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forman milicias de autodefensa


[Sabrina Tavernise] Alarmados por los allanamientos ilegales, los vecinos se organizan en milicias en Iraq.
Bagdad, Iraq. Eran casi las tres de la mañana en la Plaza de Zubaida en Bagdad central la semana pasada cuando los focos se encendieron y apagaron una vez, luego dos veces, y luego otra vez una vez.
Desde la oscuridad, alguien respondió las señas. Los vigilantes habían llegado.
A medida que aumentan las evidencias de que comandos policiales chiíes están cometiendo asesinatos arbitrarios, barrios sunníes de Bagdad han empezado a formar grupos de ciudadanos con el fin de mantener fuera de sus áreas a las fuerzas paramilitares. En grandes extensiones al oeste de Bagdad, y en al menos seis áreas predominantemente sunníes en el centro, jóvenes hombres se turnan para vigilar sus calles después del toque de queda de las once de la noche, que envían, con linternas o a través de celulares, señas de advertencia cuando se acercan desconocidos.
En algunos casos los sunníes han levantado barricadas y se han armado para resistir los allanamientos de los comandos chiíes en sus vecindarios. En otros, los vecinos han informado a insurgentes sunníes. Se han formado grupos de vigilantes en otras áreas mixtas, incluyendo Baquba al norte y Mahmudiya al sur, dijeron vecinos y funcionarios.
Tres años después de la invasión estadounidense, la guerra se ha asentado en la tranquilidad de los barrios, calles y patios iraquíes. Decenas de cuerpos aparecen diariamente. La gente es sacada de sus casas y ejecutada. Los asesinatos están a la orden del día. Pero en lugar de buscar la protección del gobierno, los sunníes de a pie se están armando para defenderse, lo que es quizás la más vívida ilustración de lo profundo de la desconfianza que sienten los sunníes con respecto a las fuerzas de seguridad chiíes respaldadas por los estadounidenses. "No hay un puente de confianza entre el gobierno y el pueblo iraquí", dice Tarik al-Hashimy, vice-presidente de Iraq y sunní.
Los grupos, redes informales de vecinos, no son perseguidos por las autoridades y son difíciles de contar. La noche del lunes pasado batallones del ejército iraquí responsables de las zonas norte y central del este de Bagdad se toparon con grupos en Fadhel, Qaera, Waziriya y Adhamiya. Muchos barrios más, incluyendo Khudra, Jihad y Ghazalliya, en el oeste de Bagdad -una zona predominantemente sunní- informan sobre organizaciones similares. Los vecinos salen después de la puesta del sol y son registrados si se topan con las patrullas nocturnas del ejército iraquí.
Los grupos -con intrincadas redes de celulares, altavoces de mezquitas, haces de linternas codificados y radios portátiles- surgieron como champiñones después de que el atentado con bomba contra la mezquita sagrada chií en Samarra provocara varios días de asesinatos de sunníes a manos de milicias chiíes.
"Samarra fue el momento decisivo en cuanto a seguridad", dijo Hashimy.
En marzo, la morgue de Bagdad recibió 1.294 cuerpos, más que el doble de los 596 de marzo de 2005. En abril, la cifra había subido en un 80 por ciento desde abril del año anterior. Casi un 90 por ciento murieron violentamente, la mayoría de ellos a balazos, según la morgue.
"Los asesinatos, no te puedes imaginar los asesinatos", dice Yusra Abdul Aziz, 47, maestra, cuya cuadra, en Adhamiya, organizó su grupo de vigilantes en marzo, después de que cuatro vecinos fueran matados a balazos en el curso de algunos días. "Sin ningún motivo. Llegaban coches y nos disparaban. Corrimos al hospital a recoger a nuestros heridos. En realidad, estamos viviendo una pesadilla".
En su manzana, siete hombres, sunníes y chiíes se apostan en los tejados y esquinas desde medianoche hasta las seis de la mañana, haciendo parar a coches sospechosos. Para bloquear las calles se utilizan troncos de palmeras y trastos. Sin embargo, tiene tanto miedo de los allanamientos nocturnos que realizan tanto la policía especial como delincuentes itinerantes disfrazados de agentes de policía, que duerme vestidos.
Como contrapeso al extremismo religioso, los grupos vigilantes de los barrios a menudo cruzan las líneas confesionales, y vecinos sunníes y chiíes montan guardia juntos. Los sunníes han incluso protegido a sus vecinos chiíes de milicias sunníes.

Muchos sunníes dicen que a pesar de su terror a la policía especial iraquí, ellos toleran al ejército iraquí, al que consideran más profesional y más imparcial. Dicen que a veces los soldados hacen la vista gorda con respecto a sus armas, que es ilegal portar fuera de casa. Algunos vigilantes de barrio entrevistados dijeron que tenían los números de los celulares de comandantes del ejército en sus listados de marcados rápidos.
"A veces hablan con nosotros", dijo un vecino de guardia. "Nos dicen que no dbemos dejarnos ver con nuestras armas".
El ejército ha incluso protegido a los vecinos sunníes de la policía chií. El coronel Ghassan Ali Thami, del Tercer Batallón, dijo que impidió que varios todoterrenos del ministerio del Interior entraran a Adhamiya el año pasado, enfureciendo al ministerio, que envió un memorándum exigiendo una explicación.
"El ministerio del Interior dice que el coronel Ghassan colabora con los terroristas", dijo, en su oficina en el antiguo palacio de Saddam Hussein en Adhamiya. No quiero que nadie se lleve a nadie así no más. Si vienen a buscar a uno, está bien, pero nadie más".
Los sunníes también dice que se sienten más seguros si los iraquíes van acompañados de estadounidenses. "Los americanos no dejarán que las fuerzas iraquíes nos maten", dijo un vecino de Ghazaliya, tajante.
Los comandantes americanos dicen que los grupos vigilantes son algo bueno, y que el ejército iraquí no les permite patrullar con armas.
"Los puedes reconocer... cuando ves a un tipo parado en una esquina", dice el teniente coronel Paul Finken, del Destacamento de Combate del Regimiento 506, de la División Aerotransportada 101, cuyo área de control incluye Adhamiya. "Están allá, y no son un problema para el ejército estadounidense".
Sin embargo, para algunos soldados iraquíes las patrullas de barrios no se distinguen, a fin de cuentas, de la resistencia iraquí. Un soldado que patrulla en Adhamiya se subió la manga para mostrar las cicatrices que le quedaron cuando le arrojaron en el barrio una granada de mano.
"Ellos pretenden aceptar al ejército, pero no es verdad", dijo el teniente segundo Ali Khadham, del Segundo Batallón del ejército iraquí, que patrulla Adhamiya. "Sienten un tremendo odio hacia las fuerzas del gobierno".

Los sunníes dicen que se han organizado exclusivamente para protegerse y defender sus barrios en una ciudad donde hay cada vez más zonas prohibidas. En la oscuridad de la Plaza de Zubaida, un vigilante, Adel Kareem, 38, dijo que había abandonado su trabajo como taxista porque cuando salía de su barrio con su carné de identidad sunní corría el riesgo de ser detenido y ejecutado, un temor que se repite en muchas otras áreas sunníes.
"No puedo ir a Khadimiya, Shuala, Ciudad Sáder, Shaab", dijo, mencionando los barrios chiíes de la ciudad. "Desaparecería".
Los barrios sunníes son tan peligrosos como los chiíes, en parte debido a las patrullas de vigilantes.
Los chiíes también han formado patrullas en los barrios, pero su confianza en la policía es alta, y los vigilantes, pocos. El teniente Khadham dijo que en su barrio de mayoría chií, Ur, unos 15 vecinos patrullan una zona de unas 400 casas, mucho menos que en Adhamiya, donde docenas de guardias vigilan cada bloque.
Las áreas chiíes respiran más fácilmente por las noches. En Greyat, un enclave chií en la ribera del río justo al norte de Adhamiya, hace poco familias con niños pasaban por la calle a medianoche. Los salones de té estaban atiborrados de clientes, de las panaderías emanaban deliciosos aromas y los hombres conversaban en las terrazas de los restaurantes. En contraste, apenas a unas calles de distancia, en el barrio predominantemente sunní de Slekh, las luces estaban apagadas y los bloques de edificios parecían estar vacíos.
El lunes noche, en la oscuridad de una tranquila calle en el barrio predominantemente sunní de Waziriya en el centro de Bagdad, Ali Salah Mahdi, un sunní de 21 años, dijo que su grupo se había enterado a través de su red que unos extremistas planeaban atacar a un vecino que trabajaba como intérprete de las tropas americanas. Advirtieron al hombre, que huyó rápidamente con su familia. Poco después, dijo Mahdi, los atacantes ametrallaron la casa del hombre.
Los allanamientos realizados por paramilitares en la ciudad parecen haber menguado en los últimos meses y los vecinos sunníes atribuyen la disminución a las patrullas vecinales que los obstaculizan. La evidencia, dicen, es que ahora los asesinos están atacando a la gente en sus lugares de trabajo, en los hospitales y cuando viajan hacia o desde sus trabajos.
Un ejemplo reciente es el asesinato de 14 jóvenes de Slekh el mes pasado. Los hombres, que el 15 de abril viajaban juntos a sus casas en una furgoneta desde sus tiendas en Sinek, otra área, fueron parados y secuestrados. Sus cuerpos, algunos con agujeros de taladro, fueron encontrados en la morgue varios días después. Los vecinos culpan al ministerio del Interior, aunque no hubo sobrevivientes de la furgoneta, ni testigos.
El incidente sólo fortaleció la determinación de los vecinos de defenderse a sí mismos.
"Estoy mareado de tantos funerales", dijo un vigilante en la mezquita de Najib, donde los vecinos se reunieron a velar a los hombres hace dos semanas.
Y en un episodio más violento, y quizás más significativo, la noche del 17 de abril se oyeron desenfrenadas balaceras en Adhamiya durante más de siete horas. Cuatro hombres, que se identificaron como guardias locales, dijeron en entrevistas que los tiroteos empezaron cuando decenas de coches del ministerio del Interior entraron a Adhamiya, aunque dijeron que ellos mismos no habían visto ningún coche.
El coronel Thami dijo que los rebeldes sunníes lanzaron rumores de que la policía había llegado a detener a gente, empezando los tiroteos. Murieron cinco personas y muchas más quedaron heridas.
Enfrentamientos similares se reportaron en Khudra y en Shuhada al oeste de Bagdad, durante los días de disturbios religiosos en febrero.
Los rebeldes empezaron los tiros, dijo el teniente segundo Ahmed Majeed, del Destacamento Delta del Primer Batallón del ejército iraquí.
"Los civiles empezaron a disparar", dijo, frustrado. "¿Qué tenemos que hacer?"
El problema, dijo, es que nadie es de fiar.
"Todos tienen armas", dijo. "Cuando yo digo que vengo a protegerlos, me dicen: ‘¿En serio?'".

Qais Mizher, Omar al-Neami y Sahar Nageeb contribuyeron al reportaje para este artículo.

10 de mayo de 2006
©new york times
©traducción mQh
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1 comentario

Global Risk Latinoamerica -

El articulo en realidad es un poco evidente, desde que comenzó la ocupación la propia carretera de Haiffa , que lleva desde el aeropuerto a la ciudad, es constantemente objeto de hostigamiento por guerrilleros parapetados en distintos puntos. Pasan los meses y no ha sido posible contenerlos en los primeros 10 kilómetros. Es casi imposible hacerlo.

La única via de solución es el pronto entrenamiento de una policia militar irakie, que se encarguen ellos de la seguridad...pero ya vemos, los que estan siendo entrenados en jordania y otros lados, no alcanzan ni siquiera cruzar la frontera de regreso, cuando los hacen volar.