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resistencia a prueba


[Muchael Gordon] Soldados estadounidenses desmoralizados. "Esta guerra está perdida".
Hit, Iraq. Poco después de que mataran al especialista Michael Potocki en junio, los soldados de su pelotón se pusieron de acuerdo en cuanto a su objetivo en los meses venideros: sobrevivir y volver a casa vivos.
La supervivencia puede ser la única cosa sobre la que están de acuerdo las tropas aquí. La primera muerte de un compañero en batalla es siempre un shock emocional, y las opiniones desde la trinchera aquí son probablemente tan variadas como las de los 34 soldados. Sin embargo, en este hostil tramo en el oeste de Iraq, algunos de los soldados han empezado a preguntarse si la presencia de fuerzas norteamericanas aquí vale la pena el coste en vidas estadounidenses.
La visión desde arriba es que las fuerzas aquí son una parte pequeña pero vital de la campaña contra la resistencia, que exige paciencia y continuo sacrificio hasta que las recién adiestradas tropas iraquíes asuman el control.
"La coalición debe marcharse, pero no a toda prisa", dice el teniente coronel Thomas Graves, que dirige el Destacamento 1-36, la unidad del ejército responsable de controlar la ciudad.
El sargento de segunda clase Ryan Poetsch, que ya sirvió un período de Bagdad y sirve en el pelotón del especialista Potocki, reconoce que no siempre tiene las cosas claras. Pero sí tiene una opinión sobre las calles de Hit y cuestiona la estrategia.
"Como soldado, voy a hacer todo lo que sea necesario hacer", dijo. "Pero mi opinión personal es que no creo que tengamos que estar en esta ciudad, punto. ¿Cuánto dinero y cuántos soldados se necesitarán...? Esta gente ni siquiera quiere nuestra ayuda. Ni siquiera sabemos en quién podemos confiar".
Hit es una misión difícil. La ciudad de predominio sunní de unos 65 mil habitantes se ubica a horcajadas del Eúfrates en la provincia de Anbar. Saddam Hussein se ocultó en los palmares cercanos después de escapar de Bagdad en abril de 2003, un decidor indicio de que la ciudad contaba con más de algunos partidarios del viejo régimen.
Las estiradas fuerzas armadas americanas empezaron aquí con el pie izquierdo. El año anterior a la llegada del destacamento del coronel Graves en febrero pasado, toda una gama de unidades estadounidenses se había rotado en la zona, un patrón que hacía más difícil que los soldados estadounidenses cultivaran relaciones con la población local.
El despliegue del actual destacamento durará un año, pero la unidad mecanizada sólo tiene 600 soldados -mucho menos que algunas unidades que la precedieron. Muchos de los vecinos de la ciudad creen que el modo más seguro de poner fin a los atentados con bombas improvisadas, ataques de francotiradores y rondas de mortero sería que los estadounidenses priven a los insurgentes de su blanco, marchándose.
El coronel Graves parece ajustarse a la perfección con la descripción de su función.
Nativo de Killeen, Tejas, sirvió un período en un destacamento que estudió las lecciones de la invasión de Iraq y sirvió un período previo cuando el ejército luchaba contra los rebeldes en Ramadi. Flaco, taciturno y eficiente, a menudo hace footing por el perímetro del campamento en las afueras de Hit, en parte porque le ayuda a pensar en las decisiones que debe tomar.
La fuerza de policía de Hit fue arrasada por los rebeldes el año pasado, y el coronel Graves dijo a los mayores de la ciudad que las tropas americanas no se marcharán de Hit mientras no se reclute, adiestre y ponga en la calle a una nueva fuerza de policía.
Poco después de que una campaña de reclutamiento de la policía terminara en julio, se subió a un Humvee blindado y se encaminó hacia el centro para oír qué estaban diciendo los imanes en las mezquitas. Un intérprete garabateó un sermón que resonaba en los altavoces. Imploraba a los fieles a no colaborar con los invasores.
Sin embargo, el coronel dice que están haciendo progresos.
"Yo estuve en Ramadi, y veo progresos", dijo. "En enero de 2005 no podíamos encontrar a nadie en Ramadi que quisiera participar en el proceso político. Ahora los ciudadanos de Hit al menos entienden el proceso, aunque no estén necesariamente de acuerdo con él".
El coronel sabe que los soldados en el terreno pueden no hacer esa comparación.
"El paso lógico que es realmente difícil es: ¿Qué hace la patrulla diaria en el centro de Hit para estabilizar el país?", dijo el coronel Graves. "La respuesta es que va allá a controlar la zona, de modo que tengamos un espacio para construir las instituciones iraquíes, adiestrar a la policía y al ejército iraquíes".
"No es tan simple como que si nos marchamos, todo estará bien. Dejamos Faluya, y ¿qué ocurrió? Se convirtió en un refugio de asesinatos y amenazas. Si nos vamos muy pronto, creamos situaciones caóticas".
Para algunas tropas es satisfactorio saber que son profesionales con una misión terriblemente exigente.
Un marine reservista de 34 años, de Detroit, el mayor Brent Lilly, dirige el equipo de asuntos civiles. Musulmán practicante que habla algo de árabe, su objetivo es mejorar la alicaída infraestructura de la ciudad, mostrar a los iraquíes que los estadounidenses son de fiar y recoger, en el camino, algunos datos útiles para la inteligencia.
Los militares han distribuido 100 mil dólares para proyectos de alcantarillado, agua potable y otros, y tienen planes de gastar mucho más si mejora la seguridad. El mayor Lilly, sin embargo, no se hace ilusiones sobre las dificultades a la hora de ganarse la confianza de los vecinos.

"En general, simplemente nos toleran", dijo. "Estamos aquí, y no tienen otra posibilidad que tolerarnos. Pero la gran mayoría quiere que nos marchemos".
Interrogado sobre cómo lo lleva, el mayor Lilly dice que es un oficial de los marines que está haciendo su trabajo.
Aunque es difícil estimar sus números con precisión, hay bolsones de tropas desanimadas que ya no creen que Washington haya destinado los recursos necesarios para una estrategia de victoria.
El sargento Poetsch, 31, proviene de una pequeña ciudad de Ohio. Se volvió a enlistar en el ejército justo antes de volver a Iraq, cree que los militares han hecho de él una mejor persona y dice que le gustaría trabajar como reclutador del ejército. Su batallón -Primer Batallón del Sexto Regimiento de Infantería- está actualmente peleando en Ramadi, pero su compañía fue enviada a Hit para reforzar el destacamento militar allá.
El sargento Poetsch pensaba que Estados Unidos hacía lo correcto cuando derrocó a Saddam Hussein. Pero el ejército, dice, no tiene tropas suficientes para controlar la ciudad efectivamente, y dice que los vecinos de Hit, a diferencia de la gente que conoció en su período previo en Bagdad, no quieren tener mucho que ver con los norteamericanos.
"Al principio, yo estaba a favor de todo", dijo. "Saddam Hussein no era un tipo bueno, y siempre me sentí bien de haberlo derrocado. Pero de algún modo parece que perdimos la orientación. Es difícil para los tipos aquí entender qué estamos haciendo. ¿Por qué no tenemos más hombres y mejores condiciones de vida?"
El destacamento ha estado rotando a las compañías entre varias bases en la ciudad y alrededores. La Base 1, donde acostumbraba a vivir el pelotón en la ciudad, es austera, incluso según normas militares. En la pared de un cuarto hay una pintada: "Dios no vive aquí".
El sargento Poetsch estaba con el especialista Potocki cuando le dispararon mientras se encontraba en un puesto de avanzada de combate en la ciudad. Al principio, parecía que el especialista de 21 años de Baltimore se recuperaría, pero murió más tarde debido a una hemorragia interna.
La pérdida del compañero fue una dolorosa pérdida para el pelotón, como observó el sargento Ryan Kahlor, 22, en una emocional carta a sus padres en San Diego.
"El mundo sigue girando y sigue la guerra en Iraq", escribió. "Ayer, un soldado y amigo fue atacado y matado... Es el primero en morir de nuestro pelotón. Su muerte inició un estallido de emociones en el pelotón".
"Nadie entiende por qué estamos aquí ni cuál es nuestra misión", agregó el sargento Kahlor. "Esta guerra está perdida. No estamos ayudando a esta gente. No más estamos muriendo y quedando heridos".
Para enfrentarse a su dolor, el pelotón dibujó una lápida para el especialista Potocki y dos soldados heridos en una puerta de madera en uno de sus cuartos recubiertos con sacos de arena. Quieren llevarla a su base en Alemania. Pero todavía no es tiempo de marcharse, e incluso las tropas desmoralizadas necesitan una misión.
"Estamos aquí para ver que volvamos a casa", dijo el sargento Poetsch. "Ese es nuestro lema. Después de la muerte de Potocki, nos sentamos a hablar en el pelotón sobre que incluso si no crees en lo que estamos haciendo, al menos estamos protegiéndonos unos a otros. Así es como vemos las cosas ahora".

3 de septiembre de 2006
©new york times
©traducción mQh
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