dijo. "También, lo que hacen apelando al patriotismo no es muy diferente de los franceses e israelíes. Los israelíes reaccionaron con los mismos llamados a la patria que con Jonathan Jay Pollard", un analista militar americano sentenciado a cadena perpetua en 1986 por filtrar secretos a Israel.
El espionaje trabaja en los dos lados. En 1965, la prensa australiana informó que la embajada china en Camberra, la capital, fue pinchada como parte de una operación de espionaje australiana-norteamericana. Y un Boeing 767 hecho en Estados Unidos para el entonces presidente de China, Jiang Zemin en 2000 contenía supuestamente más de 20 aparatos de espionaje.
Un analista dijo que incluso si la afirmación de Chen sobre sus 1.000 espías en Australia era correcta, no eran ciertamente agentes de terreno bien adiestrados. "La idea de que tienen semejante cantidad de gente trabajando para la inteligencia china parece un poco dudosa", dijo Jonathan D. Pollack, director de investigaciones estratégicas en la Academia Naval de Guerra en Newport, Rhode Island. "Es obvio que cualquier que deserta quiera aumentar su valor".

12 de agosto de 2005
15 de julio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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