corrupción, contrabando y sabotaje
Aunque se pensaba que eran solamente una herramienta de los rebeldes para socavar al gobierno, los ataques contra los oleoductos se han convertido en una lucrativa estratagema de insurgentes e ingeniosas bandas de delincuentes por igual para hacer dinero. Ali Al Alak, inspector general del ministerio del Petróleo, dijo que los ataques ahora están siendo organizados por ambos grupos para obligar al gobierno a importar y distribuir tanto combustible como sea posible, utilizando miles de camiones cisterna.
A su vez, los rebeldes y bandas criminales -distinguir unos de otros se hace cada vez más difícil- han convertido el ramo de los transportistas en una potente herramienta para el contrabando.
En muchos casos documentados por Alak y otros funcionarios iraquíes, los camioneros, a menudo colaborando con bandas de contrabandistas, pagan sobornos o usan documentos falsos para inflar el valor de sus cargas, alterar los medidores de combustible, o simplemente entregar sus cargamentos a las bandas.
Como resultado, casi un 30 por ciento de la gasolina importada es puntualmente robada y revendida en el extranjero por los contrabandistas, de acuerdo a funcionarios iraquíes y estadounidenses. El déficit es parte de lo que obliga a las familias iraquíes a gastar más en combustible en el mercado negro, donde es mucho más caro que en los mercados legales.
La ponzoñosa mezcla de contrabando y sabotaje es otro golpe más a la economía de un país cuyas enormes reservas de petróleo se esperaba, antes de la invasión de 2003, que pagaran la reconstrucción.
La red está tan extendida y enraizada, dicen los funcionarios, que los importadores de combustible llegan descaradamente a los depósitos con cisternas semi-vacías y se las arreglan para que sus entregas sean certificadas como completas. También es lucrativo para los negocios más pequeños. Panaderos, fabricantes de ladrillos e incluso operadores de lanchas de pesca encuentran más rentable vender combustible, que reciben a precios subsidiados, a comerciantes ilegales que usarlo en sus labores.
No está claro en estas operaciones dónde termina la simple necesidad de hacer dinero y se convierte en una estratagema para solventar las actividades de la resistencia o para desbaratar el funcionamiento del gobierno iraquí. Pero funcionarios estadounidenses e iraquíes dicen que la mezcla de rebeldes, grupos criminales organizados y decenas de operadores individuales están colaborando en una floja red para mantener el control del sistema y generar enormes ganancias.
Las fronteras son porosas, los caminos inseguros, funcionarios de compañías petroleras estatales han sido acusados de colaborar con la resistencia y la riqueza del petróleo iraquí está siendo sacada del país, en buques y camiones cisternas, mientras supervisores norteamericanos y británicos hacen la vista gorda, dicen funcionarios estadounidenses e iraquíes.
Los contrabandistas interrumpen las entregas nacionales, así como el transporte de petróleo desde el exterior.
Ibrahim Bahr al-Uloum, ex ministro del petróleo, dijo que era obvio que los oleoductos de petróleo crudo, que conectan a los pozos del norte con las refinerías y centrales eléctricas en el sur, en el área de Bagdad, habían sido atacados repetidas veces para obligar a transportar el crudo en camiones. Los empleados de las refinerías que tratan de reparar los oleoductos han sido, en ocasiones, secuestrados y asesinados. Tanto las compañías de camiones y los grupos de protección del contrabando están probablemente colaborando, dijo el ex ministro.
"Esto es un negocio para la gente que trabaja con camiones", dijo."Así que todo intento de reparar los oleoductos paralizará esas actividades".
Alak y otros funcionarios dijeron que los ataques contra los oleoductos son notables por su sofisticación. Las bandas atacan la columna de la industria del petróleo: los oleoductos que transportan el petróleo crudo directamente desde los pozos y los que trasladan gasolina y keroseno desde las refinerías.
"Lo que hacen es asombroso", dijo Alak sobre las bandas responsables de los ataques. A veces, dijo, los ataques son calculados con tanta precisión que permiten justo el flujo de crudo suficiente desde los campos petrolíferos del norte de Iraq para alimentar la gigantesca refinería de Baiji, la más grande del país, a unos 160 kilómetros al norte de Bagda.
Una vez que Baiji recibe suficiente petróleo para su producción, el crudo normalmente sería desviado hacia los oleoductos que abastecen las terminales exportadoras en Turquía. Los contrabandistas pueden hacer dinero con la gasolina que es transportada en camiones, pero poco o nada con el crudo exportado a través de los oleoductos.
Así que a menudo atacan en ese punto y paran el flujo de crudo, dijo Alak, que envió a agentes al terreno y, en abril, presentó al ministerio del Petróleo un importante informe sobre el contrabando. "Necesitas cientos de camiones para trabajar con esos volúmenes", dijo.
Anatomía de la Estratagema
A veces los ataques obligan a cerrar completamente las refinerías, quitándoles el crudo o atacándolas directamente, obligando al país a importar más combustible a través de fronteras internacionales notoriamente corruptas. La economía del contrabando a través de las fronteras muestra por qué es improbable que se frene la práctica mientras Iraq subsidie los precios, piensa Alak.
Los subsidios, iniciados por Saddam Hussein, crean un enorme precio diferencial de los combustibles en Iraq y a través de las fronteras en Turquía y Siria, y un punto natural de explotación para los contrabandistas.
En teoría, el gobierno iraquí compra combustible a países vecinos a precios de mercado y luego los revende a los iraquíes a precios subsidiados más baratos. El diesel subsidiado, por ejemplo, fue vendido por el gobierno por menos de tres céntimos el galón durante la mayor parte de 2005, lo que quiere decir que un camión cisterna con nueve mil galones transportaba combustible por un valor de unos 250 dólares. Pero el mismo combustible valía quizás un dólar el galón en el mercado negro. Con tasas normales de 500 dólares por concepto de protección o sobornos a la policía, y 800 dólares para pagar al transportista, un contrabandista podía ganar por lo menos 7.450 dólares importando combustible desde Jordania, Siria o Turquía, de acuerdo al informe de Alak para el ministerio del Petróleo.
Después de cargar sus camiones en países vecinos, los transportistas venden su carga a precios más altos en el mercado negro iraquí. La belleza del sistema, desde el punto de vista del contrabandista, es que si llegar a un depósito de combustible iraquí con un camión vacío no puede ser arreglado con una mordida, el camión se puede recargar en cualquier parte de Iraq a precios subsidiados más baratos.
Después de cumplir con el contracto entregando la carga, dijo Alak, el transportista puede ganar dinero extra cargando su vehículo con gasolina barata antes de salir de Iraq. Cruza entonces la frontera hacia alguno de los países vecinos y vende su carga a precios de mercado más lucrativos. Incluso si el transportista vende ilegalmente solamente una parte de su carga, las ganancias de la doble carga pueden ser considerables.
De acuerdo al informe de Alak, el truco ha sido, a veces, descubierto chequeando el combustible entregado en las terminales iraquíes y controlando cosas como los niveles de octano, que varían de país a país. "Llegan con camiones vacíos y compran productos en Iraq y los entregan como productos importados", dijo.
Al menos una de estas operaciones se produjo en una cámara de compensación en Bagdad, que falsificaba documentos, dijo. Fue descubierta y desbaratada a fines del año pasado.
En 2005, Iraq gastó de cuatro a cinco billones de dólares para importar combustible desde el exterior. Las investigaciones de Alak indican que debido a los enormes incentivos de precios, entre un diez y un treinta por ciento de ese combustible es nuevamente sacado del país.
El jefe de la Comisión de Integridad Pública, Radhi al-Radhi, que ha investigado decenas de casos de contrabando, corroboró la evaluación de Alak, al igual que un diplomático occidental en Bagdad, que habló anónimamente, siguiendo el procedimiento oficial. Cifras similares fueron mencionadas en el poco citado testimonio en el Congreso, en abril, de David M. Walker, controlador general de Estados Unidos después de una visita a Iraq.
Funcionarios iraquíes y estadounidenses dijeron que no podían ofrecer cifras totales sobre cuánto cuesta el contrabando al país al año, más allá de constatar que se trata de miles de millones de dólares.
Pero los datos del ministerio del Petróleo sugieren que en 2005 el total fue de 2.5 a 4 billones de dólares, dijo Yahia Said, investigador de la London School of Economics y director de Iraq Revenue Watch del Instituto Sociedad Abierta, una fundación dedicada a la política exterior.
Incluso en el extremo más bajo, eso significa que los costes del contrabando son casi un diez por ciento del producto nacional bruto de Iraq, unos 29.9 billones de dólares en 2005.
Impacto Sobre los Iraquíes
El impacto sobre las familias iraquíes es innegable. Un sondeo al azar de miles de familias iraquíes, realizado por la Organización Central para las Estadísticas y Tecnología de la Información del ministerio de Planificación reunió estadísticas sobre cuánto gastan los iraquíes en el mercado negro de combustible. (La organización es encabezada por Mehdi Al Alak, hermano del inspector general del ministerio del Petróleo).
El sondeo constató que el 40 por ciento de la gasolina que consumen anualmente los iraquíes fue comprada en el mercado negro, donde los precios subieron hace poco a más de dos dólares y medio el galón durante la última ronda de escasez. Eso es mucho más que el precio subsidiado fijado por el gobierno de 65 centavos el galón.
La situación está todavía más inclinada hacia el mercado negro de diesel, keroseno y gas licuado, que los iraquíes usan para cocinar y en la calefacción. Las familias deben satisfacer la mayor parte de sus necesidades de esos combustibles en el mercado negro, constató el sondeo. Los vendedores hacen enormes ganancias: de los mil millones de dólares gastados en el mercado negro de combustibles por las familias iraquíes en 2005, unos 800 millones de dólares fueron directamente ganancias para los que controlan estas redes ilegales.
Las bandas también hacen negocios lucrativos obligando a los transportistas a pagar por su protección cuando usan caminos públicos. La práctica es tan común que los precios están bastante estandarizados, dijo Mussab H. al-Dujayli, que, hasta marzo, fue el director general de la Organización Nacional de Márketing del Petróleo, y hoy se desempeña como experto técnico.
En el área en los alrededores de Baiji, que es controlada fuertemente por los rebeldes sunníes, el precio de la protección es de aproximadamente 500 dólares para los camiones cisterna grandes, dijo Dujayli. Ese es un modo en que el sabotaje, el contrabando y el transporte son utilizados "para financiar al terrorismo", dijo.
El precio de 500 dólares de protección para camiones en el norte fue confirmado por el capitán Abdullah Hassan, que vive en el pueblo de Safra, en el norte, y trabaja en uno de los batallones que se supone deben proteger los oleoductos. El capitán Hassan dijo que la corrupción era tan extendida que los saboteadores, contrabandistas e incluso miembros de la guardia trabajan juntos con funcionarios de gobierno de bajo nivel para controlar los beneficios del petróleo.
"No es necesario que el ministro o el director general estén involucrados", dijo, como se llama aquí a los directores de las compañías estatales. "Los operadores de línea, contables, abastecedores y transportistas trabajan al interior de las redes y ejecutan los planes".
Sin embargo, en algunos casos se han visto implicados algunos importantes funcionarios iraquíes. A fines del año pasado, Meshaan al-Juburi, miembro del parlamento, fue acusado de robar millones de dólares destinados a pagar a una nutrida fuerza de protección para los oleoductos, formada por las tribus de la provincia de Salahuddin. Un comandante contratado por Juburi fue arrestado y acusado de organizar ataques rebeldes contra el oleoducto, aunque no quedó claro si Juburi estaba al tanto de los ataques. Se firmó una orden de detención, pero el parlamento no ha revocado su inmunidad como legislador para que pueda ser procesado.
De algún modo, el patrón de la corrupción que ahora aflige a Iraq, fue instalado por Saddam Hussein, que empezó alentando el contrabando de petróleo y la corrupción en Iraq antes de que la Guerra del Golfo Pérsico, la victoria estadounidense y las sanciones impuestas por Naciones Unidas aflojaran el control del país por Hussein.
"Después de la guerra, Saddam empezó a incentivar la corrupción a bajo nivel para generar dinero fuera de las sanciones, pero también como una forma de patronaje", dice Said, de Revenue Watch. "Todos los participantes recibían una tajada y eso los tenía contentos".
De algún modo el gobierno "encontró la manera de que los compradores cruzaran el golfo", dijo Issam Chalabi, ex ministro del petróleo y consultor. (No está relacionado con Ahmad Chalabi, el ex exiliado que sirvió en la Asamblea Nacional interina el año pasado). "Era principalmente a través de los iraníes, que entregaban conocimientos de embarque diciendo que era un producto iraní. Así es como empezó".
Pronto se desarrolló toda una red de contrabando dentro y fuera del país, y todos los participantes llevaban una parte. El grueso de las ganancias, por supuesto, se lo llevaba el gobierno. Muchos de estos intermediarios están todavía implicados en el contrabando del petróleo iraquí hoy, aunque ya no responden al gobierno iraquí, dicen los analistas de la industria.
Un sondeo entre altos funcionarios en cerca de veinte compañías petroleras estatales e instituciones de formación que fue resumido en el informe anual más reciente de Alak, ofrece un asombroso panorama de lo profundo que se ha enraizado la corrupción en la infraestructura misma del petróleo iraquí.
Interrogado sobre dónde exactamente tomaba lugar la corrupción en sus compañías, el 45 por ciento de los funcionarios indicó las áreas de almacenaje, 35 por ciento el transporte y la red de abastecimientos, y cerca del mismo porcentaje las instalaciones de mantención.
Más de la mitad de los funcionarios dijeron que los sobornos y robos declarados reforzaban la corrupción en sus compañías, mientras un 80 por ciento dijo que la frágil situación de seguridad de Iraq contribuía a fomentar esas prácticas. Casi todos los funcionarios declararon que la corrupción infestaba sus compañías en algún nivel, sugiriendo que los contrabandistas tienen acceso a todos los niveles de profesionales de la industria.
"Son profesionales: tienen sus propios equipos, tienen contactos en Turquía y Jordania y Siria", dijo Gal Luft, co-director del Instituto para el Análisis de la Seguridad Global, que estudia la industria petrolera iraquí. "Son una industria como cualquier otra".
Costes Crecientes
Las ganancias de lo que es en realidad una industria petrolera en las sombras son también infinitamente más altas que en los años noventa. Entonces los contrabandistas operaban en sólo dos puertos en el sur de Iraq; hoy hay ocho fondeaderos clandestinos en Shatt al Arab, el canal que corre entre Basra y el Golfo Pérsico. Tienen nombres dignos de una novela de Robert Louis Stevenson: Isla de Hjam, Al Tahaddi, Mhejran, Al Zuher.
Esa extensa ruta de contrabando funciona aparentemente bajo las narices de las autoridades británicas, estadounidenses, iraquíes, iraníes y kuwaitíes en buques y en las costas de esas mismas aguas. El coronel Larry D. McCallister, comandante de Cuerpo de Ingenieros del Ejército en el sur de Iraq, dijo que los trabajadores de la construcción iraquíes eran periódicamente atacados cuando trataban de construir un nuevo puesto de la guardia marítima iraquí junto a la costa porque era casualmente una excelente ubicación para el contrabando.
El coronel McCallister dijo que una vez que las tripulaciones reconocieron su situación, negociaron con los contrabandistas, los que finalmente mudaron sus operaciones a una corta distancia hacia el interior.
El informe sobre el contrabando, de Alak, el inspector general del ministerio del Petróleo, arroja luces sobre cómo estos fondeaderos en el sur son utilizados para sacar el petróleo del país. En un caso, sus investigadores encontraron que una desarrapada flota de 1.600 botes de pesca que recorren las aguas en los alrededores de la sureña ciudad de Basra, estaban vendiendo sus cuotas mensuales de diesel a los contrabandistas, y no las utilizaban para pescar.
No solamente eso, sino que nuevos botes se están construyendo a un ritmo de cincuenta a sesenta al mes, para obtener nuevas cuotas que podrán entonces ser vendidas clandestinamente, descubrió la investigación. Los botes, que a fines de 2005 estaban recibiendo un total de unos cuatro millones de galones de diesel al mes sin costes, transbordan su carga a pequeños petroleros del tamaño de ferries que, ya en el golfo, la trasladan a petroleros más grandes, dice Alak.
"Y entonces vuelven", dijo sobre los botes pesqueros. "¿Dónde está el pescado?"
Thomas L. Delare, asesor de asuntos económicos de la embajada estadounidense aquí, dijo que el único modo de interrumpir la enorme red de contrabando sería eliminar los precios subsidiados de Saddam Hussein. Un acuerdo para hacer esto era parte de un compromiso alcanzado por el Fondo Monetario Internacional para condonar gran parte de la asombrosa deuda externa de Iraq el año pasado.
Pero dar ese paso podría ser políticamente peligroso para el nuevo gobierno iraquí, que está tratando de ganar la simpatía del pueblo iraquí.
Hay un sector particularmente descontento con esa perspectiva, dijo Delare. En manifestaciones que estallaron cuando se dio a conocer el plan de subir los precios, dijo, los observadores estadounidenses vieron "en la turba, algunas caras de conocidos contrabandistas".
James Glanz informó desde Bagdad, y Robert F. Worth desde Nueva York.
4 de junio de 2006
©new york times
©traducción mQh
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