crímenes acosan a marine
[Rone Tempest] Miembro de una unidad bajo investigación recuerda el día el Iraq que se llevó a un compinche y civiles.
Hanford, California, Estados Unidos. El soldado de primera clase Roel Ryan Briones dice que vive atormentado por dos recuerdos del 19 de noviembre de 2005, en Haditha, Iraq.
El primero es el del cadáver de su mejor amigo y colega marine que murió tras la explosión de una bomba improvisada en la madrugada. El segundo es el del cuerpo inerte de una niña iraquí, uno de los veinticuatro civiles asesinados por miembros de su unidad Camp Pendleton -Compañía Kilo, Tercer Batallón, Primer Regimiento de Marines, Primera División de la Marina.
Briones, un enjuto hombre de 21, de voz suave, entrevistado el domingo en la casa de su familia en esta ciudad del Valle Central, dijo que él no formaba parte del pequeño grupo de marines que, según los investigadores militares, mataron a un grupo de civiles, incluyendo niños, mujeres y ancianos.
Sin embargo, Briones, que es llamado Ryan, dice que tomó fotografías de las víctimas y ayudó a sacar los cadáveres de sus casas como parte del equipo de limpieza que fue enviado en la tarde del día de los asesinatos.
"Había bebés y hombres y mujeres adultos. Nunca podré sacarme eso de la cabeza. Todavía puedo oler la sangre. Eso dejó algo en mi cabeza y en mi corazón", dijo Briones.
Dijo que había borrado las fotos digitales que tomó en el sitio del suceso después de entregarlas al centro del comando de la marina en Haditha. Dijo que investigadores de la marina lo interrogaron más tarde sobre las fotografías y confiscaron su cámara.
Al menos dos investigaciones militares están siendo realizadas sobre el incidente en Haditha, que se está convirtiendo en uno de los peores casos de conductas criminales de soldados estadounidenses en la guerra de Iraq, que se prolonga ya por tres años.
De los doce marines que están siendo investigados, se cree que tres o cuatro participaron en los asesinatos, de acuerdo a oficiales que informaron sobre la investigación. Los otros están siendo investigados por no impedir los asesinatos o por no informar sobre ellos debidamente.
Briones es el primero de su unidad en hablar públicamente sobre los sucesos. Su versión proporciona información de fondo sobre el ambiente y las actividades ese día en la ciudad junto al río Eúfrates y los traumáticos recuerdos que dejó su secuela.
El 19 de noviembre poco después de las siete de la mañana Briones, que recibió un Corazón Púrpura durante un período previo en Iraq en que participó en la violenta batalla de Faluya, dijo que su equipo de cinco hombres fue llamado a investigar la explosión de una bomba improvisada a unos 300 metros frente a la base Sparta, de la Compañía Kilo, ubicada en una escuela abandonada.
Cuando llegaron diez minutos después a la caótica y humeante escena en un barrio residencial, dijo que vio los restos de su mejor amigo, el soldado de primera clase Miguel ‘T.J.' Terrazas, su cuerpo cortado en dos, en el destruido todoterrenos que había estado conduciendo.
"Tenía un agujero gigante en su barbilla. Sus ojos estaban echados hacia atrás en su cráneo", recuerda Briones del tejano de 20 años. Briones dijo que extendió un poncho sobre el cuerpo de su amigo de salidas y colega de gimnasio y oró brevemente sobre su cuerpo. "Descansa en paz. Eres mi hermano, de otra madre. Te quiero, man".
Tras la explosión, los marines empezaron una metódica barrida de las casas en busca del terrorista o de gente que lo conociera, de acuerdo a oficiales que informaron sobre la investigación. En algún momento durante la redada, los marines entraron a tres casas en las cercanías y asesinaron a la gente que se encontraba dentro.
Pero Briones dice que él no vio nada de todo esto.
"Tengo una imagen muy borrosa. Estaba lleno de humo y olía a explosión", dijo Briones. "Sólo vi a T.J. porque él estaba ahí. Prácticamente lo pisé".
Dijo que su equipo evacuó a otros dos soldados de la unidad de Terrazas que habían quedado heridos con la explosión, incluyendo a uno al que identificó como el soldado de primera clase James Crossan, del estado de Washington, que estaba inmovilizado debajo de los escombros.
Briones y su equipo, incluyendo a un médico de la marina que identificó como Brian Witt, evacuó a los dos heridos hacia una cancha de fútbol cercana donde fueron recogidos por un helicóptero Black Hawk. Dijo que él y su equipo volvieron entonces a su base de operaciones Sparta.
"Volvimos a la base y esperamos", dijo Briones. "Había un montón de gente enojada. Todos nos sentíamos mal por lo que le había pasado a T.J." Sin embargo, todavía consternado por la muerte de su mejor amigo, Briones dijo que se había retirado a una esquina oscura de la cancha para recomponerse. Entonces tenía 20, y dijo que no quería que lo vieran los miembros más jóvenes del Tercer Destacamento, Tercer Pelotón.
Dijo que el y su equipo permanecieron en la cancha hasta que fueron llamados de vuelta al sitio de la explosión a eso de las 5:30 de la tarde del mismo día.
Cuando llegaron, Briones dijo que la mayoría de los marines en el sitio eran sargentos o de rango superior, incluyendo a varios oficiales. "Recuerdo eso porque no tenían suficientes soldados rasos para recoger los cadáveres".
Briones dijo que su equipo fue encargado de marcar los cuerpos de las víctimas con números y colocarlos en bolsas mortuorias. Dijo que un sargento o un oficial, no podía recordar su grado, preguntó si alguno de los marines llevaba cámaras personales y que él y otro marine, al que identificó como el soldado raso Andrew Wright, de Novato, respondieron afirmativamente.
"Ustedes tendrán que actuar como fotógrafos de guerra", dice Briones que les dijeron.
Briones dijo que tomó fotografías de al menos quince cuerpos antes de que se la acabaran las pilas de su cámara. Dijo que entonces se dedicó a ayudar a los otros marines a retirar los cuerpos y a colocarlos en bolsas mortuorias. Dijo que su peor momento, que lo persigue hasta hoy, fue recoger el cuerpo de una niña que había recibido un disparo en la cabeza.
"La recogí así", dice, demonstrándolo con sus brazos extendidos, "pero su cabeza se estaba balanceando de arriba abajo y su interior cayó sobre mis piernas".
Mientras hablaba, su madre, Susie Briones, 40, una maestra de la escuela comunitaria de Hanford, que estaba sentada junto a él a la mesa de la cocina, se secaba silenciosamente las lágrimas.
Antes había confiado a un periodista que su hijo la había llamado frecuentemente desde Iraq después de que tuviera pesadillas con la niña.
"Me llamó muchas veces", dijo, "para contarme cómo había llevado a la niña en sus brazos y cómo sus sesos se desparramaron sobre sus botas. Me decía: ‘Mamá, no puedo limpiar mis botas. No puedo limpiar mis botas. La veo a ella'".
Ryan Briones dijo que él y otros miembros del equipo de limpieza se quedaron en el sitio hasta eso de las 11 de la noche. Cuando volvió, dejó su cámara Olympus de 3.2 megapixels en el centro de operaciones del comando en la base Sparta. Cuando volvió algunas horas después, dijo que le pareció que la cámara había sido movida, así que asumió que alguien había bajado las fotografías y borró las que tenía en la cámara.
Pero no está claro si las fotos llegaron o no a las autoridades, que también tienen fotografías tomadas por un equipo de investigación de la inteligencia y de otra fuente.
Briones también dijo que no quería dar la impresión de que todavía tenía copias de las fotografías porque no quería que sus cosas o las de su familia fueran allanadas por investigadores de la marina. Dijo que han habido varios ejemplos recientes de casos en que investigadores de la marina confiscaron ordenadores y consolas de PlayStation con capacidad de almacenamiento de fotografías.
Las fotos se convertirían más tarde en el principal tema de preguntas de los investigadores que interrogaron a Briones durante varias horas en Iraq en marzo, poco antes de que volviera a casa. En el segundo interrogatorio, que dijo que ocurrió en los cuarteles del batallón en Haditha Dam, al norte de la ciudad de Haditha, los investigadores le mostraron fotografías de cuerpos similares a los fotografiados por él, pero desde diferentes ángulos.
"Querían saber si los cuerpos habían sido movidos o manipulados", dijo Briones. Dijo que desde su retorno no ha sido entrevistado por investigadores de la marina, aunque otros marines en su compañía habían sido interrogados durante varias horas en el Servicio de Investigaciones Criminales de la Marina en Camp Horno, parte del enorme Camp Pendleton.
A principios de abril, menos de 36 horas después de su retorno de Iraq, Ryan Briones se metió en serios problemas en su ciudad natal, que él y su familia dicen que estaban relacionados con la tensión del incidente de Haditha.
Briones fue acusado de robar un camión, estrellarlo contra una casa, abandonar el sitio del accidente, conducir bajo efectos del alcohol y resistir su detención. El 4 de abril apareció en la primera plana del Hanford Sentinel una fotografía del espectacular choque con un Ford F-150 blanco incrustado en una salita de Hanford.
Salió de la cárcel del condado de Kings el 5 de abril tras pagar una fianza de 35 mil dólares.
Su madre dijo que su hijo se había inscrito en Alcohólicos Anónimos y está bajo tratamiento con un médico de San Diego por sus síntomas post-traumáticos.
"Mi hijo vio lo que hicieron los marines, y sabía quién lo había hecho antes de que empezaran las investigaciones de Haditha", escribió la madre en una larga carta a las autoridades locales, pidiendo indulgencia para su hijo.
"Vio los asesinatos y sabía quién ordenó cometer los asesinatos, y tuvo que recoger los cadáveres de niños que estaban durmiendo en sus camas y vio morir a su mejor amigo ante sus ojos".
Susie Briones dijo que estaba enfadada con lo que describió como la incapacidad de los marines de "descongestionarlo" adecuadamente, a él y a otros marines, cuando vuelven del combate. Dijo que estaba escribiendo un libro para ayudar a otras familias a evitar lo que están sufriendo ella y su hijo.
"Yo era uno de esos marines que dicen que la tensión post-traumática era una idiotez", dijo Ryan Briones, que tiene recetas para antidepresivos y barbitúricos. "Pero esas cosas que pasan por mi cabeza me están matando. Necesito ayuda".
El primero es el del cadáver de su mejor amigo y colega marine que murió tras la explosión de una bomba improvisada en la madrugada. El segundo es el del cuerpo inerte de una niña iraquí, uno de los veinticuatro civiles asesinados por miembros de su unidad Camp Pendleton -Compañía Kilo, Tercer Batallón, Primer Regimiento de Marines, Primera División de la Marina.
Briones, un enjuto hombre de 21, de voz suave, entrevistado el domingo en la casa de su familia en esta ciudad del Valle Central, dijo que él no formaba parte del pequeño grupo de marines que, según los investigadores militares, mataron a un grupo de civiles, incluyendo niños, mujeres y ancianos.
Sin embargo, Briones, que es llamado Ryan, dice que tomó fotografías de las víctimas y ayudó a sacar los cadáveres de sus casas como parte del equipo de limpieza que fue enviado en la tarde del día de los asesinatos.
"Había bebés y hombres y mujeres adultos. Nunca podré sacarme eso de la cabeza. Todavía puedo oler la sangre. Eso dejó algo en mi cabeza y en mi corazón", dijo Briones.
Dijo que había borrado las fotos digitales que tomó en el sitio del suceso después de entregarlas al centro del comando de la marina en Haditha. Dijo que investigadores de la marina lo interrogaron más tarde sobre las fotografías y confiscaron su cámara.
Al menos dos investigaciones militares están siendo realizadas sobre el incidente en Haditha, que se está convirtiendo en uno de los peores casos de conductas criminales de soldados estadounidenses en la guerra de Iraq, que se prolonga ya por tres años.
De los doce marines que están siendo investigados, se cree que tres o cuatro participaron en los asesinatos, de acuerdo a oficiales que informaron sobre la investigación. Los otros están siendo investigados por no impedir los asesinatos o por no informar sobre ellos debidamente.
Briones es el primero de su unidad en hablar públicamente sobre los sucesos. Su versión proporciona información de fondo sobre el ambiente y las actividades ese día en la ciudad junto al río Eúfrates y los traumáticos recuerdos que dejó su secuela.
El 19 de noviembre poco después de las siete de la mañana Briones, que recibió un Corazón Púrpura durante un período previo en Iraq en que participó en la violenta batalla de Faluya, dijo que su equipo de cinco hombres fue llamado a investigar la explosión de una bomba improvisada a unos 300 metros frente a la base Sparta, de la Compañía Kilo, ubicada en una escuela abandonada.
Cuando llegaron diez minutos después a la caótica y humeante escena en un barrio residencial, dijo que vio los restos de su mejor amigo, el soldado de primera clase Miguel ‘T.J.' Terrazas, su cuerpo cortado en dos, en el destruido todoterrenos que había estado conduciendo.
"Tenía un agujero gigante en su barbilla. Sus ojos estaban echados hacia atrás en su cráneo", recuerda Briones del tejano de 20 años. Briones dijo que extendió un poncho sobre el cuerpo de su amigo de salidas y colega de gimnasio y oró brevemente sobre su cuerpo. "Descansa en paz. Eres mi hermano, de otra madre. Te quiero, man".
Tras la explosión, los marines empezaron una metódica barrida de las casas en busca del terrorista o de gente que lo conociera, de acuerdo a oficiales que informaron sobre la investigación. En algún momento durante la redada, los marines entraron a tres casas en las cercanías y asesinaron a la gente que se encontraba dentro.
Pero Briones dice que él no vio nada de todo esto.
"Tengo una imagen muy borrosa. Estaba lleno de humo y olía a explosión", dijo Briones. "Sólo vi a T.J. porque él estaba ahí. Prácticamente lo pisé".
Dijo que su equipo evacuó a otros dos soldados de la unidad de Terrazas que habían quedado heridos con la explosión, incluyendo a uno al que identificó como el soldado de primera clase James Crossan, del estado de Washington, que estaba inmovilizado debajo de los escombros.
Briones y su equipo, incluyendo a un médico de la marina que identificó como Brian Witt, evacuó a los dos heridos hacia una cancha de fútbol cercana donde fueron recogidos por un helicóptero Black Hawk. Dijo que él y su equipo volvieron entonces a su base de operaciones Sparta.
"Volvimos a la base y esperamos", dijo Briones. "Había un montón de gente enojada. Todos nos sentíamos mal por lo que le había pasado a T.J." Sin embargo, todavía consternado por la muerte de su mejor amigo, Briones dijo que se había retirado a una esquina oscura de la cancha para recomponerse. Entonces tenía 20, y dijo que no quería que lo vieran los miembros más jóvenes del Tercer Destacamento, Tercer Pelotón.
Dijo que el y su equipo permanecieron en la cancha hasta que fueron llamados de vuelta al sitio de la explosión a eso de las 5:30 de la tarde del mismo día.
Cuando llegaron, Briones dijo que la mayoría de los marines en el sitio eran sargentos o de rango superior, incluyendo a varios oficiales. "Recuerdo eso porque no tenían suficientes soldados rasos para recoger los cadáveres".
Briones dijo que su equipo fue encargado de marcar los cuerpos de las víctimas con números y colocarlos en bolsas mortuorias. Dijo que un sargento o un oficial, no podía recordar su grado, preguntó si alguno de los marines llevaba cámaras personales y que él y otro marine, al que identificó como el soldado raso Andrew Wright, de Novato, respondieron afirmativamente.
"Ustedes tendrán que actuar como fotógrafos de guerra", dice Briones que les dijeron.
Briones dijo que tomó fotografías de al menos quince cuerpos antes de que se la acabaran las pilas de su cámara. Dijo que entonces se dedicó a ayudar a los otros marines a retirar los cuerpos y a colocarlos en bolsas mortuorias. Dijo que su peor momento, que lo persigue hasta hoy, fue recoger el cuerpo de una niña que había recibido un disparo en la cabeza.
"La recogí así", dice, demonstrándolo con sus brazos extendidos, "pero su cabeza se estaba balanceando de arriba abajo y su interior cayó sobre mis piernas".
Mientras hablaba, su madre, Susie Briones, 40, una maestra de la escuela comunitaria de Hanford, que estaba sentada junto a él a la mesa de la cocina, se secaba silenciosamente las lágrimas.
Antes había confiado a un periodista que su hijo la había llamado frecuentemente desde Iraq después de que tuviera pesadillas con la niña.
"Me llamó muchas veces", dijo, "para contarme cómo había llevado a la niña en sus brazos y cómo sus sesos se desparramaron sobre sus botas. Me decía: ‘Mamá, no puedo limpiar mis botas. No puedo limpiar mis botas. La veo a ella'".
Ryan Briones dijo que él y otros miembros del equipo de limpieza se quedaron en el sitio hasta eso de las 11 de la noche. Cuando volvió, dejó su cámara Olympus de 3.2 megapixels en el centro de operaciones del comando en la base Sparta. Cuando volvió algunas horas después, dijo que le pareció que la cámara había sido movida, así que asumió que alguien había bajado las fotografías y borró las que tenía en la cámara.
Pero no está claro si las fotos llegaron o no a las autoridades, que también tienen fotografías tomadas por un equipo de investigación de la inteligencia y de otra fuente.
Briones también dijo que no quería dar la impresión de que todavía tenía copias de las fotografías porque no quería que sus cosas o las de su familia fueran allanadas por investigadores de la marina. Dijo que han habido varios ejemplos recientes de casos en que investigadores de la marina confiscaron ordenadores y consolas de PlayStation con capacidad de almacenamiento de fotografías.
Las fotos se convertirían más tarde en el principal tema de preguntas de los investigadores que interrogaron a Briones durante varias horas en Iraq en marzo, poco antes de que volviera a casa. En el segundo interrogatorio, que dijo que ocurrió en los cuarteles del batallón en Haditha Dam, al norte de la ciudad de Haditha, los investigadores le mostraron fotografías de cuerpos similares a los fotografiados por él, pero desde diferentes ángulos.
"Querían saber si los cuerpos habían sido movidos o manipulados", dijo Briones. Dijo que desde su retorno no ha sido entrevistado por investigadores de la marina, aunque otros marines en su compañía habían sido interrogados durante varias horas en el Servicio de Investigaciones Criminales de la Marina en Camp Horno, parte del enorme Camp Pendleton.
A principios de abril, menos de 36 horas después de su retorno de Iraq, Ryan Briones se metió en serios problemas en su ciudad natal, que él y su familia dicen que estaban relacionados con la tensión del incidente de Haditha.
Briones fue acusado de robar un camión, estrellarlo contra una casa, abandonar el sitio del accidente, conducir bajo efectos del alcohol y resistir su detención. El 4 de abril apareció en la primera plana del Hanford Sentinel una fotografía del espectacular choque con un Ford F-150 blanco incrustado en una salita de Hanford.
Salió de la cárcel del condado de Kings el 5 de abril tras pagar una fianza de 35 mil dólares.
Su madre dijo que su hijo se había inscrito en Alcohólicos Anónimos y está bajo tratamiento con un médico de San Diego por sus síntomas post-traumáticos.
"Mi hijo vio lo que hicieron los marines, y sabía quién lo había hecho antes de que empezaran las investigaciones de Haditha", escribió la madre en una larga carta a las autoridades locales, pidiendo indulgencia para su hijo.
"Vio los asesinatos y sabía quién ordenó cometer los asesinatos, y tuvo que recoger los cadáveres de niños que estaban durmiendo en sus camas y vio morir a su mejor amigo ante sus ojos".
Susie Briones dijo que estaba enfadada con lo que describió como la incapacidad de los marines de "descongestionarlo" adecuadamente, a él y a otros marines, cuando vuelven del combate. Dijo que estaba escribiendo un libro para ayudar a otras familias a evitar lo que están sufriendo ella y su hijo.
"Yo era uno de esos marines que dicen que la tensión post-traumática era una idiotez", dijo Ryan Briones, que tiene recetas para antidepresivos y barbitúricos. "Pero esas cosas que pasan por mi cabeza me están matando. Necesito ayuda".
Tony Perry en San Diego contribuyó a este reportaje.
29 de mayo de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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