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bin laden, mejor muerto que vivo


[Ahmed Rashid] Cada día que pasa con bin Laden vivo, sus partidarios y otros creen que está ganado la guerra y se unen a sus filas.
Lahora, Pakistán. Cuando el presidente Bush aterrice en Islamabad más tarde esta semana, puede ser lo más cerca que llegue a estar en el mismo barrio que Osama bin Laden. Su némesis está probablemente a sólo unas horas de camino en el cordón pashtún, considerado ahora la región central de al Qaeda y una de las zonas más peligrosas del mundo.
Durante los últimos doce meses o algo así, la CIA y funcionarios del Pentágono han modificado discretamente el discurso que emplearon durante tres años después de los atentados del 11 de septiembre de 2010 -de que bin Laden se estaba escondiendo en "las áreas tribales a lo largo de la frontera paquistano-afgana". Ahora los mismos funcionarios dicen con algo de aplomo que él "no está en Afganistán". La ambigüedad del pasado ha desaparecido: bin Laden está en Pakistán.
Lo que queda es la pregunta: ¿Qué va a hacer Estados Unidos y su aliado Pakistán?
No lo suficiente, de acuerdo a altos funcionarios afganos, paquistaníes y occidentales con los que he hablado aquí. En realidad, las desastrosas políticas de Estados Unidos y Pakistán, que empezaron tras la guerra de 2001, no han hecho más que apresurar la radicalización del noroeste de Pakistán y lo ha convertido en una zona de apoyo a bin Laden y en base para los ataques de los talibanes, que cruzan la frontera hacia Afganistán, de donde han huido.
Tampoco es que puedas ver algo de lo que los funcionarios del gobierno de Bush han venido diciendo. Casi todo lo que dice el gobierno sobre el líder de al Qaeda, está impregnado de bravuconerías y falsedades. "Estamos hablando de un personaje que ha sido capaz de esconderse, pero está huyendo", dijo antes este mes la secretario de estado Condoleezza Rice. No se piensa que bin Laden esté huyendo; se supone que está bien protegido por amigos que están haciendo su vida tan cómoda como posible.
Después de todo, su número dos, el doctor egipcio Ayman al-Zawahiri, parece tener un ajetreado calendario social en el cordón pashtún de Pakistán. Los misiles estadounidenses estuvieron a punto de terminar con él en un banquete realizado en su honor el 13 de enero.
Esto representa un cambio para bin Laden y sus lugartenientes. Antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la zona de influencia de bin Laden estaba entre los pashtún de Afganistán, que era el centro del poder de los talibanes y su base de reclutamiento más importante. Los pashtún son el grupo étnico más grande de Afganistán y han gobernado el país en los últimos 300 años. Fueron artificialmente divididos por los británicos de modo que hoy los pashtún también viven al otro lado de la frontera paquistaní, muchos de ellos en siete ‘zonas tribales’ donde el control del gobierno ha sido mínimo.
Fue en el oriente de Afganistán que bin Laden hizo su primera aparición pública en Jalalabad el 10 de noviembre de 2001, justo después de que las ciudades del norte empezaran a caer ante la alianza anti-taibán. Se dirigió a unos mil militantes y personajes importantes, y les llamó a continuar la resistencia contra los invasores estadounidenses, de acuerdo a periodistas norteamericanos en la región en esa época. Repartió fajos de dinero norteamericano y paquistaní y luego desapareció en el bastión montañés de Tora Bora, para no volver a ser visto nunca más. (La CIA no se enteró de la reunión sino varios días después).
Pocos pashtún afganos se habrían atrevido entonces a traicionarlo. Pero las cosas han cambiado en Afganistán. Ahora la mayoría de los pashtún afganos quieren disfrutar de los beneficios de la paz: desarrollo económico, caminos y escuelas.
En contraste, los pashtún de Pakistán se han radicalizado más de lo que lo eran antes del 11 de septiembre de 2001. Y la sangrienta re-emergencia de los talibanes y al Qaeda ahora en camino ha dependido del cordón pashtún de Pakistán para la mayor parte de su reclutamiento, logística, armas y financiamiento.
La nueva zona de amistad de bin Laden se extiende a lo largo de los casi 3200 kilómetros del cordón pashtún de Pakistán -desde Chitral en las Áreas del Norte, hasta la frontera china, hacia el sur a través de las turbulentas zonas tribales, incluyendo Waziristán, más abajo hacia Zhob en la frontera de Balochistán, y luego hacia la capital provincial de Quetta y al sudoeste de la frontera iraní. La región incluye todo tipo de paisajes, desde los desiertos hasta las montañas cubiertas de nieve. Escasamente poblada, proporciona a bin Laden un santuario ideal.
El dinero, inspiración y capacidad organizativa de al Qaeda han contribuido a hacer del cordón pashtún de Pakistán la base extremista que es hoy, pero Estados Unidos y las políticas paquistaníes han contribuido todavía más. Aunque los talibanes y los extremistas de al Qaeda fueron expulsados de Afganistán por las tropas estadounidenses, la negativa del ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld de destinar más tropas en el terreno permitió que los extremistas escaparan y se reagruparan en el cordón pashtún de Pakistán. Los talibanes se establecieron en Balochistán, donde se habían originado antes de 1994, mientras los miembros de al Qaeda se refugiaron en las zonas tribales que conocían bien. Bin Laden había construido túneles y cuevas allá para los muyahedines antisoviéticos en los años ochenta.
Lo que siguió fue un desastre: Durante 27 meses tras la caída del régimen talibán, el presidente de Pakistán, el general Pervez Musharraf, el aliado más cercano de Washington en la región, permitió que los extremistas tuvieran carta blanca en las áreas tribales de Pakistán para restablecer campos de adiestramiento para los militantes que habían escapado de Afganistán. Entre ellos había árabes, gente de Asia Central, chechenos, cachemires, africanos, uigures y un variado montón de asiáticos del este. Fue un mini-ensayo del reagrupamiento en Afganistán cuando llegó allá bin Laden en 1996.
Musharraf capturó a algunos miembros árabes de al Qaeda, pero evitó a los talibanes porque estaba convencido de que las fuerzas de la coalición norteamericana no estarían demasiado tiempo en Afganistán. Quería conservar a los talibanes como una opción estratégica en caso de que Afganistán se deslizara nuevamente hacia la guerra civil y el caos. El ejército también protegió a los grupos extremistas de Cachemira, que se habían adiestrado en Afganistán antes del 11 de septiembre de 2001 y ahora tenía que ser re-desplegados.
En realidad, en marzo de 2002, apenas tres meses después de la derrota de los talibanes, Estados Unidos empezó a retirar a sus Fuerzas Especiales, satélites de vigilancia y aeroplanos espías de Afganistán para prepararlos para la guerra en Iraq. Distraídos por Bagdad, no se dieron cuenta de lo que estaba pasando en las zonas tribales. Para cuando el ejército paquistaní entró a Waziristán del Sur en 2004, los extremistas se habían atrincherado tan bien que en los primeros encuentros murieron 250 soldados paquistaníes.
Desde entonces, sin una estrategia política consistente para ganarse a la población pashtún y alejarla de bin Laden, el ejército ha perdido terreno firmemente. Los agentes políticos que administraban las dependencias tribales con una mezcla de corrupción y presión, han sido remplazados por generales arrogantes que ignoran las condiciones locales. Hoy los extremistas controlan Waziristán del Norte y del Sur y otras dependencias tribales, mientras que las 70 mil tropas paquistaníes estacionadas allá están embaladas en avanzadas, demasiado asustados como para salir a patrullar las montañas. Más de cien notables tribales pro-gubernamentales han sido asesinados por extremistas por divulgar información a Estados Unidos o a los servicios secretos paquistaníes.
Entretanto, más al sur, el gobierno provincial de Balochistán está controlado por una coalición de partidos fundamentalistas pro-talibanes, que llegaron al poder en las elecciones de 2002.
Jamiat-e-Ulema-i-Islami, el partido que controla los ministerios claves, apoya abiertamente a los talibanes.
Esto ha creado un nuevo bastión desde el cual los talibanes pueden montar ataques en Afganistán. Los 99 soldados estadounidenses asesinados el año pasado en Afganistán fueron en gran parte atacados por los talibanes de Balochistán. Mientras el principal objetivo de Washington ha sido capturar a bin Laden y decapitar a al Qaeda, cuyos miembros se encuentran según se cree en Waziristán, Estados Unidos no ha logrado presionar a Pakistán para que persiga a los talibanes, a pesar de protestas del presidente afgano Hamid Karzai. En una visita a Islamabad este mes, Karzai entró a Musharraf dossiers de la inteligencia donde se detalla cómo se adiestra a los terroristas suicidas en Pakistán. En los últimos meses al menos 30 atentados han matado a casi cien personas en Afganistán, incluyendo a soldados de la OTAN y a un diplomático canadiense.
Los dossiers incluían los nombres y direcciones de reclutadores paquistaníes y de la gente que equipa a los terroristas suicidas con explosivos antes de enviarlos a Afganistán. Gran parte del reclutamiento toma lugar en una librería musulmana radical, varias mezquitas y algunas madrasas en la ciudad portuaria de Karachi, mientras el adiestramiento se hace en casas de seguridad en Quetta y Chaman, en la provincia de Balochistán.
"Hemos entregado al presidente Musharraf un montón de informaciones muy detalladas sobre actos terroristas... y estamos discutiendo en detalle qué medidas debería tomar ahora Pakistán", me dijo Karzai el 17 de febrero en Islamabad. "Los americanos están muriendo, han asesinado a un diplomático canadiense, nuestra gente está sufriendo. Así que es tiempo de que se tomen medidas para detener esas acciones terroristas e intervenir en los asuntos internos de Afganistán", dijo. "Esperamos resultados".
Obtener esos resultados no va a ser fácil. Bin Laden tiene combatientes y simpatizantes a lo ancho y largo del cordón pashtún de Pakistán. Ningún pashtún tiene motivos para traicionar a bin Laden, a pesar de la recompensa de 27 millones de dólares por su cabeza. Gracias al tráfico de drogas en Afganistán y a las maletas llenas de dinero que todavía llegan de partidarios en el Golfo Arábico, ni a al Qaeda ni a los pashtún locales les falta el dinero. La incapacidad del ejército paquistaní de ofrecer a los pashtún un papel político de más importancia en el contexto nacional no ha inspirado ninguna lealtad entre las tribus. Y las mal aconsejadas intervenciones norteamericanas, tales como el ataque con misiles en enero que terminó con la vida de mujeres y niños, hacen el resto.
La reciente decisión de Washington de empezar este año a retirar tropas de Afganistán sólo ha reforzado la creencia de al Qaeda de que está ganando. Después de casi cinco años de eludir la captura y la muerte, cada día que pasa con bin Laden vivo es un día que inspira a los extremistas que lo protegen y se unen a sus filas.

Ahmed Rashid es un periodista paquistaní y autor de ‘Taliban: Militant Islam, Oil and Fundamentalism in Central Asia’ (Yale University Press) y de ‘Jihad: The Rise of Militant Islam in Central Asia’ (Penguin Books).

26 de febrero de 2006

©washington post
©traducción mQh

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