¿empezó la guerra civil?
En un discurso leído mientras los iraquíes se preparaban para votar, el presidente Bush dijo que no creía que estallara una guerra civil en el país. Pero algunos observadores creen que ya comenzó: un guerra silenciosa y mortífera cuyas líneas de batalla fueron trazadas en agudos relieves por los altamente polarizados resultados electorales.
Un grupo de policías chiíes podría ser blanco de un atentado o emboscada suicida sunní en cualquier momento. Un miliciano de los servicios de seguridad chiíes podría detener, torturar y matar a cualquier sunní del que sospeche que es un rebelde. O un funcionario kurdo del nuevo gobierno podría ser matado a balazos de camino a casa.
A menos que el blanco de un asesinato sea un personaje prominente, o el número de víctimas aumente en varios dígitos, esos acontecimientos apenas si son mencionados en los boletines de prensa occidentales. Sin embargo, según los cálculos más fiables mueren al mes en Iraq unos mil iraquíes, la mayoría de ellos a manos de compatriotas.
El término ‘guerra civil’ evoca imágenes de ejércitos congregados unos contra otros, y finalmente el derrumbe del estado, muy distante del paradigma democrático que quería alcanzar el gobierno estadounidense tras el derrocamiento de Saddam Hussein hace dos años y medio.
Políticos y líderes iraquíes resaltan rutinariamente la unidad del país y su aversión a la guerra civil. La semana pasada, Abbas Bayati, un funcionario del Consejo Supremo de la Revolución Islámica chií en Iraq, dijo que no ocurriría nunca, porque no lo permitirían los líderes religiosos del país.
Otros expertos dentro y fuera de Iraq no están tan seguros.
James Fearon, politólogo de la Universidad de Stanford y una autoridad en guerras modernas, cree que la guerra civil iraquí empezó tan pronto como fue derrocado Hussein, y que eso está ahora obscurecido y parcialmente impedido por la presencia de tropas extranjeras.
"Creo que la guerra civil empezó en el momento en que terminaron las operaciones de combate más importantes", dijo Fearon. Rechaza la posición de muchos observadores de que la guerra civil es sólo una de las posibilidades de Iraq.
"Cuando la gente habla sobre si habrá o no una guerra civil, en realidad están hablando de un tipo diferente de guerra", dijo.
El tipo de guerra que está emergiendo en Iraq, caracterizada por ataques de guerrilla, secuestros, asesinatos y ‘limpiezas étnicas’, es típico de los conflictos civiles modernos, dijo Fearon.
"Desde 1945 casi todas las guerras civiles han sido guerras de guerrillas, con una insurgencia versus una contra-insurgencia", dijo. "La mayoría de las guerras civiles se parecen a lo que estamos viendo en Iraq hoy".
La presencia de tropas estadounidenses en el conflicto no es inusual, dijo. "Un gran número de guerras civiles han involucrado intervenciones extranjeras. Pero las seguiría llamando guerras civiles sobre la base de que los insurgentes están atacando y matando a muchos más iraquíes que las tropas norteamericanas".
Aunque considera las elecciones recientes como un posible paso adelante, cree que si las delicadas negociaciones del gobierno empiezan a fallar ahora y no terminan en un compromiso, la guerra entre los iraquíes podría ampliarse e intensificarse y convertirse en un conflicto de mayor escala, especialmente si las tropas estadounidenses se retiran demasiado rápidamente del país.
En general, el conflicto opone a grupos armados sunníes desesperados por reconquistar el poder en Iraq y milicianos chiíes. Los últimos quieren proteger al nuevo gobierno, dominado por los chiíes, y vengarse de males pasados y presentes a manos de los sunníes. Entretanto los kurdos son también atacados por los sunníes. Su objetivo de independencia o de una fuerte autonomía, y su deseo de anexionar Kirkuk, una ciudad rica en petróleo, los ha puesto en camino de un posible choque con el resto del país.
Un ex funcionario de rago medio del gobierno iraquí, que pidió no ser identificado, dijo que había sido obligado a dejar su barrio en Bagdad debido a su apellido chií y ahora oculta su identidad cuando viaja entre la capital y su pueblo cerca de Babilonia.
"No puedes entrar al sur con un apellido sunní. No puedes ir a la provincia de Al Anbar con un apellido chií", dijo. "No hay una guerra civil en todo el país, pero hay guerras civiles en al menos 20 ciudades: guerras civiles de baja intensidad".
Violencia Sectaria
Desde el verano de 2003 las mezquitas han sido atacadas con bombas y proyectiles, ha habido secuestros y barrios bagdadíes que eran mixtos, como Ghazaliya y Doura, han sido lenta e inexorablemente "limpiados" de chiíes por medio de intimidaciones y violencia. Presiones similares han sufrido pueblos sunníes en el sur chií y los árabes y turcomanos en Kirkuk.
En un espantoso ejemplo de ese conflicto, 14 miembros de una familia chií que habían sido advertidos que debían abandonar el barrio sunní donde vivían fueron masacrados la semana pasada en su pueblo en un área mixta justo al sur de Bagdad, en una zona que se conoce ahora como el ‘triángulo de la muerte’.
Los atacantes cercenaron las gargantas de sus víctimas mientras obligaban a mirar a sus familiares. Sólo las mujeres de la familia y un niño de 7 años fueron perdonados, en un incidente que evocó las carnicerías internas que ocurrieron en Argelia durante gran parte de los años noventa.
Aludiendo a las recientes elecciones parlamentarias, en la que casi todos los iraquíes votaron a lo largo de líneas confesionales o étnicas antes que por los partidos de bases más amplias, James Dobbins, un investigador de la Rand Corp., un laboratorio ideológico de Washington, ha sostenido que las fuertes divisiones tienen el potencial de destruir el país.
Dijo que los conflictos en Iraq ya constituían una guerra civil no convencional, en la que un sólo lado -el gobierno iraquí ayudado por sus aliados norteamericanos y británicos- poseía armas pesadas, mientras el otro dependía de tácticas guerrilleras. También él ve el peligro de una escalada. "Podías tener una guerra civil del tipo que hubo en Yugoslavia en los años noventa, en que los dos lados poseían armas pesadas y las bajas fueron mucho más altas".
De hecho, "el principal argumento para la continuación de la presencia estadounidense en Iraq y ejercer influencia es impedir que la situación se degenere hacia una guerra civil. Pero va a ser difícil, caro y costará tiempo", dijo Dobbins.
La extensión media de una guerra civil, de acuerdo a un estudio de 2002, de Fearon su colega el historiador británico David D. Laitin, es de unos seis años y en general, desde 1945, las guerras civiles han sido más mortíferas que las guerras entre países, costando la vida a más de 16 millones de personas y destruyendo las economías de los países involucrados.
En septiembre de 2004, el prestigioso Instituto Real de Asuntos Internacionales [Royal Institute for International Affairs] de Londres predijo que sería difícil que Iraq evitara una guerra civil, y que su capacidad de evitarla dependerá en gran parte de si el gobierno de transición que se estaba formando entonces daba a los iraquíes la sensación de propiedad y de pertenencia al estado.
Analizando los 15 meses anteriores, Rosemary Hollis, una de los autores, dijo sobre las perspectivas optimistas: "Creo que eso se puede descartar". Sin embargo, no está segura de que el país vaya en camino de su disolución.
"La otra posibilidad, todavía plausible, es que no se desintegre pero que las tremendas tensiones internas de algún de neutralicen", dijo. Por ejemplo, las rivalidades dentro de la comunidad chií podrían mantener localizadas las luchas de sus miembros e impedirles actuar directamente contra otras comunidades, dijo.
Elecciones Cuestionadas
Aunque todavía no definitivos, los resultados de las elecciones preliminares de la votación de diciembre para la Asamblea Nacional señalan la emergencia de un parlamento dominado por partidos religiosos, tanto de grupos chiíes como sunníes. Los partidos con los resultados más magros fueron los partidos inclinados secularmente y los que buscan transcender las divisiones confesionales y étnicas.
Grupos laicos y sunníes desencantados denunciaron inmediatamente que hubo tongo en los votos e intimidación; varios importantes políticos sunníes se sintieron lo suficientemente afligidos como para cuestionar la legitimidad de la votación, pidiendo que se volviera a realizar. Pero la triunfante alianza chií rechazó la idea y los líderes políticos chiíes empezaron las consultas para ver si un gobierno de unidad nacional podría satisfacer, o al menos apaciguar a los perdedores.
La mayoría de los iraquíes se estremece ante la sugerencia de que el país podría caer en una guerra civil a toda escala, pero el peligro nunca deja de estar presente en sus cavilaciones.
"Los chiíes insisten en sus exigencias, y los sunníes y los nacionalistas árabes siguen sintiéndose marginados y aislados o ignorados y esto y lo otro, así que creo que habrá grandes problemas y la violencia continuará" durante los próximos dos o tres años, dijo Yunadim Kana, un político cristiano.
"¿Habrá guerra civil? No creo que lleguemos a ese punto", dijo, agregando sin embargo que nadie podía estar seguro. "Cada vez que en Iraq hay un A más B que debería producir C, pasa algo inesperado".
Wamid Nadhmi, un analista político iraquí, dijo que estaba contento de que las perspectivas más pesadillezcas no se hubieran producido.
"Ahora hay indicios de que el país está siendo llevado gradualmente hacia un tipo de conflicto confesional, porque hay informes de que algunos chiíes y algunos sunníes están siendo asesinados. Pero hasta ahora me parece que son acciones de grupos pequeños", dijo.
"Es más una mafia organizada que actividades espontáneas de las masas".
El gran ayatollah Ali Sistani, el más importante clérigo chií del país, ha sido desde la invasión americana un partidario consistente de moderar las tensiones entre sunníes y chiíes. El mes pasado apoyó un gobierno de unidad nacional que incluiría a los sunníes.
Bayati, del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, dice que esas ideas ilustradas mantendrán la tapa en su lugar. "Las tensiones políticas por sí mismas no pueden conducir a la guerra civil", dijo. "El confesionalismo es una de las causas posibles... Pero la posición de los dirigentes le ha quitado vuelo a esa posibilidad".
El Factor Extranjero
Juan Cole, profesor de la Universidad de Michigan y especialista en Iraq, advierte contra la conclusión de que si el país se encuentra ya en medio de una guerra civil, no importa si las tropas estadounidenses se quedan o se marchan.
Recordando el derramamiento de sangre en el Líbano entre 1975 y 1990, una guerra civil que él presenció en persona, dice que cree que la situación en Iraq empeorará mucho más si las tropas norteamericanas abandonan prematuramente el país o si se las reduce de manera significativa. Con una presencia americana más débil, provocada por el erosionado apoyo americano de la guerra, las milicias de barrio que se han formado y están ahora operando a pequeña escala se verían alentadas a salir a la luz pública, montando quizás ataques contra ciudades vecinas o contra el gobierno central en Bagdad, dijo Cole.
Otro polvorón es Kirkuk. Con toda probabilidad, los kurdos buscarán un referendo para anexar la disputada ciudad a su federación regional, dijo. "¿Lo aceptarán los turcomanos sin hacer nada? ¿O los árabes? Creo que no", dijo Cole.
Los sunníes, acostumbrados durante largo tiempo a gobernar Iraq y ahora amenazados por el prospecto de ser privados de los ingresos por el petróleo del país, también tendrían una razón para rebelarse.
"Pueden ver las pintadas en las murallas", dijo Cole.
Advirtió que en una guerra civil declarada los vecinos de Iraq serían probablemente involucrados, cambiando de lugar las "placas tectónicas" de la estabilidad regional. Turquía podría tratar de impedir que la minoría turcomana sea derrotada en Kirkuk. Los estados del Golfo Pérsico podrían querer ayudar a los sunníes, e Irán podría intervenir del lado de los chiíes.
Fearon, como Cole, cree que una retirada muy rápida de las tropas americanas sería un catalizador de una guerra civil más amplia. Pero, por otro lado, dijo, permanecer indefinidamente daría a los iraquíes escasos incentivos "para solucionar sus problemas políticos y militares".
"Creo que la presencia estadounidense hace posible que puedas tener conversaciones que resulten en un gobierno que podría funcionar de alguna manera, pero lo deprimente es que no veo que las negociaciones lleven a la formación de un gobierno que pueda sobrevivir sin una presencia bastante fuerte de Estados Unidos", dijo Fearon.
Tal como están ahora las cosas "no hay una salida bonita de Estados Unidos".
Asmaa Waguih y Raheem Salman en Baghdad y Janet Stobart en Londres contribuyeron a este reportaje.
2 de enero de 2006
©traducción mQh
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