evangelio según san borges
Ironía borgiana. Un hombre condenado a no ver ganó -a su manera- la carrera al equipo auspiciado por la sociedad científica que recuperó y tradujo un papiro escrito alrededor del siglo III.
Fue la obsesiva y contradictoria relación de Borges con la religión católica lo que hizo posible la hazaña. En su cama de convaleciente, perturbado por la idea de la inmortalidad, fue capaz de imaginar y dar cuerpo narrativo a la complicidad entre Jesús y Judas, recién este año documentada.
Hereje de la Antigüedad
En una de las conversaciones sostenidas entre Ernesto Sábato y Borges, el primero pregunta:
-Pero dígame Borges, si no cree en Dios, ¿por qué escribe tantas historias teológicas?
-Es que creo en la teología como literatura fantástica. Es la perfección del género.
Según testigos del diálogo, el tono del autor de El Aleph era de una irónica solemnidad.
Para Borges hablar de religión nunca fue asunto fútil. Su padre era agnóstico y su madre una católica devota. Para enredar las cosas, su abuela inglesa profesaba la fe anglicana.
El escritor se inició como un católico practicante. Sin embargo, fue durante sus visitas a la Iglesia en compañía de su madre cuando comprendió que "para el argentino, ser católico es más una cuestión social que espiritual. Significa que uno se alinea con la clase, el partido o el grupo social correcto".
Claro que Borges era demasiado complejo para que una desilusión como la descrita perturbara su fe. Su rebelión se debió a razones estrictamente teológicas, al estilo de los herejes de la Antigüedad: nunca pudo creer en la Trinidad.
Borges, el heresiarca... Tras la muerte de su madre a los 99 años, continuó entrando todas las madrugadas a la habitación ahora vacía para rociar agua bendita y rezar el Padrenuestro, como ella se lo pidió. "¿Por qué no? La inmortalidad no es más extraña ni increíble que la muerte", respondía para explicar su ritual.
¿Agnóstico, Panteísta, Gnóstico?
De lo que sí hay pruebas es de que fue un apasionado de los Evangelios Apócrifos, es decir, de aquellos que, atribuyéndose a autores sagrados, quedaron fuera del canon de la Iglesia.
En 1984 una editorial le propuso seleccionar y prologar cien libros "imprescindibles" en una colección conocida como la Biblioteca Personal de Borges. Ya cerca de su muerte -que llegaría dos años después no dudó en elegir los evangelios prohibidos y ponerlos a la par de clásicos como Kafka, Dostoievski y Wilde.
Según el escritor, estas escrituras no contradicen las oficiales, sino que se trataría sólo de extrañas variaciones de la biografía de Jesús. Por ejemplo, que a la edad de cinco años el hijo de María modeló gorriones de arcilla que hizo volar y cantar. También le atribuyen algunos crueles milagros, esperables de un niño iluminado que aún no madura.
Borges conoció aquellos relatos ocultos que le permitían regresar mágicamente a los primeros siglos de la era cristiana, "cuando la religión era una pasión". Conoció también el Tratado contra la Herejía, escrito por el obispo Irineo de Lyon, en el año 180,donde existe una referencia al Evangelio de Judas. Irineo llama ’cainitas’, o descendientes de Caín, a los seguidores de la secta gnóstica que habría vindicado la figura del Iscariote en los albores del cristianismo.
La literatura de Borges, entonces, fue más allá que los gnósticos. En 1939, durante una calurosa Nochebuena, el autor sufrió un grave accidente que le provocó septicemia y el empeoramiento de sus males oftalmológicos. Se debatió 15 días entre la vida y la muerte. Y algo cambió en él cuando se enteró de que estuvo a punto de morir. Convaleciente, escribió parte importante de los cuentos que aparecen publicados en sus libros Artificios y Ficciones (1944), entre ellos, Tres versiones de Judas. La idea de ser uno con el resto de los hombres lo persigue. Las figuras del traidor y del héroe lo mantienen insomne. Cualquier hombre es todos los hombres. Judas puede ser Jesús, reflexiona.
El Último Padrenuestro
Niels Runeberg es un teólogo que en 1904 publica Kristus och Judas acompañado del epígrafe: "No una cosa, todas las cosas que se atribuyen a Judas Iscariote son falsas (De Quincey, 1857)". Más adelante escribe otro texto con una conclusión perturbadora:
"Dios totalmente se hizo hombre hasta la infamia, hombre hasta la reprobación y el abismo. Para salvarnos, pudo elegir cualquiera de los destinos que traman la perpleja red de la historia; pudo ser Alejandro o Pitágoras o Rurik o Jesús; eligió un ínfimo destino: fue Judas".
Atormentado por su descubrimiento, el teólogo camina sin rumbo para morir de la rotura de un aneurisma, el 1 de marzo de 1912.
Por supuesto, ni la historia ni el teólogo son reales. Runeberg sólo fue el personaje que Borges inventó para su cuento Tres versiones de Judas. El escritor necesitó dar vida a Runeberg para anunciar algo que no podía decir un escéptico que creía que la Teología no era más que la perfección de la Literatura Fantástica, y Dios, su mejor invención.
Sin embargo, antes de morir Jorge Luis Borges rezó con fervor el Padrenuestro.
Santo Negocio
El hallazgo del documento bautizado como Evangelio de Judas no sólo es materia de debate espiritual. El Instituto Arqueológico de Estados Unidos denunció que se estaba frente a un objeto saqueado que, antes de la intervención de la National Geographic Society, estuvo en manos de personas más interesadas en sacar provecho comercial que en preservarlo. En cualquier caso, la sociedad científica deberá ahora reponer la nada despreciable suma invertida en el proyecto de restauración y traducción del manuscrito hallado en Egipto (los cálculos más conservadores hablan de US$ 3 millones): en Internet se puede comprar ‘The Gospel of Judas’, best seller del New York Times. También está en venta el DVD y, en mayo, la portada de la revista estará dedicada al descubrimiento del papiro.
23 de abril de 2006
©la tercera
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