secretos de garganta profunda
[Lynne Duke] Nuevo libro sobre fuente de Watergate revela que su esposa se suicidó.
W. Mark Felt, que durante 33 años negó que fuera Garganta Profunda [Deep Throat], también cargaba con un trágico secreto de su familia: La muerte de su mujer no fue un infarto sino un suicidio, después de años de tensiones causadas por la carrera de Felt en el FBI y los problemas legales de su marido.
En su nuevo libro ‘A G-Man’s Life: The FBI, ’Deep Throat’ and the Struggle for Honor in Washington’, Felt revela por primera vez que Audrey Robinson Felt, su esposa de 46 años, se mató en 1984 con un revólver .38 de servicio después de un largo deterioro emocional y físico.
Co-escrito con John O’Connor, el abogado cuyo artículo en Vanity Fair el año pasado reveló que Felt era Garganta Profunda, el libro también revela la incomodidad de Felt con el famoso apodo que le dieron Bob Woodward y Carl Bernstein, los periodistas de Washington Post que destaparon Watergate y provocaron el derrumbe del presidente Richard Nixon.
Y el libro habla del serio enfado de Felt con lo que veía como una violación de parte de Woodward de la relación fuente-periodista. Felt no quería ser descrito de ningún modo por escrito, pero Woodward lo describió y llamó ‘Garganta Profunda’, en el libro ‘Todos los hombres del presidente’ [All the President’s Men], de 1974.
"Mark nunca se vio a sí mismo como una cotorra que revelaba secretos", escribe O’Connor en una larga introducción.
"Si este libro hace algo, es destruir esa caricatura. Garganta Profunda fue un chiste de periodistas; el nombre no describió nunca a Mark Felt. Después de que Woodward revelara que tenía una fuente de alto nivel en la rama ejecutiva, rompiendo con ello el acuerdo con Mark Felt, y después de que el periodista identificara a su informante como ‘Garganta Profunda’, el jubilado del FBI se puso furioso -dejando caer violentamente el auricular cuando Woodward lo llamó para pedirle su reacción" al libro de 1974.
En ‘El hombre secreto’ [The Secret Man], el libro de Woodward de 2005 sobre la revelación de Felt como Garganta Profunda, Woodward también relata el enfado de Felt con ‘Todos los hombres del presidente’. Felt hubiera preferido que su acuerdo no se hubiese "violado", escribió Woodward. Pero Woodward escribió que pensaba que él tenía "algún margen" porque Felt no había objetado antes otras referencias publicadas de Woodward a la fuente secreta.
Aunque el libro de Felt aparece mucho después del de Woodward, proporciona una perspectiva única de "Watergate en palabras de la persona que fue responsable, junto con Woodward, de exponer esos delitos", dijo O’Connor en una entrevista.
Felt, ahora de 92, sufre de demencia. Fue hospitalizado con fiebre cuando su libro estaba a punto de salir al mercado.
Se había mostrado reticente a publicar un libro sobre su identidad secreta. Pero su hija, Joan Felt, lo convenció diciéndole que un libro podría hacerle ganar suficiente dinero como para pagar las cuentas de la escuela de sus nietos.
Poco después de que Felt revelara públicamente su identidad el año pasado, contó riendo a la prensa apostada ante su casa de Santa Rosa, California, que planeaba "escribir un libro o algo y ganar todo el dinero que pueda".
El libro se basa en sus memorias de 1979, ‘La pirámide del FBI: desde el interior’ [ The FBI Pyramid From the Inside], así como en un manuscrito que escribió con su hijo en los años ochenta. También se basa en memoranda del FBI, recuerdos y entrevistas realizadas por su familia.
O’Connor, ex fiscal de San Francisco que lleva ahora una consulta privada allá, agrega sus propios escritos y recuerdos a los de Felt. En una introducción y epílogo, O’Connor coloca en contexto muchos de los secretos de Felt y cómo los guardó, contra el trasfondo de Watergate y los delitos de los que el mismo Felt era responsable.
"En el FBI los agentes aprendían a guardar secretos, a compartimentar, y nadie construía más compartimentos que Mark Felt", escribe O’Connor. "Aislaba a su familia de su vida con el FBI, ocultaba aspectos de su vida personal y de su vida profesional y, por supuesto, mantenía separadas su identidad secreta y su identidad pública".
El escándalo se lo tragó, a él y a su familia cuando, después de Watergate, fue procesado por ordenar allanamientos clandestinos ilegales dirigidos contra amigos y familiares de los miembros de Waether Underground en 1972 y 1973. Su esposa no pudo soportar el juicio. Sólo asistió al primer día. Incluso después de la condena de Felt en 1980 y su subsecuente indulto por el presidente Ronald Reagan, su salud y estabilidad continuaron decayendo.
Tuvo que soportar años de tensiones: mudarse con sus dos hijos con Felt de ciudad en ciudad para no interrumpir la carrera de su padre, alejarse de su hija Joan, que vivía en un grupo contracultural bajo la influencia de un gurú de California del Norte. También el alcohol jugó un papel en el deterioro de Audrey Felt, dice el libro.
Tras encontrar el cuerpo de su mujer en la bañera en el cuarto de invitados en su apartamento en el área de Washington, Felt telefoneó a su hijo.
Pero como había hecho casi toda su vida como hombre del FBI y fuente secreta de Watergate, escribe O’Connor, Felt "compartimentó inmediatamente la tragedia familiar. Sentado con su hijo a una mesa durante horas, el padre decretó que el suicidio debía mantenerse en secreto, incluso de Joan. Mark no quería atormentar a la familia ni cargar a la familia con el peso de un suicidio. La tapadera sería que Audrey había muerto de un ataque al corazón fulminante".
Aunque Felt retrata las tensiones que sufrió su mujer como una esposa del FBI, finalmente acusa al gobierno, escribe O’Connor, "culpándolo del asesinato de su esposa".
En su nuevo libro ‘A G-Man’s Life: The FBI, ’Deep Throat’ and the Struggle for Honor in Washington’, Felt revela por primera vez que Audrey Robinson Felt, su esposa de 46 años, se mató en 1984 con un revólver .38 de servicio después de un largo deterioro emocional y físico.
Co-escrito con John O’Connor, el abogado cuyo artículo en Vanity Fair el año pasado reveló que Felt era Garganta Profunda, el libro también revela la incomodidad de Felt con el famoso apodo que le dieron Bob Woodward y Carl Bernstein, los periodistas de Washington Post que destaparon Watergate y provocaron el derrumbe del presidente Richard Nixon.
Y el libro habla del serio enfado de Felt con lo que veía como una violación de parte de Woodward de la relación fuente-periodista. Felt no quería ser descrito de ningún modo por escrito, pero Woodward lo describió y llamó ‘Garganta Profunda’, en el libro ‘Todos los hombres del presidente’ [All the President’s Men], de 1974.
"Mark nunca se vio a sí mismo como una cotorra que revelaba secretos", escribe O’Connor en una larga introducción.
"Si este libro hace algo, es destruir esa caricatura. Garganta Profunda fue un chiste de periodistas; el nombre no describió nunca a Mark Felt. Después de que Woodward revelara que tenía una fuente de alto nivel en la rama ejecutiva, rompiendo con ello el acuerdo con Mark Felt, y después de que el periodista identificara a su informante como ‘Garganta Profunda’, el jubilado del FBI se puso furioso -dejando caer violentamente el auricular cuando Woodward lo llamó para pedirle su reacción" al libro de 1974.
En ‘El hombre secreto’ [The Secret Man], el libro de Woodward de 2005 sobre la revelación de Felt como Garganta Profunda, Woodward también relata el enfado de Felt con ‘Todos los hombres del presidente’. Felt hubiera preferido que su acuerdo no se hubiese "violado", escribió Woodward. Pero Woodward escribió que pensaba que él tenía "algún margen" porque Felt no había objetado antes otras referencias publicadas de Woodward a la fuente secreta.
Aunque el libro de Felt aparece mucho después del de Woodward, proporciona una perspectiva única de "Watergate en palabras de la persona que fue responsable, junto con Woodward, de exponer esos delitos", dijo O’Connor en una entrevista.
Felt, ahora de 92, sufre de demencia. Fue hospitalizado con fiebre cuando su libro estaba a punto de salir al mercado.
Se había mostrado reticente a publicar un libro sobre su identidad secreta. Pero su hija, Joan Felt, lo convenció diciéndole que un libro podría hacerle ganar suficiente dinero como para pagar las cuentas de la escuela de sus nietos.
Poco después de que Felt revelara públicamente su identidad el año pasado, contó riendo a la prensa apostada ante su casa de Santa Rosa, California, que planeaba "escribir un libro o algo y ganar todo el dinero que pueda".
El libro se basa en sus memorias de 1979, ‘La pirámide del FBI: desde el interior’ [ The FBI Pyramid From the Inside], así como en un manuscrito que escribió con su hijo en los años ochenta. También se basa en memoranda del FBI, recuerdos y entrevistas realizadas por su familia.
O’Connor, ex fiscal de San Francisco que lleva ahora una consulta privada allá, agrega sus propios escritos y recuerdos a los de Felt. En una introducción y epílogo, O’Connor coloca en contexto muchos de los secretos de Felt y cómo los guardó, contra el trasfondo de Watergate y los delitos de los que el mismo Felt era responsable.
"En el FBI los agentes aprendían a guardar secretos, a compartimentar, y nadie construía más compartimentos que Mark Felt", escribe O’Connor. "Aislaba a su familia de su vida con el FBI, ocultaba aspectos de su vida personal y de su vida profesional y, por supuesto, mantenía separadas su identidad secreta y su identidad pública".
El escándalo se lo tragó, a él y a su familia cuando, después de Watergate, fue procesado por ordenar allanamientos clandestinos ilegales dirigidos contra amigos y familiares de los miembros de Waether Underground en 1972 y 1973. Su esposa no pudo soportar el juicio. Sólo asistió al primer día. Incluso después de la condena de Felt en 1980 y su subsecuente indulto por el presidente Ronald Reagan, su salud y estabilidad continuaron decayendo.
Tuvo que soportar años de tensiones: mudarse con sus dos hijos con Felt de ciudad en ciudad para no interrumpir la carrera de su padre, alejarse de su hija Joan, que vivía en un grupo contracultural bajo la influencia de un gurú de California del Norte. También el alcohol jugó un papel en el deterioro de Audrey Felt, dice el libro.
Tras encontrar el cuerpo de su mujer en la bañera en el cuarto de invitados en su apartamento en el área de Washington, Felt telefoneó a su hijo.
Pero como había hecho casi toda su vida como hombre del FBI y fuente secreta de Watergate, escribe O’Connor, Felt "compartimentó inmediatamente la tragedia familiar. Sentado con su hijo a una mesa durante horas, el padre decretó que el suicidio debía mantenerse en secreto, incluso de Joan. Mark no quería atormentar a la familia ni cargar a la familia con el peso de un suicidio. La tapadera sería que Audrey había muerto de un ataque al corazón fulminante".
Aunque Felt retrata las tensiones que sufrió su mujer como una esposa del FBI, finalmente acusa al gobierno, escribe O’Connor, "culpándolo del asesinato de su esposa".
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