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barbarie contra musulmanes


[Jeffrey Fleishman] Con noticias de agresiones físicas y verbales en aumento desde los atentados en el metro del mes pasado, muchos musulmanes se sienten vulnerables.
Londres, Gran Bretaña. En un vecindario de salones de té y túnicas negras abayas, en aceras donde se oye hablar en árabe en medio del siseo y vapor de las lavanderías, Mohammed Khaldi mordisqueó un humus e hizo una inquietante comparación.
"Yo estaba en Nueva York cuando ocurrió el 11 de septiembre", dijo Khaldi, ingeniero náutico. "Si eras musulmán, la gente no se acercaba a ti. Decían: ‘Mejor lo mantenemos a alguna distancia'. En Londres, desde los atentados terroristas, es lo mismo. Estaba en Piccadilly días atrás y había un tipo maldiciendo a los musulmanes".
Los crímenes de odio e insultos raciales han aumentado desde los atentados del 7 de julio, y los atentados frustrados del 21 de julio en el metro y autobuses de Londres. Muchos de los cerca de 1.6 millones de musulmanes también se sienten atrapados entre los militantes que se ocultan entre ellos y las fuerzas de seguridad que hacen redadas en sus comunidades. Los imanes están tratando de calmar las pasiones en momento en que jóvenes musulmanes, muchos de ellos pobres e indignados, acusan a la política exterior del primer ministro Tony Blair de introducir la yihad en territorio británico.
Las estadísticas sobre delitos relacionados con la raza y la religión contra asiáticos y musulmanes, que van desde insultos hasta agresiones, han mostrado un marcado aumento.
El Muslim Safety Forum, una comisión de asesoría, concluyó que después de los atentados del 7 de julio en el metro, que las autoridades dicen que fueron cometidos por tres británicos paquistaníes y un inmigrante jamaicano, los ataques contra asiáticos aumentaron en un 20 por ciento.
Los informes policiales sobre delitos de odio motivados en la religión en Londres han subido dramáticamente. Aumentaron de 40 en un período de tres semanas en julio del año pasado, a 269 durante el mismo período de tiempo el mes pasado. Un estudio del diario The Guardian concluyó que las agresiones motivadas racialmente en Londres subieron casi al doble, 60, el día después de los atentados del 7 y del 21 de julio.
Uno de los agredidos fue Emdad Rahman, que estaba parado con un amigo en un semáforo en East End hace poco cuando un hombre blanco lo confrontó.
"Un tipo de 1 metro 80 se acercó hacia mí y me gritó groserías, llamándome "paquistaní" y diciendo que me iba a mandar de vuelta a mi pueblo", dijo Rahman, asistente social. "Me desabotoné la camisa y le mostré mi camiseta con la bandera de San Jorge antes de decirle que yo también había nacido aquí. Antes de que me diera cuenta, uno de sus amigos apareció de repente con una tuerca antirrobos y empezó a romper las ventanas del coche".
Temiendo una escalada de esas agresiones, un prominente líder musulmán moderado, Zaki Badawi, ha llamado a las mujeres musulmanes a dejar en casa los pañuelos de cabeza. "Aconsejamos a las mujeres musulmanas que temen ser atacadas física o verbalmente, que no usen su hijab para no ser identificadas por aquellos hostiles a los musulmanes".
La mayoría de los musulmanes deploran los atentados recientes y apoyan un aumento de la vigilancia de parte de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, se sienten vulnerables, especialmente los jóvenes, que ha menudo son objeto de chequeos policiales cuando entran al metro. Esas prácticas forman parte de las nuevas dificultades en una nación con miedo donde los mezquitas son manchadas y musulmanes sospechosos son detenidos y obligados a colocarse uniformes de protección de químicos para preservar posibles evidencias de bombas.
El ministro del Interior, Hazel Blears, ha empezado a reunirse con organizaciones islámicas para distender las preocupaciones de que la policía utiliza criterios raciales después de que un jefe de policía comentara que sus agentes "no gastan tiempo chequeando a abuelitas blancas".
Los terroristas musulmanes antes "satisfacían el estereotipo de un ulema loco, barbón y con garfio, pero los terroristas de hoy son como usted y yo", escribió Iqbal Hussain, un consultor de tecnología de la información, en un reciente ensayo en el diario Evening Standard. "Eso nos pone a todos paranoicos. Mientras que antes yo no me habría preocupado qué pensaba la gente de mí, ahora con los ataques terroristas soy más cauto".
Dijo que el metro se había convertido en "un campo minado de qué hacer y qué no".
"Cuando leo ‘Harry Potter'", dijo, "me aseguro de mostrar la cubierta, para que nadie piense que estoy leyendo el Corán".
Khadim Hussain, presidente del Consejo de Mezquitas de la ciudad de Bradford, dijo: "Hace la vida más difícil a la comunidad musulmana. Esa es la realidad a la que hacemos frente.
"Los que cometieron los atentados son musulmanes. No lo podemos negar. En los días de la violencia del Ejército Republicano Irlandés IRA, se sospechaba de hombres blancos y esos eran parados y chequeados por la policía. Ahora son los musulmanes".
Los atentados y la ola de sospechas que los siguieron, incluyendo la identificación errónea de un brasileño desarmado como militante musulmán que fue matado a balazos por la policía, han creado una atmósfera de cautela en los barrios de inmigrantes. Algunos líderes musulmanes están preocupados de que las nuevas leyes antiterroristas que está considerando el parlamento, como transformar en delito el "ensalzamiento" de actos terroristas, puede conducir a un recorte de la libertad de expresión y otras libertades civiles.
Los llamados a nuevas leyes se reforzaron en los medios de prensa conservadores cuando dos radicales musulmanes que viven en Gran Bretaña aparecieron en un documental de la BBC. Uno de ellos, Abu Izzadeen, dijo: "Los que emprenden operaciones suicidas son absolutamente elogiables. Yo no condenaría nunca los atentados porque estamos del lado de los musulmanes".
Sin embargo, en estos días muchos musulmanes se muestran circunspectos en sus conversaciones. Entre las destartaladas tiendas de textiles y de ropa en el Whitechapel Road de Londres, pocos inmigrantes paquistaníes y de Bangladesh quisieron discutir los atentados o sus secuelas. Un joven de barba en el East End London Center dijo: "La gente que habló con periodistas ha desaparecido".
Desde los atentados, la mezquita cercana ha recibido amenazas de bomba, llamadas telefónicas con amenazas y cartas de odio.
El prejuicio y la rabia preocupan a Hany Shamel, un expedidor de cargo con una oficina en Edgware Road, cerca del Hyde Park en el centro de Londres. Pero como miles de musulmanes, tiene más miedo de los militantes islámicos escondidos en las comunidades de inmigrantes. Shamel, que llegó niño a Gran Bretaña, desde Egipto, hace más de 30 años, dijo que no quería que extremistas con mochilas y explosivos pusieran en peligro lo que había construido.
"Apoyo cien por cien a la policía", dijo Shamel, agachado sobre una calculadora. "Esos terroristas están echando a perder los negocios de todo el mundo. Ellos viven en este país. Deberían respetar la democracia.
"Si eres una persona recta y honesta, ¿por qué habría de preocuparte si la policía te chequea? Yo tengo familia aquí. No te gustaría si murieran en un autobús".
Dijo que sus negocios -transporte de equipaje de turistas en vacaciones largas- había caído en un 60 por ciento desde los atentados.
Las experiencias de Rahman y Shamel subrayan lo que la comunidad musulmana ve como uno de sus retos más grandes: la discriminación racial que amenaza al multiculturalismo del país y un disperso ejército de militantes que viven sin ser detectados con otros musulmanes en calles con árboles y edificios de apartamentos de ladrillo. Esos peligros también reflejan la creciente polarización de la comunidad desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos a medida que acontecimientos en Oriente Medio resuenan entre los musulmanes de Europa.
Organizaciones radicales como Hizb ut-Tahrir acusan el gobierno de Blair de usar el temor a los atentados para dividir a los musulmanes y desviar la atención de su apoyo de las políticas de Estados Unidos en Iraq y Afganistán. En una reciente reunión de Huzb ut-Tahrir, los musulmanes que abogan por la creación de un estado islámico, dijeron que estaban enfadados de que sus protestas contra la política exterior británica eran rara vez escuchadas por el gobierno del que creen que quiere debilitar a una comunidad ya fragmentada.
"La insistencia de clasificar a los musulmanes de ‘moderados' y ‘extremistas', es parte de un plan extremadamente peligroso para crear divisiones dentro de la comunidad musulmana y en última instancia crear una comunidad musulmana servil que guarda silencio ante las atrocidades cometidas por Blair y Bush", se lee en un volante distribuido en la reunión por Hizb ut-Tahrir.
Un hombre que dijo que su nombre era Abu Zabair estaba entre los asistentes. "La prensa británica es tendenciosa, así que los musulmanes estamos sedientos de reuniones como esta", dijo. "Nos sentimos vulnerables. No somos partidarios de la violencia. Queremos vivir en paz, pero tenemos miedo de que no se nos trate civilizadamente".

Times staff writer Janet Stobart and special correspondent Vanora McWalters contributed to this report.

12 de agosto de 2005
©los angeles times
©traducción mQh


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