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defensa de los gallos


[Charles Piller] De gallos. Estrella del rock tailandés dice que prohibir las peleas y matar a las aves no eliminará los problemas.
Bangkok, Tailandia. No es un tema muy probable para una canción popular: "¡Jeringa, jeringa, jeringa. ¡Pon una inyección a tus pollos! Jeringa, jeringa, jeringa. Protege al pueblo tailandés!", brama la vivificante melodía del trovador tailandés Ad Carabao.
La banda de Ad subió a las primeras posiciones de las listas de éxito aquí cantando sobre las luchas de la gente corriente. Sus letras giran sobre la explotación de los trabajadores con salarios bajos, los derechos de los homosexuales y, últimamente, sobre los méritos de su popular bebida energética, Carabao Dang.
Pero rara vez ha tratado un tema tan caro para el corazón de sus compatriotas.
"Vacune a los gallos para protegerlos de la extinción", canta Ad en ‘Vacuna de vida', una canción de su último CD, Big Mouth 5: Bird Flu, del que se han vendido 100.000 ejemplares.
"Matar a los pollos -¡es una política demente y estúpida!"
El objeto de la cólera de Ad es un intento del gobierno para sofocar la diseminación de la mortífera influenza aviar, prohibiendo las peleas de gallo y exterminando a algunos de las apreciadas aves.
La influenza aviar ha matado a 12 personas en Tailanda, el 20 por ciento de las víctimas mortales. En al menos 2 de las muertes, las peleas de gallo han tenido algo que ver.
"Tienes que tratar de convencer a la gente de que cooperen, de que cambien su modo de vida", dijo Chaturon Chaisang, ministro de Educación, que presidió un comité federal encargado de parar la difusión de la peste aviar. "Lo esencial es impedir que se contagie la gente".
Pero pedir a los tailandeses que renuncien a las peleas de gallo es lo mismo que pedir a los americanos que renuncien al béisbol.
Millones de tailandeses crían aves de pelea, que se venden hasta por 20.000 dólares. Antes de la peste aviar, unos 30 millones de personas asistían cada año a peleas de gallo.
Ad, que calcula que ha criado 1.000 gallos de pelea en 50 años, se ha dedicado a la defensa del deporte. Posa para las cubiertas de revistas de peleas de gallo y organiza conciertos para espolonear a los fieles.
Preside la Associaiton of Thai Fighting Cocks Career Promotion, que reclama contar con 100.000 miembros.
"Es un modo de vida", dijo Ad desde su rancho de gallos en Bangkok mientras mecía a North Star, un campeón de peso medio de 3.6 kilos con una brillante cresta roja sobre una plumas azabachadas -como el logo de la banda Carabao.
Antes de que Ad Carabao se convirtiese en una estrella del rock, era Yuenyong Opakul, un serio niño que creció rodeado de arrozales y templos antiguos en Suphan Buri, a unos 95 kilómetros al noroeste de Bangkok.
Como otros niños en la Tailandia rural, tenía una sola, perdurable pasión.
"Cuando volvía de la escuela, había peleas de gallo en todas partes", dijo el nervudo cantante de pelo largo, parecido a Carlos Santana.
De joven, se despertaba a menudo temprano y pasaba días enteros con sus aves.
El padre de Ad era maestro y periodista en un periódico que también cantaba en fiestas locales. "Mi padre era el vocalista... como Tom Jones", dijo.
Enseñado por su papá, Ad formó una banda en la secundaria y, después de la graduación, se mudó a Bangkok a principios de los años setenta, tocando la guitarra y armónica en clubes y restaurantes para mantenerse a sí mismo durante la universidad.
Después de una temporada estudiando arquitectura en Filipinas, Ad volvió a Bangkok a trabajar en proyectos de desarrollo del gobierno y tocar en su nueva banda, llamada Carabao, en honor a la bestia de carga de Asia: el búfalo de agua.
Ad, vocalista, guitarrista y libretista, era un poeta con un mensaje. La banda escupía melodías sobre injusticias del gobierno, la explotación forestal de la selva y las miserias de las niñas prostitutas.
Carabao se disparó a la fama a principios de los años ochenta con el éxito ‘Made in Thailand', sobre la exportación de productos locales que eran luego revendidos a consumidores tailandeses a un considerable precio.
El grupo se convirtió en el mayor éxito del género pleng phua cheewit: canciones por la vida.
Hoy, Ad es el tranquilo estadista del rock ‘n' roll tailandés. Vive en el centro de un laberinto de calles pobremente pavimentadas, salpicadas de puestos de frutas y refrescos, en el nordeste de la enorme Bangkok. El rancho de campo de Ad incluye una lujosa casa, un estudio de grabaciones e hileras de jaulas de gallos. Recorre su vecindario en una Harley-Davidson.
Poco después de la influenza aviar de 2003 -y de que el gobierno empezara su campaña para acabar con o restringir los gallos de pelea-, Ad reconoció una pleng phua cheewit.
Bebiendo una lata de cerveza en el vaporoso calor de la mañana de Bangkok, explicó: "No me gustan las mentiras del gobierno".
"Como los americanos toman Viagra cuando su pajarito deja de arrullar, toma la medicina cuando tengas dolor de cabeza", canta Ad en ‘Vacuna de vida'.

¿Por Qué Tener Miedo de la Peste Aviar?
Hay buenas razones para temerla.
Desde que apareciera en Hong Kong en 1997, la variedad H5N1 del virus de la influenza aviar se ha extendido por todo el sudeste asiático.
Cada vez que un humano es infectado, aumentan las posibilidades de que el virus se transforme en una forma fácilmente transmitida entre personas.
Desde 2003 han muerto 57 personas por peste aviar, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud.
Las densas poblaciones asiáticas de personas, pájaros y otros animales han transformado al continente en el invernadero genético perfecto para la cría del letal virus.
"Ni Charles Darwin podría haber montado un laboratorio de reabastecimiento genético, si hubiese tratado", dijo Michael Osterholm, que dirige un centro de investigación de enfermedades infecciosas de la Universidad de Minnesota.
Se ha matado a millones de aves de granja, pero debido a que el virus es transmitido por especies migratorias silvestres, continúa esparciéndose. Este años se han reportado serios estallidos en el oeste de China, Siberia y Mongolia, y los expertos creen que el virus se extenderá a India y Europa.
Tailandia, antes el cuarto exportador de pollos del mundo, se encuentra en el epicentro de la epidemia. Después de subestimar inicialmente el problema, el gobierno tailandés respondió con una venganza.
Se exterminó a más de 40 millones de pollos y aves acuáticas. Se montaron equipos de vigilancia para controlar a los pollos en todo el país. La policía fronteriza reprimió el contrabando de aves desde Camboya.
"Esto tiene nada que ver con la peste", dijo Ad. "Tiene que ver con el gobierno, con la gente que sólo piensa en el dinero".
Los gallos de pelea, que son llevados de estadio en estadio, han sido el principal blanco del gobierno.
En la arena de Khonlehodai, en Suphan Buri, está a unos kilómetros de donde creció Ad. Es el corazón de las peleas de gallo del país. Es también el corazón del estallido de peste aviar, y ha perdido más aves a la enfermedad que cualquier otra región.
En la arena del tamaño de un hangar, los adiestradores restriegan a los gallos con un refrescante té de hierbalimón.
Los gallos en el cuadrilátero brillaban con sus plumajes y lanzaban espolonazos y picotazos.
El público de unas 250 personas animaba ansiosa. "¡Ped-si! ¡Ped-si!", aulló la multitud, imitando el sonido de las patas de un gallo cuando golpea su objetivo.
Los asientos en torno al ring están ocupados por aficionados que pagan 1 dólar 25 por la entrada. Un asiento junto al ring, donde suelen caer en los regazos de los espectadores los gallos asustadizos, cuesta 2 dólares 50.
"Nos volvemos locos con la gente que tiene coraje, la gente dura", dijo Chai Wacharonke, presidente adjunto de la asociación de gallos de pelea de Ad. "Esto es como una guerra por encargo".
Entre las rondas, un niño cosió una sangrienta cuchillada en la cabeza de su pájaro, como un apoderado cuidando a un boxeador con un corte. Después de clavarse él mismo con la aguja, hizo una mueca de dolor y se chupó el dedo.
Otro niño, con pantalones cortos de mezclilla manchados por excrementos de pájaro, se esforzaba por sujetar a su nervioso gallo. Tenía que usar las dos manos para lograrlo, así que agarró con la boca el trapo usado para secar la sangre y mucosidades de los gallos.
En otoño pasado, un joven limpió la tráquea de su ave chupando con su boca los mocos a través de la nariz del gallo.Murió de peste aviar.
El gobierno tailandés ha intentado varios métodos de sofocar la epidemia, excepto simplemente sacrificar a todos los pollos y patos del país.
Los funcionarios proponen seguir la huella de los gallos con microchips debajo de la piel para ver si los estallidos de peste coinciden con sus desplazamientos. Las autoridades han empezado a exigir documentación que certifique que los gallos de pelea no portan el virus de la peste.
Pero es inútil.
"Hay millones y millones de pollos", dijo Kloy Mahoran, funcionario público jubilado, mientras esperaba una pelea en Suphan Buri con su púgil principal, Greeny. "No hay modo alguno de controlarlos a todos".
Las autoridades prohibieron en otoño pasado las peleas de gallos, pero han surgido los combates ilegales. El gobierno cedió y permitió este año las peleas de gallo.
Ad sigue pidiendo en su campaña la vacunación de los pollos, cantando con pasión sobre el tema.
"Vacuna a los gallos para protegerlos de la extinción", canta en ‘Vacuna de vida'.
"Es mejor que usar un cuchillo para cercenar las relaciones entre el gobierno y la gente". Pero hay un problema. Las vacunas no protegen contra todos los tipos de peste aviar. Y aunque una inyección puede salvar la vida de un gallo, también podría convertirlo en un portador de la enfermedad.
Japón, un importante importador de pollos, rechaza las aves de países que permiten la vacunación de las aves.
En otoño pasado, el gobierno tailandés prohibió las vacunas e impuso una condena de hasta cinco años de prisión para los infractores.
Desafiante como siempre, Ad vacunó a sus gallos y llamó a los otros a hacer lo mismo.
En parte debido a su provocadora campaña, se reunió el año pasado dos veces con el primer ministro Thaksin Shinawatra.
"Thaksin quería dejar que la gente usara medicinas... pero discretamente", dijo Ad, sellando sus labios con el dedo índica. "Así que ganamos".
Agregó, con una sonrisa: "Así que gané".
Pero se apresuró demasiado.
En agosto, el gobierno prohibió nuevamente las peleas de gallo.
Ad picotea, y el gobierno se rasca.
Entretanto, los pájaros migratorios están volando a miles de kilómetros por el sudeste asiático en ruta a China y más allá.
Nadie los puede parar.
En unos meses, las aves volverán a Tailandia.
"Todos sabemos que nos enfrentamos a la enfermedad y al peligro", canta Ad en ‘Vacuna de vida'. "Todos necesitamos aprender a sobrevivir".

1 de septiembre de 2005
©los angeles times
©traducción mQh


1 comentario

willy -

poder conoser mas de gallos
y ser un afisionado ay segir asi