último deseo de un hijo
[Karin Brulliar] Padres vietnamitas tras la muerte de su hijo marine.
Una entristecida Kim-Hoam Thi Nguyen le dijo adiós a su hijo de 7 en el aeropuerto Ho Chi Minh y le dijo que pasaría mucho tiempo antes de que volvieran a verse. El pequeño Binh Le abordó el avión y voló a Estados Unidos, donde su madre esperaba que floreciera. Era 1991.
La próxima vez que vio a Le fue cuando él visitó Vietnam a los 12 años. Él cocinó patatas fritas. Volvió a visitarla cuando tenía 18 y había egresado recientemente de la Escuela Secundaria Edison, en el condado de Fairfax. Organizaron una fiesta.
La siguiente reunión fue en diciembre de 2004. En su funeral, en el Cementerio Nacional de Arlington.
Le, cabo de la marina y ciudadano vietnamita, murió a los 20 mientras defendía su base en el desierto de Iraq. Un mes después de su muerte fue recompensado con la ciudadanía estadounidense en una ceremonia en la que los oradores elogiaron su valor.
Nguyen, que desde el funeral ha vivido con una amiga en Springfield, quiere quedarse. Corroída por la culpa por haber enviado a su hijo único a una vida que fue cercenada demasiado pronto, sólo quiere dedicarse a llevar flores a su tumba los domingos. Sin embargo, aunque los padres de inmigrantes muertos en combate tienen derecho a un permiso de residencia permanente, la solicitud de Nguyen ha sido rechazada.
La razón: Ella y el padre de Le dieron a su hijo en adopción a una tía y tío de modo que pudiera emigrar con ellos.
"Yo perdí a mi hijo durante muchos años, y no quiero perderlo de nuevo", dijo ayer Nguyen, 48, a través de un intérprete. Dijo que su visado de turista expira en diciembre.
Nguyen dijo que la adopción consistió de un pedazo de papel manuscrito -firmado por las dos parejas y un vecino que hizo de testigo. Los abogados que han ayudado a Lien Van Tran, el padre de Le, a pedir la residencia permanente, dicen que la adopción no fue nunca oficial, una conclusión sostenida por la investigación de un abogado en Vietnam.
Pero para las autoridades de inmigración estadounidenses, Le se benefició de la adopción -legal o no- por el hecho de venir a Estados Unidos como el hijo de sus tíos. Los padres biológicos de Le no pueden por eso sacar ventaja de su relación con él, de acuerdo a una denegación que recibió Nguyen de la Comisión de Apelaciones de Inmigración [Board of Immigration Appeals].
Familiares dijeron que Le soñaba con convertirse en ciudadano estadounidense y ayudar a sus padres, que más tarde se divorciaron, a obtener la ciudadanía. Le fue criado por sus padres adoptivos, Hau Luu y Thnah Le, de Alexandria, y otro tío y tía en Woodbridge. "Esa era probablemente una de las cosas que más quería, que ellos vinieran a vivir con él aquí", dijo su primo David La, 15. "Ese era sueño".
El parlamentario James P. Moran Jr. (demócrata de Virginia) encontró que su caso era tan conmovedor que presentó en febrero último un proyecto de ley privado que otorgaría residencia permanente a Nguyen, Tran, sus nuevas parejas y las hijas de Tran. Pero se ha quedado estancado en un comité desde marzo.
"El cabo Le sirvió a nuestro país con distinción, pagando con el último sacrificio por su valentía. Tratar de ayudar a sus padres biológicos a ser parte de la nación que tanto amó no es más que un tributo apropiado", dijo Moran ayer en una declaración. Dijo que todavía está tratando de hacer aprobar el proyecto, pero agregó: "Cualquier proyecto que tenga siquiera un olorcillo a algo relacionado con la inmigración se enfrenta a dificultades aquí en la Cámara".
Le se crió en el área de Alexandria, en Fairfax. Creció como un típico adolescente americano, activo en su iglesia y miembro del Junior del Cuerpo de Adiestramiento para Oficiales de la Reserva ROTC.
Fue murió el 3 de diciembre de 2004 cuando un camión cisterna con 225 kilos de explosivos se echó encima del Campamento Terbil. Le y el cabo de los marines Mathew A. Wyatt, 21, de Millstadt, Illinois, dispararon contra el conductor, matándolo, antes que el camión chocara y explotara, matando a Le y a Wyatt e hiriendo a otros seis marines.
Que Le muriera defendiendo a sus compañeros marines no es una sorpresa, dijo Paul Stadig, un amigo. Le era muy leal, dijo.
"Siempre fue un tipo militar", dijo Stadig. "Amaba la idea de ser de los pocos y altivos y de ser lo mejor que podía ser".
Nguyen adora los recuerdos que tiene de su hijo cuando era niño. Una vez, recordó con una melancólica sonrisa, el pequeño Le trató de calmar a unos niños que jugaban en la calle porque su madre se estaba echando una siesta. Pero a pesar de su amor por Le, dijo Nguyen, ella y Tran pensaron que tendría un mejor futuro en Estados Unidos.
"Yo quería ir a ver a mi hijo, pero no sabía cuándo. No sé", dijo Nguyen, recordando cómo se sentía cuando le dijo adiós a Le. "Me sentí muy, muy mal de dejar a mi hijo, pero era por su futuro, su vida, pero yo... Estuve enferma durante varios meses".
Nguyen dijo que había tratado de seguir conectada a la vida de Le haciendo montones de preguntas en sus conversaciones telefónicas habituales. En su primera visita a Vietnam, ella rebosaba de alegría. "Se veía como un buen chico", dijo.
Le no le dijo a Nguyen que se alistaría con los marines. Fue sólo después de su primer período de servicio en Iraq -durante la invasión de 2003- que ella se enteró, por sus tíos, que se había alistado. Finalmente, él la llamó desde su base.
"Le dije a mi hijo: ‘Tienes que cuidarte. Yo quiero volver a verte’", dice Nguyen. Cuando se enteró de su muerte, Nguyen trató de suicidarse, dijo. Sus hermanas y su madre se lo impidieron.
Después de presionar por la ciudadanía póstuma de Le, el Cuerpo de Marines se ocupó del caso de sus padres, ayudándolos a rellenar los formularios de solicitud de un permiso de residencia permanente. Cuando les negaron los permisos, el Cuerpo de Marines buscó a abogados de inmigración que aceptaron representarlos por una tarifa.
"Fue importante para altos mandos del Cuerpo de Marines asegurarse de que mantuviéramos su fe en la familia de marines", dijo Christopher Rydelek, director de asistencia jurídica para el fiscal militar del Cuerpo de Marines.
Después de que se agotaran sus opciones, Tran volvió a Vietnam el 30 de enero, dijo Lynda Zengerle, una abogada de inmigración en el distrito que les ayudó con sus solicitudes.
"Él estaba claramente demolido", dijo Zengerle. "Creo que tiene la esperanza de poder volver al menos una vez al año a visitar la tumba de su hijo".
Nguyen dijo que un abogado de un bufete de abogados del distrito le ayudó con su petición ante la comisión de apelaciones en Falls Church, que es parte del ministerio de Justicia. Cuando la petición fue rechazada, dijo, le dijo que ya no había esperanzas.
"Por la ley, estoy de acuerdo con eso, porque yo di a mi hijo en adopción", dice Nguyen. "Pero me siento mal, porque mi hijo murió".
Nguyen dice que también teme que la muerte de su hijo por la causa de Estados Unidos -y la atención que ha recibido aquí y en Vietnam- pueda significar que la persiga el gobierno comunista de Vietnam.
En Estados Unidos, Nguyen no tiene familia y pocos amigos. Sería difícil empezar una nueva vida, pero vale la pena para estar cerca de Le, dijo. Si le permiten quedarse, Nguyen dijo que le gustaría trabajar como niñera, porque adora a los niños. Si su marido en Vietnam se unirá a ella es otro asunto, dijo.
"Los estadounidenses viven con planes", dijo. "Los vietnamitas vivimos con esperanzas".
La próxima vez que vio a Le fue cuando él visitó Vietnam a los 12 años. Él cocinó patatas fritas. Volvió a visitarla cuando tenía 18 y había egresado recientemente de la Escuela Secundaria Edison, en el condado de Fairfax. Organizaron una fiesta.
La siguiente reunión fue en diciembre de 2004. En su funeral, en el Cementerio Nacional de Arlington.
Le, cabo de la marina y ciudadano vietnamita, murió a los 20 mientras defendía su base en el desierto de Iraq. Un mes después de su muerte fue recompensado con la ciudadanía estadounidense en una ceremonia en la que los oradores elogiaron su valor.
Nguyen, que desde el funeral ha vivido con una amiga en Springfield, quiere quedarse. Corroída por la culpa por haber enviado a su hijo único a una vida que fue cercenada demasiado pronto, sólo quiere dedicarse a llevar flores a su tumba los domingos. Sin embargo, aunque los padres de inmigrantes muertos en combate tienen derecho a un permiso de residencia permanente, la solicitud de Nguyen ha sido rechazada.
La razón: Ella y el padre de Le dieron a su hijo en adopción a una tía y tío de modo que pudiera emigrar con ellos.
"Yo perdí a mi hijo durante muchos años, y no quiero perderlo de nuevo", dijo ayer Nguyen, 48, a través de un intérprete. Dijo que su visado de turista expira en diciembre.
Nguyen dijo que la adopción consistió de un pedazo de papel manuscrito -firmado por las dos parejas y un vecino que hizo de testigo. Los abogados que han ayudado a Lien Van Tran, el padre de Le, a pedir la residencia permanente, dicen que la adopción no fue nunca oficial, una conclusión sostenida por la investigación de un abogado en Vietnam.
Pero para las autoridades de inmigración estadounidenses, Le se benefició de la adopción -legal o no- por el hecho de venir a Estados Unidos como el hijo de sus tíos. Los padres biológicos de Le no pueden por eso sacar ventaja de su relación con él, de acuerdo a una denegación que recibió Nguyen de la Comisión de Apelaciones de Inmigración [Board of Immigration Appeals].
Familiares dijeron que Le soñaba con convertirse en ciudadano estadounidense y ayudar a sus padres, que más tarde se divorciaron, a obtener la ciudadanía. Le fue criado por sus padres adoptivos, Hau Luu y Thnah Le, de Alexandria, y otro tío y tía en Woodbridge. "Esa era probablemente una de las cosas que más quería, que ellos vinieran a vivir con él aquí", dijo su primo David La, 15. "Ese era sueño".
El parlamentario James P. Moran Jr. (demócrata de Virginia) encontró que su caso era tan conmovedor que presentó en febrero último un proyecto de ley privado que otorgaría residencia permanente a Nguyen, Tran, sus nuevas parejas y las hijas de Tran. Pero se ha quedado estancado en un comité desde marzo.
"El cabo Le sirvió a nuestro país con distinción, pagando con el último sacrificio por su valentía. Tratar de ayudar a sus padres biológicos a ser parte de la nación que tanto amó no es más que un tributo apropiado", dijo Moran ayer en una declaración. Dijo que todavía está tratando de hacer aprobar el proyecto, pero agregó: "Cualquier proyecto que tenga siquiera un olorcillo a algo relacionado con la inmigración se enfrenta a dificultades aquí en la Cámara".
Le se crió en el área de Alexandria, en Fairfax. Creció como un típico adolescente americano, activo en su iglesia y miembro del Junior del Cuerpo de Adiestramiento para Oficiales de la Reserva ROTC.
Fue murió el 3 de diciembre de 2004 cuando un camión cisterna con 225 kilos de explosivos se echó encima del Campamento Terbil. Le y el cabo de los marines Mathew A. Wyatt, 21, de Millstadt, Illinois, dispararon contra el conductor, matándolo, antes que el camión chocara y explotara, matando a Le y a Wyatt e hiriendo a otros seis marines.
Que Le muriera defendiendo a sus compañeros marines no es una sorpresa, dijo Paul Stadig, un amigo. Le era muy leal, dijo.
"Siempre fue un tipo militar", dijo Stadig. "Amaba la idea de ser de los pocos y altivos y de ser lo mejor que podía ser".
Nguyen adora los recuerdos que tiene de su hijo cuando era niño. Una vez, recordó con una melancólica sonrisa, el pequeño Le trató de calmar a unos niños que jugaban en la calle porque su madre se estaba echando una siesta. Pero a pesar de su amor por Le, dijo Nguyen, ella y Tran pensaron que tendría un mejor futuro en Estados Unidos.
"Yo quería ir a ver a mi hijo, pero no sabía cuándo. No sé", dijo Nguyen, recordando cómo se sentía cuando le dijo adiós a Le. "Me sentí muy, muy mal de dejar a mi hijo, pero era por su futuro, su vida, pero yo... Estuve enferma durante varios meses".
Nguyen dijo que había tratado de seguir conectada a la vida de Le haciendo montones de preguntas en sus conversaciones telefónicas habituales. En su primera visita a Vietnam, ella rebosaba de alegría. "Se veía como un buen chico", dijo.
Le no le dijo a Nguyen que se alistaría con los marines. Fue sólo después de su primer período de servicio en Iraq -durante la invasión de 2003- que ella se enteró, por sus tíos, que se había alistado. Finalmente, él la llamó desde su base.
"Le dije a mi hijo: ‘Tienes que cuidarte. Yo quiero volver a verte’", dice Nguyen. Cuando se enteró de su muerte, Nguyen trató de suicidarse, dijo. Sus hermanas y su madre se lo impidieron.
Después de presionar por la ciudadanía póstuma de Le, el Cuerpo de Marines se ocupó del caso de sus padres, ayudándolos a rellenar los formularios de solicitud de un permiso de residencia permanente. Cuando les negaron los permisos, el Cuerpo de Marines buscó a abogados de inmigración que aceptaron representarlos por una tarifa.
"Fue importante para altos mandos del Cuerpo de Marines asegurarse de que mantuviéramos su fe en la familia de marines", dijo Christopher Rydelek, director de asistencia jurídica para el fiscal militar del Cuerpo de Marines.
Después de que se agotaran sus opciones, Tran volvió a Vietnam el 30 de enero, dijo Lynda Zengerle, una abogada de inmigración en el distrito que les ayudó con sus solicitudes.
"Él estaba claramente demolido", dijo Zengerle. "Creo que tiene la esperanza de poder volver al menos una vez al año a visitar la tumba de su hijo".
Nguyen dijo que un abogado de un bufete de abogados del distrito le ayudó con su petición ante la comisión de apelaciones en Falls Church, que es parte del ministerio de Justicia. Cuando la petición fue rechazada, dijo, le dijo que ya no había esperanzas.
"Por la ley, estoy de acuerdo con eso, porque yo di a mi hijo en adopción", dice Nguyen. "Pero me siento mal, porque mi hijo murió".
Nguyen dice que también teme que la muerte de su hijo por la causa de Estados Unidos -y la atención que ha recibido aquí y en Vietnam- pueda significar que la persiga el gobierno comunista de Vietnam.
En Estados Unidos, Nguyen no tiene familia y pocos amigos. Sería difícil empezar una nueva vida, pero vale la pena para estar cerca de Le, dijo. Si le permiten quedarse, Nguyen dijo que le gustaría trabajar como niñera, porque adora a los niños. Si su marido en Vietnam se unirá a ella es otro asunto, dijo.
"Los estadounidenses viven con planes", dijo. "Los vietnamitas vivimos con esperanzas".
9 de febrero de 2006
©washington post
©traducción mQh
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