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mamíferos como estrellas


[Vincent M. Mallozzi] Siéntate, no te muevas, tráelo, no chupes el decorado.
Barney y Harriet dejaron su ático de 280 metros cuadrados en Brooklyn y corrieron de vuelta al campo. Con el término de su contrato de arrendamiento y sus carreras de arte dramático temporalmente interrumpidas, fueron a casa para hacer lo que, entre un papel y otro, hace todo el mundo del espectáculo: sentarse junto al teléfono y esperar que alguien les arroje un hueso.
Barney, que no está precisamente rogando que le den trabajo, sí puede usar el hueso. Pasó un año y medio haciendo reverencias junto a Marlo Thomas en ‘Paper Doll’, una producción teatral escenificada en Pensilvania, Carolina del Norte y Connecticut. Cuando cayó la cortina, cambió a Marlo por Harriet, viajó a Nueva York para un rol en ‘Chitty Chitty Bang Band’, que terminó el 31 de diciembre una temporada de nueves meses en el Hilton Theater en Times Square.
Barney, un diminuto perro de lanas, y Harriet, un pit bull, son dos de los animales más trabajadores de los alrededores de Broadway, y han soportado meses de riguroso adiestramiento para satisfacer las demandas del teatro en vivo.
Con todo el debido respeto a Lassie, Flipper y Mr. Ed, los animales del teatro hacen frente a retos mucho más serios que sus colegas de la televisión y el cine. No tienen el lujo de trabajar con un preparador que puede estar junto a la cámara, ni pueden volver a rodar la escena si uno de ellos -al menos en el caso de Mr. Ed-, sopla la línea.
"Barney, Harriet y otros animales que actúan en directo lo hacen bien desde la primera vez", dijo William Berloni, 49, un experimentado adiestrador de animales de teatro. "Para un animal, es más difícil actuar con un actor en el escenario, que con un preparador en una película".
El perro de lanas, el pit bull y una colección de criaturas que esperan ansiosamente su próxima actuación viven en la granja de Berloni en Haddam, Connecticut, que es también la sede de Theatrical Animals, una empresa que provee talentos para compañías de cine y teatro a la búsqueda de actores que se paseen por alfombras rojas seguidos por una turba de reporteros, fans y pooper-scoopers.
¿Necesita un caballo que relinche a tiempo? ¿Un canario que cante como pandillero? ¿Una llama que haga, bueno, lo que quiera que hace una llama? Simplemente llame a Berloni, agente de las estrellas del reino animal.
¿Necesita una rata adiestrada? No llame a Berloni.
"Están todas contratadas", dijo.
El jueves en la noche, antes de que terminara la función, Berloni, con un asistente a remolque, transportaron hacia la ciudad un camión con sus animales. Aparcaron cerca de la puerta de atrás del Hilton Theater y empezaron a descargar a Barney, Harriet y otros seis perros, todos ellos con roles de ladridos en ‘Chitty Chitty Bang Bang’.
Hasta ayer, ese grupo de perros vivió en un espacioso ático en Carroll Gardens, Brooklyn. Todos los días durante su período en Broadway, Barney y sus amigos viajaron entre el teatro y su apartamento, trabajando con un esquema semanal de ocho actuaciones en siete noches.
Berloni, que tiene en su granja 25 animales y representa a otros 700, dijo que después de encontrar trabajo para sus clientes, los instala en cómodos alojamientos cerca de sus trabajos para asegurarse de que estén contentos, bien alimentados y energéticos antes subir al escenario o de trabajar frente a una cámara.
De hecho, viene de encontrar un apartamento en el Upper West Side para su gato negro, Mr. Ed, que empezará este mes los ensayos para un futuro papel en ‘The Lieutenant of Inishmore’ en la Atlantic Theater Company.
"Los animales que represento necesitan normalmente un lugar cómodo donde puedan descansar", dijo. "En el apartamento los perros pasan un montón de tiempo juntos, jugando o durmiendo y haciendo un montón de ejercicios. Si el animal está contento, una vez que aprende las conductas exigidas su actuación será perfecta".
Después de dejar sus perros con un asistente, Berloni se encaminó hacia el norte por Broadway y llegó al Marquis Theater, donde varios de clientes están trabajando en ‘Woman in White’, de Andrew Lloyd Webber.
Detrás del telón, saliendo de un pasillo empapelado con reseñas, carteles y retratos fotográficos, había un camerino que parecía más una tienda de mascotas que otra cosa. Beatrice, una rata blanca, y sus dos suplentes, Norma y Heffalump, zumbaban en una enorme jaula mientras se acercaba la hora de subir a las tablas.
Apenas de 9 meses, Beatrice ya es una actriz veterana, y sus suplentes, los dos varios meses más jóvenes, están aquí en caso de que le ocurra algo peor que un resfrío o una pata quebrada.
"Las ratas en general viven unos tres años", dijo Rob Cox, el preparador animal del espectáculo. "Si algo le pasara a Beatrice, esos otros dos están listos para ocupar su lugar".
Mientras hablaba, Cox sacó a Beatrice de su jaula y empezó un precalentamiento. Extendió sus brazos, y los bien adiestrados roedores empezaron a correr en círculos en torno a su cuello, y de un lado a otro por sus hombros, tal como debía hacer en el escenario. Mientras actores y actrices correteaban por el lugar, Cox continuó ensayando con Beatrice y las otras ratas.
"Teniéndolos así me ayuda a saber qué están pensando, y ver cómo se están sintiendo", dijo. "Últimamente Beatrice ha estado muy activa, lo que es fabuloso para el espectáculo".
Norman Large, que hacía el papel del Conde Fosco la noche del jueves -el personaje que ama a los pequeños animales y canta mientras las ratas corren por su cuerpo- dijo que no podía recordar una vez que Beatrice lo hubiera estropeado en el escenario.
"Es una de las actrices más consistentes con las que he trabajado", dijo. "Simplemente extiendo los brazos y pretendo que estoy haciendo el trabajo, pero en realidad estoy actuando y es Beatrice la que trabaja".
Compartiendo el camerino del grupo de ratas había cinco ratones blancos y diez canarios, que también debían actuar esa noche. Berloni, acariciando uno de los ratones mientras hablaba, dijo que puede tomar de tres meses a un año preparar adecuadamente a ratas y ratones, y luego explicó por qué sus canarios recibían tan silenciosamente a los visitantes.
"Los canarios son usados en gran parte como telón de fondo y no se supone que metan ruido", dijo. "Así que los entrenamos para que se quedaran callados".
Berloni dijo que en todos estos años, la mayoría de sus clientes habían sido rescatados de refugios animales, como Sandy, la perra que descubrió y adiestró a mediados de los años setenta cuando pasó de inquilina del corredor de la muerte a estrella célebre durante la temporada de ‘Annie’, en Broadway.
Aunque Barney no ha alcanzado todavía el prestigio de Sandy, lo mantiene ocupado. En unas semanas debe volver a las tomas de agua de Nueva York -esta vez estará viviendo en SoHo- para los ensayos de ‘Awake and Sing’, una pieza que se representará en el Teatro Belasco del Lincoln Center a principios de marzo.

9 de enero de 2006

©new york times
©traducción mQh

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