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el restaurante de renoir


[Molly Moore] Revisitando el restaurante parisino que inspiró la pintura de Renoir.
En verano, cuando el pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir y sus amigos disfrutaban de largos almuerzos en la Maison Fournaise en las riberas del Sena, el restaurante servía anguilas y cigalas a parroquianos hambrientos después de haber remado toda la mañana.
Hoy no hay anguilas en el Sena, muchos de los platos favoritos de Renoir han sido prohibidos por las autoridades sanitarias francesas por peligrosos y la mayoría de los clientes para el almuerzo han pasado su día de trabajo no remando en el río, sino tras sus escritorios en los altos edificios de oficinas al otro lado del río en los suburbios del oeste de París.
Pero incluso un frío y pluvioso día de primavera, el chef de 39 años, Jean-Pierre Corroyer, se esfuerza por entregar a presurosos ejecutivos de negocios y oficinistas una epicúreo momento, evocativo de la era que fue romantizada en la más famosa pintura de Renoir en la Colección Phillips, ‘El almuerzo de los remeros’. Es una apacible escena de hombres recostados y coquetas jovencitas pasando el tiempo en la terraza del restaurante bajo la sombrilla de franjas después de un almuerzo que fue acompañado por numerosas botellas de vino.
"La comida está colocada en la bandeja como si fuera el marco de una pintura", dice Corroyet, un hombre achaparrado con la cara rubicunda por la vaporosa y caldeada cocina. "Por supuesto, juego con los colores y la distribución de los varios ingredientes, a la manera de los impresionistas".
‘El almuerzo de los remeros’, pintada por Renoir en 1880-1881, volvió a la Colección Phillips en Washington para su exposición pública después de cuatro años de gira por el mundo.
La mayor parte del bucólico paisaje rural que alguna vez rodeó a la Maison Fournaise, se ha transformado en un monótono paisaje urbano. Los botes a remos han sido prohibidos en el Sena debido al peligroso tráfico fluvial mercantil. Pero el restaurante sigue siendo un oasis de otro país. Instalado en jardines rebosantes de flores y protegido por un gigantesco arce, ha sido restaurado según el aspecto que tenía a mediados del siglo 19 -incluyendo su toldo de franjas naranjas y blancas que daban sombra a los personajes del almuerzo.
Sentados a una mesa en la misma terraza donde Renoir escenificó la pintura, los comensales puede ver el viejo puente ferroviario -algo más allá del nuevo puente de concreto- que Renoir incluyó en un rincón de la obra maestra. Dentro, las paredes del restaurante están cubiertas con los murales originales pintados por los artistas como forma de pago por sus comidas en los años de 1880. Los murales fueron descubiertos debajo de décadas de papel mural cuando el restaurante fue restaurado en 1990 después de un lapso de 84 años como un establecimiento hostelero.
Entre 1868 y 1884, "me podías encontrar a cualquier hora en el Fournaise", escribió Renoir a un amigo. "Allá tenía la fortuna de encontrar a muchas de las espléndidas criaturas que quería llevar al lienzo".
Las criaturas que Renoir pintaría hoy serían muy diferentes. En lugar de la joven (que se convertiría en la mujer de Renoir) mimando a un perrito encima de la mesa, vería a una intensa mujer de negocios aferrada a un celular. En lugar de hombres con sombreros de paja y camisetas sin mangas, vería a hombres de negocios con trajes oscuros y jóvenes trabajadores con suéteres cuello de cisne. Las mesas estarían sembradas de botellas de agua mineral vacías, en lugar de botellas de vino.
Y las comidas de hoy no son las mismas que las que se servían aquí hace 125 años.
"Ya no es posible hacer algunas recetas", dice Peter Ruiter, el chispeante holandés de 47 años que gestiona el restaurante.
En el siglo 19 el cocinero estofaba a fuego lento huesos y verduras durante 36 horas para preparar concentrados caldos y cocidos. Las regulaciones sanitarias de hoy prohíben ese procedimiento.
"¿Cocer los huesos durante 36 horas? Es peligroso por las bacterias", dice Ruiter. Las normas sanitarias también prohíben que el restaurante haga los bistecs al estilo en que fueron devorados por los asistentes a esa fiesta de barqueros: brevemente chamuscados, y luego dejados durante 24 horas en cajas de madera con paja, sin refrigerar.
Los pescados de agua dulce y las anguilas que en el pasado eran cogidas del Sena, ya no se encuentran y "las cigalas son demasiado caras", de acuerdo a Ruiter.
El único ítem del menú que sobrevive de la época de los impresionistas es la Terrine de Lapin Selon la Mère Fournaise’, un paté de conejo preparado según la receta de Madame Fournaise, la esposa del propietario y cocinera del restaurante. Bueno, casi. Las normas sanitarias corrientes requieren que sea cocinado mucho más tiempo que en tiempos de Madame Fournaise.
Incluso así, se destaca como uno de los platos más sabrosos del menú, que incluye caracoles en una esponjosa pasta de hojaldre en forma de tienda y platos de cordero y plato y sesos de ternera.
Una "paleta de sorbetes impresionistas" -tres cucharadas ordenadas en torno a una crujiente hoja de pasta, que evocan la paleta de un pintor- es una de las ofertas de postre.
La familia Fournaise cerró el restaurante en 1906. El edificio cayó en decadencia y durante varias décadas sirvió como un endeble complejo de apartamentos para trece familias. En 1979 fue salvado de ser demolido por una campaña del pueblo de Chatou, que reunió el dinero para su restauración.
Ruiter dice que el restaurante sigue siendo desconocido para los turistas americanos, pero los europeos y japoneses -a menudo con libros sobre el arte de Renoir- llegan en tropel a sus terrazas y patios, que, los veranos, florecen con coloridas sombrillas y toldos.
Describe a su clientela del siglo 21 como "una mezcla de todo: gente con hambre y gente a la que le gusta oler lo que inspiró a Renoir".

http://www.restaurant-fournaise.fr

12 de abril de 2006
©washington post
©traducción mQh
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