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diario de una doctora vietnamita


[Seth Mydans] Murió en un ataque estadounidense.
Hanoi, Vietnam. Un diario de vida perdido en la guerra, de una doctora que habla de amor, soledad y muerte en el Camino de Ho Chi Minh se ha convertido en un éxito de ventas en Vietnam, haciendo revivir la guerra para una nueva generación de lectores.
El destino del diario mismo ha recibido un especial simbolismo de posguerra para la gente de aquí. Fue devuelto a la familia de la doctora recién el año pasado por un antiguo soldado estadounidense, que lo recobró después de la muerte de la doctora en el campo de batalla en 1970.
La escritora, Dang Thuy Tram, murió a los 27 años en un asalto norteamericano después de haber trabajado en una clínica en una zona de guerra durante más de tres años. Entre las entrelazadas pasiones que expresó se encuentran su nostalgia de un amante perdido y su anhelo de unirse al Partido Comunista.
Esta combinación de fervor revolucionario con las vulnerabilidades y dudas de una mujer demasiado sensible podría ser un caso de ideología con cara humana, recordando a los lectores que fueron personas como ellas, atrapadas en un momento de la historia, las que murieron por ellos.
"Más tarde, si podéis vivir en el bello amanecer con las flores del socialismo", escribió la doctora Tram, escribiendo para sí misma, "recordad los sacrificios de aquellos que dieron su sangre por una causa común".
Su historia se detiene abruptamente con una cascada de páginas en blanco de su pequeña libreta, poniendo un indeciso fin a sus pasiones y esperanzas, un aviso de que la vida puede ser más inútilmente cruel que la ficción.
Dos días antes de su muerte, Tram escribió sobre su desánimo y su deseo de que "la madre de una madre se ocupe de mí".
"Por favor, ven y cógeme de la mano cuando me sienta sola", escribió. "Quiéreme y dame fuerzas para viajar por todas las zonas difíciles del camino que me espera".
Son estos tiernos sentimientos los que atraen a los lectores, quebrantando el género de los diarios políticamente correctos que enfatizan el heroísmo pero callan sobre el pathos de la guerra.
"Ayer", escribe en un momento, "un soldado feamente herido, de 21 años, me llamó por mi nombre, esperando que yo pudiera ayudarle, pero no pude, y se me cayeron las lágrimas cuando lo vi morir en mis manos inservibles".
Cuando el diario fue publicado por entregas en los diarios el año pasado, la gente lo recortó y guardó los artículos, pasando a sus amigos las partes y leyéndolas entre ellos en voz alta. Cuando fue publicado como libro, tuvo un sensacional tiraje de 300 mil ejemplares en un país donde los libros se publican generalmente en pequeños tirajes, bastante menos que una décima parte de esa cifra.
"Realmente la admiro", dice Vu Thi Lan, que trabaja en una tienda fotográfica y dijo que tenía 38 años, "la misma edad que su hija, si hubiese tenido una".
Lan dijo que había leído todo lo ha podido encontrar sobre la doctora Tram, en diarios y en sitios en la red, y se preguntaba si, colocada en la posición de la doctora, hubiese tenido la fuerza para soportar.
"En mi generación no hemos tenido la posibilidad de vivir ese tipo de situación", dijo Lan. "Y es un diario de vida. Es real. Eso es lo que lo hace interesante. Ella no lo escribió para que lo leyera la gente. Lo escribió para calmar sus sentimientos".
Dos tercios de los 38 millones de vietnamitas nacieron después del fin de la guerra en 1975. "Así que para ellos, la Guerra de Vietnam es una historia reciente", dice Hue-Tam Ho Tai, profesora de historia vietnamita en Harvard. "Es la historia de sus padres y es más bien una historia árida, especialmente el modo en que es enseñada".
Esta versión más floja, más matizada, sugiere que el gobierno comunista, que deriva gran parte de su legitimidad de sus victorias en tiempos de guerra, "se siente suficientemente seguro de que está bien hablar de las penurias de la guerra, así como de sus glorias", dijo Tai.
En un momento, hablando de sus amigos perdidos, Tram escribe amargamente: "La guerra no respeta a nadie".
 El enorme tiraje del libro refleja una demanda real, dice Peter Zinoman, profesor de historia vietnamita en la Universidad de California en Berkeley. Pero también puede implicar un esfuerzo del gobierno de "dar más realce a esos valores antiguos".
Dijo que Tram podría ahora entrar al panteón oficial de los héroes de tiempos de guerra, que incluyen a varias valientes jóvenes mujeres.
Además del libro, se está construyendo un hospital y se erigió una estatua en su memoria en el remoto sitio de su clínica en la provincia de Quag Ngai, en Vietnam central.
Su tumba justo en las afueras de Hanoi ha atraído a cientos de visitantes, y expediciones especiales ‘Siguiendo a Dang Thuy Tram' han empezado a llevar a los turistas a los lugares mencionados en su diario.

Las visitas a Hanoi de un soldado estadounidense que rescató su diario, Fred Whitehurst, han llamado ampliamente la atención y ha sido recibido casi como un miembro de la familia por la madre de Tram, Doan Ngoc Tram, 81, y sus tres hermanas.
En una conferencia telefónica desde Carolina del Norte, Whitehurst, que es abogado ahora, dijo que había sido un interrogador militar cuyo trabajo consistía en revisar los documentos requisados y destruir los que no tenían valor táctico.
Dijo que creía que su hallazgo del diario lo vinculaba a la doctora Tram en un destino compartido, y ahora la llama "mi hermana y mi maestra".
"Estábamos allá junto a un bidón de 55 galones, quemando documentos", contó, describiendo ese momento, "cuando, a mi izquierda, Nguyen Trung Hieu, me dijo: ‘No quemes este, Fred'".
Lo que siguió después fue que Hieu, su intérprete, le leyó pasajes de la libreta con sus cubiertas de cartón marrón, y, dice Whitehurst, "de hombre a hombre, me enamoré de ella".
De acuerdo al relato de Tram, dos tomos previos desaparecieron tras un allanamiento de tropas estadounidenses, lo que significa que el diario publicado empieza tan abruptamente como termina, como si estuviera en mitad de una conversación.
El año pasado, después de tenerlo en casa durante décadas, Whitehurst donó el diario a los Archivos de Vietnam de la Universidad Tecnológicas de Texas en Lubbock. A las semanas, la familia de Tram fue localizada en Hanoi a través de redes informales de veteranos y en octubre pasado su madre y hermanas fueron traídas a Texas para conocer el diario.
"Fue como si mi propia hija estuviese frente a mí", dijo su madre, en una entrevista en su casa. "Para mí, la información que hay en el diario no es lo más importante. Lo que es importante cuando tengo el diario en mis manos, es que me siento como cogiendo el alma de mi hija".
Dijo que pudo leer el diario sólo en pequeños segmentos debido a la fuerza del relato. "Nos escribía cartas, pero nunca imaginamos que ella corría todos esos riesgos", dijo la madre.
"Hoy es mi cumpleaños", escribió Tram el 26 de noviembre de 1968, "y los cañones de los enemigos resuenan en todas direcciones. Ya estoy acostumbrada a esto, con la mochila en la espalda, corriendo y ocultándonos con los pacientes. Después de dos años de guerra, esto es nada".
Su verdadero campo de batalla, sin embargo, parece haber estado dentro de sí misma. El diario es tanto un drama de sus sentimientos como el drama de la guerra.
Desde el principio, se marchó al frente con objetivos dispares, dijo su madre: pelear contra los norteamericanos -"demonios sanguinarios", los llamaba- y seguir a un amor de su niñez, un soldado al que se refiere sólo por la inicial M.
La historia de su reencuentro fallido ha desaparecido con los dos primeros volúmenes de su diario. Los pasajes que quedan están llenos de dolor y recriminaciones sobre un amor perdido.
"¿Dónde estás, M?", escribió. "¿Estamos realmente tan lejos uno del otro, amado mío? ¿Por qué sangra todavía mi corazón?"
En las páginas del diario, escrito con una letra nítida y pequeña, la doctora Tram trata de domeñar sus agitados pensamientos y doblegar el romántico corazón de una joven mujer en la rígida disciplina de una soldado y una comunista.
"¿Entiende, señorita Testaruda?", se reprende o, utilizando más cariñosamente su apellido: "Responda la pregunta, testaruda señorita Thuy".
Es una lucha que no ganó. Tram es incapaz de distanciarse de sus penas y esperanzas, o de los pacientes a los que trata y quiere.
"¡Oh! ¿Por qué nací como una niña tan llena de sueños, amor, y pidiendo tanto de la vida?", escribió.
En una entrada datada a febrero de 1969, cuando los soldados se preparan para una batalla, trató, una vez más, de apartar sus sentimientos.
"¡Olvida todas esas ideas de amor que arden en tu corazón y presta atención a tu trabajo!", se ordena a sí misma. "¿No oyes el ruido de las armas, que marcan el inicio de la Ofensiva de Primavera?"

6 de junio de 2006
©new york times
©traducción mQh
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