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[Michael Leahy] Los Vigilantes de Herndon están decididos a parar la inmigración ilegal. Pero ¿es lo que quiere Estados Unidos?
George Taplin creció en Bucolic Shelter Island, un balneario de verano para los ricos, situado entre las bifurcaciones sur y norte de Long Island. Taplin lo recuerda como un lugar donde los cambios se producían gradualmente, o no se producían en absoluto. Recuerda que su familia dejaba la casa sin cerrojo y la llave del coche en el encendido del vehículo. "Te sentías seguro", dice. "La gente respetaba la ley. Podrías ir a cualquier lugar en la isla durante la mayor parte del año y ver a la misma gente y sabías a quién verías".
Su padre trabajó durante un tiempo en la marina mercante y luego como carpintero, pero el dinero era escaso. Taplin empezó a trabajar pronto, de acuerdo a su versión, lavando platos, y pelando, y encerando suelos, a los doce, en un monasterio católico. Al niño le dolía la sospecha de que alguna gente de Shelter Island despreciaba a los Taplin. "Tenía que comprar mi propia ropa, de modo que tuve que no tuve ninguna posibilidad de ahorrar dinero para la universidad", dice.
Cortó césped, trabajó en lanchas pesqueras comerciales y limpió ostiones. Fue el principio de años de duras labores que, recuerda, incluyeron cavar tumbas y cloacas. Lo que recuerda más persistentemente de su juventud es el frío. Dormía en el piso de arriba en la vieja casa de la familia, cuyo única fuente de calor provenía de un horno en el sótano con suelo de tierra. "Nos íbamos a dormir y quizás la temperatura era de menos seis grados; siempre tiritábamos", recuerda. "Sólo lo menciono porque cuando alguien dice: ‘Tú no sabes lo que es vivir así, tú no conoces la vida de los jornaleros', el hecho es que sí conozco esa vida. Sé lo que es irse a la cama con hambre y pasar frío... También se lo que se siente cuando la gente te trata sin respeto porque eres pobre... Pero ser pobre no es una excusa".
Después de la secundaria, Taplin ingresó a la marina y finalmente siguió algunos cursos universitarios cuando estaba en el mar, obtuvo los diplomas de maestría y licenciatura en el campo de la informática mientras ascendía al rango de primer contramaestre.
También estaba intensamente interesado en política. Pero descubrió un defecto en sí mismo: Tenía problemas en sus relaciones con sus colegas. "Yo aprendía todo rápidamente, menos cómo llevarme con la gente", dice. "No soportaba a los idiotas. Mi último superior me dijo: ‘Si no fueras tan bueno en tu trabajo, no llegarías a ninguna parte, porque tu conocimiento de la gente no sirve para nada". La introspección llevó a Taplin a limitar sus ambiciones: Decidió que postularse a alguna función política "no era probablemente un objetivo realista".
Más tarde encontró trabajos en tecnología y como contratista, pero lo frustraba no poder avanzar. "Estaba trabajando en algo, y esperaba ser ascendido, y yo era el más calificado, y sobresalía por encima de todos los demás", cuenta. "Eligieron a una mujer porque era negra y mujer. Era un grupo con preponderancia de mujeres".
En 1998, él y su mujer se mudaron Herndon, su ciudad natal, y se asentaron a vivir allá con su bebita. Llevaba una vida solitaria y tranquila, hasta el día que oyó la historia sobre un latino borracho que supuestamente habló con unos niños en una parada de bus.
Para entonces, los jornaleros y su presencia en el 7-Eleven también lo irritaban. "La política del ayuntamiento era aplacar a algunas personas e ignorar al resto", dice. Molesto por los informes de que el alcalde de Herndon, Michael O'Reilly propondría la creación de un sitio oficial para los jornaleros, Taplin organizó una reunión de vecinos a fines de julio. Por primera vez en su vida iba a estar en el centro de la atención.
Su cruzada se había puesto en movimiento.

19 de marzo de 2006
©washington post
©traducción mQh
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