batwoman y las lesbianas
[Meghan Daum] Detrás de homosexualidad de Batwoman. Hoy, las mujeres son clasificadas como chicas femeninas o lesbianas.
Vigilad a vuestras hijas. El miércoles se revelará que Batwoman es lesbiana. No, no es tan impresionante como si, digamos, Frutillita [Strawberry Shortcake] apareciera en la cubierta de Out. La mayoría de la gente, incluida yo, no sabemos realmente quién es Batwoman. Pero la prensa ha estado escribiendo sobre esto durante meses, y sería un acto de negligencia si no me subiera al carro.
Batwoman aparecerá en la serie de DC Comics titulada ‘52', que fue lanzada en mayo. Entre los personajes se encuentra Kathy Kane, una prominente pelirroja pechugona con vínculos sentimentales con una ex poli. El miércoles, cuando aparezca el tan anticipado número de ‘52', nos enteraremos de que Kane es en realidad Batwoman.
No sé si la nueva Batwoman es a prueba de balas, elástica o con poderes voladores, pero si la cuidada apariencia de Kane es un indicio, no creo que use artefactos eléctricos y ni siquiera que toque la guitarra acústica. Así que a menos que haya un abrupto cambio de personaje, parece que DC quiere apartarse de los estereotipos que he invocado en los párrafos precedentes.
El otro día visité mi librería de cómics local para preguntar sobre el significado cultural de la salida de Batwoman. Eso os dará una idea de lo mucho que me interesa esta columna. Si hay algo más amenazador que el tipo de tienda de discos de segunda mano que sólo vende álbumes de Radiohead, es una librería de historietas. Eso lo podéis multiplicar por veinte si entráis con una blusa paleta y chancletas, y usáis palabras como ‘significante', y tratáis de parecer que estáis bien informada mencionando que Batwoman no ha aparecido desde 1979, cuando fue matada por un tigre de bronce.
Basta con decir que fui criada por un oficinista, que me dijo que: a) los superhéroes mueren rara vez, y son frecuentemente transportados a otros reinos (o algo parecido), y b) que hay montones de personajes de historietas y que la fijación en Batwoman es simplemente otro ejemplo de la explotación que hacen los medios de tópicos sobre los que nada saben. Luego procedimos a charlar sobre la ‘Comisionado Barbara Gordon' y me tomó varios minutos darme cuenta de que él estaba hablando sobre un personaje de historieta y sobre una política actual.
Así que, sí, soy una zopenca cuando se trata de cómics. Pero no cuando se trata del 51 por ciento de la población conocido como las mujeres, muchas de las cuales parecen estar sufriendo una crisis de identidad sexual incluso sin saberlo. Quizás todos esos vestidos de muñeca, literatura feminista y las gemelas Olsen se han infiltrado en nuestra conciencia hasta el punto de caer en el olvido. Cualquiera sea la razón, parece que sólo hay dos modos de ser mujer en estos días: O eres una portadora de barriga, mascachicles, chica femenina a la caza de una alianza de compromiso o eres probablemente lesbiana.
Antes pensábamos sobre esta dicotomía en términos de "separar a las mujeres de las niñas". Quizás recordáis cómo se hacía. Las adolescentes y las que empezaban la veintena llevaban collares con placas con el nombre y esperaban que sonara el teléfono, y las mujeres adultas poseían pisos y sabían cómo desatascar el retrete sin perder su atractivo sexual.
Pero en una cultura que es tan alérgica a las sutilezas como obsesionada con la juventud, versiones aceptables de femineidad parecen estar derritiéndose junto con la capa de hielo polar. O es la botulina, la operación de tetas, la depilación de la línea del bikini y los vestidos de muñeca, o das el paso radical para verte y actuar como una mujer madura y formada.
Antes estas criaturas adultas y formadas eran llamada ‘mujeres de verdad'. Ahora las llaman lesbianas. Esto es especialmente así en casos en los que las mujeres en cuestión no son conocidas como lesbianas. ¿Qué tienen de común Hillary Rodham Clinton, Condoleezza Rice, Christiana Amanpour, Oprah Winfrey y Martha Stewart? No es lo que han logrado, ni que sean independientes, talentosas, ambiciosas o ricas, ¡es que son lesbianas en secreto! Preguntad a cualquiera que lea bitácoras en internet.
A mí me permiten decir esto porque yo también soy homosexual, en secreto. Al menos, intento serlo. ¿Qué otras opciones tengo? Aparentemente la etiqueta de lesbiana es ahora la etiqueta de cualquier mujer que afirma sus propios gustos y opiniones y no necesariamente se casa mañana. Okay, esto puede crear confusión para alguna gente que carece de opiniones y de gustos propios, y se desesperan por sentar cabeza, pero que en realidad son lesbianas. Pero, de acuerdo a los ánimos actuales, una mujer heterosexual que funciona bien como mujer simplemente no existe en la naturaleza.
¿Es una sorpresa, entonces, que nos fascine (al menos a nosotros en los medios, que obtenemos altos puntajes en lesbianismo clandestino) tanto la nueva encarnación de Gabutela? DC Comics podría estar vendiendo la idea de la diversidad, pero sospecho que lo que realmente estamos viendo es un antídoto contra la desenfrenada femineidad de nuestra era, presentado del modo más seguro -e irónico- posible.
Si hay algo que provoque más susto que una lesbiana convencida, son las mujeres convencidas. Ahora tenemos una superhéroe a la que podemos recurrir.
Batwoman aparecerá en la serie de DC Comics titulada ‘52', que fue lanzada en mayo. Entre los personajes se encuentra Kathy Kane, una prominente pelirroja pechugona con vínculos sentimentales con una ex poli. El miércoles, cuando aparezca el tan anticipado número de ‘52', nos enteraremos de que Kane es en realidad Batwoman.
No sé si la nueva Batwoman es a prueba de balas, elástica o con poderes voladores, pero si la cuidada apariencia de Kane es un indicio, no creo que use artefactos eléctricos y ni siquiera que toque la guitarra acústica. Así que a menos que haya un abrupto cambio de personaje, parece que DC quiere apartarse de los estereotipos que he invocado en los párrafos precedentes.
El otro día visité mi librería de cómics local para preguntar sobre el significado cultural de la salida de Batwoman. Eso os dará una idea de lo mucho que me interesa esta columna. Si hay algo más amenazador que el tipo de tienda de discos de segunda mano que sólo vende álbumes de Radiohead, es una librería de historietas. Eso lo podéis multiplicar por veinte si entráis con una blusa paleta y chancletas, y usáis palabras como ‘significante', y tratáis de parecer que estáis bien informada mencionando que Batwoman no ha aparecido desde 1979, cuando fue matada por un tigre de bronce.
Basta con decir que fui criada por un oficinista, que me dijo que: a) los superhéroes mueren rara vez, y son frecuentemente transportados a otros reinos (o algo parecido), y b) que hay montones de personajes de historietas y que la fijación en Batwoman es simplemente otro ejemplo de la explotación que hacen los medios de tópicos sobre los que nada saben. Luego procedimos a charlar sobre la ‘Comisionado Barbara Gordon' y me tomó varios minutos darme cuenta de que él estaba hablando sobre un personaje de historieta y sobre una política actual.
Así que, sí, soy una zopenca cuando se trata de cómics. Pero no cuando se trata del 51 por ciento de la población conocido como las mujeres, muchas de las cuales parecen estar sufriendo una crisis de identidad sexual incluso sin saberlo. Quizás todos esos vestidos de muñeca, literatura feminista y las gemelas Olsen se han infiltrado en nuestra conciencia hasta el punto de caer en el olvido. Cualquiera sea la razón, parece que sólo hay dos modos de ser mujer en estos días: O eres una portadora de barriga, mascachicles, chica femenina a la caza de una alianza de compromiso o eres probablemente lesbiana.
Antes pensábamos sobre esta dicotomía en términos de "separar a las mujeres de las niñas". Quizás recordáis cómo se hacía. Las adolescentes y las que empezaban la veintena llevaban collares con placas con el nombre y esperaban que sonara el teléfono, y las mujeres adultas poseían pisos y sabían cómo desatascar el retrete sin perder su atractivo sexual.
Pero en una cultura que es tan alérgica a las sutilezas como obsesionada con la juventud, versiones aceptables de femineidad parecen estar derritiéndose junto con la capa de hielo polar. O es la botulina, la operación de tetas, la depilación de la línea del bikini y los vestidos de muñeca, o das el paso radical para verte y actuar como una mujer madura y formada.
Antes estas criaturas adultas y formadas eran llamada ‘mujeres de verdad'. Ahora las llaman lesbianas. Esto es especialmente así en casos en los que las mujeres en cuestión no son conocidas como lesbianas. ¿Qué tienen de común Hillary Rodham Clinton, Condoleezza Rice, Christiana Amanpour, Oprah Winfrey y Martha Stewart? No es lo que han logrado, ni que sean independientes, talentosas, ambiciosas o ricas, ¡es que son lesbianas en secreto! Preguntad a cualquiera que lea bitácoras en internet.
A mí me permiten decir esto porque yo también soy homosexual, en secreto. Al menos, intento serlo. ¿Qué otras opciones tengo? Aparentemente la etiqueta de lesbiana es ahora la etiqueta de cualquier mujer que afirma sus propios gustos y opiniones y no necesariamente se casa mañana. Okay, esto puede crear confusión para alguna gente que carece de opiniones y de gustos propios, y se desesperan por sentar cabeza, pero que en realidad son lesbianas. Pero, de acuerdo a los ánimos actuales, una mujer heterosexual que funciona bien como mujer simplemente no existe en la naturaleza.
¿Es una sorpresa, entonces, que nos fascine (al menos a nosotros en los medios, que obtenemos altos puntajes en lesbianismo clandestino) tanto la nueva encarnación de Gabutela? DC Comics podría estar vendiendo la idea de la diversidad, pero sospecho que lo que realmente estamos viendo es un antídoto contra la desenfrenada femineidad de nuestra era, presentado del modo más seguro -e irónico- posible.
Si hay algo que provoque más susto que una lesbiana convencida, son las mujeres convencidas. Ahora tenemos una superhéroe a la que podemos recurrir.
15 de julio de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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