un asesino en serie
[Nicholas Riccardi y Alan Zarembo] Como Dennis Rader, la mayoría de los depredadores en serie están obsesionados por el control. Muchos sufrieron abusos, pero lo que los empuja, a ellos y no a otros, a cometer asesinatos es un misterio.
La confesión del asesino Dennis L. Rader el lunes fue una rara mirada pública en el espeluznante mundo de los asesinos en serie, un mundo lleno de tentadoras regularidades pero gobernado por una violencia que científicos y psicólogos no logran entender.
La mayoría de los asesinos en serie son fans de la publicidad. Pero los detalles de sus crímenes se discuten normalmente en la relativa privacidad de las entrevistas en la cárcel que en una corte abierta. Los términos que usó Rader para describir sus asesinatos sorprendieron al psicólogo del FBI, Clint Van Zandt.
"Está usando términos de los asesinos en serie", dijo Van Zandt. "Usa palabras que yo usaría frente a una clase de agentes del FBI o de agentes de policía hablando sobre asesinos en serie".
Las palabras de Rader no fue lo único que los criminalistas encontraron familiar. Su historia personal y su conducta fuertemente controlada encajaba con la mayoría de los asesinos en serie.
"Son tipos con una necesidad excesiva de poder, dominio y control", dijo Jack Levin, director del Centro sobre Violencia y Conflictos Brudnick, en la Universidad de Northeastern. Y no son capaces de satisfacerla, dijo, de ningún modo socialmente aceptable.
Incluso aunque décadas de estudios de campo y académicos han trazado el mapa de las cosas comunes entre asesinos en serie -la mayoría son hombres, sufrieron abusos de niños, están obsesionados con el poder y el prestigio- los expertos dijeron que están lejos de determinar qué los crea.
"Hay un montón de niños que sufren abusos y son abandonados", dijo Levin. "Tienen un sentido excepcional de impotencia, y crecen y lo compensan convirtiéndose en jefes y empresarios".
Otros, dijo, se transforman en asesinos, como BTK.
Los asesinos en serie tienden a vivir en los márgenes de la sociedad, se sienten desdeñados y pasados por alto. Rader, un ordenanza del ayuntamiento, fue incapaz de convertirse en poli; Ted Bundy, que mató a docenas de mujeres, fracasó en dos facultades de leyes. El caníbal Jeffrey Dahmer estaba estancado en un trabajo sin importancia en una fábrica de chocolates.
Dennis Nilsen, condenado en los años ochenta por el asesinato de 15 homosexuales, era un funcionario público en Londres, que a menudo amarraba la cabeza de sus víctimas a sillas y les daba charlas como las regulaciones de la burocracia.
La publicidad obtenida con sus crímenes compensa el abandono percibido.
Los asesinatos "son los logros fundamentales de sus vidas, los puntos más altos", dijo Elliott Leyton, profesor emérito de antropología de la Memorial University de Newfoundland y autor de Hunting Humans: The Rise of the Modern Multiple Murderer'. Los asesinatos, dijo, son narrados de manera típica, "del mismo modo que un artesano hablaría de un mueble hecho por él".
La necesidad de los asesinos en serie de controlar a sus víctimas fue escalofriantemente ilustrado por Rader. Siempre llevaba un pistola a los lugares de sus crímenes, pero sólo la usaba si la víctima trataba de escapar. Prefería matar de cerca, estrangulándolos.
"Gozan del contacto físico, les gusta apretar hasta el último suspiro", dijo Levin, que ha escrito varios libros sobre asesinos en serie. "Les encanta oír gritar a sus víctimas... el asesinato es casi incidental. El motivo es el poder".
Y, frecuentemente, también el sexo. Para muchos asesinos en serie, los impulsos sexuales se han asociado con la violencia, y la sensación de poder que entrega el asesinato va acompañada de una descarga erótica. Rader dijo que él mataba para satisfacer sus "fantasías sexuales", que no detalló en la corte el lunes.
Los asesinos a menudo son víctimas de traumas de infancia que han fundido el control con el sexo y la violencia.
Gary Ridgway, el asesino de Green River que mató a 48 mujeres antes de ser capturado en 2001, se meaba en la cama de niño. Su madre, a veces en un revelador camisón, lo arrastraba hasta la bañera, lo desnudaba y bañaba.
Ridgway estaba confundido por la mezcla de rabia, humillación, falta de control y el amor que sentía por su madre, teñido de erotismo, dijo Tomas Guillen, profesor de la Universidad de Seattle que ha estudiado las confesiones grabadas del asesino de Green River. "Estoy enfadado con mamá, y quiero matarla, pero la quiero" es la manera en que Guillen resumió los pensamientos de Ridway.
Muchas víctimas de asesinos en serie que no son parte de su mundo -en el caso de Ridway, las prostitutas.
Lo que distingue a Ridway y Rader de la mayoría de los demás, sin embargo, es que ambos tuvieron matrimonios largos, eran propietarios y asistían a la iglesia. La mayoría de esos criminales son tipos solitarios y vagabundos que tienen dificultades para mantener relaciones.
Muchos asesinos en serie también están conscientes de sus colegas. "Hemos arrestado a un montón de esos tipos, y todos tenían artículos sobre Ted Bundy en toda la casa", dijo Van Zandt. "Es la misma razón por la que los generales leen libros sobre otros generales -¿cómo tomaron ellos sus decisiones? ¿Qué harían ellos en la misma situación?"
A veces los asesinos se ponen competitivos. En los años ochenta, Dave Reichert, ahora parlamentario, era un detective que investigaba los asesinatos de Green River cuando recibió una carta de Bundy, que esperaba la ejecución en una penitenciaría de Florida.
Bundy le dijo al detective que él le daría acceso a la mente de un asesino en serie.
Reichert y un colega lo visitaron durante dos días y lo encontraron simpático. Pero su motivo para ofrecer ayuda estaba claro: Otro asesino estaba teniendo más fama que él. "Bundy ya no estaba en el centro de la atención", dijo Reichert. "Andaba buscando un modo de llamar la atención".
En su correspondencia con agentes de policía y la prensa antes de su captura, Rader mencionaba frecuentemente a otros asesinos en serie y exigía su mismo nivel de notoriedad. Una carta llena de errores ortográficos y de tipeo a un canal de televisión de Wichita en 1978 resumía su ansia de celebridad, junto con su incapacidad de explicar qué lo llevaba a matar.
"Tú no entiendes estas cosas porque no estás bajo la influencia del factor x", escribió. "Ese factor llevó a matar a Hijo de Sam, Jack el Destripador, Havery Glatman, el Estrangulador de Boston, el Dr. H.H. Holmes el Estrangulador de las Medias de Florida, el Estrangulador de Hillside, Ted de la Costa Oeste y muchos otros personajes infames... No hay ayuda, no hay cura, excepto la muerte o ser atrapado y encerrado".
Riccardi informó desde Denver y Zarembo desde Los Angeles.
28 de junio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
La mayoría de los asesinos en serie son fans de la publicidad. Pero los detalles de sus crímenes se discuten normalmente en la relativa privacidad de las entrevistas en la cárcel que en una corte abierta. Los términos que usó Rader para describir sus asesinatos sorprendieron al psicólogo del FBI, Clint Van Zandt.
"Está usando términos de los asesinos en serie", dijo Van Zandt. "Usa palabras que yo usaría frente a una clase de agentes del FBI o de agentes de policía hablando sobre asesinos en serie".
Las palabras de Rader no fue lo único que los criminalistas encontraron familiar. Su historia personal y su conducta fuertemente controlada encajaba con la mayoría de los asesinos en serie.
"Son tipos con una necesidad excesiva de poder, dominio y control", dijo Jack Levin, director del Centro sobre Violencia y Conflictos Brudnick, en la Universidad de Northeastern. Y no son capaces de satisfacerla, dijo, de ningún modo socialmente aceptable.
Incluso aunque décadas de estudios de campo y académicos han trazado el mapa de las cosas comunes entre asesinos en serie -la mayoría son hombres, sufrieron abusos de niños, están obsesionados con el poder y el prestigio- los expertos dijeron que están lejos de determinar qué los crea.
"Hay un montón de niños que sufren abusos y son abandonados", dijo Levin. "Tienen un sentido excepcional de impotencia, y crecen y lo compensan convirtiéndose en jefes y empresarios".
Otros, dijo, se transforman en asesinos, como BTK.
Los asesinos en serie tienden a vivir en los márgenes de la sociedad, se sienten desdeñados y pasados por alto. Rader, un ordenanza del ayuntamiento, fue incapaz de convertirse en poli; Ted Bundy, que mató a docenas de mujeres, fracasó en dos facultades de leyes. El caníbal Jeffrey Dahmer estaba estancado en un trabajo sin importancia en una fábrica de chocolates.
Dennis Nilsen, condenado en los años ochenta por el asesinato de 15 homosexuales, era un funcionario público en Londres, que a menudo amarraba la cabeza de sus víctimas a sillas y les daba charlas como las regulaciones de la burocracia.
La publicidad obtenida con sus crímenes compensa el abandono percibido.
Los asesinatos "son los logros fundamentales de sus vidas, los puntos más altos", dijo Elliott Leyton, profesor emérito de antropología de la Memorial University de Newfoundland y autor de Hunting Humans: The Rise of the Modern Multiple Murderer'. Los asesinatos, dijo, son narrados de manera típica, "del mismo modo que un artesano hablaría de un mueble hecho por él".
La necesidad de los asesinos en serie de controlar a sus víctimas fue escalofriantemente ilustrado por Rader. Siempre llevaba un pistola a los lugares de sus crímenes, pero sólo la usaba si la víctima trataba de escapar. Prefería matar de cerca, estrangulándolos.
"Gozan del contacto físico, les gusta apretar hasta el último suspiro", dijo Levin, que ha escrito varios libros sobre asesinos en serie. "Les encanta oír gritar a sus víctimas... el asesinato es casi incidental. El motivo es el poder".
Y, frecuentemente, también el sexo. Para muchos asesinos en serie, los impulsos sexuales se han asociado con la violencia, y la sensación de poder que entrega el asesinato va acompañada de una descarga erótica. Rader dijo que él mataba para satisfacer sus "fantasías sexuales", que no detalló en la corte el lunes.
Los asesinos a menudo son víctimas de traumas de infancia que han fundido el control con el sexo y la violencia.
Gary Ridgway, el asesino de Green River que mató a 48 mujeres antes de ser capturado en 2001, se meaba en la cama de niño. Su madre, a veces en un revelador camisón, lo arrastraba hasta la bañera, lo desnudaba y bañaba.
Ridgway estaba confundido por la mezcla de rabia, humillación, falta de control y el amor que sentía por su madre, teñido de erotismo, dijo Tomas Guillen, profesor de la Universidad de Seattle que ha estudiado las confesiones grabadas del asesino de Green River. "Estoy enfadado con mamá, y quiero matarla, pero la quiero" es la manera en que Guillen resumió los pensamientos de Ridway.
Muchas víctimas de asesinos en serie que no son parte de su mundo -en el caso de Ridway, las prostitutas.
Lo que distingue a Ridway y Rader de la mayoría de los demás, sin embargo, es que ambos tuvieron matrimonios largos, eran propietarios y asistían a la iglesia. La mayoría de esos criminales son tipos solitarios y vagabundos que tienen dificultades para mantener relaciones.
Muchos asesinos en serie también están conscientes de sus colegas. "Hemos arrestado a un montón de esos tipos, y todos tenían artículos sobre Ted Bundy en toda la casa", dijo Van Zandt. "Es la misma razón por la que los generales leen libros sobre otros generales -¿cómo tomaron ellos sus decisiones? ¿Qué harían ellos en la misma situación?"
A veces los asesinos se ponen competitivos. En los años ochenta, Dave Reichert, ahora parlamentario, era un detective que investigaba los asesinatos de Green River cuando recibió una carta de Bundy, que esperaba la ejecución en una penitenciaría de Florida.
Bundy le dijo al detective que él le daría acceso a la mente de un asesino en serie.
Reichert y un colega lo visitaron durante dos días y lo encontraron simpático. Pero su motivo para ofrecer ayuda estaba claro: Otro asesino estaba teniendo más fama que él. "Bundy ya no estaba en el centro de la atención", dijo Reichert. "Andaba buscando un modo de llamar la atención".
En su correspondencia con agentes de policía y la prensa antes de su captura, Rader mencionaba frecuentemente a otros asesinos en serie y exigía su mismo nivel de notoriedad. Una carta llena de errores ortográficos y de tipeo a un canal de televisión de Wichita en 1978 resumía su ansia de celebridad, junto con su incapacidad de explicar qué lo llevaba a matar.
"Tú no entiendes estas cosas porque no estás bajo la influencia del factor x", escribió. "Ese factor llevó a matar a Hijo de Sam, Jack el Destripador, Havery Glatman, el Estrangulador de Boston, el Dr. H.H. Holmes el Estrangulador de las Medias de Florida, el Estrangulador de Hillside, Ted de la Costa Oeste y muchos otros personajes infames... No hay ayuda, no hay cura, excepto la muerte o ser atrapado y encerrado".
Riccardi informó desde Denver y Zarembo desde Los Angeles.
28 de junio de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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Abel Alvarez -