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sobre el breve vestuario de bettie page


[Karen Durbin] Su identidad fue ser guapa semi desnuda, pero cuando llegó a la cuarentena se convirtió en una fanática misionera cristiana.
Mary Harron aborda temas candentes con películas que son buenas en varios sentidos. En ‘Yo disparé a Andy Warhol’ (1996), captó astutamente el vertiginoso amor propio de los habitantes de la Factoría de Warhol brindándole a Lili Taylor la oportunidad de ser tan indeleble como la pretendida asesina Valerie Solanas, la demente dramaturga del Lower East Side y colérica fundadora de SCUM (Sociedad para Cortar a Hombres en Pedazos). Y con ‘American Psycho’, Harron convirtió la novela estadounidense más injuriada desde ‘La caldera del diablo’ [Peyton Place] en la elegante y mordaz sátira de la codicia yuppie de los años ochenta que pretendía ser.
En ‘The Notorious Bettie Page’ Harron explora un icono permanente de otra época, que se estrena el 14 de abril con Gretchen Mol con flequillos castaños como la reina de las chicas de calendario de los represivos años cincuenta. Page, 82, es una paradoja: una mujer reservada y religiosa que parece radiante cuando posa con un gorro de Santa Claus para la foto desnuda de Navidad de Playboy de 1955 y con un sujetador con copas de cohete espacial y botas de tacón de aguja para escenas sádicas lesbianas. En una época de descaradas divisiones entre chicas buenas y malas, Page ponía color fuera de las líneas.
Lo mismo hace Harron, canadiense educada en Oxford cuya nueva película visualmente osada cosechó elogios en el circuito de festivales y algunas agrias quejas por no explorar más profundamente la mente de su personaje. Entrevistada hace poco desde su casa en Brooklyn, que comparte con el director John Walsh y sus dos hijas, habló sobre porqué ‘The Notorious Bettie Page’ elude los tropos habituales demasiado explícitos de las películas biográficas convencionales que muestran a una mujer que, domesticando el deseo tan efectivamente como Hugh Hefner, se convirtió en un imán para las retorcidas y culpables actitudes de la década hacia el sexo.

El renacimiento del interés en Bettie Page empezó a fines de los años setenta, y ahora su imagen está en todas partes, desde libros de arte hasta cajitas de almuerzo. ¿Es eso lo que despertó su interés?
Mary Harron: En 1993 trabajé en un programa para la Fox TV, muy breve, con Sam Green, que más tarde hizo ‘The Weather Underground’, y me dio un fanzine que incluía una de esas fotos banales de ella con ropa sado-masoquista. Fox dijo que podíamos hacer un programa sobre ella, pero a Bettie Page no le gusta ser fotografiada o filmada. Incluso en el canal de documentales hace algunos años, sólo se pudo escuchar su voz. Más tarde, Guin Turner, mi co-escritor de ‘American Psycho’ y yo decidimos hacer una película.
Mientras más misteriosa se puso Bettie, más interesante fue el mundo a su alrededor. Sam se convirtió en nuestro investigador y encontró transcripciones de la audiencia del Senado, con Kefauver, en 1956 sobre, imagínate, la delincuencia juvenil. La corrupción de la juventud era un gran tema en los años cincuenta y un buen modo de obtener publicidad. Este Kefauver quería postular a la presidencia.

Usted usa las audiencias para apoyar la experiencia de Bettie. La vemos al principio, esperando nerviosamente cuando tiene que declarar, y al final, cuando la dejan ir.
Las audiencias de Kefauver giraron sobre pornografía. La investigación de las revistas de chicas condujo al mundo clandestino de las revistas sado-masoquistas, y es ahí donde se hicieron la mayoría de los juicios por obscenidad. Bettie me interesó por sus contradicciones. Era de Nashville, y siempre fue religiosa -eso es parte de la cultura sureña.

Y, sin embargo, sus fotos muestran a una mujer que no piensa que está haciendo nada malo.
En contraste con la cultura a su alrededor. Siempre estuve interesada en ella y en los años cincuenta.

Los que usted evoca haciendo una gran parte de la película en blanco y negro. Hace que las vistas sean mucho más espantosas, mientras que la toma inicial de Times Square, brillante y tenebrosa, se ve conmovedoramente pecaminosa.
Quizás debido a que empecé haciendo investigación para documentales, siempre me ha interesado la persona en la historia, en su época. No puedo separar esas cosas, especialmente en el caso de las mujeres. Las mujeres en el siglo 20 son asombrosas, lo mucho que han cambiado sus vidas. Hoy, la gente piensa que lo que eres tiene que ver con psicología interior y con tus padres. Pero también tiene que ver con tu época y dónde naciste y tu clase, cosas que las películas americanas no tratan casi nunca.
Bettie y todas esas diosas del sexo eran chicas pobres: Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Lana Turner y todas las stripteaseras. [Riendo] ¡Grace Kelly no era una chica de calendario! Así que pienso que eso es parte de lo que las hacía interesantes: las cosas que podían hacer gracias al sexo. Las chicas podían hacer una fortuna. Bettie no recibió una beca para la Vanderbilt, así que se convirtió en secretaria, y ganaba muy poco dinero. y tampoco pudo convertirse en actriz, así que se convirtió en reina de las chicas de calendario.

Pero usted señala que había factores psicosexuales en la vida de Bettie: fue abusada por su padre cuando era adolescente. Y cuando era una joven y todavía vivía en Nashville, tuvo un espantoso encuentro con un grupo de chicos que eran supuestamente buenos.
Sí, pero eso es muy delicado. Guin y yo no queríamos hacer un cuento con moraleja al estilo de Hollywood. El hecho es que Bettie no se sentía avergonzada, y eso se puede ver en su trabajo. Lo que ves en las fotografías no es la vergüenza normal, ni a una mujer en circunstancias peligrosas. En lugar de eso lo que ves es poder y disfrute, una actitud de ‘Mírame, te voy a mostrar, ¿no te parece fantástico?’ Creo que el modelaje le proporcionaba enormes satisfacciones. Creo que estaba muy sensualizada, como tienden a estarlo los niños que han sido abusados sexualmente, pero ella encuentra un modo de expresarlo que lo convierte en un triunfo para ella, y en algo seguro. Ella sentía la energía de la atención que se le prestaba, pero era una atención que podía controlar, porque ella era la estrella.

Me sorprendió en la película que, aunque era agradable y encantadora, siempre mantuvo una cierta distancia con los hombres en su vida.
Sí, tenía una suerte de escudo invisible a su alrededor. Incluso aunque tuvo novios y se casó tres veces, nunca tienes la impresión de que estuviera completamente con esa persona. En realidad, hizo su vida en gran parte sola. Y nunca tuvo una amiga realmente íntima, una amiga con la que compartiera confidencias. Sólo estuvo cerca de sus hermanas.

¿De dónde sacó usted información sobre ella?
En entrevistas con gente que la conoció y dos biografías. La que utilizamos fue ‘The Real Bettie Page’, que trata con asuntos muy feos que le ocurrieron cuando se hizo mayor. Tuvo sus días de gloria en los años cincuenta, pero después de que se convirtiera en una cristiana renacida, se divorció de su segundo marido y se quiso convertir en misionera, así que volvió al sur y se volvió a casar con su primer marido. Eso también fracasó y se obsesionó con la religión, de manera muy fanática. A los cuarenta se volvió a casar y una vez obligó a su marido y a sus hijos a pararse durante horas mirando una imagen de Jesús, a punta de cuchillo. Obviamente estaba enferma y debió ser hospitalizada.

¿Cómo interpreta usted todo esto? ¿Y pensó en incluirlo en su película?
Sabes, yo creo que tú puedes estar sufriendo el principio de una enfermedad mental, pero si te va bien en la vida, la puedes poner a un lado. Pero eso no lo puedes hacer si estás a la deriva: a mediana edad, Bettie no tenía anclas y estaba perdiendo su belleza, que había sido su identidad. La religión fue su nueva identidad. Tratamos de hacer un guión que incluyera algo de esta historia. Pero inevitablemente se convirtió en una historia muy excesiva: abusos sexuales más sadomasoquismo, o sea locura. Y eso no es verdad en su vida, ni siquiera ahora.

2 de abril de 2006

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©new york times
©traducción mQh
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