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ideología de ocho puntos


[Edward Cody] Para las enfermedades morales chinas. Presidente reacciona ante la creciente codicia y cinismo.
Pekín, China. En las carteleras de las paradas de buses, en las primeras planas de los diarios y en los telediarios, en las aulas escolares, en grupos de estudio en las fábricas y en sesiones terapéuticas con estudiantes, en foros y en reuniones en todo China, el aparato de propaganda del Partido Comunista ha estado difundiendo el mensaje del presidente Hu Jintao: Haz el bien y evita el mal.
El paternal consejo de Hu, en la forma de ocho imperativos y ocho prohibiciones, fue emitido hace dos semanas como un antídoto contra la corrupción y el cinismo que se extiende por China, como resultado del a menudo brutal capitalismo que ha surgido en los últimos 25 años de drásticos cambios económicos. Aunque sus aforismos suenan simplistas a oídos occidentales -"Trabaja duro, no holgazanees" y "Sé honesto, no te aproveches"-, los analistas chinos dicen que son una respuesta a un deseo profundamente enraizado entre la gente de contar con un compás moral que los guíe a través de las inquietantes transformaciones.
"Existe la sensación de que las cosas han salido mal", dice Kang Xiaoguang, un investigador en ciencias sociales de la Academia China de Ciencias."Así que cuando lo oigo decir eso, yo digo: ‘Bien. Debió haberlo dicho hace mucho tiempo'".
Muchos chinos están de acuerdo. Los valores tradicionales del Partido Comunista, de igualitarismo y servicio a los pobres se han esfumado en gran parte, se quejan, a favor de la ideología de hacerse rico que elimina la distinción entre funcionarios y empresarios. La estricta moral de la época de Mao Tse-Tung, observan, se han relajado tanto que ahora los sobornos son parte normal de los negocios y la prostitución se practica abiertamente. Además, la mala reputación del partido en cuanto a las corruptas confiscaciones ha contribuido fuertemente a las protestas a menudo violentas de los campesinos, haciendo más urgente la necesidad de remozar la legitimidad del gobierno.
Desde que asumiera como presidente del partido y presidente de China hace tres años, Hu ha estado buscando la fórmula correcta. Bajo sus órdenes el partido ha lanzado un programa de formación de 18 meses para estimular a sus 70 millones de militantes. Hu ha declarado que el país debe adaptarse al "desarrollo científico", tomando en cuenta las preocupaciones sobre el medio ambiente y sociales a medida que crece la economía. Y ha instado repetidas veces a los mil trescientos millones de habitantes a crear una "sociedad armoniosa", en la que grupos de intereses concurrentes, tales como campesinos y hombres de negocios, arreglen sus diferendos sin conflictos.
"Es un programa paso por paso", dice Kang. "Creo que el plano lo tiene en su corazón".
Algunos analistas del partido han dicho que las prédicas de Hu no son suficientes, que el país debe reducir el ritmo de las reformas económicas y volver a poner el énfasis en los beneficios del socialismo, tales como el seguro médico y la garantía de empleo. Hu y su premier, Wen Jiabao, han resistido los llamados, que algunos analistas dicen que tienen más que ver con jinetear por posiciones más que con desacuerdos genuinos. Pero los dos líderes han indicado claramente que creen que el crecimiento económico precipitado debería ser suavizado por una mayor preocupación por la gente que se queda atrás, especialmente los campesinos.
Educado en las filas de la Liga de la Juventud Comunista, con su moral de niño explorador, Hu, 63, parece haberse inclinado naturalmente por una campaña apelando a un modo de vida más sano como parte de la respuesta a la corrupción y el cinismo. En un discurso el año pasado ante cuadros en formación en la Escuela Central del partido, propuso que la solución reside en renovar el pensamiento marxista tradicional, revisando lo mejor de las medidas y programas de Mao Tse-Tung y reactivando la antigua cultura china, incluyendo el confucianismo. De las tres, dijo Kang, Hu cree que la cultura china es la que más reforzará los valores morales.
Así que cuando se reunió con un grupo de delegados del Congreso Popular Nacional, el 4 de marzo, Hu se remontó a una antigua tradición china que dice que se supone que los líderes deben instar a sus seguidores a comportarse éticamente. "Ama al país, no lo perjudiques", dijo. "Sé disciplinado y respeta las leyes, no caótico ni licencioso".
En total anunció ocho normas de esas, las que llamó "las ocho glorias y las ocho vergüenzas". La Agencia de Noticias Nueva China las calificó de "una perfecta amalgama de valores chinos tradicionales y virtudes modernas". La Conferencia Política Consultiva del Pueblo, la otra cámara en la legislatura china, aprobó una resolución que dice: "Que sea un parangón y práctica común de estos tiempos".
El oficialistas Diario del Pueblo se llenó rápidamente de declaraciones de cuadros del Partido Comunista describiendo como maravillosas las ideas de Hu y diciendo que habían empezado programas para enseñar en las escuelas, lugares de trabajo y espectáculos populares los ocho deberes y ocho prohibiciones
"Las características del desarrollo económico y social de nuestro país en este período exigen que presentamos la visión socialista de las glorias y vergüenzas", dijo el Diario del Pueblo en un editorial de primera plana el sábado. "Los dramáticos cambios en nuestra sociedad, el rápido desarrollo económico y los choques culturales han tenido un efecto en la ideología, en el estilo de vida y en el sistema de valores de la gente. Los hechos demuestran que sin un comportamiento social sano y buenas normas morales la fortaleza nacional no crecerá y la gente no será capaz de mostrarse con orgullo entre otras naciones del mundo, sin que importe el desarrollo de su economía".
La Televisión Central de China del estado, por su parte, transmite todos los días informes sobre lo que quiso decir Hu y cómo se reciben sus ideas con entusiasmo en todo el país. La publicidad al aire libre ha hecho posible que se las vea en toda la capital; también se imprimió un cartel, distribuido gratuitamente entre los que quieren adornar sus paredes con las consejas de Hu.
Los estudiante de la Escuela Básica Fang Cao Di, de Pekín, fue visitado por importantes funcionarios -los niños los llamaron "líderes Hu Jintao"- que los hicieron memorizar los ocho aforismos. Ren Tanyong, director del Departamento de Propaganda de Changsha, la capital de la provincia de Hunan, anunció que iniciaría un programa especial para que la juventud de la ciudad recibiera el mensaje. Varios profesores y administradores de las escuelas fueron citados diciendo que las ocho lecciones de Hu era precisamente lo que necesitaba la mimada generación de jóvenes chinos.
Pero Huang Weiting subdirector de la revista Buscando la Verdad del partido, dijo que los funcionarios del partido debían también aprenderlas. "Es un problema de los cuadros", dijo en una entrevista.
"Las ocho glorias y las ocho vergüenzas no son solamente algo que se exige de la juventud, sino de todos los ciudadanos", escribió esta semana en el diario Inspección de Disciplina del partido. "Los que deben dar el ejemplo son los cuadros y militantes del partido".
A pesar del ruido producido por los órganos de propaganda del partido, algunos chinos cuestionan que las prédicas de Hu lleguen a los funcionarios en pueblos y pequeñas ciudades donde el desencanto con el partido es más fuerte. "Ni siquiera llega a las capitales provinciales", dijo Kang, el científico social.
Incluso en Pekín un grupo de recientes graduados de la prestigiosa Universidad de Pekín, que tienen todos trabajos vinculados con el gobierno, dijeron que no habían oído nada de los ocho aforismos después de más de una semana de campaña. Y en la remota ciudad de Tongliao, en el interior de Mongolia, Bai Lianhua, una ama de casa de 46 años, dijo en una conversación por teléfono que no tenía ni idea de cuáles eran.
Dijo que suponía que era "lo mismo que eso sobre la sociedad armoniosa".

23 de marzo de 2006
©washington post
©traducción mQh
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